[Car­tas des­de lejos] La pri­me­ra eta­pa de la pri­me­ra revolución

Pri­me­ra car­ta1

La pri­me­ra eta­pa de la pri­me­ra revo­lu­ción2

La pri­me­ra revo­lu­ción, engen­dra­da por la gue­rra impe­ria­lis­ta mun­dial3, ha esta­lla­do. La pri­me­ra revo­lu­ción pero no la últi­ma, por cierto.

A juz­gar por la esca­sa infor­ma­ción de que se dis­po­ne en Sui­za, la pri­me­ra eta­pa de esta pri­me­ra revo­lu­ción, o sea, de la Revo­lu­ción Rusa del 1° de mar­zo de 1917, ha ter­mi­na­do. La pri­me­ra eta­pa de nues­tra revo­lu­ción no será, por cier­to, la última.

¿Cómo pudo ocu­rrir el «mila­gro» de que sólo en 8 días –perío­do seña­la­do por el señor Mili­ukov4 en su pre­sun­tuo­so tele­gra­ma a todos los repre­sen­tan­tes de Rusia en el extran­je­ro- se des­mo­ro­na­ra un monar­quía que se había man­te­ni­do duran­te siglos y que, a pesar de todo, con­si­guió man­te­ner­se duran­te los tres años de las tre­men­das bata­llas de cla­ses de 1905 a 1907, que abar­ca­ron todo el país?

Los mila­gros no exis­ten ni en la natu­ra­le­za ni en his­to­ria, pero todo vira­je brus­co de la his­to­ria, y esto se apli­ca a toda revo­lu­ción, ofre­ce un con­te­ni­do tan rico, des­cu­bre com­bi­na­cio­nes tan ines­pe­ra­das y pecu­lia­res de for­mas de lucha y de ali­nea­ción de las fuer­zas en pug­na, que para la men­te lega muchas cosas pue­den pare­cer mila­gro­sas. Para que la monar­quía zaris­ta pudie­ra des­mo­ro­nar­se en pocos días, fue nece­sa­ria la com­bi­na­ción de varios fac­to­res de impor­tan­cia his­tó­ri­ca mun­dial. Men­cio­na­re­mos las principales.

Sin los tres años de tre­men­das bata­llas de cla­ses, sin la ener­gía revo­lu­cio­na­ria des­ple­ga­da por el pro­le­ta­ria­do ruso de 1905 a 1907, la segun­da revo­lu­ción no habría podi­do pro­du­cir­se tan rápi­da­men­te; en el sen­ti­do de que su eta­pa ini­cial cul­mi­nó en pocos días. La pri­me­ra revo­lu­ción (19055) remo­vió pro­fun­da­men­te el terreno, des­arrai­gó pre­jui­cios secu­la­res, des­per­tó a la vida y a la lucha polí­ti­ca a millo­nes de obre­ros y a dece­nas de millo­nes de cam­pe­si­nos, reve­ló a unos y otros, y al mun­do ente­ro, el ver­da­de­ro carác­ter de todas las cla­ses (y de los prin­ci­pa­les par­ti­dos) de las socie­dad rusa, la ver­da­de­ra ali­nea­ción de sus intere­ses, de sus fuer­zas, de sus méto­dos de acción, de sus obje­ti­vos inme­dia­tos y fina­les. La pri­me­ra revo­lu­ción y el sub­si­guien­te perío­do de con­tra­rre­vo­lu­ción (1907−1914) pusie­ron al des­cu­bier­to la ver­da­de­ra natu­ra­le­za de la monar­quía zaris­ta, la lle­va­ron a su «últi­mo extre­mo», des­cu­brie­ron toda su putre­fac­ción e igno­mi­nia, el cinis­mo y la corrup­ción de la ban­da zaris­ta domi­na­da por ese mons­truo de Ras­pu­tín6. Des­en­mas­ca­ra­ron toda la fero­ci­dad de la fami­lia de los Romá­nov, esos pogro­mis­tas7 que ane­ga­ron a Rusia en san­gre de judíos, de obre­ros, de revo­lu­cio­na­rios, esos terra­te­nien­tes, «los pri­me­ros entre sus pares», posee­do­res de millo­nes de desia­ti­nas8 de tie­rra, dis­pues­tos a recu­rrir a cual­quier atro­ci­dad, a cual­quier cri­men, a arrui­nar y estran­gu­lar a cual­quier can­ti­dad de ciu­da­da­nos para res­guar­dar el «sagra­do dere­cho de pro­pie­dad» para ellos y para su clase.

Sin la revo­lu­ción de 1905 – 1907, y la con­tra­rre­vo­lu­ción de 1907 – 1914, no habría sido posi­ble una «auto­de­fi­ni­ción» tan cla­ra de todas las cla­ses del pue­blo ruso y de todos los pue­blos que habi­tan en Rusia, esa defi­ni­ción de la rela­ción de esas cla­ses, entre sí y con la monar­quía zaris­ta, que se puso de mani­fies­to duran­te los 8 días de la revo­lu­ción de febre­ro-mar­zo de 1917. Esta revo­lu­ción de 8 días fue, si pue­de per­mi­tir­se una metá­fo­ra, «repre­sen­ta­da» des­pués de una doce­na de ensa­yos par­cia­les y gene­ra­les; los «acto­res» se cono­cían, sabían sus pape­les, cono­cían sus pues­tos y el deco­ra­do ento­nos sus deta­lles, a fon­do, has­ta los mati­ces más o menos impor­tan­tes de las ten­den­cias polí­ti­cas y de las for­mas de acción.

