El Che y el 25 de mayo – Ati­lio Boron

En medio de las fes­ti­vas cele­bra­cio­nes del Bicen­te­na­rio quie­ro com­par­tir con uste­des las pala­bras del Che, que son un sobrio recor­da­to­rio del carác­ter incon­clu­so de la ges­ta inde­pen­den­tis­ta en Nues­tra Amé­ri­ca y de la nece­si­dad de lle­var a tér­mino lo que los lucha­do­res del pasa­do no pudie­ron concluir.

En 1962, un gru­po de argen­ti­nos que vinie­ron a Cuba a par­ti­ci­par en las cele­bra­cio­nes por el 1 de mayo de ese año, y otros que com­par­tían los inten­sos años ini­cia­les de la Revo­lu­ción, le pidie­ron al Coman­dan­te Ernes­to Che Gue­va­ra que les acom­pa­ña­ra en la acti­vi­dad que cele­bra­rían el día 25 del mis­mo mes para home­na­jear la fecha nacio­nal de la nación sud­ame­ri­ca­na, el Día de la Independencia

El cen­tro recrea­ti­vo de Río Cris­tal fue el lugar esco­gi­do para la vela­da, cuya orga­ni­za­ción inclu­yó un tra­di­cio­nal asa­do argen­tino, mate (bebi­da típi­ca de ese país); gui­ta­rras, dan­zas, can­cio­nes pam­pea­nas, esca­ra­pe­las con los colo­res nacio­na­les celes­te y blanco¼

El Che se entu­sias­mó tan­to, que al decir de los orga­ni­za­do­res argen­ti­nos, la fies­ta fue enton­ces más gran­de. Par­ti­ci­pa­ron entre 300 y 400 per­so­nas, de ambos pue­blos y artis­tas de los dos países.

Aque­lla con­me­mo­ra­ción alcan­zó sig­ni­fi­ca­ti­va rele­van­cia por el dis­cur­so que pro­nun­cia­ra el Che, cali­fi­ca­do como una ver­da­de­ra pie­za polí­ti­ca con­ti­nen­tal des­de el terri­to­rio de la pri­me­ra Revo­lu­ción Socia­lis­ta del hemis­fe­rio occidental.

Las pala­bras pro­nun­cia­das por el Gue­rri­lle­ro Heroi­co fue­ron reco­gi­das en un peque­ño folle­to por los pro­pios com­pa­ñe­ros argen­ti­nos, por lo que al repro­du­cir­las hoy en Gran­ma se les des­co­rren el velo de prác­ti­ca­men­te iné­di­tas y al pro­pio tiem­po cons­ti­tu­yen el home­na­je de nues­tro pue­blo a este 25 de mayo, día del Bicen­te­na­rio de la Argentina.

Queri­dos com­pa­trio­tas de toda Amé­ri­ca, que­ri­dos copro­vin­cia­nos, los que hoy fes­te­ja­mos una de nues­tras fechas patrias:

Este momen­to, repe­ti­do muchas veces en el cur­so de nues­tras vidas, tie­ne hoy una sig­ni­fi­ca­ción espe­cial, un tono y un colo­ri­do espe­cial. Es aquí, en otro país de Amé­ri­ca, en nue­vas con­di­cio­nes de Amé­ri­ca, don­de fes­te­ja­mos una vez más el 25 de Mayo. Esta vez no se escu­chan los dis­cur­sos con­sa­bi­dos y no exis­te la fan­fa­rria con­sa­bi­da, las pala­bras hue­cas con que los gober­nan­tes de turno tra­tan siem­pre de hacer­se copar­tí­ci­pes en la glo­ria de los vie­jos pró­ce­res. El 25 de Mayo, aquí en Cuba, tie­ne para noso­tros pues, carac­te­rís­ti­cas espe­cia­les, tan espe­cia­les como que un argen­tino de voz extran­je­ra a nom­bre del gobierno cubano, salu­de y aga­sa­je a todos uste­des y les tras­mi­ta la feli­ci­ta­ción de nues­tro gobierno.

