Preo­cu­pé­mo­nos por las con­di­cio­nes de vida de las masas, pres­te­mos aten­ción a los méto­dos de trabajo

Hay dos cues­tio­nes a las que los cama­ra­das no han pres­ta­do seria aten­ción en el cur­so de las dis­cu­sio­nes y que, a mi jui­cio, mere­cen un examen especial.

Nues­tra tarea cen­tral en estos momen­tos es movi­li­zar a las gran­des masas a par­ti­ci­par en la gue­rra revo­lu­cio­na­ria, derri­bar al impe­ria­lis­mo y al Kuo­min­tang median­te esta gue­rra, exten­der la revo­lu­ción a todo el país y expul­sar de Chi­na al impe­ria­lis­mo. No es buen cua­dro revo­lu­cio­na­rio el que no dé la debi­da impor­tan­cia a esta tarea cen­tral. Si nues­tros cama­ra­das com­pren­den real­men­te esta tarea, si com­pren­den la nece­si­dad de exten­der, cues­te lo que cues­te, la revo­lu­ción a todo el país, de nin­gu­na mane­ra debe­rán des­cui­dar ni menos­pre­ciar el pro­ble­ma de los intere­ses vita­les de las gran­des masas y de sus con­di­cio­nes de vida. Pues la gue­rra revo­lu­cio­na­ria es la gue­rra de las masas, y sólo pue­de rea­li­zar­se movi­li­zán­do­las y apo­yán­do­se en ellas.

¿Podre­mos ven­cer al enemi­go si nos limi­ta­mos a movi­li­zar al pue­blo para la gue­rra y no hace­mos nin­gún otro tra­ba­jo? Cla­ro que no. Si que­re­mos triun­far, debe­mos hacer mucho más. Debe­mos diri­gir a los cam­pe­si­nos en su lucha por la tie­rra y dis­tri­buir­la entre ellos, ele­var su entu­sias­mo por el tra­ba­jo e incre­men­tar la pro­duc­ción agrí­co­la, defen­der los intere­ses de los obre­ros, esta­ble­cer coope­ra­ti­vas, desa­rro­llar el comer­cio con las regio­nes exte­rio­res y resol­ver los pro­ble­mas que ;enfren­tan las masas: ali­men­ta­ción, ves­ti­do y vivien­da, com­bus­ti­ble, arroz, acei­te y sal, así como los pro­ble­mas rela­ti­vos a la salud, la higie­ne y el matri­mo­nio. En una pala­bra, todos los pro­ble­mas con­cre­tos de la vida coti­dia­na de las masas requie­ren nues­tra aten­ción. Si nos preo­cu­pa­mos por estos pro­ble­mas, si los resol­ve­mos y satis­fa­ce­mos las nece­si­da­des de las masas, nos con­ver­ti­re­mos ver­da­de­ra­men­te en orga­ni­za­do­res de la vida de las masas, y éstas se agru­pa­rán real­men­te en torno nues­tro y nos darán su cáli­do apo­yo. Cama­ra­das, ¿sere­mos enton­ces capa­ces de movi­li­zar a las masas para que par­ti­ci­pen en la gue­rra revo­lu­cio­na­ria? Sí, defi­ni­ti­va­men­te sí.

Entre nues­tros cua­dros nos hemos encon­tra­do con que algu­nos sólo hablan de engro­sar el Ejér­ci­to Rojo y las bri­ga­das de trans­por­te, de cobrar el impues­to terri­to­rial y de pro­mo­ver la sus­crip­ción de bonos del emprés­ti­to públi­co, pero en cuan­to a los demás asun­tos, no los dis­cu­ten ni atien­den, e inclu­so no se ocu­pan para nada de ellos. Por ejem­plo, hubo un tiem­po en que el gobierno muni­ci­pal de Ting­chou se preo­cu­pa­ba úni­ca­men­te de engro­sar las filas del Ejér­ci­to Rojo y de movi­li­zar a la gen­te para las bri­ga­das de trans­por­te, sin inte­re­sar­se en lo más míni­mo por la vida de las masas. Mien­tras tan­to, la pobla­ción de Ting­chou no tenía leña, no había sal en el mer­ca­do por­que los capi­ta­lis­tas la tenían escon­di­da, algu­nas gen­tes care­cían de vivien­da, y el arroz era esca­so y se ven­día caro. Estos eran los pro­ble­mas con­cre­tos que se pre­sen­ta­ban ante las masas popu­la­res de Ting­chou, las que espe­ra­ban con ansie­dad que las ayu­dá­ra­mos a resol­ver­los. Pero el gobierno muni­ci­pal de Ting­chou no exa­mi­nó nin­gu­na de estas cues­tio­nes. Por eso, des­pués de la elec­ción del nue­vo Con­se­jo de Repre­sen­tan­tes Obre­ros y Cam­pe­si­nos de Ting­chou, debi­do a que en sus sesio­nes sólo se exa­mi­na­ba el pro­ble­ma del engro­sa­mien­to del Ejér­ci­to Rojo y de la movi­li­za­ción para las bri­ga­das de trans­por­te, sin pres­tar la menor aten­ción a las con­di­cio­nes de vida de las masas, más de cien repre­sen­tan­tes per­die­ron todo inte­rés por las sesio­nes y el Con­se­jo no pudo reu­nir­se más. Por con­si­guien­te, se logra­ron muy pocos resul­ta­dos en el tra­ba­jo de amplia­ción de las filas del Ejér­ci­to Rojo y en la movi­li­za­ción para las bri­ga­das de trans­por­te. Esta es la situa­ción que se obser­va en algu­nos lugares.

