El dog­ma­tis­mo es con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio – Angel Miguel Rangifo

Los seres huma­nos inten­ta­mos resol­ver los pro­ble­mas con ideas, las cua­les son abs­trac­cio­nes resul­tan­tes de la aso­cia­ción de fenó­me­nos o hechos dis­tan­tes en el tiem­po y la dis­tan­cia. Fenó­me­nos o hechos habi­tual­men­te obso­le­tos, por­que el mun­do cam­bia a una velo­ci­dad impre­sio­nan­te y, ade­más, des­fa­sa­dos de la reali­dad por­que están pla­ga­dos de dog­ma­tis­mo, lo cual es la nega­ción de que el uni­ver­so evo­lu­cio­na cons­tan­te­men­te y que noso­tros como par­te del mis­mo esta­mos en un per­ma­nen­te esta­do de cam­bio. Por ello nos equi­vo­ca­mos con suma frecuencia.

Por más de 1.400 años el mun­do ente­ro cre­yó los plan­tea­mien­tos astro­nó­mi­cos de Pto­lomeo, según los cua­les la Tie­rra inmó­vil era el cen­tro del Uni­ver­so, y el sol, la luna y los pla­ne­tas gira­ban en torno a ella.
El flo­ren­tino Gali­leo Gali­lei al pre­sen­tar en el año 1611 prue­bas obje­ti­vas de que la tie­rra no era el cen­tro de la tie­rra y ade­más se movía, se enfren­tó al poder del dog­ma­tis­mo de la Igle­sia cató­li­ca que lo juz­gó y con­de­nó a pri­sión domi­ci­lia­ria has­ta su muerte.
Es un ejem­plo de la lucha de dos méto­dos de expli­car los fenó­me­nos de la natu­ra­le­za. Por un lado tene­mos los argu­men­tos basa­dos en la obser­va­ción de la reali­dad y la pre­sen­ta­ción de prue­bas para sus­ten­tar las afir­ma­cio­nes y por el otro los argu­men­tos basa­dos en la “auto­ri­dad” bien de filó­so­fos o de “exper­tos”, otor­ga­da por el poder polí­ti­co, eco­nó­mi­co y/​o religioso.
Los aná­li­sis de los pro­ble­mas socia­les y polí­ti­cos gene­ral­men­te se basan en docu­men­tos nada con­fia­bles. La His­to­ria es uno de ellos, a pesar de que es amplia­men­te cono­ci­do que es mane­ja­da al anto­jo de sus escri­to­res. Por ejem­plo, hay dos ver­sio­nes de la Revo­lu­ción Rusa: una escri­ta por Trostky y la otra por Sta­lin. Los judíos y los musul­ma­nes diri­men sus con­tro­ver­sias, apo­yán­do­se en la inter­pre­ta­ción de la Biblia y el Corán res­pec­ti­va­men­te, libros sagra­dos con múl­ti­ples ver­sio­nes, todas lle­nas de dog­ma­tis­mo. Por lo tan­to, las con­clu­sio­nes a que arri­ban los “exper­tos”, basa­dos en esas refe­ren­cias delez­na­bles, están siem­pre ale­ja­das de la ver­dad. Sin embar­go, en el mun­do se mane­jan como si fue­ran ver­da­des incon­mo­vi­bles, a pesar de que la huma­ni­dad nau­fra­ga en un mar de san­gre y mise­ria, por erro­res indu­ci­dos por el dog­ma­tis­mo polí­ti­co y reli­gio­so de la His­to­ria y los libros sagrados.
El pen­sa­mien­to de la huma­ni­dad con­du­ci­do por el dog­ma­tis­mo, es un freno a la com­pren­sión de los pro­ble­mas socia­les y fac­tor limi­tan­te al desa­rro­llo indi­vi­dual y colec­ti­vo, cau­sal del estan­ca­mien­to social de los paí­ses pobres y de las cri­sis que perió­di­ca­men­te azo­tan a los paí­ses ricos. El ejem­plo más recien­te es la cri­sis mun­dial que esta­mos vivien­do, que sor­pren­dió tan­to a “exper­tos” eco­no­mis­tas y finan­cie­ros como a los más ave­za­dos políticos.