Pues la pri­me­ra gran revo­lu­ción de 1905, denun­cia­da como «una gran rebe­lión» por los Guch­kov9, Mili­ukov y sus acó­li­tos, con­du­jo doce años des­pués, a la «bri­llan­te» y «glo­rio­sa» revo­lu­ción de 1917, que los Guch­kov y los Mili­ukov cali­fi­ca­ron de «glo­rio­sa» por­que los colo­có (por el momen­to) en el poder. Pero esto nece­si­tó un gran direc­tor de esce­na, vigo­ro­so, omni­po­ten­te, capaz, por una par­te, de ace­le­rar extra­or­di­na­ria­me­te la mar­cha de la his­to­ria uni­ver­sal y, por otra, de engen­drar una cri­sis mun­dial eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca, nacio­nal e inter­na­cio­nal de una inten­si­dad sin paralelo.

Apar­te de una ace­le­ra­ción extra­or­di­na­ria de la his­to­ria uni­ver­sal, se nece­si­ta­ba tam­bién que la his­to­ria hicie­ra vira­jes par­ti­cu­lar­men­te brus­cos, para que la enlo­da­da y san­grien­ta carre­ta de la monar­quía de los Romá­nov pudie­ra ser vol­ca­da de un golpe.

Este direc­tor de esce­na omni­po­ten­te, este ace­le­ra­dor vigo­ro­so fue la gue­rra mun­dial impe­ria­lis­ta. Hoy ya no cabe duda de que la gue­rra es mun­dial, pues Esta­dos Uni­dos y Chi­na están ya semi­com­pro­me­ti­dos hoy en ella, y maña­na lo esta­rán totalmente.

Tam­po­co cabe duda de que la gue­rra es impe­ria­lis­ta por ambas par­tes. Sólo los capi­ta­lis­tas y sus acó­li­tos, los social­pa­trio­tas y los social­cho­vi­nis­tas o, si en lugar de defi­ni­cio­nes crí­ti­cas gene­ra­les, emplea­mos nom­bres de polí­ti­cos bien cono­ci­dos en Rusia, sólo los Guch­kov y los Lvov10, los Mili­ukov y los Shin­ga­riov, por una par­te, y los Gvóz­diev, los Potré­sov11, los Chjen­ke­li, los Kerensky12 y los Chjeíd­ze13, por la otra, pue­den negar o callar este hecho. Tan­to la bur­gue­sía ale­ma­na como la anglo-fran­ce­sa hacen la gue­rra para saquear a otros paí­ses y estran­gu­lar a nacio­nes peque­ñas, para lograr supre­ma­cía finan­cie­ra mun­dial y pro­ce­der a l repar­to y redis­tri­bu­ción de las colo­nias, y para sal­var al ago­ni­zan­te régi­men capi­ta­lis­ta enga­ñan­do y divi­dien­do a los obre­ros de los dis­tin­tos países.

La gue­rra impe­ria­lis­ta tenía que ‑era obje­ti­va­men­te inevi­ta­ble- ace­le­rar extra­or­di­na­ria­men­te y recru­de­cer en gra­do nun­ca vis­to la lucha de cla­ses del pro­le­ta­ria­do con­tra la bur­gue­sía; tenía que tras­for­mar­se en una gue­rra civil entre las cla­ses enemigas.

Esta tras­for­ma­ción comen­zó con la revo­lu­ción de febre­ro-mar­zo de 1917, cuya pri­me­ra eta­pa fue seña­la­da, en pri­mer lugar, por el gol­pe con­jun­to infli­gi­do al zaris­mo por dos fuer­zas: toda la Rusia bur­gue­sa y terra­te­nien­te con todos sus acó­li­tos incons­cien­tes y con todos sus diri­gen­tes con­cien­tes, los emba­ja­do­res y capi­ta­lis­tas fran­ce­ses e ingle­ses, por una par­te, y por otra, el Soviet de dipu­tados obre­ros, que ha empe­za­do a ganar­se a los dipu­tados sol­da­dos y campesinos.

Estos tres cam­pos polí­ti­cos, estas tres fuer­zas polí­ti­cas fun­da­men­ta­les son: 1) la monar­quía zaris­ta, cabe­za de los terra­te­nien­tes feu­da­les, de la vie­ja buro­cra­cia y de la cas­ta mili­tar; 2) la Rusia bur­gue­sa y terra­te­nien­te de los octu­bris­tas14 y los kade­tes, detrás de la cual se arras­tra la peque­ña bur­gue­sía (cuyos prin­ci­pa­les repre­sen­tan­tes son Kerensky y Chjeíd­ze); 3) el Soviet de dipu­tados obre­ros, que tra­ta de que todo el pro­le­ta­ria­do y toda la masa de los sec­to­res más pobres de la pobla­ción se con­vier­tan en alia­dos suyos. Estas tres fuer­zas polí­ti­cas fun­da­men­ta­les se mani­fes­ta­ron ple­na­men­te y con toda cla­ri­dad, inclu­si­ve en los 8 días de la «pri­me­ra eta­pa», e inclu­si­ve para un obser­va­dor tan ale­ja­do de la esce­na de los acon­te­ci­mien­tos como está quien escri­be estas líneas, que se ve obli­ga­do a con­ten­tar­se con los escue­tos tele­gra­mas de los perió­di­cos extranjeros.

Pero antes de tra­tar esto con mayo­res deta­lles, debo vol­ver a la par­te de mi car­ta dedi­ca­da a un fac­tor de pri­mor­dial impor­tan­cia: la gue­rra impe­ria­lis­ta mun​dial​.La gue­rra ha esla­bo­na­do entre sí, con cade­nas de hie­rro, a las poten­cias beli­ge­ran­tes, a los gru­pos capi­ta­lis­tas beli­ge­ran­tes, a los «amos» del sis­te­ma capi­ta­lis­ta, a los pro­pie­ta­rios de escla­vos de la escla­vi­tud capi­ta­lis­ta. Un ama­si­jo san­gui­no­len­to; tal es la vida social y polí­ti­ca del momen­to his­tó­ri­co actual.

