Entre­vis­ta a Asel Luza­rra­ga, escri­tor vas­co, dete­ni­do en Chi­le por ser soli­da­rio con los mapuches

Asel Luza­rra­ga Zarra­bei­tia arri­bó al País Mapu­che a comien­zos de 2009. Lo hizo por Vanes­sa, uni­ver­si­ta­ria de 19 años a quien cono­ció cha­tean­do en un foro punk de inter­net. Des­ta­ca­do nove­lis­ta y músi­co vas­co, fue dete­ni­do el 31 de diciem­bre acu­sa­do de estar detrás de diver­sos aten­ta­dos explo­si­vos. Tras un mes en la cár­cel de Temu­ko, hoy pasa los días reclui­do en su pro­pio domi­ci­lio, ubi­ca­do en la comu­na de Padre las Casas. Des­de allí reme­mo­ró para Azkin­tu­we las horas pre­vias a su deten­ción, la for­ma en que se fue­ron derrum­ban­do una tras otra las acu­sa­cio­nes de la fis­ca­lía, sus días de cár­cel y los sue­ños pen­dien­tes de cara a una liber­tad esqui­va, pero que no duda lle­ga­rá más tem­prano que tarde.

- ¿Qué nos pue­des rela­tar del día de tu arresto?

Fue un día muy extra­ño, tuvo que pasar un tiem­po para enten­der real­men­te lo que suce­dió. Yo esta­ba en casa, había esta­do a la maña­na tra­ba­jan­do en mi nove­la, que aho­ra no pue­do con­ti­nuar por­que me deja­ron sin mi note­book y mi dis­co duro, y esta­ba cha­tean­do cuan­do vi acer­car­se a dos cara­bi­ne­ros a la puer­ta. Antes de que toca­ran me levan­té a abrir y ahí se me heló la san­gre, al ver a un miem­bro del GOPE con su arma de asal­to apos­ta­do en la ven­ta­na del living. Les abrí la puer­ta asus­ta­do, me iden­ti­fi­ca­ron, me dije­ron que debían regis­trar la casa, aun­que no me mos­tra­ron orden; yo les dije que no había pro­ble­ma, y ahí ya me espo­sa­ron y me sen­ta­ron en un sofá. Como vinie­ron cuan­do esta­ba solo, nadie más pudo ser tes­ti­go del alla­na­mien­to, y a mí no me per­mi­tie­ron mover­me más que cuan­do ellos mis­mos me cam­bia­ron de posi­ción, a la mesa del pro­pio living.

- ¿Te infor­ma­ron por qué irrum­pían de esa for­ma en tu domicilio?

Yo les pre­gun­ta­ba por lo que bus­ca­ban, segu­ro de que era un error y el sus­to pasa­ría pron­to, pero me decían que era secre­to, que la jue­za les había dado orden de bus­car espe­cies. En segui­da sen­tí que se iban a lle­var mi note­book, así que les pedí que lo tra­ta­ran con cui­da­do, por­que en él va mi pega y en julio ya me habían roba­do uno. Veía cómo me toma­ban fotos a mí y a la casa, sen­tí cómo saca­ban de la pared unos afi­ches que tenía, sobre las repre­sas y de soli­da­ri­dad con la cau­sa mapu­che, me pre­gun­ta­ban por mis boto­tos, que tam­bién se lle­va­ron, comen­za­ron a tomar todos mis libros, ima­gino que al ver que una bue­na par­te eran de lite­ra­tu­ra anar­quis­ta, pero tam­bién se lle­va­ron todos los que tenía en eus­ke­ra, inclu­so las nove­las escri­tas por mí… den­tro de la situa­ción era diver­ti­do ver cómo mira­ban mi foto en las sola­pas de los libros y comen­ta­ban en voz baja.

- ¿Qué te decían los policías?

