La ley del embu­do- JM Olarieta

Dieu­don­né M’Bala
A Ben­ja­mín Netan­yahu nadie le invi­tó a la mani­fes­ta­ción mul­ti­tu­di­na­ria cele­bra­da en París. Es más, Hollan­de le pidió que no asis­tie­ra. Pero el pri­mer minis­tro israe­lí no lo nece­si­ta­ba para pre­sen­tar­se entre los defen­so­res de la liber­tad de expre­sión… pocos meses des­pués de masa­crar a 2.000 pales­ti­nos en Gaza y de invi­tar a los judíos fran­ce­ses a ins­ta­lar­se en Israel.
Para los sio­nis­tas, como para los nazis, cada cual tie­ne «su hogar». Siem­pre hay un hogar en algu­na par­te que es el que corres­pon­de a cada cual. El de los judíos no es Fran­cia sino Israel, el de los negros está en Áfri­ca, el de los chi­nos en Asia y así suce­si­va­men­te. Cada uno debe­ría vol­ver a «su tie­rra». Se lla­ma segre­ga­cion­si­mo o apartheid.
Pero si Wolins­ki, uno de los dibu­jan­tes ase­si­na­dos, cuya madre era judía, hubie­ra vivi­do en Israel no hubie­ra podi­do publi­car su cari­ca­tu­ras, dice un humo­ris­ta israe­lí, Ido Amin, al dia­rio Haa­retz de Tel Aviv. En Israel nun­ca hubie­ra podi­do publi­car­se una revis­ta como Char­lie Heb­do por­que hay una ley que prohi­be ofen­der la sen­si­bi­li­dad reli­gio­sa. Difí­cil­men­te el hogar de Wolins­ki hubie­ra podi­do estar allá.
La ley que repri­me las ofen­sas a la sen­si­bi­li­dad reli­gio­sa es una heren­cia de la épo­ca del Man­da­to Bri­tá­ni­co en Pales­ti­na. No se tra­ta de una ley con­tra la difa­ma­ción, la obs­ce­ni­dad o el racis­mo, sino una ley dra­co­nia­na, ase­gu­ra Ido Amin, que prohí­be repre­sen­tar a Moi­sés, Jesús o Maho­ma de una mane­ra que ofen­da a los creyentes.
El cari­ca­tu­ris­ta israe­lí rela­ta un epi­so­dio per­so­nal, cuan­do publi­có una cari­ca­tu­ra en un perió­di­co cri­ti­can­do la cere­mo­nia de los Kap­pa­rot, que con­sis­te en girar un pollo vivo por enci­ma de la cabe­za. Con­si­de­ra­do como una ofen­sa reli­gio­sa, el asun­to se lle­gó a dis­cu­tir en el Knes­set, el par­la­men­to israelí.
El minis­tro de la Poli­cía, sigue narran­do Amin, com­pa­ró su cari­ca­tu­ra a las que publi­ca­ban los nazis en el perió­di­co Der Stür­mer. A peti­ción del minis­tro, el redac­tor jefe del perió­di­co en el que tra­ba­ja­ba le inte­rro­gó, lue­go le des­pi­dió y final­men­te tuvo que dejar de dibujar.
Tam­bién Char­lie Heb­do des­pi­dió en 2008 a un dibu­jan­te que hizo un chis­te sobre el hijo del pre­si­den­te Sar­kozy, que se había casa­do con una judía. La revis­ta no lucha­ba con­tra la cen­su­ra sino a favor de ella.
Algún inge­nuo qui­zá supon­ga que la movi­li­za­ción de París pue­de ayu­dar a refor­zar las mal­tre­chas liber­ta­des públi­cas y, en par­ti­cu­lar, la liber­tad de expre­sión. Pero no se va a pro­du­cir nin­gu­na amplia­ción de los dere­chos y las garan­tías, sino todo lo con­tra­rio. Ser­vi­rá para que una mayor repre­sión sea amplia­men­te aceptada.
Al perio­dis­ta fran­cés Eric Zem­mour no le han pues­to guar­da­es­pal­das por­que el Esta­do defien­da la liber­tad de expre­sión sino por­que pro­pug­na la expul­sión de los musul­ma­nes fran­ce­ses fue­ra de su país (no se sabe a dón­de). Lo que el Esta­do quie­re es que pue­da con­ti­nuar pro­pa­gan­do el fas­cis­mo «libre­men­te».
Hoy la edi­ción de Le Mon­de repi­te la abu­rri­da leta­nía de los «lími­tes» a los dere­chos, que se ha con­ver­ti­do en la gran coar­ta­da: hablar de los lími­tes antes que de los dere­chos. Pero esto es la ley del embu­do. Unos tie­nen los dere­chos y los demás sólo los lími­tes. Tene­mos las manos ata­das; no nos pode­mos defen­der de los ata­ques fascistas.
Vea­mos un ejem­plo: el gru­po de pren­sa bel­ga Sud­pres­se publi­ca en sus por­ta­das las fotos de los tres auto­res de la masa­cre del 7 de enero con el titu­lar: «Se ha hecho jus­ti­cia». El redac­tor jefe de una de las edi­cio­nes, Xavier Lam­bert, plan­tea a los jefes sus dudas sobre el acier­to de dicho titu­lar y le des­pi­den ful­mi­nan­te­men­te. ¿Alguien hará una cam­pa­ña en su favor?, ¿con­si­de­ra Sud­pres­se que a los rehe­nes de la tien­da judía tam­bién se les ha hecho jus­ti­cia?, ¿qué entien­den por jus­ti­cia?