Son las nue­vas con­di­cio­nes de Amé­ri­ca, con­di­cio­nes que han ido madu­ran­do a tra­vés del tiem­po, que han ido con­so­li­dan­do esta nue­va Era en que vivi­mos, este nue­vo momen­to his­tó­ri­co del cual Cuba tie­ne la glo­ria espe­cial de ser el ini­cia­dor en Amé­ri­ca. Por eso al hablar de movi­mien­tos eman­ci­pa­do­res, al recor­dar las vie­jas ges­tas de nues­tras gue­rras de inde­pen­den­cia tene­mos for­zo­sa­men­te que recor­dar la Cuba de hoy, por­que esta Cuba de hoy es par­te de un vie­jo esfuer­zo de las masas por obte­ner su libe­ra­ción defi­ni­ti­va, esfuer­zo que ni siquie­ra en Cuba ha alcan­za­do un éxi­to total, toda­vía tene­mos que luchar para liqui­dar vie­jas for­mas eco­nó­mi­cas que nos opri­men, para librar­nos de todos los pro­ble­mas que nos ha traí­do en nues­tro desa­rro­llo la depen­den­cia de los capi­ta­les extran­je­ros, la depen­den­cia fun­da­men­tal­men­te de los mono­po­lios nor­te­ame­ri­ca­nos y para defen­der la par­te de liber­tad y de bien­es­tar de nues­tro pue­blo que hemos logra­do en estos años de lucha.

El 25 de Mayo de 1810 sig­ni­fi­có en Amé­ri­ca un gri­to más den­tro de los muchos gri­tos que se die­ron por aque­lla épo­ca en diver­sos paí­ses. El mono­po­lio espa­ñol esta­ba ya lle­gan­do a sus fina­les y por todos lados los pue­blos tra­ta­ban de ganar su liber­tad. En Boli­via, un año antes se había dado un gri­to pare­ci­do. Por el otro lado de Amé­ri­ca había empe­za­do ya tam­bién la lucha por la liber­tad. No fue ese gri­to del 25 de Mayo de 1810, ni el pri­me­ro ni el úni­co, sin embar­go tuvo la vir­tud espe­cial de afian­zar­se y con­so­li­dar­se, tuvo la vir­tud del triun­fa­dor en aque­llos momentos.

Y la Revo­lu­ción Cuba­na hoy ha sido igual­men­te, no el úni­co gri­to, ni siquie­ra el pri­me­ro, ha habi­do en esta épo­ca glo­rio­sas revo­lu­cio­nes que han tra­ta­do de dar el paso que hoy dio la Revo­lu­ción cuba­na, pero toda­vía no esta­ban todas las con­di­cio­nes dadas y los gobier­nos sur­gi­dos de movi­mien­tos popu­la­res fue­ron sien­do derro­ca­dos. El caso más avan­za­do, más paté­ti­co es el de la Gua­te­ma­la de Arbenz que fue des­tro­za­da por los mono­po­lios nor­te­ame­ri­ca­nos. Cuba tam­bién, como los héroes del 25 de Mayo de 1810, no tie­ne otra vir­tud espe­cial, no es nada más ni nada menos, que la expo­si­ción de cómo un pue­blo pue­de lograr su vic­to­ria, no ori­gi­nal, no en base a plan­tea­mien­tos que se hayan ima­gi­na­do por pri­me­ra vez, no usan­do una estra­te­gia por pri­me­ra vez des­cu­bier­ta en la his­to­ria, sim­ple­men­te, apro­ve­chan­do el momen­to his­tó­ri­co en que se de-sarro­lló, uti­li­zan­do acer­ta­da­men­te la estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria, uni­fi­can­do a todas las masas anhe­lan­tes de un cam­bio median­te el lide­raz­go de un movi­mien­to que supo en un momen­to dado inter­pre­tar las aspi­ra­cio­nes del pue­blo cubano bajo la direc­ción de un líder de carac­te­rís­ti­cas extra­or­di­na­rias que, como todos los gran­des líde­res, supo aglu­ti­nar a todo el pue­blo de Cuba.