Me repe­tían que estu­vie­ra tran­qui­lo, que me iban a entre­gar una lis­ta com­ple­ta con todo lo incau­ta­do para que la fir­ma­ra, pero esa lis­ta jamás lle­gó, nun­ca me la mos­tra­ron, aun­que vi has­ta el momen­to en que un ofi­cial decía al encar­ga­do de ano­tar todo aque­llo que tenía que repe­tir la lis­ta por­que los libros había que ano­tar­los uno a uno, con títu­lo, autor y des­crip­ción. No sé que será de aque­lla lis­ta. En mi dor­mi­to­rio sen­tí que demo­ra­ban mucho, vi algu­nos lle­var lin­ter­nas, supu­se que esta­rían abrien­do la tram­pi­lla que da al hue­co del teja­do, que yo nun­ca he abier­to, y les pre­gun­té si podía ser tes­ti­go de lo que esta­ban hacien­do, pero me dije­ron que no, que era secre­to. Final­men­te lle­gó el fis­cal, me lle­vó a la otra pie­za, y comen­zó a pre­gun­tar­me por qué esta­ban ellos allí. Yo le decía que eso espe­ra­ba que me expli­ca­ran, que no sabía nada. Él me pre­sio­na­ba, me decía que si habían lle­ga­do a mi casa era como resul­ta­do de una inves­ti­ga­ción, que ellos no se equi­vo­ca­ban, así que, que le dije­ra por qué me esta­ban alla­nan­do. Yo le repe­tí la ver­dad, que no tenía ni idea y que pen­sa­ba que era un error.

De hecho le daba muchas vuel­tas, entre las pala­bras de un poli­cía no uni­for­ma­do que se sen­tó con­mi­go antes y me dio a fir­mar algu­nos docu­men­tos, esta­ban pre­gun­tas por mi rela­ción con las comu­ni­da­des mapu­che, a lo que le dije que nun­ca había esta­do en nin­gu­na, si era anar­quis­ta, a lo que le dije que sí, y por fin una fra­se que se me hizo mas reve­la­do­ra des­pués con el tiem­po: “¿Dema­sia­da acti­vi­dad en Inter­net qui­zá?”. El caso es que el fis­cal no con­si­guió las res­pues­tas que que­ría, que yo igno­ra­ba por com­ple­to cua­les eran, y ya me pasa­ron al dor­mi­to­rio prin­ci­pal. Estu­ve allí sen­ta­do un rato con otro poli­cía de civil has­ta que entra­ron varios uni­for­ma­dos y el que pare­cía el ofi­cial al man­do me pre­gun­tó si me habían comu­ni­ca­do que esta­ba dete­ni­do. Le dije que no, de modo que me lo comu­ni­có. Al pre­gun­tar­le por las acu­sa­cio­nes, diri­gió los bra­zos al aire, sobre el clo­set que tenía en fren­te, y dijo: “Por lo que hemos encon­tra­do aquí”. Yo le miré tal cual, sin enten­der, y le pre­gun­té a ver qué habían encon­tra­do. Allí men­cio­nó por pri­me­ra vez eso de “armas y explosivos”.

- ¿Cuál fue tú reacción?

Comen­cé a sen­tir que me des­li­za­ba por el guión de la pelí­cu­la equi­vo­ca­da. Enton­ces tam­bién me men­cio­nó por pri­me­ra vez un extin­tor, y a eso tam­bién le dije que en mi casa nun­ca he teni­do extin­to­res, pero aún sin enten­der qué rela­ción podía tener un extin­tor con explo­si­vos. Final­men­te me lle­va­ron al living, me toma­ron mues­tras de las manos en bus­ca de pól­vo­ra que obvia­men­te die­ron nega­ti­vo, y me lle­va­ron a comi­sa­ría. Lue­go, cuan­do por fin deja­ron que Vane me visi­ta­ra, supe que tam­bién alla­na­ron la casa de sus padres, des­pués de la mía. Aún con la impo­ten­cia, seguía tran­qui­lo pen­san­do que todo aquel error se acla­ra­ría y que pron­to esta­ría en la calle.

- ¿Que sen­tías en cada audien­cia don­de se nega­ba tu liber­tad y se seña­la­ba eras un “peli­gro para la sociedad”?