Cama­ra­das, uste­des pro­ba­ble­men­te han leí­do los folle­tos que se les han entre­ga­do y que con­cier­nen a dos can­to­nes mode­lo. Allí la situa­ción es total­men­te dife­ren­te. ¡Cuán­ta gen­te no se ha incor­po­ra­do al Ejér­ci­to Rojo en el can­tón de Chang­kang1, pro­vin­cia de Chiang­sí, y en el de Tsai­si2, pro­vin­cia de Fuchién! En el pri­me­ro, un 80 por cien­to de los jóve­nes y de los hom­bres y muje­res de media­na edad se han incor­po­ra­do al Ejér­ci­to Rojo, y en el segun­do, un 88 por cien­to. Las sus­crip­cio­nes de bonos del emprés­ti­to públi­co tam­bién son nume­ro­sas; en Chang­kang, con una pobla­ción de sólo 1.500 habi­tan­tes, se han sus­cri­to bonos por un valor de 4.500 yua­nes. Gran­des éxi­tos se han logra­do asi­mis­mo en otros tipos de tra­ba­jo. ¿Cuál es la razón de todo ello? Unos pocos ejem­plos lo acla­ra­rán. En Chang­kang, des­pués que un incen­dio des­tru­yó una habi­ta­ción y la mitad de otra en la casa de un cam­pe­sino pobre, el gobierno can­to­nal movi­li­zó a las masas para que lo ayu­da­sen eco­nó­mi­ca­men­te. Cuan­do, en otra oca­sión, tres cam­pe­si­nos se que­da­ron sin grano, el gobierno can­to­nal y la aso­cia­ción de ayu­da mutua se apre­su­ra­ron a dar­les arroz. El verano pasa­do hubo esca­sez de grano, y para soco­rrer a las masas, el gobierno can­to­nal hizo traer arroz del dis­tri­to de Kun­gle3, situa­do a más de 200 li de Chang­kang. En el can­tón de Tsai­si tam­bién se ha rea­li­za­do una exce­len­te labor en estos terre­nos. Estos son real­men­te gobier­nos can­to­na­les mode­lo. Sus méto­dos de direc­ción son total­men­te dife­ren­tes de los méto­dos buro­crá­ti­cos del gobierno muni­ci­pal de Ting­chou. Debe­mos apren­der de Chang­kang y Tsai­si, y opo­ner­nos a diri­gen­tes buró­cra­tas como los de Tingchou.

Pro­pon­go seria­men­te a este Con­gre­so que pres­te­mos gran aten­ción a los pro­ble­mas rela­ti­vos a la vida de las masas, des­de los de la tie­rra y el tra­ba­jo has­ta los del com­bus­ti­ble, el arroz, el acei­te y la sal. Las muje­res quie­ren apren­der a arar y a gra­dar la tie­rra. ¿A quié­nes enviar para que les ense­ñen? Los niños quie­ren ir a la escue­la. ¿Hemos abier­to escue­las pri­ma­rias? El puen­te de made­ra que tene­mos enfren­te es dema­sia­do estre­cho y la gen­te corre el ries­go de caer. ¿No debe­mos repa­rar­lo? Muchas per­so­nas pade­cen de furúncu­los u otras dolen­cias. ¿Qué vamos a hacer para curar­las? Todos estos pro­ble­mas rela­ti­vos a la vida de las masas deben figu­rar en nues­tro orden del día. Debe­mos dis­cu­tir­los, adop­tar deci­sio­nes y poner­las en prác­ti­ca, y veri­fi­car los resul­ta­dos. Debe­mos ayu­dar a las masas a com­pren­der que noso­tros repre­sen­ta­mos sus intere­ses y que nues­tro alien­to se fun­de con el suyo. Debe­mos ayu­dar­las a que, par­tien­do de estas cosas, lle­guen a com­pren­der las tareas aún más ele­va­das que hemos plan­tea­do, las de la gue­rra revo­lu­cio­na­ria, de mane­ra que apo­yen la revo­lu­ción, la extien­dan a todo el país, res­pon­dan a nues­tros lla­ma­mien­tos polí­ti­cos y luchen has­ta el fin por la vic­to­ria de la revo­lu­ción. Las masas del can­tón de Chang­kang dicen: «¡El Par­ti­do Comu­nis­ta es bueno de veras! Ha pen­sa­do en todo para noso­tros. » Los cua­dros de Chang­kang son un ejem­plo para todos. ¡Son cua­dros dig­nos de res­pe­to! Se han gana­do el autén­ti­co afec­to de las gran­des masas, que apo­yan su lla­ma­mien­to a la movi­li­za­ción para la gue­rra. ¿Se quie­re obte­ner el apo­yo de las masas? ¿Se quie­re que éstas dedi­quen toda su ener­gía a la gue­rra? Enton­ces, hay que vivir con ellas, des­per­tar su entu­sias­mo, preo­cu­par­se por sus nece­si­da­des, tra­ba­jar con toda sin­ce­ri­dad por sus intere­ses y resol­ver sus pro­ble­mas de pro­duc­ción y de la vida dia­ria: los pro­ble­mas de la sal, el arroz, la vivien­da, el ves­ti­do, el par­to, en una pala­bra, todos sus pro­ble­mas. Si pro­ce­de­mos así, las gran­des masas nos apo­ya­rán sin duda algu­na y con­si­de­ra­rán la revo­lu­ción como su pro­pia vida, como su más glo­rio­sa ban­de­ra. Y com­ba­ti­rán has­ta la muer­te si el Kuo­min­tang ata­ca las zonas rojas. Esto no admi­te la menor duda. ¿No es un hecho evi­den­te que hemos aplas­ta­do la pri­me­ra, segun­da, ter­ce­ra y cuar­ta cam­pa­ñas de «cer­co y ani­qui­la­mien­to» del enemigo?