En las con­di­cio­nes espe­cia­les en que noso­tros está­ba­mos, luchan­do des­de la Sie­rra en las difí­ci­les con­di­cio­nes de la gue­rri­lla, en los cam­pos, uni­fi­car un ejér­ci­to cam­pe­sino que avan­zó sobre las ciu­da­des, que unió así a la cla­se obre­ra, que derro­tó al ejér­ci­to en una y en muchas bata­llas cam­pa­les y que lle­gan­do des­de el cam­po entró en la ciu­dad y des­pués se dedi­có sis­te­má­ti­ca­men­te a des­truir el vie­jo orden esta­ble­ci­do, empe­zan­do natu­ral­men­te por el arma más pode­ro­sa de la reac­ción que es el ejér­ci­to, por­que no hay revo­lu­ción triun­fan­te que no ten­ga como impo­si­ción pri­me­ra la de cam­biar total­men­te el ejér­ci­to ven­ci­do, reem­pla­zar­lo por un nue­vo ejér­ci­to y esta­ble­cer el domi­nio de clase.

Eso hici­mos noso­tros y esa es nues­tra vir­tud, esa es la expe­rien­cia que pode­mos mos­trar a los pue­blos del mun­do y sobre todo a los pue­blos de Amé­ri­ca, con más fuer­za, con más pate­tis­mo por­que habla­mos el mis­mo idio­ma, hemos vivi­do la mis­ma expe­rien­cia y nos enten­de­mos muy fácil­men­te cuan­do esta­mos en uno u otro país. Por eso mos­tra­mos aquí una expe­rien­cia, natu­ral­men­te no la úni­ca, no pre­ten­de­mos de nin­gu­na mane­ra que esta expe­rien­cia cuba­na mar­que el úni­co camino para la libe­ra­ción de Amé­ri­ca, pero sí uno impor­tan­te, la demos­tra­ción efec­ti­va de que los ejér­ci­tos repre­si­vos se pue­den des­truir, que el pue­blo pue­de ir arman­do a su van­guar­dia com­ba­tien­te ense­ñán­do­le a com­ba­tir, a des­truir al ejér­ci­to adver­sa­rio, a aco­sar­lo y al final a pulverizarlo.

Pode­mos noso­tros tam­bién mos­trar aquí como cre­ce, como se desa­rro­llan las masas, uno de los fenó­me­nos más intere­san­tes que es el fenó­meno del desa­rro­llo de la con­cien­cia revolucionaria.

Todos sabe­mos que se nece­si­tan, para que haya una revo­lu­ción, con­di­cio­nes obje­ti­vas y sub­je­ti­vas y se nece­si­ta que el gobierno obje­to de la revo­lu­ción esté sufrien­do emba­tes fuer­tes y haya per­di­do su capa­ci­dad de reac­ción. Las con­di­cio­nes obje­ti­vas están dadas en toda Amé­ri­ca. No hay país de Amé­ri­ca don­de no estén en este momen­to dadas al máxi­mo las con­di­cio­nes sub­je­ti­vas, sin embar­go, no han madu­ra­do en todos los paí­ses con igual intensidad.

Noso­tros demos­tra­mos que las con­di­cio­nes espe­cia­les de Cuba, las con­di­cio­nes sub­je­ti­vas iban madu­ran­do al calor de la lucha arma­da, que la lucha arma­da era un cata­li­za­dor que agu­di­za­ba las luchas, que lle­va­ba has­ta el paro­xis­mo estas luchas y que iba hacien­do nacer una con­cien­cia. Con­di­cio­nes sub­je­ti­vas noso­tros las lla­ma­mos a la con­cien­cia de la nece­si­dad de un cam­bio en una situa­ción social dada y a la cer­te­za de la posi­bi­li­dad de ese cambio.

La nece­si­dad de un cam­bio la cono­cen muy bien las masas de toda Amé­ri­ca, la posi­bi­li­dad de un cam­bio, la posi­bi­li­dad de tomar el poder es algo que no siem­pre se cono­ce, los pue­blos no siem­pre cono­cen su fuer­za y la lucha arma­da en Cuba fue desa­rro­llan­do esa fe del pue­blo en su poder, has­ta con­ver­tir­lo en una cer­te­za de la vic­to­ria y has­ta hacer que esta fe nos hicie­ra lan­zar­nos con­tra las armas del enemi­go, derro­tar su supe­rio­ri­dad numé­ri­ca en cuan­to a sol­da­dos arma­dos, su supe­rio­ri­dad de fue­go, la supe­rio­ri­dad de sus armas moder­nas, ata­car­lo a veces en con­di­cio­nes de uno a diez y des­truir­lo en todos sus focos has­ta obte­ner el triunfo.