Rabia. Rabia por las acu­sa­cio­nes. Cuan­do me for­ma­li­za­ron y escu­ché hablar de lo que “habían encon­tra­do en mi casa” no podía evi­tar pen­sar: “¿De qué están hablan­do?”. Aún no tenía nin­gu­na noti­cia sobre esos obje­tos que al pare­cer foto­gra­fia­ron sobre el clo­set de mi dor­mi­to­rio, por­que a mí nun­ca me los mos­tra­ron, y sólo más ade­lan­te en la car­pe­ta de inves­ti­ga­ción pude ver en foto esos obje­tos que yo nun­ca tuve. Lue­go habla­ban de que iban a demos­trar que yo había pues­to múl­ti­ples bom­bas por dis­tin­tos luga­res de Chi­le, y alu­ci­na­ba, por­que ni siquie­ra he esta­do en muchos luga­res aún. No daba cré­di­to, no enten­día qué bus­ca­ban acu­sán­do­me de esas cosas que ellos tenían que saber no eran cier­tas. Yo he sido toda mi vida mili­tan­te de la no vio­len­cia, una per­so­na pací­fi­ca que enfer­ma sólo con ver una pelea cer­ca, ¡y de pron­to daban una ima­gen mía como si fue­ra un enemi­go públi­co! Per­te­nez­co a una aso­cia­ción mun­dial de escri­to­res y perio­dis­tas por los dere­chos huma­nos y en el últi­mo Con­gre­so Inter­na­cio­nal al que acu­dí, en Bogo­tá, par­ti­ci­pé pre­ci­sa­men­te en la comi­sión de escri­to­res por la paz. Y los medios de comu­ni­ca­ción repe­tían las pala­bras de la fis­ca­lía y algu­nos inclu­so iban más allá y me vin­cu­la­ban ya direc­ta­men­te con ETA y las FARC. Es des­mo­ra­li­za­dor el papel de laca­yos que cum­plen muchos medios, com­por­tán­do­se como autén­ti­cos enemi­gos de la ver­dad a la que debe­rían ser­vir. Pero ya nos vamos acostumbrando.

- ¿Cómo se fue­ron derrum­ban­do las acu­sa­cio­nes de la fiscalía?

La pri­me­ra fal­se­dad cayó por su pro­pio peso en la segun­da audien­cia, cuan­do habla­ron direc­ta­men­te de mi auto­ría en dos de las 4 bom­bas que los medios airea­ron que se me impu­taban. La pri­me­ra, pre­ci­sa­men­te la que, por un jue­go de mala­ba­res absur­do les dio la coar­ta­da para alla­nar­me, fue con­tra una far­ma­cia Ahu­ma­da el 7 de diciem­bre, fecha en la que yo me encon­tra­ba en Eus­kal Herria con mi fami­lia, par­ti­ci­pan­do en la Feria del Libro y del Dis­co Vas­co de Duran­go. Eso cons­ta­ba en el pasa­por­te y en los pro­pios infor­mes que mane­ja­ba la poli­cía, pero pare­ce que no les impor­tó mucho. En cual­quier caso, el poder demos­trar allí mis­mo que esa impu­tación era un impo­si­ble, sir­vió para que se des­es­ti­ma­rá apli­car­me la Ley Anti­te­rro­ris­ta y final­men­te la acu­sa­ción que­da­ra en una infrac­ción a la ley de armas y explo­si­vos por aque­llos obje­tos “encon­tra­dos” en mi casa que ni yo ni nin­gún medio de comu­ni­ca­ción jamás hemos teni­do la oca­sión de ver. Ni siquie­ra a mi abo­ga­do se los han mos­tra­do aún, a pesar de que lo ha soli­ci­ta­do for­mal­men­te en varias ocasiones.

- ¿En qué momen­to pue­des entre­gar tu ver­sión de los hechos?