La His­to­ria ense­ña que las socie­da­des huma­nas siem­pre han esta­do divi­di­das en cla­ses, con una mino­ría due­ña de las rique­zas y la mayo­ría pobre, y se acep­ta como una ver­dad irre­fu­ta­ble, que no pue­de haber una socie­dad de igua­les por­que el mun­do fue hecho así. Plan­tea­mien­to dog­má­ti­co que ha per­mi­ti­do la hege­mo­nía polí­ti­ca de los ricos, con las secue­las del machis­mo y la explo­ta­ción inmi­se­ri­cor­de del tra­ba­jo humano por sus con­gé­ne­res, lacras que des­apa­re­ce­rían en una socie­dad de igua­les, llá­me­se como se llame.
Como con­tra­par­ti­da al dog­ma­tis­mo tene­mos el méto­do cien­tí­fi­co. Este méto­do apli­ca­do en dis­ci­pli­nas que se fun­da­men­tan en cono­ci­mien­tos mate­má­ti­cos e ins­tru­men­tos de medi­ción, pro­du­ce cono­ci­mien­tos que se tie­nen como cier­tos, por­que pasan por la prue­ba de ser repro­du­ci­bles. Así es en Físi­ca, Quí­mi­ca, Bio­lo­gía, etc. Sin embar­go, el cono­ci­mien­to gene­ra­do está suje­to a con­ti­nua revi­sión, por­que las dudas traen nue­vos cono­ci­mien­tos que más pron­to que tar­de tam­bién se harán obso­le­tos. Por más de dos mil años, la línea rec­ta fue la dis­tan­cia más cor­ta entre dos pun­tos, un con­cep­to teni­do como axio­má­ti­co que aho­ra no exis­te. Lo que se tenía por línea rec­ta es sólo un seg­men­to de una cir­cun­fe­ren­cia cuyo radio pue­de ser el infi­ni­to. Ese cam­bio per­mi­tió el desa­rro­llo tec­no­ló­gi­co aeroespacial.
Median­te la labor de inves­ti­ga­ción cien­tí­fi­ca cada res­pues­ta a una incóg­ni­ta gene­ra nue­vas incóg­ni­tas. Es decir, que la reali­dad cien­tí­fi­ca está cons­ti­tui­da por una secuen­cia de apro­xi­ma­cio­nes a la ver­dad. Todo pue­de ser o no ser por­que el uni­ver­so evo­lu­cio­na constantemente.
El cien­tí­fi­co en su bús­que­da de la ver­dad detie­ne un pro­ce­so feno­me­no­ló­gi­co en algún ins­tan­te e invier­te una can­ti­dad de tiem­po en estu­diar­lo, por ello cuan­do cree haber lle­ga­do a expli­car­se ese fenó­meno en par­ti­cu­lar, el mis­mo ya no exis­te. La ver­dad ha per­di­do su certeza.
Pero… cada vez que se alcan­za un pel­da­ño en la lar­ga esca­le­ra del cono­ci­mien­to, muchos cien­tí­fi­cos, que no debe­rían ser cata­lo­ga­dos como tales, se afe­rran a él como si fue­ra una ver­dad abso­lu­ta. Se les sale el dog­má­ti­co que lle­van por den­tro, una ambi­va­len­cia deter­mi­na­da por las ideas reli­gio­sas que sus­ten­tan, las cua­les cho­can con una reali­dad que no quie­ren aceptar.
Entre los ver­da­de­ros cien­tí­fi­cos la crí­ti­ca es bien­ve­ni­da, por­que deja ver los erro­res y per­mi­te la rec­ti­fi­ca­ción. Entre los polí­ti­cos, aca­dé­mi­cos de cien­cias socia­les y los reli­gio­sos, la crí­ti­ca es mal vis­ta por­que pien­san que les hace per­der cre­di­bi­li­dad y por ello sin pro­po­nér­se­lo repi­ten los erro­res cometidos.
El comien­zo del siglo XX, pare­cía el siglo de la rup­tu­ra de para­dig­mas dog­má­ti­cos. Cuan­do Eins­tein hace públi­ca la Teo­ría de la Rela­ti­vi­dad, el sal­to cien­tí­fi­co que revo­lu­cio­nó al mun­do tec­no­ló­gi­co, hacía ape­nas dos años que el mun­do dog­má­ti­co se había estre­me­ci­do con la apa­ri­ción en Rusia de un gobierno revo­lu­cio­na­rio, que pro­cla­ma­ba la for­ma­ción de un Esta­do Socia­lis­ta bajo la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, fun­da­men­ta­do en un aná­li­sis de la socie­dad rusa, cali­fi­ca­do de cien­tí­fi­co, median­te el marxismo-leninismo.