Des­pués lle­ga la otra eta­pa, la que esta­mos vivien­do, más difí­cil, más ardua qui­zás que la mis­ma eta­pa de la gue­rra. Una vez más repi­to que eso es lo que noso­tros tene­mos que mos­trar ante uste­des, tene­mos la obli­ga­ción y el deber moral de mos­trar tal cual es, no para copiar­lo, sí para estu­diar­lo, sí para analizarlo.

Cuan­do el tiem­po siga su cur­so y tam­bién la Revo­lu­ción Cuba­na se con­vier­ta en obje­to de estu­dios his­tó­ri­cos y algu­nos de los que par­ti­ci­pa­ron en esta Revo­lu­ción sean cata­lo­ga­dos por las gene­ra­cio­nes veni­de­ras como héroes de este momen­to, enton­ces la Revo­lu­ción ten­drá estas vir­tu­des las que aho­ra he enu­me­ra­do, las vir­tu­des de haber demos­tra­do ante Amé­ri­ca lo que pue­de hacer un pue­blo en armas cuan­do está bien ele­gi­da su estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria y cuan­do está bien diri­gi­do su Ejér­ci­to Revolucionario.

Natu­ral­men­te, en Amé­ri­ca hay con­di­cio­nes dife­ren­tes, hay paí­ses con gran­des con­di­cio­nes para la lucha de gue­rri­llas y paí­ses con cam­pe­si­na­dos muy fuer­te­men­te desa­rro­lla­dos don­de se hace mejor la gue­rra, hay paí­ses don­de la cla­se obre­ra, las pobla­cio­nes urba­nas son mucho mayo­res y don­de las con­di­cio­nes para una gue­rra son más difí­ci­les. Noso­tros no somos téc­ni­cos espe­cia­lis­tas en sub­ver­sión como hay téc­ni­cos espe­cia­lis­tas con­tra la sub­ver­sión, sin embar­go sabe­mos una cosa y es que un hom­bre arma­do vale tan­to o más que otro hom­bre arma­do de acuer­do con la ideo­lo­gía con que lle­ve su arma y que para que un hom­bre esté arma­do tie­ne que con­se­guir un arma y que las armas no nacen por gene­ra­ción espon­tá­nea ni están tira­das a la vuel­ta de la esqui­na, las armas están en poder del ejér­ci­to enemi­go, del ejér­ci­to opre­sor. Para lograr la libe­ra­ción revo­lu­cio­na­ria hay que tomar las armas, las pocas que haya y con esas qui­tar nue­vas armas y con­ver­tir el peque­ño ejér­ci­to en un gran ejér­ci­to popu­lar (aplau­sos).

Per­dó­nen­me com­pa­ñe­ros mi insis­ten­cia cas­tren­se en las armas. Suce­de que esta­mos evo­can­do un día en el cual el pue­blo argen­tino mani­fes­tó su deci­sión de tomar la inde­pen­den­cia con­tra el poder espa­ñol y des­pués de hacer el cabil­do abier­to y des­pués de aque­llas dis­cu­sio­nes de las cua­les año tras año recor­dá­ba­mos en actos como éstos, des­pués de escu­char las mani­fes­ta­cio­nes de los obis­pos espa­ño­les que se nega­ban a la inde­pen­den­cia y mani­fes­ta­ban la supe­rio­ri­dad racial de Espa­ña, des­pués de todo eso, hubo que ins­tru­men­tar aquel triun­fo polí­ti­co de un momen­to y enton­ces el pue­blo argen­tino tuvo que tomar las armas. Pero aún más com­pa­ñe­ros, des­pués de tomar las armas y expul­sar de todas las fron­te­ras al inva­sor espa­ñol, había que ase­gu­rar la inde­pen­den­cia de la Argen­ti­na, ase­gu­ran­do tam­bién la inde­pen­den­cia de las her­ma­nas nacio­nes de Amé­ri­ca. Y los ejér­ci­tos argen­ti­nos cru­za­ron los Andes para ayu­dar a la libe­ra­ción de otros pue­blos y cuan­do se recuer­da las ges­tas liber­ta­do­ras siem­pre nues­tro orgu­llo, más que el de haber obte­ni­do la liber­tad de nues­tro terri­to­rio y haber sabi­do defen­der­lo de la intru­sión de la fuer­za rea­lis­ta, es el haber coope­ra­do a la libe­ra­ción de Chi­le y a la libe­ra­ción del Perú con nues­tras fuer­zas, con nues­tros ejércitos.