Los socia­lis­tas que deser­ta­ron a las filas de la bur­gue­sía cuan­do comen­zó la gue­rra, todos esos David y Schei­de­mann en Ale­ma­nia, y los Ple­já­nov-Potré­sov-Gvóz­diev y Cia. en Rusia, voci­fe­ra­ron duran­te mucho tiem­po con­tra las «ilu­sio­nes» de los revo­lu­cio­na­rios, con­tra las «ilusiones»del Mani­fies­to de Basi­lea, con­tra la «quimera»de trans­for­mar la gue­rra impe­ria­lis­ta en gue­rra civil. Can­ta­ron loas en todos los tonos a la fuer­za, a la tena­ci­dad y a la capa­ci­dad de adap­ta­ción supues­ta­men­te reve­la­da por el capi­ta­lis­mo; ¡ellos, que ayu­da­ron a los capi­ta­lis­tas a «adap­tar», domes­ti­car, enga­ñar y divi­dir a la cla­se obre­ra de los dis­tin­tos países!

Pero «quien ríe últi­mo ríe mejor». La bur­gue­sía no con­si­guió apla­zar por lar­go tiem­po la cri­sis revo­lu­cio­na­ria engen­dra­da por la gue­rra. Esta cri­sis se agra­va con una fuer­za irre­sis­ti­ble en todos los paí­ses, empe­zan­do por la Ale­ma­nia, la cual, según un obser­va­dor que visi­tó ese país recien­te­men­te, sufre de un «ham­bre genial­men­te orga­ni­za­da», y ter­mi­nan­do con Ingla­te­rra y Fran­cia, don­de el ham­bre tam­bién aso­ma, pero don­de la orga­ni­za­ción es mucho menos «genial».

Era natu­ral que la cri­sis revo­lu­cio­na­ria esta­lla­ra en pri­mer lugar en la Rusia zaris­ta, don­de la des­or­ga­ni­za­ción era en extre­mo ate­rra­do­ra y el pro­le­ta­ria­do en extre­mo revo­lu­cio­na­rio (no en vir­tud de las cua­li­da­des espe­cia­les, sino debi­do a las tra­di­cio­nes, aún vivas, de 1905). Esta cri­sis se pre­ci­pi­tó por la serie e durí­si­mas derro­tas sufri­das por Rusia y sus alia­dos. Las derro­tas sacu­die­ron todo el vie­jo meca­nis­mo guber­na­men­tal y todo el vie­jo orden de cosas, y des­per­ta­ron la cóle­ra de todas las cla­ses de la pobla­ción con­tra ellos; exas­pe­ra­ron al ejér­ci­to, liqui­da­ron una gran par­te del anti­guo coman­do, com­pues­to por aris­tó­cra­tas reac­cio­na­rios y por ele­men­tos buró­cra­tas extra­or­di­na­ria­men­te corrom­pi­dos y fue­ron rem­pla­za­dos por un elen­co joven, fres­co, prin­ci­pal­men­te bur­gués, ple­be­yo y peque­ño bur­gués. Aque­llos que se reba­ja­ban ante la bur­gue­sía o sim­ple­men­te no tenían aga­llas, y que cla­ma­ban y voci­fe­ra­ban sobre el «derro­tis­mo», hoy se enfren­tan con el hecho de la vin­cu­la­ción his­tó­ri­ca entre la derro­ta de la más atra­sa­da y bár­ba­ra monar­quía zaris­ta y el comien­zo del incen­dio revolucionario.

Pero mien­tras las derro­tas al prin­ci­pio de la gue­rra fue­ron un fac­tor nega­ti­vo que pre­ci­pi­tó la explo­sión, los víncu­los entre el capi­tal finan­cie­ro anglo-fran­cés, el impe­ria­lis­mo anglo-fran­cés y el capi­tal octu­bris­ta y kade­te de Rusia fue un fac­tor que ace­le­ró esta cri­sis, median­te la orga­ni­za­ción direc­ta de un com­plot con­tra Nico­lás Románov.

Por razo­nes obvias, la pren­sa anglo-fran­ce­sa silen­cia este aspec­to, extra­or­di­na­ria­men­te impor­tan­te, de la cues­tión, mien­tras que la pren­sa ale­ma­na lo sub­ra­ya con mali­cia. Noso­tros, los mar­xis­tas, debe­mos enfren­tar la ver­dad sere­na­men­te, sin dejar­nos con­fun­dir ya sea con las men­ti­ras, las melo­sas men­ti­ras ofi­cia­les diplo­má­ti­cas y minis­te­ria­les, del pri­mer gru­po de beli­ge­ran­tes impe­ria­lis­tas, o por las son­ri­sas disi­mu­la­das de sus riva­les finan­cie­ros y mili­ta­res del otro gru­po beli­ge­ran­te. Todo el cur­so de los suce­sos en la revo­lu­ción de febre­ro-mar­zo mues­tra cla­ra­men­te que las emba­ja­das ingle­sa y fran­ce­sa, con sus agen­tes y sus «vin­cu­la­cio­nes», que des­de tiem­po atrás esta­ban hacien­do los más deses­pe­ra­dos esfuer­zos por impe­dir acuer­dos «sepa­ra­dos» y una paz por sepa­ra­do entre Nico­lás II (y el últi­mo, espe­ra­mos, y hare­mos lo nece­sa­rio para que así sea) y Gui­ller­mo II15, orga­ni­za­ron direc­ta­men­te un com­plot en con­jun­to con los octu­bris­tas y los kade­tes, con par­te de los gene­ra­les y del ejér­ci­to y con los ofi­cia­les de la guar­ni­ción de Peters­bur­go con el cla­ro pro­pó­si­to de depo­ner a Nico­lás Románov.