Actual­men­te el Kuo­min­tang recu­rre a la tác­ti­ca de blo­caos4; cons­tru­ye gran can­ti­dad de «capa­ra­zo­nes de tor­tu­ga», con­si­de­rán­do­los como mura­llas de hie­rro. Cama­ra­das, ¿son real­men­te mura­llas de hie­rro? ¡De nin­gu­na mane­ra! Fíjen­se: ¿no eran muy sóli­dos con sus mura­llas y fosos los pala­cios de los empe­ra­do­res feu­da­les eri­gi­dos en el cur­so de mile­nios? Sin embar­go, se derrum­ba­ron uno tras otro en cuan­to se levan­ta­ron las masas. El zar de Rusia fue uno de los gober­nan­tes más fero­ces del mun­do, pero, ¿qué que­dó de él cuan­do el pro­le­ta­ria­do y los cam­pe­si­nos se alza­ron en revo­lu­ción? Nada. ¿Y qué pasó con sus mura­llas de hie­rro? Todas fue­ron derri­ba­das. ¿Cuál es la ver­da­de­ra mura­lla de hie­rro, cama­ra­das? Son las masas, los millo­nes y millo­nes de hom­bres que apo­yan con toda sin­ce­ri­dad a la revo­lu­ción. Esta es la ver­da­de­ra mura­lla de hie­rro, que nin­gu­na fuer­za podrá rom­per, que en abso­lu­to podrán rom­per. La con­tra­rre­vo­lu­ción no logra­rá des­truir­nos; por el con­tra­rio, noso­tros la des­trui­re­mos a ella. Unien­do a los millo­nes y millo­nes de hom­bres del pue­blo en torno al gobierno revo­lu­cio­na­rio y desa­rro­llan­do nues­tra gue­rra revo­lu­cio­na­ria, podre­mos ani­qui­lar a toda la con­tra­rre­vo­lu­ción y tomar a toda China.

  1. Can­tón del dis­tri­to de Sing­kuo, pro­vin­cia de Chiangsí.
  2. Can­tón del dis­tri­to de Shang­jang, pro­vin­cia deFuchién.
  3. Uno de los dis­tri­tos de las zonas rojas de Chiang­sí, que tenía por cen­tro el pobla­do de Tung­ku, al Sudes­te del dis­tri­to de Chían. A ese dis­tri­to se le dio el nom­bre de Kung-lee para hon­rar la memo­ria del cama­ra­da Juang Kung-lee, coman­dan­te del 3er Cuer­po de Ejér­ci­to del Ejér­ci­to Rojo, caí­do allí en octu­bre de 1931.
  4. En julio de 1933, en la con­fe­ren­cia mili­tar rea­li­za­da en Lushan, pro­vin­cia de Chiang­sí, Chiang Kai-shek deci­dió cons­truir blo­caos en torno de las zonas rojas como una nue­va tác­ti­ca mili­tar para su quin­ta cam­pa­ña de «cer­co y ani­qui­la­mien­to». Se esti­ma que has­ta fines de enero de 1934, se habían levan­ta­do en total 2.900 blo­caos en Chiang­sí. Esta tác­ti­ca de Chiang Kai-shek fue emplea­da tam­bién por los inva­so­res japo­ne­ses en sus com­ba­tes con­tra el VIII Ejér­ci­to y el Nue­vo 4º Cuer­po de Ejér­ci­to. Los hechos his­tó­ri­cos han con­fir­ma­do a ple­ni­tud que, siguien­do la estra­te­gia de gue­rra popu­lar del cama­ra­da Mao Tse-tung, es com­ple­ta­men­te posi­ble frus­trar y ven­cer la tác­ti­ca con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria de blocaos.

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