Eva­ris­to es (más que) La Polla

Eva­ris­to. /​ Álva­ro Min­gui­to

El que fue­ra can­tan­te y letris­ta de una de las ban­das impres­cin­di­bles del punk en cas­te­llano, La Polla Records, sigue dan­do gue­rra des­de hace más de una déca­da con Gati­lla­zo. Entre medias echó dos cani­tas al aire que bau­ti­zó como The Kagas y The Meas. No con­ten­to con esto, Eva­ris­to nos ha sor­pren­di­do recien­te­men­te con Cua­tro esta­cio­nes hacia la locu­ra, su segun­do libro. Apro­ve­cha­mos su paso por Madrid en la gira de Gati­lla­zo y le abor­da­mos en ple­na pro­mo­ción del libro. Demos­tran­do mejor memo­ria que noso­tros nos recuer­da su ante­rior entre­vis­ta para un casi recién naci­do Dia­go­nal. Y así, una vez roto el hie­lo, char­la­mos con él media hori­ta que se nos hace muy corta.

Per­dón por el abu­so, por­que sabe­mos que no te gus­ta mucho esto de las entrevistas…

No, no, he veni­do que­rien­do, tranquilo.

Últi­ma­men­te, con la pre­sen­ta­ción del libro, estás dan­do bas­tan­tes. ¿Cómo lo llevas?

Bien, de puta madre, por­que al ser que­rien­do no se sufre.

Nos ha sor­pren­di­do el libro, sobre todo por­que tenía­mos la ima­gen de un Eva­ris­to celo­so de su inti­mi­dad, y aho­ra te des­nu­das y lo publi­cas. ¿Cómo te has ani­ma­do a dar ese paso?

La ver­dad es que peo­res cosas he hecho en los bares y gratis.

Pero no delan­te de tan­ta gente.

¿Qué dices, tío? Yo he vacia­do salas de con­cier­tos. Des­pués de aca­bar el con­cier­to me he que­da­do hablan­do has­ta que se oía el rui­do del que barría los vasos. En serio, he dicho cosas que no se debe­rían decir, que no digo ni aquí. Pero está bien por­que me ape­te­cía escri­bir­lo y apar­te hay cosas que al con­tar­las te las qui­tas de enci­ma, tipo psi­có­lo­go o psi­quia­tra, que no los distingo.

Como una espe­cie de “auto­te­ra­pia”.

Eso, que te suel­tas, suel­tas lastre.

En el libro des­cu­bri­mos un Eva­ris­to muy sen­si­ble. ¿Qué peso tie­ne esa par­te más emo­cio­nal en tu personalidad?

Pues no lo sé. Por­que los con­cier­tos duran un rato, los via­jes más rato, pero el res­to de la sema­na está uno en su casa, en tu eco­sis­te­ma, con la gen­te que te cono­ce de siem­pre, enton­ces, allá tú si te dejas lle­var por lo que pasa el fin de sema­na. En el esce­na­rio lo que hago es des­aho­gar­me. Enton­ces todo el mun­do que me conoz­ca de can­tan­te o de este rollo cono­ce un tío en el acto de des­aho­gar­se. O, al bajar­te, un tío mogo­llón de pedo duran­te mogo­llón de años. Aho­ra ya no me pasa por­que me due­le todo. Un tío to’ pedo, que se baja y más majo que la mier­da y to’ el rollo, pero no, qué va, tío…

Sí, que la per­so­na que hay detrás es otra…

Sí, es un poco más el ton­to éste del libro.

Muchos rela­tos coin­ci­den en el mis­mo bosque…

Sí, por­que la mayo­ría de las veces doy la vuel­ta por el mis­mo sitio, me gus­ta ver cómo cam­bia de un día para otro. He leí­do mogo­llón de veces lo que hacía gen­te ver­da­de­ra­men­te sabia que se sen­ta­ba y obser­va­ba. Al pasar por los mis­mo sitios vas vien­do los cam­bios. Aho­ra, por ejem­plo, me vie­nen cosas a la cabe­za del oto­ño del libro (el año pasa­do) que se repi­ten, otras cosas que cam­bian un poqui­co… Todos esos rollos los hemos perdido.

La gen­te de cam­po de antes lo tenía mucho en la cabeza.

