“Una per­so­na se posi­cio­na en el mun­do a tra­vés de lo que lee”

Entre el lec­tor y el mun­do de los libros hay una suer­te de rela­ción dia­léc­ti­ca. Por un lado, “una per­so­na se posi­cio­na en el mun­do a tra­vés de lo que lee”, pero ade­más, “los libros nos lla­man o nos recha­zan, y a veces el que nos recha­zó, pasa­do un tiem­po nos aco­ge”. La edi­to­rial Ras­mia, un colec­ti­vo novel que se ha estre­na­do con dos colec­cio­nes de ensa­yo y narra­ti­va, for­mu­la estas refle­xio­nes. ¿Por qué “La deci­sión de Ippo­lit”, de Javier Llop? Ase­gu­ran que la Filo­so­fía “es más nece­sa­ria que nun­ca y que es impor­tan­te acer­car­la al lec­tor, libe­ra­da de cier­to encor­se­ta­mien­to aca­de­mi­cis­ta”. Y ¿Por qué razón edi­tar una anto­lo­gía de cuen­tos liber­ta­rios como “El modo­rro”? Se tra­ta de vol­ver la mira­da hacia “la abe­rra­ción que supo­ne el some­ti­mien­to del hom­bre por el hom­bre en sus diver­sas for­mas”. Se han lan­za­do des­de una pers­pec­ti­va crí­ti­ca a la vorá­gi­ne del mun­do edi­to­rial, sin dema­sia­das espe­ran­zas en salir de la pre­ca­rie­dad. Aun­que “poder vivir de acuer­do a las ideas y voca­ción de uno mis­mo, nos pare­ce una de las mejo­res cosas que nos podrían suce­der”, valoran.

-¿Cómo sur­ge la idea de pro­mo­ver una modes­ta edi­to­rial como Ras­mia, de la que for­máis par­te sólo tres personas?

For­mal­men­te somos tres por­que no tene­mos más reme­dio que cons­tar en pape­les para cons­ti­tuir una empre­sa. Sin embar­go con Ras­mia suce­de algo espe­cial, pues gene­ral­men­te, el que ha cola­bo­ra­do con noso­tros algu­na vez ter­mi­na for­man­do par­te acti­va de la edi­to­rial. La idea de la edi­to­rial fue ges­tán­do­se len­ta­men­te, a par­tir de una serie de afi­ni­da­des comu­nes. Esto, uni­do a un des­con­ten­to con la situa­ción actual, nos lle­vó a la deter­mi­na­ción de que no tenía­mos mucho que per­der, sobre todo tra­tán­do­se de un pro­yec­to modes­to, como tú bien dices. Tenía­mos, ade­más, la suer­te de con­tar con cono­ci­dos y ami­gos escri­to­res y artis­tas que dis­po­nían de una obra iné­di­ta intere­san­te. Per­te­ne­ce­mos a una gene­ra­ción de per­so­nas for­ma­das en carre­ras huma­nís­ti­cas, las­tra­da por la pre­ca­rie­dad labo­ral. No dis­po­ne­mos de dine­ro, pero sí de tiem­po e ilu­sión. Pare­ce que dis­po­nía­mos de todos los ingre­dien­tes nece­sa­rios para lle­var a cabo esta aven­tu­ra suicida.

‑Empe­záis con dos libros, La deci­sión de Ippo­lit. Ensa­yo sobre El Idio­ta de F. Dovs­toievs­ki, de Javier Llop, y la anto­lo­gía “El Modo­rro” y otros cuen­tos liber­ta­rios (Varios auto­res). ¿Por qué habéis comen­za­do por estos dos tex­tos? ¿Hay algún ele­men­to que los conecte?