No aca­ri­cie­mos nin­gu­na ilu­sión. No incu­rra­mos en el error de quie­nes –como algu­nos de los par­ti­da­rios del CO o men­che­vi­ques, que vaci­lan entre la polí­ti­ca de los Gvóz­diev-Potré­sov y el inter­na­cio­na­lis­mo, y que con dema­sia­da fre­cuen­cia se des­li­zan al paci­fis­mo peque­ño bur­gués- están dis­pues­tos aho­ra a exal­tar el «acuer­do» entre el par­ti­do obre­ro y los kade­tes, el «apo­yo» del pri­me­ro a los segun­dos, etc., etc. Con­for­me a la vie­ja doc­tri­na (que nada tie­ne de mar­xis­ta) que han apren­di­do de memo­ria, tra­tan de encu­brir el com­plot tra­ma­do por los impe­ria­lis­tas anglo-fran­ce­ses con los Guch­kov y los Mili­ukov diri­gi­do a des­pla­zar al «prin­ci­pal gue­rre­ro», Nico­lás Romá­nov, y rem­pla­zar­lo por gue­rre­ros más enér­gi­cos, fres­cos y más capaces.

Si la revo­lu­ción triun­fó tan rápi­da y radi­cal­men­te –en apa­rien­cia, a pri­me­ra vista‑, sólo se debe al hecho de que, como resul­ta­do de una situa­ción his­tó­ri­ca en extre­mo ori­gi­nal, se unie­ron, en for­ma asom­bro­sa­men­te «armó­ni­ca», corrien­tes abso­lu­ta­men­te dife­ren­tes, intere­ses de cla­se abso­lu­ta­men­te hete­ro­gé­neos, aspi­ra­cio­nes polí­ti­cas y socia­les abso­lu­ta­men­te opues­tas. Es decir, la cons­pi­ra­ción de los impe­ria­lis­tas anglo-fran­ce­ses, que empu­ja­ron a Mili­ukov, Guch­kov y Cía. a apo­de­rar­se del poder para con­ti­nuar la gue­rra impe­ria­lis­ta, con el obje­to de con­du­cir­la aún con mayor encar­ni­za­mien­to y tena­ci­dad, con el obje­to de ase­si­nar a nue­vos millo­nes de obre­ros y cam­pe­si­nos rusos, para que los Guch­kov pue­dan adue­ñar­se de Cons­tan­ti­no­pla, los capi­ta­lis­tas fran­ce­ses, de Siria, los capi­ta­lis­tas ingle­ses, de la Meso­po­ta­mia, etc. Esto por una par­te. Y por la otra, había un pro­fun­do movi­mien­to popu­lar pro­le­ta­rio y de masas de carác­ter revo­lu­cio­na­rio (un movi­mien­to de todos los sec­to­res más pobres de la pobla­ción de la ciu­dad y del cam­po), por el pan, la paz y la ver­da­de­ra libertad.

Sería sim­ple­men­te ton­to hablar de que el pro­le­ta­ria­do revo­lu­cio­na­rio de Rusia «apo­ya­ra» al impe­ria­lis­mo kade­te-octu­bris­ta, «remen­da­do» con el dine­ro inglés, y tan abo­mi­na­ble como el impe­ria­lis­mo zaris­ta. Los obre­ros revo­lu­cio­na­rios han esta­do des­tru­yen­do, han des­trui­do ya en gran par­te y des­trui­rán la infa­me monar­quía zaris­ta has­ta aca­bar con ella; no se entu­sias­man ni se des­ani­man por el hecho de que en deter­mi­na­das coyun­tu­ras his­tó­ri­cas, bre­ves y excep­cio­na­les, los ayu­dó la lucha de los Bucha­nan, los Guch­kov, los Mili­ukov y Cía., ¡a reem­pla­zar un monar­ca por otro monar­ca, pre­fe­ri­ble­men­te tam­bién un Romanov!

Así y sólo así, se desa­rro­lló la situa­ción. Así y sólo así es la mane­ra como pue­de con­si­de­rar las cosas un polí­ti­co que no teme la ver­dad, que ana­li­za con sen­sa­tez el equi­li­brio de las fuer­zas socia­les en la revo­lu­ción, que apre­cia cada «momen­to actual», no sólo des­de el pun­to de vis­ta de todas sus pecu­lia­ri­da­des pre­sen­tes o del momen­to actual, sino tam­bién des­de el pun­to de vis­ta de las moti­va­cio­nes fun­da­men­ta­les, de la más pro­fun­da rela­ción de intere­ses del pro­le­ta­ria­do y de la bur­gue­sía, tan­to en Rusia como en todo el mundo.

Los obre­ros de Petro­gra­do, al igual que los obre­ros de toda Rusia, com­ba­tie­ron abne­ga­da­men­te la monar­quía zaris­ta, lucha­ron por la liber­tad, por la tie­rra para los cam­pe­si­nos, por la paz, con­tra la matan­za impe­ria­lis­ta. El capi­tal impe­ria­lis­ta anglo-fran­cés, para con­ti­nuar e inten­si­fi­car esa matan­za, urdió intri­gas pala­cie­gas, cons­pi­ró con los ofi­cia­les de la guar­dia, ins­ti­gó y alen­tó a los Guch­kov y a los Mili­ukov, y orga­ni­zó un nue­vo gobierno com­ple­to que en la prác­ti­ca tomó el poder no bien la lucha del pro­le­ta­ria­do ases­tó los pri­me­ros gol­pes al zarismo.