Y los de antes de antes más toda­vía. Toda esta peña, drui­das y todos estos rollos que ten­go leí­dos. Date cuen­ta la de gene­ra­cio­nes que hacen fal­ta para tener­lo bien obser­va­do. Te da una sen­sa­ción como de pér­di­da de tiem­po o pér­di­da de tu vida. Igual me hubie­ra gus­ta­do haber teni­do más tiem­po para obser­var ese tipo de cam­bios, ese tipo de jugadas.

Hay una serie de temas que se repi­ten recu­rren­te­men­te en el libro. Que­ría­mos que nos dije­ras algo sobre cada uno de ellos. Sobre la muerte.

Ayer hizo tres años que murió mi vie­jo y no me habla­ba con él. A la vez me vino la her­nia de hia­to y me vi meti­do en un mal rollo como que me hun­día, como si fue­ra una bola de nie­ve que te va aplas­tan­do. Me daba mie­do morir­me, yo me pen­sa­ba que no. Me que­da­ban cosas por decir­le a aquel hom­bre. Ade­más, yo me encon­tra­ba chun­go y, con todo eso jun­to, me decía “ya está, ya esta­mos aquí…” Pues no, tenía mie­do y me daba un dis­gus­to tal tener mie­do que me daba más dis­gus­to. Des­cu­brir que no eres tan valien­te como te pin­ta­bas a ti mis­mo fue un dis­gus­to del copón por­que ade­más de eso tam­bién tie­nes orgu­llo, sober­bia y todas esas cosas.

La natu­ra­le­za.

No sé, es que jus­to esa pala­bra me recuer­da a todos estos rollos que como pun­ki de pro recha­za­ba inclu­so has­ta la pala­bra. A la natu­ra­le­za yo le lla­mo el “tao” que dirían los otros, el mun­do, el uni­ver­so, y es fli­pan­te ver que no somos más que una parte…

Peque­ña, además…

Da mala hos­tia, por­que, si te fijas bien, mira en qué anda­mos, en vues­tro caso o en el mío: salir de esta mier­da, esto está mal, es injus­to… Pero, cla­ro, este pla­ne­ta vue­la en peda­zos y no ocu­rre nada en el uni­ver­so. No se des­equi­li­bra­ría por nin­gún lado.

Inclu­so el día en el que lo joda­mos todo y nos extin­ga­mos el pla­ne­ta segui­rá a su ritmo…

Sí, a su bola, de ahí salen las vie­jas cul­tu­ras que con­si­de­ran al pla­ne­ta como un ser vivo. ¿Tú no te acuer­das de haber­te tum­ba­do tú mis­mo de crío miran­do a las nubes y haber­te mareao? ¿O dar­te cuen­ta de que la Tie­rra se mue­ve? Fíja­te que es impo­si­ble per­ci­bir­lo. Dar­te cuen­ta de eso es un fli­pe, en reali­dad esta­mos total­men­te fue­ra de onda. Eso es lo que pienso.

Y ¿sobre los sue­ños? Hay varios rela­tos que son sueños…

Sí, son sue­ños, pero es increí­ble por­que me ha pasa­do que de hacer estas movi­das, de dejar de poner­me como un cris­to, más el rollo men­tal, más la vida cómo me ha ido… ¿Cuál era la pregunta?

Los sue­ños.

Ah, sí. Todas estas cosas han hecho que me acuer­de más de sue­ños, gen­te con la que hace tiem­po no tenía rela­ción te apa­re­cen en un sue­ño. Apa­re­ce Josetxu el de los vinos en un tren que yo supon­go que es en Madrid. ¿De dón­de salen todas esas mier­das, tío? Pero es que lue­go lo curio­so es que yen­do al local de ensa­yo, jus­to en una lon­ja que hay allí, está Josetxu el de los vinos con su vie­ja en una silla de rue­das y su seño­ra asan­do unas chu­le­ti­cas y dicien­do con su voz nasal: “Joder, Eva­ris­to, para a comer un poco aquí”. Y encon­trár­te­lo ahí.

O encon­trar­te a Mar­qui­tos, que tocó la trom­pe­ta en el pri­mer dis­co de Gati­lla­zo, pero que era cole­ga de la escue­la, que lue­go per­di­mos el con­tac­to por­que ellos se die­ron más a la ver­be­na y noso­tros más a lo del punk.