En un prin­ci­pio no hay un ele­men­to pre­pro­gra­ma­do que los conec­te. Javier Llop tenía escri­to un ensa­yo sobre El Idio­ta de Dos­toievs­ki. Fue pro­fe­sor mío de filo­so­fía y un gran ami­go. Toda­vía no tenía­mos cla­ro cuán­do dar el impul­so final a la edi­to­rial y nos pro­pu­so enviar­nos el tex­to que esta­ba intere­sa­do en publi­car. Que­da­mos fas­ci­na­dos con su ensa­yo y deci­di­mos que tenía­mos en nues­tras manos algo muy espe­cial que no podía­mos dejar esca­par. Dise­ña­mos, pues, la colec­ción Exer­go a pro­pó­si­to. Enten­de­mos que la Filo­so­fía es más nece­sa­ria que nun­ca y que es impor­tan­te acer­car­la al lec­tor, libe­ra­da de cier­to encor­se­ta­mien­to aca­de­mi­cis­ta que ter­mi­na sien­do un tan­to endo­gá­mi­co (el que no tie­ne ni idea de qué es la filo­so­fía pero sien­te que la nece­si­ta, ter­mi­na con­su­mien­do infu­ma­bles libros de auto­ayu­da que quie­ren pasar por filo­só­fi­cos). Están suce­dien­do cosas en nues­tras vidas que recla­man una refle­xión sobre cues­tio­nes fun­da­men­ta­les que que­dan por resol­ver y que no encuen­tran res­pues­ta ni con­sue­lo en otros rela­tos. En La deci­sión de Ippo­lit el lec­tor encon­tra­rá una pro­fun­da refle­xión sobre una obra cum­bre que tra­ta del nihi­lis­mo, la psi­qué huma­na y cier­ta impo­si­bi­li­dad de que un ser hones­to e ínte­gro no sea con­si­de­ra­do un idio­ta en una socie­dad que se des­mo­ro­na. Los clá­si­cos son clá­si­cos por­que son intem­po­ra­les, por­que las cues­tio­nes que plan­tean siguen estan­do vigen­tes de algu­na manera.

“El Modo­rro” y otros cuen­tos liber­ta­rios es el resul­ta­do del inte­rés y cono­ci­mien­to que nues­tro ami­go Pedro tie­ne por la lite­ra­tu­ra en gene­ral y por la de cor­te liber­ta­rio en par­ti­cu­lar. Nos pro­pu­so una com­pi­la­ción que nos caló hon­do como lec­to­res, de mane­ra que no duda­mos poner estos tex­tos al alcan­ce del lec­tor. Con ella inau­gu­ra­mos nues­tra colec­ción de narra­ti­va Sur­co y deter­mi­na­mos que nues­tra prio­ri­dad con esta colec­ción iba a ser dejar hue­lla en el lec­tor, bien con tex­tos clá­si­cos bien con auto­res actua­les no tan cono­ci­dos. Esta anto­lo­gía no deja indi­fe­ren­te al que la lee por­que vuel­ve su mira­da hacia la memo­ria y hacia la abe­rra­ción que supo­ne el some­ti­mien­to del hom­bre por el hom­bre en sus diver­sas formas.

Te decía al prin­ci­pio que no hay un ele­men­to pre­de­ter­mi­na­do que las conec­te, pero pare­ce que en estos tex­tos nos encon­tra­mos con un diá­lo­go de la his­to­ria con­si­go mis­ma sobre la bús­que­da de sen­ti­do, sobre cier­ta inca­pa­ci­dad para acor­dar qué es la jus­ti­cia y para lle­var a cabo aque­llo que des­de siem­pre se nos ha dicho que cons­ti­tu­ye la natu­ra­le­za del ser humano: la racio­na­li­dad, la liber­tad, la dignidad…

-¿En qué pró­xi­mos libros estáis tra­ba­jan­do? ¿O en qué nue­vas colec­cio­nes (actual­men­te con­táis con dos, “Sur­co”, de narra­ti­va, y “Exer­go”, de ensayo?

Esta­mos tra­ba­jan­do en un libro de poe­sía y rela­tos de un autor valen­ciano que noso­tros admi­ra­mos mucho. Esta vez nos cen­tra­mos en una voz crí­ti­ca del pre­sen­te que es puro sín­to­ma del con­tex­to aní­mi­co actual. Enten­de­mos que este autor con­ci­lia muy bien el pen­sa­mien­to crí­ti­co con la cali­dad literaria.

-¿Es sufi­cien­te la “Ras­mia” (fuer­za y empu­je para aco­me­ter una empre­sa) y el cora­je para hacer­se un espa­cio en un mun­do caní­bal y domi­na­do por el gran nego­cio editorial?

No sabe­mos si será sufi­cien­te para hacer­nos un espa­cio en este mun­do tan voraz, pero es nece­sa­ria para al menos inten­tar­lo. Lo que sí hace­mos es vivir este pro­yec­to. Siem­pre se ha dicho que este sec­tor esta­ba en cri­sis y, aun­que nos sin­ta­mos al bor­de del pre­ci­pi­cio, no pode­mos parar…

-¿Qué prin­ci­pios edi­to­ria­les e ideo­ló­gi­cos ins­pi­ran el pro­yec­to? ¿Pue­den apre­ciar­se en los libros publi­ca­dos, toma de deci­sio­nes, for­ma de retri­bu­ción u orga­ni­za­ción del trabajo?