Este nue­vo gobierno, en el que Lvov y Guch­kov, de los octu­bris­tas y del par­ti­do de la «Reno­va­ción pací­fi­ca», cóm­pli­ces ayer de Sto­li­pin16 el Ver­du­go, con­tro­lan car­gos real­men­te impor­tan­tes, car­gos deci­si­vos, el ejér­ci­to y la buro­cra­cia, este gobierno, en el que Mili­ukov y el res­to de los kade­tes son más que nada figu­ras deco­ra­ti­vas, rótu­los cuya fun­ción es pro­nun­ciar sen­ti­men­ta­les dis­cur­sos aca­dé­mi­cos, y en el que el tru­do­vi­que17 Kerensky es una bala­lai­ka18 con el soni­do de cuyas cuer­das pro­cu­ran enga­ñar a los obre­ros y a los cam­pe­si­nos; ese gobierno no es una aso­cia­ción acci­den­tal de personas.

Repre­sen­tan a la nue­va cla­se que se ha enca­ra­ma­do al poder polí­ti­co de Rusia, la cla­se de los terra­te­nien­tes capi­ta­lis­tas y de la bur­gue­sía que des­de hace lar­go tiem­po diri­ge eco­nó­mi­ca­men­te nues­tro país, y que duran­te la revo­lu­ción de 1905 – 1907, duran­te la con­tra­rre­vo­lu­ción de 1907 – 1914, y, final­men­te, y con par­ti­cu­lar rapi­dez, duran­te la gue­rra de 1914 a 1917, se orga­ni­zó polí­ti­ca­men­te con extra­or­di­na­ria rapi­dez y pasó a con­tro­lar los gobier­nos loca­les, la ins­truc­ción públi­ca, con­gre­sos de todos géne­ro, la Duma, los comi­tés de la indus­tria de gue­rra, etc. Esta nue­va cla­se esta­ba ya «casi com­ple­ta­men­te» en el poder para 1917, y por eso los pri­me­ros gol­pes fue­ron sufi­cien­tes para que el zaris­mo se des­mo­ro­na­se y que­da­ra libre el camino para la bur­gue­sía. La gue­rra impe­ria­lis­ta, que exi­gió una increí­ble ten­sión de fuer­zas, ace­le­ró a tal extre­mo el pro­ce­so de desa­rro­llo de la Rusia atra­sa­da, que «de un solo gol­pe» (apa­ren­te­men­te de un solo gol­pe), hemos alcan­za­do a Ita­lia, a Ingla­te­rra y case a Fran­cia. Hemos obte­ni­do un gobierno «par­la­men­ta­rio», de «coa­li­ción», «nacio­nal» (es decir, apto para con­ti­nuar la matan­za impe­ria­lis­ta y para enga­ñar al pueblo).

Jun­to a este gobierno –que en lo que res­pec­ta a la gue­rra actual, no es más que el agen­te de la «fir­ma» mul­ti­mi­llo­na­ria «Ingla­te­rra y Fran­cia»-, ha sur­gi­do el esen­cial, no ofi­cial, aún no desa­rro­lla­do y rela­ti­va­men­te débil gobierno obre­ro, que expre­sa los intere­ses del pro­le­ta­ria­do y de todo el sec­tor pobre de la pobla­ción urba­na y rural. Este gobierno es el Soviet de dipu­tados obre­ros de obre­ros de Petro­gra­do, que pro­cu­ra esta­ble­cer víncu­los con los sol­da­dos y los cam­pe­si­nos, así como con los obre­ros agrí­co­las; más con estos últi­mos, por supues­to, que con los campesinos.

Tal es la ver­da­de­ra situa­ción polí­ti­ca que noso­tros no debe­mos, ante todo, esfor­zar­nos por finar con la máxi­ma pre­ci­sión y obje­ti­vi­dad posi­bles, a fin de asen­tar la tác­ti­ca mar­xis­ta sobre la úni­ca base sóli­da posi­ble, la base de los hechos​.La monar­quía zaris­ta ha sido aba­ti­da, pero no defi­ni­ti­va­men­te des­trui­da. El gobierno bur­gués, octu­bris­ta-kade­te, que quie­re lle­var la gue­rra impe­ria­lis­ta «has­ta el fin», y que es en reali­dad el agen­te de la fir­ma finan­cie­ra «Ingla­te­rra y Fran­cia», se ve obli­ga­do a pro­me­ter al pue­blo el máxi­mo de liber­ta­des y con­ce­sio­nes com­pa­ti­bles con el man­te­ni­mien­to de su poder sobre el pue­blo y con la posi­bi­li­dad de con­ti­nuar la matan­za imperialista.

El soviet de dipu­tados obre­ros es una orga­ni­za­ción de los obre­ros, es el embrión de un gobierno obre­ro, el repre­sen­tan­te de los intere­ses de toda la masa del sec­tor pobre de la pobla­ción, es decir, de las nue­ve déci­mas par­tes de la pobla­ción, que anhe­la la paz, el pan y la libertad.

El con­flic­to de estas tres fuer­zas deter­mi­na la situa­ción que ha sur­gi­do aho­ra, una situa­ción de tran­si­ción entre la pri­me­ra eta­pa de la revo­lu­ción y la segunda.