Pude hacer­lo recién en la últi­ma audien­cia a la que fui, allí pude por fin decla­rar, hablar de quién soy real­men­te, dejar en evi­den­cia las men­ti­ras que ante la Cor­te de Ape­la­cio­nes dijo mi pri­mer abo­ga­do, y pudi­mos mos­trar sufi­cien­tes ante­ce­den­tes para que la jue­za enten­die­ra que no esta­ba ante un peli­gro social, sino ante un escri­tor y tra­duc­tor con un com­pro­mi­so fuer­te con la socie­dad, con unas ideas anar­quis­tas que no lo con­vier­ten en un terro­ris­ta, como a algu­nos les encan­ta hacer pen­sar a la gen­te, sino en una per­so­na soli­da­ria con los más des­fa­vo­re­ci­dos y anhe­lan­te de un mun­do basa­do en otro tipo de rela­cio­nes jus­tas, libres e igua­li­ta­rias. Así lo expre­sa­mos y así lo vio todo el que asis­tie­ra a aque­lla audien­cia, inclui­do el tribunal.

- Dices que tu pri­mer abo­ga­do min­tió ante la Cor­te de Ape­la­cio­nes. ¿Es por eso que deci­dis­te cam­biar de abogado?

Así es. Duran­te la pri­me­ra ape­la­ción mi pri­mer abo­ga­do afir­mó que yo le había con­ta­do que tenía per­di­go­nes para cazar y pól­vo­ra para hacer fue­gos arti­fi­cia­les. Él no se reu­nió con­mi­go para pre­pa­rar esa audien­cia y yo jamás le dije nada así, sino todo lo con­tra­rio, siem­pre le afir­mé que yo nun­ca tuve nada de eso y, de hecho, en la pri­me­ra audien­cia que me defen­dió le recri­mi­né que no expre­sa­ra allí mis­mo que yo nun­ca tuve armas ni explo­si­vos. Me dijo que era par­te de la estra­te­gia, que pri­me­ro se iba a cen­trar en otros hechos y que más ade­lan­te habla­ría­mos de que yo nun­ca había teni­do esas cosas. Con­fié en que sabía lo que hacía, así que cuan­do Vane, que estu­vo pre­sen­te en aque­lla audien­cia, por­que en las ape­la­cio­nes yo como impu­tado no esta­ba pre­sen­te y asis­tió ella, me con­tó que había dicho aque­llas bar­ba­ri­da­des, tan­to ella, mi fami­lia como yo nos preo­cu­pa­mos y enfa­da­mos muchí­si­mo con él. Nun­ca nos expli­có real­men­te qué había decla­ra­do ante la cor­te ni por qué lo había hecho, fue algo real­men­te extra­ño y nos hizo per­der total­men­te la con­fian­za en su tra­ba­jo y sus inten­cio­nes. Por eso actua­mos lo más rápi­do que pudi­mos para con­tac­tar con un abo­ga­do con expe­rien­cia en estos casos y, des­de que Jai­me Mada­ria­ga se hizo con el caso, las cosas cam­bia­ron rápi­da­men­te y pudi­mos dar vuel­ta al enor­me per­jui­cio que aque­llas decla­ra­cio­nes me habían hecho.

- ¿Cómo fue­ron las sema­nas en pri­sión? ¿cuál era tu ruti­na diaria?

Los pri­me­ros días fue­ron emo­cio­nal­men­te duros, pero la gen­te, com­pa­ñe­ros de dor­mi­to­rio e inclu­so gen­dar­mes, me tra­ta­ron muy bien, me cui­da­ron y lo hicie­ron mucho más fácil. Hablar con mi her­ma­na los pri­me­ros días y saber por Vane todo el movi­mien­to de soli­da­ri­dad que se esta­ba des­atan­do me deja­ron más tran­qui­lo. Lo más impor­tan­te cuan­do estás aden­tro es saber que la gen­te que te ama afue­ra está fuer­te, bien, tie­ne apo­yo, reci­be cari­ño y soli­da­ri­dad… Por lo demás, los días eran todos muy pare­ci­dos, con unas horas para pasear en el patio, y casi todo el día en el dor­mi­to­rio, don­de com­par­tía­mos siem­pre en torno a 60 com­pa­ñe­ros. Veía­mos la tele, yo leía mucho, tan­to las car­tas que reci­bía como los libros que Vane me iba lle­van­do, nos repar­tía­mos las tareas de lim­pie­za, coci­na… Con la gen­te con la que más me rela­cio­né com­par­tí mucho com­pa­ñe­ris­mo, bro­mas, cari­ño… En cuan­to pue­da salir a la calle espe­ro poder visi­tar­los, ver quié­nes siguen allí, lle­var­les enco­mien­das… Por­que aden­tro sólo se vive espe­ran­do los días de visi­ta, que lue­go pasan volando.

- ¿Pudis­te com­par­tir con pre­sos polí­ti­cos mapuches?

Sí. De pri­me­ras coin­ci­di­mos por la cele­bra­ción de Año Nue­vo, por­que mi dor­mi­to­rio pre­pa­ró un asa­do en el patio y los peñis esta­ban invi­ta­dos. Ellos habían esta­do en ese mis­mo dor­mi­to­rio has­ta poco antes de que yo lle­ga­ra, pero les habían habi­li­ta­do un dor­mi­to­rio sólo para ellos, así que ya no coin­ci­día­mos más que duran­te las visi­tas, en el gim­na­sio. Cada día de visi­ta lo pri­me­ro que hacía era ir a abra­zar­los y char­la­ba con ellos lar­go. Me reci­bie­ron como a un her­mano y en esos bre­ves encuen­tros com­par­ti­mos mucho, nos con­ta­mos muchas cosas y pude apren­der bas­tan­te sobre su situa­ción. A ellos tam­bién les con­ta­ba cómo el movi­mien­to que había sur­gi­do en Eus­kal Herria tam­bién los tenía a ellos muy pre­sen­tes, que se había des­ata­do un inte­rés por cono­cer lo que pasa con el pue­blo mapu­che que no exis­tía antes. Era boni­to com­par­tir esas alegrías.

- Tal como seña­las, en diver­sos luga­res de Eus­kal Herria se desa­rro­lla­ron accio­nes de soli­da­ri­dad con tu per­so­na. ¿Qué sien­tes al respecto?

Es algo que me tomó por sor­pre­sa. Entre Vane y mi her­ma­na Lour­des me iban infor­man­do de todo lo que pasa­ba, y yo no podía dar cré­di­to. Me habla­ban de pro­tes­tas, con­cen­tra­cio­nes, con­cier­tos, se escri­bían artícu­los de apo­yo, se con­se­guían car­tas de soli­da­ri­dad de per­so­na­li­da­des e ins­ti­tu­cio­nes muy sig­ni­fi­ca­das en los dere­chos huma­nos, como Adol­fo Pérez Esqui­vel, pre­mio Nobel de la Paz, el PEN Inter­na­cio­nal, la orga­ni­za­ción inter­na­cio­nal de escri­to­res y perio­dis­tas a la que per­te­nez­co, que es órgano con­sul­ti­vo de la UNESCO y la ONU, el cono­ci­do escri­tor Ariel Dorf­man, el pre­mio nacio­nal de lite­ra­tu­ra Unai Elo­rria­ga… Ade­más, veía que se esta­ban unien­do gen­te de todos los sec­to­res e ideo­lo­gías. Todo eso me hizo ver­ter muchas lágri­mas. La gen­te, no solo des­de Eus­kal Herria, sino des­de Chi­le mis­mo, Argen­ti­na, Uru­guay… me ha rega­la­do unos de los días más emo­cio­nan­tes de mi vida, de ver­dad. Y aún siguen hacién­do­lo, por­que saben que la pelea no ha ter­mi­na­do, y no se deten­drán has­ta ver­me absuel­to, libre y con mi dere­cho a per­ma­ne­cer en esta tie­rra reconocido.

- Hubie­ron sec­to­res mapu­ches que, sin tener direc­ta rela­ción con­ti­go, se pro­nun­cia­ron a favor de tu libe­ra­ción. ¿Qué pien­sas de ello?