Nos esta­mos dan­do cuen­ta de que esta labor es puro apren­di­za­je y de que nos lle­va mucho más lejos de lo pre­vis­to en dis­tin­tos sen­ti­dos. En prin­ci­pio que­re­mos dar a cono­cer o difun­dir obje­ti­va­cio­nes que nos traen noti­cia de aque­llo que somos, dejar que los tex­tos hablen, res­ca­tar­los del olvi­do, tor­nar­los visi­bles. Vamos publi­can­do lo que va cayen­do en nues­tras manos y pode­mos inser­tar en este prin­ci­pio bási­co. En la orga­ni­za­ción del tra­ba­jo tra­ta­mos de impli­car­nos todos con los tex­tos. Enten­de­mos que el tex­to es sagra­do, posee auto­no­mía, voz pro­pia, y no que­re­mos ses­gar­lo bajo una úni­ca mira­da. Para cosas más buro­crá­ti­cas y abu­rri­das deli­mi­ta­mos más nues­tras tareas.

A día de hoy no pode­mos vivir de la edi­ción, lle­va­mos poco tiem­po y no hay retri­bu­ción de nin­gún tipo. El dine­ro que saca­mos de nues­tras modes­tas ven­tas lo rein­ver­ti­mos en la siguien­te publi­ca­ción y si algún día este pro­yec­to deja de cos­tar­nos dine­ro de nues­tro bol­si­llo nos dare­mos con un can­to en los dientes.

Por otro lado, la toma de deci­sio­nes en esta edi­to­rial es muy coope­ra­ti­va en sen­ti­do pleno: los ilus­tra­do­res tuvie­ron que impli­car­se mucho en el tex­to para rea­li­zar las ilus­tra­cio­nes que se corres­pon­den con los cuen­tos. Los dise­ña­do­res de Deta­lier Estu­dio Crea­ti­vo son tam­bién, como los ilus­tra­do­res y el res­to de cola­bo­ra­do­res, ami­gos; de mane­ra que no sabe­mos dis­cer­nir en el resul­ta­do de su tra­ba­jo la pro­fe­sio­na­li­dad del com­pro­mi­so o cari­ño que ponen en nues­tros libros. Per­so­nas como Manuel Sáez (artis­ta que rea­li­za la por­ta­da de El Modo­rro…) o Javier Itu­rrino (mar­que­ting digi­tal), se impli­can como uno más en nues­tra labor por­que entien­den que hemos de encon­trar el lugar común, un len­gua­je y un esti­lo que refle­je lo mejor de cada uno de noso­tros. Algu­nos han hecho con­tri­bu­cio­nes eco­nó­mi­cas por­que creen en nues­tro pro­yec­to y quie­ren que sal­ga ade­lan­te. En defi­ni­ti­va, nues­tro pro­yec­to pasa por diver­sas mira­das que se sien­ten par­te de él y el ambien­te que se gene­ra duran­te el pro­ce­so es muy enriquecedor.

-En oca­sio­nes hay que posi­cio­nar­se. ¿Lite­ra­tu­ra cul­ta, popu­lar o de masas? ¿Com­pro­me­ti­da y crí­ti­ca con el poder, o de eva­sión? ¿Eli­tis­ta o acce­si­ble? ¿Creéis en estas fron­te­ras a la hora de rea­li­zar vues­tro tra­ba­jo editorial?

Difí­cil elec­ción. Pode­mos encon­trar mucha sabi­du­ría en cier­ta lite­ra­tu­ra popu­lar, hay que apro­xi­mar a las masas a la lite­ra­tu­ra cul­ta para des­per­tar­la del letar­go de una exce­si­va eva­sión que apol­tro­na inte­lec­tual­men­te. Creo que nues­tras selec­cio­nes nos dela­tan en cuan­to a la posi­ción crí­ti­ca que que­re­mos adop­tar, siem­pre con­si­de­ran­do la cali­dad lite­ra­ria. Que­re­mos ser crí­ti­cos, pero dejan­do que el tex­to hable, pues es el autén­ti­co espa­cio de liber­tad. Una per­so­na se posi­cio­na en el mun­do a tra­vés de lo que lee. No leer es negar­se posi­bi­li­da­des de ser. Noso­tros apos­ta­mos por unas posi­bi­li­da­des de ser que nos gus­tan y nos atraen.