El anta­go­nis­mo entre la pri­me­ra fuer­za y la segun­da no es pro­fun­do, es momen­tá­neo, fru­to sola­men­te de la coyun­tu­ra actual del brus­co vira­je de los acon­te­ci­mien­tos en la gue­rra impe­ria­lis­ta. Todo el nue­vo gobierno es monár­qui­co, pues el repu­bli­ca­nis­mo ver­bal de Kerensky sim­ple­men­te no se pue­de tomar en serio, no es digno de un esta­dis­ta, y obje­ti­va­men­te es una tra­mo­ya polí­ti­ca. El nue­vo gobierno que aún no ha ases­ta­do el gol­pe de gra­cia a la monar­quía zaris­ta, ya ha empe­za­do a pac­tar con la dinas­tía terra­te­nien­te de los Romá­nov. La bur­gue­sía de tipo octu­bris­ta-kade­te nece­si­ta una monar­quía para que sir­va como cabe­za de la buro­cra­cia y del ejér­ci­to, para sal­va­guar­dar los pri­vi­le­gios del capi­tal con­tra los trabajadores.

Quien diga que los obre­ros deben apo­yar al nue­vo gobierno en inte­rés de la lucha con­tra la reac­ción zaris­ta (y apa­ren­te­men­te esto han dicho los Potré­sov, los Gvóz­diev, Chjen­ke­li y tam­bién Chjeíd­ze, pese a su ambi­güe­dad), trai­cio­na a los obre­ros, trai­cio­na la cau­sa del pro­le­ta­ria­do, la cau­sa de la paz y de la liber­tad. Por­que, en reali­dad, pre­ci­sa­men­te este nue­vo gobierno ya está ata­do de pies y manos al capi­tal impe­ria­lis­ta, a la polí­ti­ca impe­ria­lis­ta de gue­rra y de rapi­ña; ya ha comen­za­do a pac­tar (¡sin con­sul­tar al pue­blo!) con la dinas­tía; se encuen­tra ya empe­ña­do en la res­tau­ra­ción de la monar­quía zaris­ta; ya aus­pi­cia la can­di­da­tu­ra de Mijáil Romá­nov como nue­vo reye­zue­lo; está ya toman­do medi­das para apun­ta­lar el trono, para reem­pla­zar la monar­quía legí­ti­ma (legal, basa­da en las vie­jas leyes) por una monar­quía bona­par­tis­ta, ple­bis­ci­ta­ria (basa­da en un ple­bis­ci­to fraudulento).

¡No, si se ha de luchar real­men­te con­tra la monar­quía zaris­ta, se ha de garan­ti­zar la liber­tad en los hechos, y no sólo de pala­bra, no sólo con las pro­me­sas ver­sá­ti­les de Mili­ukov y Kerensky; no son los obre­ros quie­nes deben apo­yar al nue­vo gobierno, sino es el gobierno quien de «apo­yar» a los obre­ros! Por­que la úni­ca garan­tía de liber­tad y de des­truc­ción com­ple­ta del zaris­mo resi­de en armar al pro­le­ta­ria­do, en con­so­li­dar, exten­der, desa­rro­llar el papel, la impor­tan­cia y la fuer­za del soviet de dipu­tados obre­ros. Todo lo demás es pura fra­seo­lo­gía y men­ti­ras, vanas ilu­sio­nes por par­te de los poli­ti­que­ros del cam­po libe­ral y radi­cal, maqui­na­cio­nes fraudulentas.Ayuden a armar­se a los obre­ros, o al menos no estor­ben esta tarea, y la liber­tad será inven­ci­ble en Rusia, la monar­quía no podrá ser res­tau­ra­da y la Repú­bli­ca se verá asegurada.

De lo con­tra­rio, los Guch­kov y los Mili­ukov res­tau­ra­rán la monar­quía y no otor­ga­rán nin­gu­na, abso­lu­ta­men­te nin­gu­na de las «liber­ta­des» por ellos pro­me­ti­das. Todos los polí­ti­cos bur­gue­ses en todas las revo­lu­cio­nes bur­gue­sas han «ali­men­ta­do» a los pue­blos y enga­ña­do a los obre­ros con pro­me­sas. La nues­tra es una revo­lu­ción bur­gue­sa, por con­si­guien­te los obre­ros deben apo­yar a la bur­gue­sía, dicen los Potré­sov, los Gvóz­diev y los Chjeíd­ze, como ya lo dije­ra Plejánov.

La nues­tra es una revo­lu­ción bur­gue­sa, deci­mos noso­tros, los mar­xis­tas, por con­si­guien­te los obre­ros deben abrir los ojos al pue­blo para que vea el enga­ño de los poli­ti­cas­tros bur­gue­ses, ense­ñar­le a no creer en las pala­bras, a con­fiar úni­ca­men­te en sus pro­pias fuer­zas, en su pro­pia orga­ni­za­ción, en su pro­pia unión, en sus pro­pias armas.

El gobierno de los octu­bris­tas y kade­tes, de los Guch­kov y los Mili­ukov no pue­de- aun­que lo qui­sie­se sin­ce­ra­men­te (sólo los niños pue­den creer que los Guch­kov y Lvov son sin­ce­ros)-, no pue­de dar al pue­blo ni paz, ni pan, ni libertad.

No pue­de dar la paz, por­que es un gobierno beli­cis­ta, un gobierno para la con­ti­nua­ción de la matan­za impe­ria­lis­ta, un gobierno de rapi­ña, empe­ña­do en saquear Arme­nia, a Galitzia y Tur­quía, en ane­xar­se Cons­tan­ti­no­pla, recon­quis­tar Polo­nia, Cur­lan­dia, Litua­nia, etc. Es un gobierno que está ata­do de pies y manos al capi­tal impe­ria­lis­ta anglo-fran­cés. El capi­tal ruso no s más que una rama de la «fir­ma» inter­na­cio­nal que mane­ja cen­te­na­res de miles de millo­nes de rublos y que se lla­ma «Ingla­te­rra y Francia».