Dicen que la soli­da­ri­dad es la ter­nu­ra entre los pue­blos, y así lo sien­to yo. En la pági­na que se abrió para fir­mar por mi libe­ra­ción me he encon­tra­do con muchas per­so­nas que se soli­da­ri­za­ban con­mi­go y me envia­ban su apo­yo sólo por saber­me soli­da­rio con el pue­blo mapu­che. Es algo que me lle­na de orgu­llo, me emo­cio­na mucho, aun­que pien­so que real­men­te es poco lo que he apor­ta­do, sólo algu­nos artícu­los en mi blog don­de apo­ya­ba sus dere­chos. Les estoy muy agra­de­ci­do, de corazón.

- ¿Qué te pare­ce la medi­da de «pri­sión domi­ci­lia­ria» que te han impuesto?

Es la medi­da de liber­tad limi­ta­da que me dio la jue­za en la últi­ma audien­cia a la que acu­dí y que más tar­de, ante la ape­la­ción de la fis­ca­lía, con­fir­mó la Cor­te de Ape­la­cio­nes. Sigue sien­do dura, por­que es total y no pue­do salir ni a la tien­da de la esqui­na, me hace total­men­te depen­dien­te y ten­go a la pobre Vane de reca­dis­ta, yen­do de un lado para otro. Menos mal que ella lo hace con total entre­ga y amor y siem­pre está a mi lado. Pero al menos estoy en casa, pue­do comu­ni­car­me a dia­rio con mi fami­lia, mis ami­gos, dor­mir cada noche sin­tien­do a Vane a mi lado, coci­nar mis pla­tos favo­ri­tos, duchar­me con agua calien­te… Y ten­go la suer­te de con­tar con un patio en la casa con cés­ped que al menos me per­mi­te salir a tomar el aire. He vis­to cuán­tos “debe­res” tenía espe­ran­do ade­más (risas). Cuán­tos mails que escri­bir, cuán­ta gen­te a la que agra­de­cer… Ha sido boni­to poder res­ta­ble­cer el con­tac­to direc­to con toda la gen­te, sen­tir que uno vuel­ve a cier­ta nor­ma­li­dad… Como digo a mis ami­gos, ¡debo muchas cer­ve­zas para el día que vuel­va por allí!

- Pese al arres­to par­cial que te afec­ta, ¿has podi­do reto­mar tus labo­res como tra­duc­tor y escritor?

Las de tra­duc­tor sí, esta sema­na entre­ga­ré la pri­me­ra reme­sa de tra­duc­cio­nes. La empre­sa en Bil­bao se ha por­ta­do de cine en todo momen­to, ha sido tam­bién muy cari­ño­sa y soli­da­ria con­mi­go. Como escri­tor, sal­vo algu­nos artícu­los en mi blog para expre­sar lo que el terre­mo­to que nos sacu­dió a todos me ha hecho sen­tir, y un poe­ma que escri­bí en la cár­cel en eus­ke­ra y cas­te­llano, dedi­ca­do a mi expe­rien­cia en esta tie­rra, a esta tie­rra mis­ma e ins­pi­ra­do tam­bién en la ima­gen de mi com­pa­ñe­ra, aún no he podi­do vol­ver por­que, como te digo, la poli­cía se incau­tó de mi note­book y mi dis­co duro y, has­ta que algo de ese mate­rial me sea devuel­to, la nove­la que esta­ba escri­bien­do está allí secues­tra­da. Sin embar­go, estoy pen­san­do, en vis­ta de que eso se pue­de alar­gar, comen­zar otra nove­la cuyos pri­me­ros apun­tes los tomé en la cár­cel. Era una idea que ya tenía en men­te antes, que que­ría tomar­me con tiem­po para el tra­ba­jo de docu­men­ta­ción, pero esta expe­rien­cia ha ace­le­ra­do el pro­ce­so, me ha dado mucho mate­rial, y qui­zá la comien­ce esta mis­ma semana.

- Sabe­mos que exis­tía una orden de expul­sión del país lis­ta para ser eje­cu­ta­da. ¿Cómo te ente­ras­te de ello y qué te pare­ció la medida?