Aque­llo era más que un altruis­mo de las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias, era una nece­si­dad impe­rio­sa, era el dic­ta­do de la estra­te­gia mili­tar para obte­ner una vic­to­ria de alcan­ces con­ti­nen­ta­les don­de no podía haber vic­to­rias par­cia­les, don­de no podía haber otro resul­ta­do que el triun­fo total o la derro­ta total de las ideas revo­lu­cio­na­rias y ese momen­to de Amé­ri­ca se repi­te hoy. Aquí en esta peque­ña isla del Cari­be rodea­da de mar, rodea­da de enemi­gos tam­bién, se vuel­ve a repe­tir la his­to­ria que la Argen­ti­na una vez vivió.

Nues­tra Revo­lu­ción es una Revo­lu­ción que nece­si­ta expan­dir sus ideas, que nece­si­ta que otros pue­blos la abra­cen, que nece­si­ta que otros pue­blos de Amé­ri­ca se lle­nen de bríos, tomen las armas o tomen el poder, lo mis­mo da, por­que en defi­ni­ti­va al tomar el poder hay que tomar las armas des­pués y nos ayu­den, nos ayu­den en esta tarea que es la tarea de toda Amé­ri­ca y que es la tarea de la huma­ni­dad, la tarea glo­bal de luchar por la des­truc­ción del enemi­go mono­po­lis­ta, impe­ria­lis­ta, que no va a ser derro­ta­do sino cuan­do el últi­mo de sus mag­na­tes vaya por lo menos a la cár­cel sino al patí­bu­lo, que no pue­de ter­mi­nar antes, que no pue­de ter­mi­nar sino con la derro­ta total del imperialismo.

La derro­ta total del impe­ria­lis­mo se está crean­do cada día que las fuer­zas popu­la­res dan una bata­lla y la ganan en cual­quier lugar de Amé­ri­ca o del mun­do, tan her­ma­nos nues­tros, tan her­ma­nos en nues­tro des­tino son los pue­blos de Amé­ri­ca en este momen­to como son los pue­blos del Asia o del Áfri­ca, tan her­mano nos sen­ti­mos noso­tros en este momen­to del pue­blo de Vene­zue­la, de Para­guay o del Perú, o del pue­blo de Argen­ti­na, como de los pue­blos de Arge­lia que obtie­nen su inde­pen­den­cia, de los pue­blos de Viet­nam o de Laos que todos los días pere­cen por obte­ner la independencia.

Todo es par­te de una sola lucha y es ver­dad cuan­do el impe­ria­lis­mo lo lla­ma con un deno­mi­na­dor común, por­que aún cuan­do las ideo­lo­gías cam­bien, aún cuan­do uno se reco­noz­ca comu­nis­ta o socia­lis­ta, pero­nis­ta o cual­quier otra ideo­lo­gía polí­ti­ca en deter­mi­na­do país, sola­men­te caben dos posi­cio­nes en la his­to­ria: o se está a favor de los mono­po­lios o se está en con­tra de los mono­po­lios (aplau­sos). Y todos los que están en con­tra de los mono­po­lios, a todos ellos se les pue­de apli­car un deno­mi­na­dor común, en eso los nor­te­ame­ri­ca­nos tie­nen razón, todos los que lucha­mos por la libe­ra­ción de nues­tros pue­blos lucha­mos al mis­mo tiem­po, a veces aun­que no lo sepa­mos, por el ani­qui­la­mien­to del impe­ria­lis­mo y todos somos alia­dos aun­que a veces tam­po­co lo sepa­mos, aun­que a veces nues­tras pro­pias fuer­zas las divi­da­mos en que­re­llas inter­nas, a veces en dis­cu­sio­nes esté­ri­les, deja­mos de hacer el fren­te nece­sa­rio para luchar con­tra el imperialismo.