O, yo qué sé, Via­na el de Zal­duon­do, que era de mi cua­dri­lla, con el que ni me habla­ba, por­que mi cua­dri­lla eran dos cua­dri­llas que se jun­ta­ron. Ellos eran los “txis­pas” y noso­tros los “lagar­ti­jas”. Y de ahí sali­mos “agu­rain­da­rrak”. Es gen­te de una cua­dri­lla enor­me con la que te jun­tas, pero no tenía ese con­tac­to. Y, de repen­te, te apa­re­ce en un sue­ño con sus vaciles.

Y, por últi­mo, sobre la locu­ra, que qui­zá no apa­rez­ca tan­to en los rela­tos, pero como for­ma par­te del títu­lo del libro…

Al andar con estos rollos [se refie­re a las runas, el tarot, el I‑Ching y el horós­co­po chino], la gen­te te dice “estás loco”.

¿Y lo asumes?

Sí, por­que lo ele­gí yo, me qui­se vol­ver loco de las runas y todo esto y voy a seguir ahí has­ta que me cas­ti­guen, el día que me digan “no tie­nes ni puta idea, ¡zas!, mue­re” y me cai­ga una runa de 200 kilos.

Hace poco estu­ve en la ETB y salió un pavo muy alto y muy tra­jeao, como de algu­na empre­sa de segu­ri­dad, que decía que se podía dis­tin­guir a los más vio­len­tos por­que lle­va­ban runas tatua­das, y dije: “Éste pilla a Mer­lín o a alguno de éstos y no le deja entrar al cam­po”. Que las runas son otra cosa, lue­go está la uti­li­za­ción que hicie­ron los nazis, que las ha gra­vao con un impues­to por otros mil años. La S de las SS no es más que el sol, la fuer­za mas­cu­li­na y cua­tro ton­te­rías más. Cla­ro, se la pones a esa cua­dri­lla de ele­men­tos y fíja­te. ¿No te da rabia ver la cruz gama­da, que era un sím­bo­lo solar en cul­tu­ras que te caen bien? He vis­to en un docu­men­tal que unas muje­res hin­dúes (que eran la ver­da­de­ra raza aria, que si los pilla Hitler hubie­ra mata­do a todos los arios de ver­dad), pues vi que hacían con flo­res una cruz gama­da y estos rollos. Cla­ro, es que esta­mos muy mal infor­maos.

Cam­bian­do de tema, des­pués de 35 años en la músi­ca y bue­na par­te vivien­do de ello, ¿te con­si­de­ras un privilegiado?

Sí, mucho, además.

Y ¿qué par­te crees que es méri­to tuyo?

Nin­gu­na, como mucho resis­tir, seguir ahí dicien­do lo mis­mo. ¿Eso es un mérito?

¿Pero es real o es fal­sa modes­tia? En el libro hay un momen­to en el que dices: “Soy quien fin­ge humil­dad en un ego que te cagas”.

Sí, ten­go mucho ego. Es que estoy con la teo­ría de que tene­mos mogo­llón de muñe­cos den­tro y des­de crío me ha pasa­do que uno toma el poder, no te ha pasa­do nun­ca ir solo hablan­do en voz alta…

Sí.

Enton­ces estás loco (risas). Se supo­ne que hay infi­ni­tas posi­bi­li­da­des de cómo pue­des y eso son como varios muñe­cos, de eso lle­van vivien­do los psi­quia­tras un mon­tón de tiem­po. Y lue­go tam­bién ten­go una cosa que decir del difun­to Sig­mund Freud, y es que si se metía cocaí­na por la vena cómo no iba a tener ganas de follar­se has­ta a su madre… Lue­go lo lla­ma el com­ple­jo de Edi­po y no sé qué hos­tias. ¿A quién se le ocu­rre si no va muy puesto?

¿Cómo valo­ras la tra­yec­to­ria de La Polla con la pers­pec­ti­va del tiempo?

Pues estu­vo que muy bien y fue real. Estu­vo muy gua­po y yo estu­ve allí… Y se acabó.

¿A veces pesa el “fan­tas­ma” de La Polla?

No, lo lle­vo con­mi­go muy a gus­to. Te acuer­das de muchas cosas pero hay que inten­tar no vol­ver­te loco con la ton­te­ría. Aho­ra esta­mos en otra hos­tia y hay que mirar p’a­lan­te, si no, te mueres.