Por otro lado no nos pare­ce nada des­de­ña­ble una his­to­ria bien con­ta­da, cui­da­da esti­lís­ti­ca­men­te y que de paso nos eva­da de algu­nas preo­cu­pa­cio­nes por un ins­tan­te. Si caye­ra en nues­tras manos una his­to­ria así no duda­ría­mos en publi­car­la y de hecho no des­car­ta­mos abrir otras vías que, de paso, nos per­mi­tan seguir cos­teán­do­nos las publi­ca­cio­nes de Rasmia.

Res­pec­to a la cues­tión de ser más o menos eli­tis­ta o más o menos acce­si­ble me pare­ce algo más rela­ti­vo. ¿Eli­tis­ta para quién? Es sin­to­má­ti­co que en este país se pudie­ra lle­gar a con­si­de­rar eli­tis­ta lo que noso­tros publi­ca­mos. El pro­ble­ma no es que este tipo de lite­ra­tu­ra no sea acce­si­ble, sino que el lec­tor se ha vuel­to muy pasi­vo y en ese sen­ti­do no nega­mos cier­to com­pro­mi­so de inter­pe­lar­le en la medi­da de lo posi­ble. Es nor­mal que triun­fe la lite­ra­tu­ra de eva­sión en un momen­to que nos gene­ra mucha frus­tra­ción. Este exce­so de eva­sión gene­ra pasi­vi­dad y tene­mos ser­vi­do el círcu­lo vicio­so que ali­men­ta al mis­mo sis­te­ma que nos frus­tra. Sin embar­go muchas nove­las de eva­sión son bue­nas y no con­si­de­ro un peca­do entre­te­ner­se con algu­na de ellas para des­can­sar un poco de cues­tio­nes sesu­das. Mira, por ejem­plo, el auge que ha expe­ri­men­ta­do la nove­la negra, un ejem­plo de lite­ra­tu­ra de eva­sión que no está reñi­da ni mucho menos con la cali­dad lite­ra­ria y que a veces se reve­la como una acer­ta­da radio­gra­fía social. Lo mis­mo suce­de con obras de cien­cia fic­ción o fan­ta­sía: bus­can­do en ellas his­to­rias para eva­dir­me me topé con con­si­de­ra­cio­nes filo­só­fi­cas o cien­tí­fi­cas intere­san­tes. Deli­mi­tar fron­te­ras en este sen­ti­do es difí­cil. Otra cosa es que nos vea­mos publi­can­do nove­la rosa (no van por ahí nues­tros intereses).

‑Citáis en la pre­sen­ta­ción del pro­yec­to edi­to­rial a Bor­ges: “De todos los ins­tru­men­tos del hom­bre, el más asom­bro­so es, sin duda, el libro (…). El libro es una exten­sión de la memo­ria y de la ima­gi­na­ción”. Unos párra­fos más aba­jo, Bor­ges apun­ta que según Mon­taig­ne el con­cep­to de lec­tu­ra obli­ga­to­ria es fal­so. Y que el ensa­yis­ta fran­cés, si encuen­tra un pasa­je difí­cil en un libro, lo deja, por­que ve en la lec­tu­ra una for­ma de feli­ci­dad. ¿Opi­náis de igual modo que estos dos escritores?

Memo­ria e ima­gi­na­ción nos com­pro­me­ten, nos posi­cio­nan y tam­bién nos libe­ran. Otra cues­tión es la bue­na o mala de la que dis­po­ne­mos y los meca­nis­mos que ope­ran en tal memo­ria selec­ti­va. Hay ver­da­des que no apor­tan con­sue­lo ni feli­ci­dad y sin embar­go pare­ce difí­cil renun­ciar a cier­to com­pro­mi­so con la “ver­dad”. Con todo, la mayor par­te de los con­flic­tos se dan entre per­so­nas que se sien­ten igual­men­te com­pro­me­ti­das con una “ver­dad”. Mon­taig­ne, como buen escép­ti­co, defen­día que no hay ver­da­des abso­lu­tas y que los con­flic­tos eran el resul­ta­do de la dis­pa­ri­dad de meras opi­nio­nes. Lle­ga­dos a este pun­to entien­do que elu­dir pasa­jes difí­ci­les fue­ra más que desea­ble para alguien que acon­se­ja abs­te­ner­se de emi­tir jui­cios dada la impo­si­bi­li­dad de fun­da­men­tar obje­ti­va­men­te nues­tras opiniones.