Pero todos, todos los que lucha­mos hones­ta­men­te por la libe­ra­ción de nues­tras res­pec­ti­vas patrias, somos enemi­gos direc­tos del impe­ria­lis­mo. En este momen­to no cabe otra posi­ción que la de lucha direc­ta o la de cola­bo­ra­ción, y yo se que nin­guno de uste­des es cola­bo­ra­dor del enemi­go, que nin­guno de uste­des está ni remo­ta­men­te a favor del impe­ria­lis­mo y que todos están deci­di­da­men­te por la libe­ra­ción de Argen­ti­na (aplau­sos) libe­ra­ción, por­que la Argen­ti­na está de nue­vo enca­de­na­da, cade­nas a veces difí­ci­les de ver, cade­nas que no siem­pre son visi­bles para todo el pue­blo, pero que la están ama­rran­do día a día. El petró­leo se va por un lado, com­pa­ñías nor­te­ame­ri­ca­nas entran por todos los lados del país, vie­jas con­quis­tas van cayen­do y todo eso se pro­du­ce len­ta­men­te, como un veneno sutil que va pene­tran­do así en la Argen­ti­na como en muchos otros paí­ses de América.

Sin embar­go el pue­blo reac­cio­na, reac­cio­na con vehe­men­cia fren­te a esta pene­tra­ción que es sutil en tér­mi­nos gene­ra­les, pero que siem­pre se asien­ta sobre las espal­das del pue­blo y cuan­do los gobier­nos tra­tan de lavar­se las manos con una elec­ción, suce­den para ellos fra­ca­sos como el de la últi­ma, enton­ces vie­ne la inter­ven­ción des­ca­ra­da del impe­ria­lis­mo, de sus títe­res, de todos sus ede­ca­nes. Enton­ces vuel­ve una situa­ción ya cono­ci­da y vuel­ven las luchas de las masas populares.

Si los cau­di­llos de la reac­ción son hábi­les, tal vez las encau­cen hacia nue­vas for­mas en que pue­da per­mi­tir­se otra bur­la más. Si los cau­di­llos de la reac­ción no son lo sufi­cien­te­men­te hábi­les o si el pue­blo es más avi­zor que ellos, pue­de ser que el impul­so de las masas lle­gue más allá de don­de se ha lle­ga­do has­ta aho­ra, pue­de ser que se dé el paso nece­sa­rio para que la cla­se obre­ra tome el poder, pue­de ser que las masas de obre­ros y cam­pe­si­nos de nues­tro país apren­dan algún nue­vo camino o sigan por cami­nos ya cono­ci­dos y des­tru­yan un poder que está vaci­lan­te ya, que se basa en este momen­to en el mie­do a la bayo­ne­ta, en la des­unión de nues­tras fuer­zas, en la fal­ta de con­cien­cia de la posi­bi­li­dad del cam­bio, de la posi­bi­li­dad de la lucha, de la fuer­za inmen­sa del pue­blo, de la debi­li­dad com­pa­ra­ti­va­men­te enor­me de la fuer­za represiva.

Si nues­tro pue­blo apren­de bien las lec­cio­nes, si no se deja enga­ñar de nue­vo, si no suce­den nue­vas y peque­ñas esca­ra­mu­zas que lo ale­jen del obje­ti­vo cen­tral que debe ser tomar el poder, nada más ni nada menos que tomar el poder, podrán dar­se en la Argen­ti­na con­di­cio­nes nue­vas, las con­di­cio­nes que en su épo­ca repre­sen­ta el 25 de mayo, las con­di­cio­nes de un cam­bio total, sola­men­te que en este momen­to de colo­nia­lis­mo y de impe­ria­lis­mo el cam­bio total sig­ni­fi­ca el paso que noso­tros hemos dado, el paso hacia la Decla­ra­ción de la Revo­lu­ción Socia­lis­ta y el esta­ble­ci­mien­to de un poder que se dedi­que a la cons­truc­ción del Socialismo.

En fin de cuen­tas el Socia­lis­mo es una eta­pa eco­nó­mi­ca de la huma­ni­dad, no pode­mos esca­par, que­rá­mos­lo o no, el pasar por esta eta­pa, pode­mos sí retar­dar­lo y pode­mos tam­bién ade­lan­tar­lo, esa es la par­te que corres­pon­de de la lucha a los diri­gen­tes de las dos gran­des fuer­zas en pugna.

Si la reac­ción sabe mane­jar sus caño­nes, sus armas de divi­sión, su arma de ame­dren­ta­mien­to, qui­zás duran­te muchos años podrá impe­dir que lle­gue el Socia­lis­mo a un país deter­mi­na­do, pero tam­bién si el pue­blo sabe mane­jar su ideo­lo­gía correc­ta­men­te, sabe tomar su estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria ade­cua­da, sabe ele­gir el momen­to para dar el gol­pe y lo da sin mie­do y has­ta el fon­do, el adve­ni­mien­to del poder revo­lu­cio­na­rio pue­de ser a muy cor­to pla­zo en cual­quier país de Amé­ri­ca, y con­cre­ta­men­te en la Argentina.

Eso, com­pa­ñe­ros, el que se repi­ta la expe­rien­cia his­tó­ri­ca del 25 de Mayo en estas nue­vas con­di­cio­nes, depen­de nada más que del pue­blo argen­tino y de sus diri­gen­tes, es decir, depen­de de uste­des en cuan­to a pue­blo y en cuan­to a diri­gen­tes; de tal mane­ra que tam­bién una gran res­pon­sa­bi­li­dad cae sobre uste­des, la res­pon­sa­bi­li­dad de saber luchar y de saber diri­gir a un pue­blo que hace tiem­po está expre­san­do en todas las mane­ras con­ce­bi­bles, su deci­sión de des­truir las vie­jas cade­nas y de libe­rar­se de las nue­vas cade­nas con que ame­na­za ama­rrar­lo el impe­ria­lis­mo. Tome­mos pues el ejem­plo mani­do de Mayo, el ejem­plo tan­tas veces dis­tor­sio­na­do de Mayo, tome­mos el ejem­plo de la Revo­lu­ción liber­ta­do­ra que salió de sus fron­te­ras, inun­dó con una ideo­lo­gía nue­va, que no era pro­pia, pero que había encar­na­do en sí para tras­la­dar­la a América.

Y pen­se­mos en estos momen­tos de Amé­ri­ca, en estos mis­mos momen­tos en que una espe­cie de 25 de Mayo se ha dado en la zona del Cari­be, en que des­de aquí se lan­zan pro­cla­mas revo­lu­cio­na­rias que lle­gan a todos los pue­blos de Amé­ri­ca y en que la Segun­da Decla­ra­ción de la Haba­na luce algo así como una decla­ra­ción de los dere­chos del hom­bre para los pue­blos de aque­lla época.

Pen­se­mos en la uni­dad indes­truc­ti­ble de todo nues­tro Con­ti­nen­te, pen­se­mos en todo lo que nos ata y nos une y no en lo que nos divi­de, pen­se­mos en todas nues­tras cua­li­da­des igua­les, pen­se­mos en nues­tra eco­no­mía igual­men­te dis­tor­sio­na­da, igual­men­te ahe­rro­ja­do cada pue­blo por el mis­mo impe­ria­lis­mo, pen­se­mos en que somos par­te de un ejér­ci­to que lucha por su libe­ra­ción en cada peda­zo del mun­do don­de toda­vía no se ha logra­do. Y apres­té­mo­nos a cele­brar otro 25 de Mayo, ya no en esta tie­rra gene­ro­sa sino en la tie­rra pro­pia y bajo sím­bo­los nue­vos, bajo el sím­bo­lo de la vic­to­ria, bajo el sím­bo­lo de la cons­truc­ción del Socia­lis­mo, bajo el sím­bo­lo del futu­ro. (Aplau­sos).

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