Y aho­ra estáis a tope, ayer te vimos con una ener­gía tre­men­da en la sala Penélope.

Pues disi­mu­lé que te cagas por­que ni me dro­gué ni nada. ¡Qué disgusto!

Este año con Gati­lla­zo habéis toca­do un montón…

El que más, el que más.

Inclu­so habéis vuel­to a cru­zar el char­co. ¿Estáis con­ten­tos con eso?

Sí, este año sí. El año que vie­ne creo que no toca­re­mos ni la mitad por­que ya hemos toca­do en todas par­tes y en tres más. Tan­to no se pue­de tocar a nues­tro nivel, lue­go ya los que están en la Cham­pions y así, que jue­gan en otra liga.

¿Y qué pro­yec­tos de futu­ro tenéis?, ¿para cuán­do el pró­xi­mo disco?

Pues vamos a ver si nos jun­ta­mos de una puñe­te­ra vez para hacer un mon­tón de ideas nue­vas que tene­mos. Pero tam­po­co vamos a echar­le pri­sas por­que ya nos hemos dado cuen­ta que lle­va­mos más de dos años y en Gati­lla­zo pasa­ba una cosa que es que cada dos años sacá­ba­mos un dis­co pero no es una cosa estu­dia­da. De hecho se va a demos­trar aho­ra por­que vamos a tar­dar un rati­co más. Enton­ces no que­re­mos poner­le fechas, vamos a hacer­lo tran­qui­los, que tene­mos sufi­cien­tes can­cio­nes para qui­tar unas y poner otras y lue­go si no nos quie­ren lla­mar pa” tocar tam­po­co nos vamos a enfa­dar con ellos.

Con The Kagas cri­ti­cas­te la SGAE en una can­ción titu­la­da EAGS. ¿Qué opi­nas de los dere­chos de autor? ¿No te has plan­tea­do regis­trar en algún for­ma­to alter­na­ti­vo como el copy­left o las licen­cias Crea­ti­ve Commons?

Si alguien vie­ne y me expli­ca cómo fun­cio­na eso… Por­que yo lo de auto­res me ente­ré por un cole­ga de Pam­plo­na que me dijo que lo que no recla­ma­ban los gru­pos peque­ños se lo que­da­ban los cin­co artis­tas nacio­na­les que más ven­dían. Enton­ces para que no lo cobra­ra Julio Igle­sias nos hici­mos de auto­res a toda hos­tia y no he vuel­to a pre­gun­tar nada más. Lle­vo no sé cuán­tos años que me caen más o menos como dos agui­nal­dos entre cua­tro veces que me pagan al año y no me da nin­gu­na ver­güen­za cobrarlos.

Y en la can­ción de la SGAE pro­cu­ré decir que yo tam­bién soy par­te, que que­de cla­ro. Pero me hizo mucha gra­cia cuan­do lle­gó un papel de la SGAE en el que ponía “por la can­ción EAGS: 0,08€”. Y lo cele­bré. Fue un gol de mier­da, pero fue un gol.

¿Te pare­ce que hay machis­mo en la músi­ca y, más con­cre­ta­men­te, en el punk?

Sí, machis­mo hay en todos lados, yo mis­mo pue­do ser uno. Yo, por lo menos a nivel de len­gua­je, es que no encuen­tro otra mane­ra de decir “hijo de puta”. Sé que al que se lo digo se ofen­de, pero tam­bién veo per­fec­ta­men­te que es una ofen­sa a la dig­ni­dad de las mujeres.

Y, como tíos que somos, ¿qué pode­mos hacer para cam­biar eso?

Pues lo pri­me­ro el com­por­ta­mien­to, lue­go el len­gua­je lo veo como una cosa acce­so­ria. A mí lo que siem­pre me ha jodi­do es que lo pon­gan como pri­mer pun­to de obli­ga­do cum­pli­mien­to en el “cate­cis­mo”. ¿Por qué no empie­zas por el otro? Empie­zas por com­por­tar­te de otra for­ma, digo yo.

En el libro hay un momen­to que defi­nes como “gale­go afin­ca­do no vas­qui­za­do del todo”. ¿Qué víncu­lo man­tie­nes con Galiza?