Efec­ti­va­men­te, la orden se fir­mó el 7 de enero, una sema­na des­pués de mi deten­ción. Me ente­ré a los pocos días de vol­ver a casa, cuan­do la PDI de extran­je­ría me la tra­jo para fir­mar­la. Me dejó estu­pe­fac­to, pen­sa­ba que exis­tía un dere­cho inter­na­cio­nal­men­te reco­no­ci­do por la ONU lla­ma­do “pre­sun­ción de ino­cen­cia” y que, si una per­so­na no ha come­ti­do nin­gún deli­to, no pue­de ser expul­sa­da del país arbi­tra­ria­men­te. Yo no he sido decla­ra­do cul­pa­ble de nada y dudo que lo vaya a ser, de modo que no entien­do que la orden se de antes de ser juz­ga­do. Eso cho­ca con la acti­tud de la Secre­ta­ria de la pre­si­den­ta Bache­let, que en una car­ta res­pon­dien­do a un ami­go mío de Bil­bao que le escri­bía abo­gan­do por mi pron­ta libe­ra­ción, le ase­gu­ra­ba a mi ami­go que el poder polí­ti­co no podía inter­fe­rir con el judi­cial y que ellos des­de el Gobierno tenían que res­pe­tar lo que la jus­ti­cia deci­die­ra. Pare­ce algo con­tra­dic­to­rio que la Pre­si­den­cia no pue­da inter­fe­rir en una deci­sión judi­cial y que sin embar­go el Minis­te­rio de Inte­rior pue­da ade­lan­tar­se a ese fallo judi­cial dic­ta­mi­nan­do la expul­sión de un ciu­da­dano que está en este país legal­men­te y que aún no ha infrin­gi­do ley algu­na. Da qué pensar.

- ¿Qué espe­ras al final de este pro­ce­so penal en tu contra?

Espe­ro que sal­ga a la luz toda la ver­dad y que los res­pon­sa­bles de todo este daño moral cau­sa­do a mí pero, sobre todo, a mi fami­lia, mi com­pa­ñe­ra, mis ami­gos, a mi ima­gen como escri­tor com­pro­me­ti­do con los dere­chos huma­nos, ten­gan la decen­cia de pedir dis­cul­pas por este atro­pe­llo. No me cabe duda de que que­da­ré libre, por­que real­men­te no ten­go nada que ver con nada de lo que me impu­tan. Mi úni­co deli­to es ser escri­tor, vas­co, anar­quis­ta y soli­da­rio con el pue­blo mapu­che, y son mis ideas y mis escri­tos, no mis actos, los que están sien­do per­se­gui­dos. De modo que, si en este país no exis­ten deli­tos de con­cien­cia y la ley ampa­ra la liber­tad de expre­sión, como se supo­ne, debe­rán dejar­me libre y con todos mis dere­chos civi­les restituidos.

- ¿Tie­nes inten­cio­nes de seguir en Wall­ma­pu o regre­sa­rás defi­ni­ti­va­men­te a Eus­kal Herria?

Mi inten­ción es seguir aquí, es lo que más deseo, por Vane, por los ami­gos y ami­gas que he hecho aquí, por esta tie­rra, por su gen­te, por­que hay mucho que hacer en este país y qui­sie­ra apor­tar en pro­yec­tos socia­les, como el que tenía pen­sa­do para orga­ni­zar un taller gra­tui­to de apren­di­za­je mutuo a tra­vés de la biblio­te­ca liber­ta­ria Amanecer.

- Sabe­mos que quie­res cono­cer más de la cul­tu­ra e his­to­ria mapu­che. ¿No temes vol­ver a ser per­se­gui­do por la justicia?