Pare­cía que el mun­do comen­za­ba a cam­biar. La his­to­ria pos­te­rior demos­tró que esos “revo­lu­cio­na­rios” eran dog­má­ti­cos y sus ideas como las de los “cien­tí­fi­cos” que no dejan de ser dog­má­ti­cos, pasan a la cate­go­ría de papel en los bota­de­ros de basu­ra. El daño que esos “revo­lu­cio­na­rios” hicie­ron con su dog­ma­tis­mo en millo­nes de jóve­nes alre­de­dor del mun­do, tie­ne per­ma­nen­cia y efec­to en el pre­sen­te de la humanidad.
El ser humano por natu­ra­le­za, no es dog­má­ti­co, siem­pre duda y eso le hace inves­ti­gar y ser crea­ti­vo para cono­cer la ver­dad. Es la edu­ca­ción a la que son some­ti­dos los niños y ado­les­cen­tes, la que los con­vier­te en seres timo­ra­tos y con­for­mis­tas, que acep­tan sin dis­cu­sión los dog­mas como verdades.
El cien­tí­fi­co es un indi­vi­duo excep­cio­nal que se esca­pó de las redes del dog­ma­tis­mo repre­sen­ta­das por los veri­cue­tos de la edu­ca­ción for­mal. Es una per­so­na que ve y encuen­tra nove­da­des, don­de todo el mun­do ha vis­to y no encon­tra­do nada de par­ti­cu­lar. El cien­tí­fi­co usa el razo­na­mien­to crí­ti­co para acer­car­se a la ver­dad y lograr trans­for­ma­cio­nes que hagan la vida agra­da­ble a los seres huma­nos. El cien­tí­fi­co en la prác­ti­ca es un revolucionario.
El polí­ti­co revo­lu­cio­na­rio es un ser anti­dog­má­ti­co social, sin entre­na­mien­to cien­tí­fi­co for­mal, que cree que el mun­do pue­de ser un sitio don­de el ser humano pue­de vivir en paz, por­que los ani­ma­les de una mis­ma espe­cie no se matan entre sí. Todo lo con­tra­rio, son soli­da­rios unos con otros. Esas ideas ele­men­ta­les, lo obli­gan a ser crea­ti­vo para pro­po­ner cam­bios en las estruc­tu­ras socia­les que con­duz­can hacia ese mun­do posible.
En el pre­sen­te revo­lu­cio­na­rio de nues­tro país, es coti­diano ver en pro­gra­mas de radio y tele­vi­sión a muchos “exper­tos” caren­tes de crea­ti­vi­dad con plan­tea­mien­tos dog­má­ti­cos que ayu­dan muy poco a enten­der el mun­do en que vivi­mos y menos aún a dar pasos efec­ti­vos en la solu­ción de los ago­bian­tes pro­ble­mas de nues­tra socie­dad. Es lógi­co que el poder eco­nó­mi­co y la Igle­sia cató­li­ca ten­gan sus voce­ros, para defen­der el dog­ma­tis­mo sobre el que han eri­gi­do la supre­ma­cía que detentan.
Pero es fre­cuen­te tam­bién oír a dipu­tados de la AN, minis­tros, gober­na­do­res etc. que se auto­ca­li­fi­can de revo­lu­cio­na­rios, con plan­tea­mien­tos dog­má­ti­cos que son una mues­tra de su poca com­pren­sión de los pro­ble­mas socia­les actua­les y su caren­cia de crea­ti­vi­dad, para apor­tar ideas que solu­cio­nen los pro­ble­mas que enfren­ta la crea­ción del socia­lis­mo bolivariano.
De estos dos gru­pos el segun­do repre­sen­ta una ver­da­de­ra rémo­ra al pro­ce­so de desa­rro­llo social, por­que des­orien­ta a la masa de vene­zo­la­nos que bus­can ansio­sa­men­te el camino revo­lu­cio­na­rio para resol­ver sus problemas.

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