A nivel teó­ri­co el escep­ti­cis­mo es intere­san­te por­que exi­ge rigor al que argu­men­ta y pro­mue­ve la liber­tad, a nivel prác­ti­co pue­de lle­var a la pará­li­sis… Creo que el hom­bre renun­cia a sí mis­mo cuan­do renun­cia a la crí­ti­ca y deja de aspi­rar a mejo­rar las cosas, y esa renun­cia gene­ra, ade­más, mucha infe­li­ci­dad. El escep­ti­cis­mo sur­ge como res­pues­ta al dog­ma­tis­mo y creo que por ahí debe­mos enten­der a Mon­taig­ne, un gran huma­nis­ta que asu­mía las con­tra­dic­cio­nes inhe­ren­tes al ser humano. Hablar de lec­tu­ras obli­ga­to­rias pue­de resul­tar dog­má­ti­co, es cier­to, y más cuan­do no dis­po­ne­mos de tiem­po para leer todo lo que se publi­ca y dis­po­ner de una refe­ren­cia obje­ti­va con la que esta­ble­cer valo­ra­cio­nes. Por otra par­te, los libros nos lla­man o nos recha­zan y a veces el que nos recha­zó pasa­do un tiem­po nos aco­ge, así es como entien­do esa acti­tud de Mon­taig­ne hacia libros o par­tes de ellos que “no le entra­ban”. Noso­tros pro­po­ne­mos, no impo­ne­mos, y en nues­tra pro­pues­ta la crí­ti­ca no deja de estar presente.

-¿Es un tópi­co o hay algo de cier­to en que las cri­sis repre­sen­tan una opor­tu­ni­dad y que las coyun­tu­ras de rece­sión y pre­ca­rie­dad son, al mis­mo tiem­po, perio­dos de gran crea­ti­vi­dad cultural?

Es ver­dad que cuan­do se sien­te que no hay mucho que per­der pare­ce que aflo­ra cier­ta valen­tía para estas cosas (aun­que lo real­men­te valien­te es lan­zar­se cuan­do se tie­ne mucho que per­der). En nues­tro caso no pode­mos decir que alen­ta­dos por la pre­ca­rie­dad nos ani­má­ra­mos con esta empre­sa para salir de tal esta­do pre­ca­rio, pues sabe­mos que es muy pro­ba­ble que nues­tro esta­do se vuel­va toda­vía más pre­ca­rio con ella. Lo que sí es cier­to es que tene­mos cier­ta nece­si­dad de lle­nar de sen­ti­do un vacío.

‑Lla­ma la aten­ción la impor­tan­cia que con­ce­déis a las ilus­tra­cio­nes. Por ejem­plo, las de Manuel Sáez en la por­ta­da de “El modo­rro” y otros cuen­tos liber­ta­rios, o las que acom­pa­ñan a cada rela­to. ¿Qué tie­ne el libro impre­so (tex­to e ilus­tra­cio­nes) que nun­ca podrá ofre­cer el e‑book, la tele­vi­sión e Inter­net? Y me refie­ro tan­to a la for­ma como al contenido…

El tac­to, la tex­tu­ra, la man­cha de tin­ta en el papel, el olor, el ori­gen orgá­ni­co, la obje­ti­va­ción de una ela­bo­ra­ción medi­ta­da y media­da. El libro es la pues­ta en común de muchas mira­das: autor, ilus­tra­do­res, dise­ña­do­res, impre­so­res, edi­to­res, libre­ros,… El pro­ce­so que requie­re la publi­ca­ción en papel es un peque­ño reduc­to de liber­tad y crea­ti­vi­dad con­sen­sua­da entre pro­fe­sio­na­les que, cons­cien­tes de las difi­cul­ta­des que entra­ña este sec­tor, rea­li­zan su labor con espe­cial mimo y dedi­ca­ción. El libro pasa por muchas manos y por muchos ojos. Es un reco­rri­do poético.

-Por últi­mo, ¿pen­sáis que si alguien sigue con per­se­ve­ran­cia su voca­ción alcan­za el paraí­so, o lo que hoy sería una isla “uto­pía” (la rea­li­za­ción per­so­nal y vivir de acuer­do con las ideas)?

Inde­pen­dien­te­men­te de que alcan­ce­mos el paraí­so o no, el camino, aun­que no exen­to de obs­tácu­los, nos mere­ce la pena. Des­de lue­go, poder vivir de acuer­do a las ideas y voca­ción de uno mis­mo, nos pare­ce una de las mejo­res cosas que nos podrían suce­der. Con­ta­mos con que nos suce­da. Nos encan­ta­ría que sucediera.

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