Por mi pro­pia expe­rien­cia y las que he escu­cha­do de otros extran­je­ros, aquí nun­ca se sabe. No entien­do que per­si­gan la pala­bra, las ideas, ni que ten­gan mie­do a que la gen­te conoz­ca de cer­ca la cul­tu­ra mapu­che. A mi me gus­ta­ría mucho, como escri­tor y filó­lo­go, pro­fun­di­zar en las creen­cias, la cos­mo­vi­sión, la medi­ci­na, la rela­ción con la natu­ra­le­za, la orga­ni­za­ción social y eco­nó­mi­ca… y tan­tas cosas que aún pode­mos apren­der de este pue­blo ori­gi­na­rio. Me intere­san mucho las cul­tu­ras indí­ge­nas, y para el con­gre­so del PEN que se cele­bra­rá este año en Tokio tenía pre­ci­sa­men­te la misión de ela­bo­rar una ponen­cia sobre el uso de la cos­mo­vi­sión y las len­guas ori­gi­na­rias en las dis­tin­tas lite­ra­tu­ras del mun­do, una res­pon­sa­bi­li­dad que creo que todos los escri­to­res tene­mos de reco­ger aque­llo que aún es oral, aque­llo más uni­do a la tie­rra, más ale­ja­do del áni­mo mer­can­ti­lis­ta de la socie­dad occi­den­tal euro­pea, en nues­tros textos.

- ¿Ves algún para­le­lis­mo entre la lucha mapu­che en Chi­le-Argen­ti­na y la de tu pue­blo vas­co en España-Francia?

Sí, veo muchos, aun­que tam­bién dife­ren­cias. El pue­blo mapu­che aquí está en una situa­ción bas­tan­te peor, por­que la eco­no­mía, la tie­rra, la orga­ni­za­ción social, están en otras manos. En Eus­kal Herria segui­mos un mode­lo neo­li­be­ral que obvia­men­te hemos impor­ta­do de otras cul­tu­ras, pero a quie­nes debe­mos echar la cul­pa es a los pro­pios vas­cos que así lo vie­nen deci­dien­do, por­que es la pro­pia bur­gue­sía vas­ca la que con­tro­la el país. De modo que allí está por un lado la lucha nacio­nal, por sal­va­guar­dar nues­tra cul­tu­ra y nues­tras deci­sio­nes inde­pen­dien­te­men­te toma­das de las impo­si­cio­nes fran­ce­sa y espa­ño­la, y por otro la lucha social por cam­biar el mode­lo socio-eco­nó­mi­co que las pro­pias cla­ses domi­nan­tes vas­cas han impues­to. En ese sen­ti­do, allí para la par­te nacio­nal de la lucha hay una posi­ción rela­ti­va­men­te mejor, mien­tras que en el caso mapu­che, el pue­blo ori­gi­na­rio de estas tie­rras no tie­ne con­trol sobre nada, es al mis­mo tiem­po el pue­blo subor­di­na­do eco­nó­mi­ca, social y culturalmente.

- ¿Algún men­sa­je que quie­ras enviar a los lec­to­res de Azkintuwe?

Pien­so que es impres­cin­di­ble la exis­ten­cia de medios de comu­ni­ca­ción que estén en manos del pro­pio pue­blo. Yo ten­go mucho más para apren­der que para ense­ñar, pero mi expe­rien­cia como vas­co sí me ha crea­do una con­cien­cia sobre la impor­tan­cia de la len­gua, tam­bién en los medios escri­tos, como ele­men­to de cohe­sión social de un pue­blo y, como anar­quis­ta, me ha ense­ña­do que la cons­truc­ción de una comu­ni­dad hori­zon­tal­men­te, sin estruc­tu­ras esta­ta­les, basa­da en la ayu­da mutua y la soli­da­ri­dad, for­ja un pue­blo más fuer­te, con lazos más fra­ter­na­les y dura­de­ros, más difí­cil de some­ter a otras volun­ta­des que no sean las que la pro­pia orga­ni­za­ción volun­ta­ria de cada uno de sus miem­bros desee. Un salu­do a todos los lec­to­res y lec­to­ras, en espe­cial a las muje­res, que son la ver­da­de­ra espe­ran­za de cual­quier cam­bio social sóli­do y huma­ni­ta­rio, y muchas gra­cias por per­mi­tir­me apren­der de su pue­blo y estar entre ustedes.

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