No pue­de dar pan, por­que es un gobierno bur­gués. En el mejor de los casos pue­de dar al pue­blo, como lo ha hecho Ale­ma­nia, «un ham­bre genial­men­te orga­ni­za­da». Pero el pue­blo no acep­ta­rá el ham­bre. Se ente­ra­rá, y pro­ba­ble­men­te muy pron­to, de que hay pan y de que es posi­ble obte­ner­lo, pero úni­ca­men­te con méto­dos que no res­pe­tan la san­ti­dad del capi­tal y de la pro­pie­dad terra­te­nien­te. No pude dar liber­tad, por­que es un gobierno terra­te­nien­te y capi­ta­lis­ta, que teme al pue­blo y que ya ha comen­za­do a pac­tar con la dinas­tía de los Románov.

En otro artícu­lo nos ocu­pa­re­mos de los pro­ble­mas tác­ti­cos de nues­tra acti­tud inme­dia­ta hacia este gobierno. Expli­ca­re­mos en él la ori­gi­na­li­dad de la situa­ción actual, que es de tran­si­ción de la pri­me­ra eta­pa de la revo­lu­ción a la segun­da, y por qué la con­sig­na, «la tarea del día», en este momen­to debe ser: ¡Obre­ros! Uste­des han hecho pro­di­gios de heroís­mo pro­le­ta­rio, el heroís­mo del pue­blo, en la gue­rra civil con­tra el zaris­mo. Uste­des deben hacer pro­di­gios de orga­ni­za­ción del pro­le­ta­ria­do y de todo el pue­blo para pre­pa­rar el camino de la vic­to­ria en la segun­da eta­pa de la revolución.

Limi­tán­do­nos por el momen­to a ana­li­zar la lucha de cla­ses y la ali­nea­ción de las fuer­zas de cla­se en esta eta­pa de la revo­lu­ción, debe­mos plan­tear aún el pro­ble­ma: ¿Quié­nes son los alia­dos del pro­le­ta­ria­do en esta revolución?

Tie­ne dos alia­dos: pri­me­ro, la amplia masa de los semi­pro­le­ta­rios y, en par­te, tam­bién la masa de los peque­ños cam­pe­si­nos que suman dece­nas de millo­nes y cons­ti­tu­yen la inmen­sa mayo­ría de la pobla­ción de Rusia. Para esta masa son esen­cia­les la paz, el pan, la liber­tad y la tie­rra. Es inevi­ta­ble que, en cier­ta medi­da, esta masa sufra la influen­cia de la bur­gue­sía y, sobre todo de la peque­ña bur­gue­sía, con la que tie­ne mayor afi­ni­dad por sus con­di­cio­nes de vida, y que vaci­la entre la bur­gue­sía y el pro­le­ta­ria­do. Las duras lec­cio­nes de la gue­rra, que serán tan­to más duras cuan­to más enér­gi­ca­men­te con­ti­núen la gue­rra Guch­kov, Lvov, Mili­ukov y Cía., empu­ja­rán inevi­ta­ble­men­te a esta masa hacia el pro­le­ta­ria­do, la obli­ga­rán a seguir­lo. Aho­ra debe­mos apro­ve­char la liber­tad rela­ti­va del nue­vo régi­men y los soviets de dipu­tados obre­ros para escla­re­cer y orga­ni­zar, sobre todo y por enci­ma de todo a esta masa. Los soviets de dipu­tados cam­pe­si­nos y los soviets de obre­ros agrí­co­las, esa es una de nues­tras tareas más urgen­tes. A este res­pec­to, nos esfor­za­re­mos no sólo por­que los obre­ros agrí­co­las cons­ti­tu­yan sus soviets pro­pios, sino tam­bién por­que los cam­pe­si­nos sin tie­rra y más pobres se orga­ni­cen por sepa­ra­do, apar­te de los cam­pe­si­nos aco­mo­da­dos. En la pró­xi­ma car­ta nos ocu­pa­re­mos de las tareas espe­cia­les y de las for­mas espe­cia­les de orga­ni­za­ción, que hoy son urgen­te­men­te necesarias.

Segun­do, el alia­do del pro­le­ta­ria­do ruso es el pro­le­ta­ria­do de todos los paí­ses beli­ge­ran­tes y de todos los paí­ses en gene­ral. Hoy este alia­do se encuen­tra en gran medi­da repri­mi­do por la gue­rra y con dema­sia­da fre­cuen­cia los social­cho­vi­nis­tas euro­peos hablan en su nom­bre, hom­bres que, como Ple­já­nov, Gvóz­diev y Potré­sov en Rusia, han deser­ta­do a las filas de la bur­gue­sía. Pero cada mes de gue­rra impe­ria­lis­ta ha ido libe­ran­do de su influen­cia al pro­le­ta­ria­do, y la revo­lu­ción rusa ace­le­ra­rá inevi­ta­ble­men­te este pro­ce­so en enor­mes pro­por­cio­nes. Con estos dos alia­dos, el pro­le­ta­ria­do, apro­ve­chan­do las pecu­lia­ri­da­des del actual momen­to de tran­si­ción, pue­de y debe pro­ce­der, pri­me­ro, a la con­quis­ta de una repú­bli­ca demo­crá­ti­ca y de la vic­to­ria com­ple­ta de los cam­pe­si­nos sobre los terra­te­nien­te, en lugar de la semi­mo­nar­quía de Guch­kov-Mili­ukov, y des­pués, a la con­quis­ta del socia­lis­mo, lo úni­co que pue­de dar a los pue­blos, exte­nua­dos por la gue­rra, paz, pan y libertad.