Otro ejem­plo: si Zem­mour hubie­ra pro­pues­to con los judíos lo mis­mo que con los musul­ma­nes, la cosa hubie­ra sido muy dis­tin­ta por­que en Fran­cia la nega­ción del Holo­caus­to (que se debe escri­bir con mayús­cu­las por­que fue muy gran­de) es un deli­to punible.

Una sema­na des­pués del aten­ta­do del 7 de enero, la fis­ca­lía fran­ce­sa ya ha abier­to 54 cau­sas por apo­lo­gía del terro­ris­mo. El humo­ris­ta negro Dieu­don­né aca­ba de ser dete­ni­do esta mis­ma maña­na acu­sa­do de ese «deli­to». Lle­va años aco­sa­do y per­se­gui­do por sati­ri­zar al judaís­mo. En noviem­bre de 2007 le con­de­na­ron por difa­ma­ción, inju­rias y pro­vo­ca­ción al odio racial. En febre­ro del año pasa­do por nega­ción de crí­me­nes con­tra la huma­ni­dad, difa­ma­ción, pro­vo­ca­ción al odio racial e inju­rias públi­cas. ¿Por qué Char­lie Heb­do se pue­de bur­lar del islam mien­tras a Dieu­don­né le con­de­nan por hacer lo mis­mo con los judíos? La res­pues­ta la expo­ne el mis­mo Le Mon­de: en reali­dad, sugie­re, Dieu­don­né no es un humo­ris­ta sino un militante.
Exac­ta­men­te, es un pro­ble­ma de mili­tan­cia, de tomar par­ti­do. Pero eso no cam­bia las cosas: ¿por qué este verano el gobierno fran­cés prohi­bió las mani­fes­ta­cio­nes en soli­da­ri­dad con el pue­blo pales­tino, que esta­ba sien­do masa­cra­do en Gaza?
Si a los impe­ria­lis­tas les gus­ta tan­to la liber­tad de expre­sión, ¿por qué no dejan en liber­tad a Assan­ge y a Snowden?
Yo ten­go que acu­dir maña­na al Juz­ga­do a fir­mar mi liber­tad pro­vi­sio­nal, como hago cada 15 días, por hablar en una char­la. ¿Por qué no me dejan en paz?

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *