Ha muer­to Jose­pa Arre­gi, alma y cora­zón de Etxerat

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Recién ter­mi­na­ba­mos la cober­tu­ra a la exi­to­sa huel­ga de hoy en Eus­kal Herria, nos ente­ra­mos de la muer­te de esta mujer sin­gu­lar, úni­ca, de las que nos rega­la la his­to­ria y espe­jo de las miles de amatxos que en Eus­kal Herria tie­ne una cama vacía en casa, la de sus hijos pres@s en las cár­ce­les de exter­mi­nio del esta­do espa­ñol o francés.

Ami­ga de tod@s los pres@s politic@s vasc@s y por ende de toda Eus­kal Herria, ama de Jesus Mari, pre­so vas­co, esta mujer, ha sido en Etxe­rat, la aso­cia­ción de fami­lia­res de pres@s vasc@s algo mas que su pre­si­den­ta, ha sido su alma y su corazón.

Goian Bego Jose­pa! Agur Bur­ki­de Iraul­tza­lea, des­de Boltxe que­re­mos mos­trar nues­tro pesar por esta pér­di­da irre­pa­ra­ble y dar un for­tí­si­mo abra­zo a l@s compañer@s de Etxe­rat, y a Jesus Mari, que ha per­di­do a su ama.

Etor­ki­zu­na Gurea Da!, el futu­ro es nues­tro y lo cons­tru­yen día a día, hom­bres y muje­res como Jose­pa, héroes del com­ba­te dia­rio, que for­ja­ran una Eus­kal Herria libre y sozialista.

Jo ta ke!

Boltxe Kolek­ti­boa

PEQUEÑA BIOGRAFIA DE JOSEPA, POR MARTIN GARITANO

Joxe­pa Arre­gi Egi­da­zu, naci­da en 1919 en el case­río Garratz del barrio Musa­ko­la de Arra­sa­te, des­de muy tem­pra­na edad tuvo que hacer fren­te a una vida lle­na de sin­sa­bo­res, como si el nom­bre del case­río que le vie­se nacer hubie­ra mar­ca­do su destino.

De fami­lia de once her­ma­nos, a los 14 años aban­do­nó la escue­la para irse a ser­vir has­ta que esta­lló la gue­rra. Al fina­li­zar la con­tien­da se casó con Tomás Zabar­te, y que­dó viu­da cuan­do espe­ra­ba su ter­cer hijo.

Pero la ima­gen que nos que­da de Joxe­pa Arre­gi está uni­da a un can­dil. Al can­dil que ilu­mi­na la ruta de los fami­lia­res de pre­sos polí­ti­cos vas­cos. Joxe­pa, la madre de Jesús Mari Zabar­te, Garratz, la tía de Paki­to Arria­ran, la vete­ra­na entre las vete­ra­nas de un acom­pa­ña­mien­to a los pri­sio­ne­ros vas­cos a las que no han ven­ci­do ni la dis­per­sión que le lle­vó has­ta Sal­to del Negro, en Cana­rias, duran­te años, ni el aco­so poli­cial que comen­zó aquel 1974 fran­quis­ta en el que los poli­cías que lo ame­tra­lla­ron die­ron por muer­to a su hijo.

Joxe­pa Arre­gi cono­ció el régi­men car­ce­la­rio fran­quis­ta. Y el actual. Quie­nes le escu­cha­ran no podrán decir que fue­ra peor el anterior.

Reco­rrió mil y una veces la geo­gra­fía penin­su­lar para hacer reali­dad la máxi­ma de que no ha habi­do ni habrá un solo pre­so vas­co sin la asis­ten­cia, sin el calor, sin la comu­ni­ca­ción, con su gente.

Quien no cono­cie­ra a Joxe­pa no pue­de jac­tar­se de cono­cer la reali­dad vasca.

El pañue­lo blan­co al cue­llo, el can­dil entre las manos, suje­to con ener­gía de madre, de arra­sa­tea­rra de genio y cas­ta, Joxe­pa ha sido una de las imá­ge­nes que cada día nos han refres­ca­do la memo­ria sobre una reali­dad dra­má­ti­ca, la de cen­te­na­res de hom­bres y muje­res pre­sos en tie­rra extraña.

Ha muer­to Joxe­pa sin ver a su hijo y a su pue­blo libres. Pero los sue­ños son pro­pie­dad de gen­te como ella, gen­te que no des­can­sa. Así se hacen reali­dad los sue­ños. Con gen­te como Joxepa.

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