  1. Escri­ta el 7 (20) de mar­zo de 1917. Publi­ca­da con supre­sio­nes el 21 y el 22 de mar­zo de 1917 en el perió­di­co Prav­da, núme­ros 14 y 15. El tex­to ínte­gro se publi­có por pri­me­ra vez en 1957, en la pri­me­ra edi­ción de las Obras Com­ple­tas, de V. I. Lenin, tomo XXIII.
  2. Se tra­ta del perío­do cono­ci­do como «Revo­lu­ción de Febrero».
  3. Hace refe­ren­cia a la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, que tuvo lugar entre 1914 y 1918.
  4. Mili­ukov, Pavel (1859−1943): fue his­to­ria­dor y líder del Par­ti­do Kade­te, minis­tro de Asun­tos Extran­je­ros del Gobierno Pro­vi­sio­nal ruso entre mar­zo y mayo de 1917. Fue uno de los adver­sa­rios más des­ta­ca­dos de la revolución.
  5. La revo­lu­ción de 1905 comen­zó el 9 de enero de ese año con una mani­fes­ta­ción de los obre­ros de Petro­gra­do, en la que peti­cio­na­ban, entre otras deman­das, la jor­na­da de ocho horas y el dere­cho de huel­ga. La mani­fes­ta­ción esta­ba diri­gi­da por el cura Gapón. En ella par­ti­ci­pa­ron acti­va­men­te los social­de­mó­cra­tas. Los mani­fes­tan­tes fue­ron repri­mi­dos por las fuer­zas zaris­tas en lo que se cono­ce como el «Domin­go san­grien­to». Este pri­mer ensa­yo revo­lu­cio­na­rio fue derrotado.
  6. Efí­mo­vich, Grí­go­ri o Yefí­mo­vich, Novikh Ras­pu­tín, cono­ci­do como El Mon­je Loco (1872−1916): mon­je, aven­tu­re­ro y cor­te­sano ruso. A prin­ci­pios de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, Rusia atra­ve­sa­ba un momen­to crí­ti­co. El zar Nico­lás II asu­mió el man­do del ejér­ci­to y Ras­pu­tín se hizo con el con­trol abso­lu­to del gobierno. Su pro­fun­da influen­cia en la cor­te impe­rial escan­da­li­za­ba a la opi­nión pública.
  7. Pogrom es una pala­bra rusa que sig­ni­fi­ca ata­que o dis­tur­bio. Las con­no­ta­cio­nes his­tó­ri­cas del tér­mino inclu­yen ata­ques vio­len­tos por las fuer­zas repre­si­vas y sec­to­res de las pobla­cio­nes loca­les inci­ta­dos por el zaris­mo y los gobier­nos de turno con­tra judíos y revo­lu­cio­na­rios en el impe­rio ruso y en todo el mundo.
  8. La desia­ti­na es una uni­dad de medi­da de super­fi­cie uti­li­za­da en Rusia.
  9. Guch­kov, Ale­xan­der (1862−1936) Diri­gen­te de los octu­bris­tas, par­ti­do monár­qui­co de la gran bur­gue­sía indus­trial, comer­cial y terra­te­nien­te, pre­si­den­te de la Duma des­de 1907 a 1912, minis­tro de Gue­rra y Mari­na del Pri­mer Gobierno Provisional.
  10. Lvov, Geor­ge Euge­ne­ye­vich (1861−1925): fue un prín­ci­pe ruso. Miem­bro de la pri­me­ra duma y pri­mer minis­tro del pri­mer Gobierno Pro­vi­sio­nal entre mar­zo y julio de 1917. Emi­gró en 1918.
  11. Potré­sov, A. N. (1869−1934): miem­bro de Nasha Zar­ya, fue cho­vi­nis­ta duran­te la gue­rra, se opu­so a la Revo­lu­ción de Octu­bre y emi­gró a París.
  12. Kerensky, Ale­xan­der (1881−1970): social­rre­vo­lu­cio­na­rio ruso. Des­pués de la Revo­lu­ción de Febre­ro fue Minis­tro de Jus­ti­cia, Gue­rra y Mari­na y final­men­te, jefe del Gobierno Pro­vi­sio­nal des­de julio has­ta la Revo­lu­ción de Octu­bre. En 1918 huyó al extranjero.
  13. Chjeíd­ze, Niko­lai Ses­ne­no­vich (1864−1926): fue un men­che­vi­que geor­giano. Miem­bro de la ter­ce­ra y la cuar­ta dumas. Duran­te la gue­rra fue cen­tris­ta. Fue miem­bro del comi­té pro­vi­sio­nal de la Duma. Fue pre­si­den­te del Pri­mer Soviet de Petro­gra­do de 1917. Fue pre­si­den­te del comi­té cen­tral de los Soviets de Todas las Rusias. Fue pre­si­den­te de la asam­blea cons­ti­tu­yen­te de Geor­gia 1918. Emi­gró en 1921. Reti­ra­do de la polí­ti­ca, se suicidó.
  14. Miem­bros del par­ti­do monár­qui­co de la gran bur­gue­sía indus­trial, comer­cial y terrateniente.
  15. Gui­ller­mo II (1859−1941): fue empe­ra­dor de Ale­ma­nia des­de 1888. Al pro­du­cir­se la revo­lu­ción ale­ma­na de 1918 abdicó.
  16. Sto­li­pin, Peter (1862−1911): reac­cio­na­rio polí­ti­co zaris­ta, fue pri­mer minis­tro lue­go de la derro­ta de la Revo­lu­ción de 1905. Impul­só una refor­ma agra­ria que tenía como obje­ti­vo pro­mo­ver un nue­vo sec­tor de cam­pe­si­nos ricos. En el gabi­ne­te de Gorem­kin, Sto­li­pin era minis­tro del Interior.
  17. Tru­do­vi­ques: eran los repre­sen­tan­tes de los cam­pe­si­nos en las cua­tro dumas, que osci­la­ban cons­tan­te­men­te entre los cade­tes (libe­ra­les) y los socialdemócratas.
  18. Ins­tru­men­to musi­cal ruso.

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