La soli­da­ri­dad idio­ta- Amer Mohsen

Tras crí­me­nes y tra­ge­dias como la que vivió París ayer, el dis­cur­so se ve des­bor­da­do por el leit­mo­tiv de la «Soli­da­ri­dad con Fran­cia» (como si hubie­ra sido víc­ti­ma de una ofen­si­va exte­rior). Sobre todo de ára­bes y musul­ma­nes que con­si­de­ran que el aten­ta­do les obli­ga a posi­cio­nar­se, dis­cul­par­se, mani­fes­tar­se y apo­yar la liber­tad de pren­sa y opi­nión para con­fir­mar que ellos no son de los «musul­ma­nes malos».

Ese len­gua­je hue­co y esos sen­ti­mien­tos enva­sa­dos de las cam­pa­ñas de soli­da­ri­dad fal­si­fi­can la ver­dad de lo suce­di­do. No abor­dan el hecho ni per­mi­ten un deba­te real sobre las raí­ces del acto vio­len­to come­ti­do ni los actos de vio­len­cia que nos depa­ra el futu­ro. El leit­mo­tiv de la «Soli­da­ri­dad con Fran­cia» y la pre­sen­ta­ción del ata­que como un ele­men­to forá­neo o ajeno al país es un vie­jo com­por­ta­mien­to en el pro­ce­so de trans­for­ma­ción de las cri­sis inter­nas en cri­sis exter­nas elu­dien­do así la idea esen­cial: que lo ocu­rri­do en París es «Fran­cia ata­can­do a Francia».

Los eje­cu­to­res del ata­que son pro­ba­ble­men­te fran­ce­ses de naci­mien­to y edu­ca­ción, como muchos sala­fis­tas euro­peos que solo pue­den ser vis­tos como un pro­duc­to puro de la socie­dad fran­ce­sa y no como el marro­quí o el tune­cino que no han cono­ci­do, con el que no han con­vi­vi­do, por­que enton­ces esta­re­mos adop­tan­do la teo­ría racis­ta que con­si­de­ra que el islam es un ele­men­to ajeno a Euro­pa, que le lle­ga del exte­rior, y no la reli­gión de millo­nes de sus ciudadanos.

El aten­ta­do de París evo­ca dos diná­mi­cas, dos filo­so­fías, dos socie­da­des, la rela­ción de Fran­cia con sus musul­ma­nes en los años pasa­dos. Y ahí comien­za la res­pues­ta a la pre­gun­ta de la vio­len­cia sala­fis­ta que hizo san­grar al sema­na­rio” Char­lie Heb­do” el miér­co­les por la maña­na. En pri­mer lugar, el racis­mo de la socie­dad y el Esta­do de Fran­cia con­tra los emi­gran­tes y sus hijos no per­mi­te que el musul­mán fran­cés se inte­gre de for­ma espon­tá­nea en su entorno, has­ta el pun­to de que los tér­mi­nos musul­mán y fran­cés son antó­ni­mos. Al mis­mo tiem­po el Esta­do fran­cés per­mi­tió des­de los años seten­ta que el capi­tal sau­dí ope­ra­ra con liber­tad en el ámbi­to de la pre­di­ca­ción, y el sala­fis­mo waha­bí a pun­to estu­vo de hacer­se con el mono­po­lio de los cen­tros islá­mi­cos, las mez­qui­tas y la ense­ñan­za reli­gio­sa en ese país.

El fran­cés recha­za­do por la socie­dad bus­ca su iden­ti­dad islá­mi­ca, encon­trar­se a sí mis­mo y se hace sala­fis­ta (el jeque sala­fis­ta al que Ara­bia Sau­dí le paga el suel­do, la mez­qui­ta sala­fis­ta, el entorno que se vuel­ve sala­fis­ta). Y esa doc­tri­na no tie­ne nin­gu­na rela­ción con el islam que tra­je­ron esos emi­gran­tes ni con sus socie­da­des de ori­gen. Las rela­cio­nes de Fran­cia con Ara­bia Sau­dí, des­de los con­tra­tos de armas has­ta la corrup­ción y los pagos que han reci­bi­do los polí­ti­cos fran­ce­ses a lo lar­go de déca­das, han per­mi­ti­do la «entre­ga» del islam euro­peo a los sau­díes y la «sala­fi­za­ción» de barrios ente­ros en las ciu­da­des europeas.

Para no entrar en la lógi­ca de dar más impor­tan­cia a las víc­ti­mas blan­cas que a las demás, tene­mos que recor­dar que vivi­mos en un mun­do en el que cada día suce­den cosas horri­bles e injus­tas, muchas de ellas más duras y abo­mi­na­bles que el aten­ta­do de París [por ejem­plo los ata­ques terro­ris­tas en Siria, apo­ya­dos por Fran­cia]. En lugar de recu­rrir a las dis­cul­pas, hay que expli­car­les a los fran­ce­ses, con cla­ri­dad, que ese es «su islam», de ellos, no nues­tro islam, y que lo que ha pasa­do en París es el prin­ci­pio y no el final de la cose­cha que han sembrado.

Aho­ra les que­dan dos opcio­nes: o bus­car los fallos de sus polí­ti­cas [inte­rio­res y exte­rio­res] y de su racis­mo, o tomar la direc­ción con­tra­ria, es decir, el camino de la extre­ma dere­cha, y ren­dir­se a la idea de que «el pro­ble­ma» es el islam y los musul­ma­nes lle­ga­dos de otro planeta.

El humo­ris­ta sirio Mua­faq Qat rela­cio­na el aten­ta­do con­tra “Char­lie Heb­do” (en el bol de lápi­ces) con Hada­la, per­so­na­je del cari­ca­tu­ris­ta pales­tino Nayi al Ali, ase­si­na­do en Lon­dres en 1987. Han­da­la escri­be: “El terro­ris­mo no tie­ne religión”.

Al Ajbar (Líbano) /​Al Fanar

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