Muy poco, es sólo men­tal y algu­nos recuer­dos. Lue­go estu­ve en una casa en rui­nas andan­do por las vigas de la habi­ta­ción don­de nací hace un mon­tón de años y no sé si sen­tí algo o lo qui­se sen­tir por­que muchas veces el auto­en­ga­ño fun­cio­na igual que la verdad.

Pero no con­si­go sen­tir­me galle­go y vas­co, pues tam­po­co me sale. Pero creo, tan­to por lo que he vivi­do en Eus­kal Herria como por lo que he leí­do, que tie­nen más razón que un santo.

En ese sen­ti­do te hemos vis­to apo­yar cau­sas de la izquier­da abertzale…

Sí, por­que siem­pre he pia­do a favor de ese rollo, pero como no pega­ba per­fec­ta­men­te con la “teo­ría del teo­re­ma” [se refie­re al puris­mo ideo­ló­gi­co, anar­quis­ta en este caso]. Pero sí, todo lo que sea movimiento…

¿Qué crees que cam­bia­ría en una Eus­kal Herria inde­pen­dien­te? Para bien y para mal.

No lo sé. Yo como lo veo es, pri­me­ro, una poten­te gue­rra de libe­ra­ción y lue­go una estu­pen­da gue­rra civil. Y des­pués de un mon­tón de san­gre y de muer­tos, a ver si hacía­mos algo. Por­que lue­go allí el PNV y toda la cua­dri­lla lo tie­nen todo muy aga­rra­di­to y ense­ña­rían su ver­da­de­ra cara. Inclu­so, diga­mos entre los nues­tros, que como se lla­ma­ban antes era Herri Bata­su­na, hay más de Herri que de Bata­su­na. Hay muchos que tie­nen más men­ta­li­dad de patria, de país o de pue­blo, que social.

Ante la bru­tal situa­ción actual, esto que algu­nos han lla­ma­do cri­sis, ¿qué sali­das se te ocurren?

Pací­fi­ca nin­gu­na. No los veo con nin­gu­na inten­ción de decir “tenéis razón, maña­na a las tres hace­mos el rele­vo de pode­res y nos vamos”. No están dis­pues­tos ni a lle­gar a un pacto.

En la tran­si­ción de marras, en la tran­si­ción hacia la nada, tenían algo más de mie­do. Mar­tín Villa vino a decir “si hubié­ra­mos sabi­do que erais tan memos por los cojo­nes os hubié­ra­mos dado nada”, pero con otras pala­bras, lo dijo hace pocos años. Se asus­ta­ron por­que para ellos venía ya la heca­tom­be, pero lo tra­pi­chea­ron muy bien y nos han colo­cao otros 40 años de fran­quis­mo, con las mis­mas. Es la dic­ta­du­ra más lar­ga de la historia.

El recha­zo del uso de la vio­len­cia es una de las crí­ti­cas que le hicis­te al 15M…

Yo no ten­go dere­cho a cri­ti­car a nadie por­que lo úni­co que he hecho ha sido hablar, pero si se me pre­gun­ta, yo doy mi opi­nión. Enton­ces, dime, que no te he deja­do ter­mi­nar, eso tam­bién lo hago mucho…

Pero dijis­te que se te vino a la cabe­za la pala­bra “chu­rre­ría”. ¿Lo podrías expli­car un poco o no tie­ne explicación?

¿Chu­rre­ría? No sé, es como decir nada. No vi nada. Pues igual tenía yo un mal día o lo que sea. Pero hay cosas muy váli­das, como el tema anti­de­sahu­cios, que han sali­do de ahí.

Pero reco­no­ce­rás que en el tema asam­blea­rio tam­bién hay figu­ri­tas del toreo, con más pasa­re­la que con­te­ni­do, que les intere­sa más que sal­ga su puñe­te­ra opi­nión, que es un poqui­to más para aquí por­que yo lo he dicho que por­que sir­va para algo. Esos tíos son más peli­gro­sos que la hos­tia y están entre noso­tros. Yo los veo más peli­gro­sos que al enemi­go que está ahí enfren­te y digo “¡coño!, te ten­go”, pero este que tie­nes a tu lado y tie­nes que estar todo el rato miran­do si te pre­pa­ra algu­na ton­te­ría o dice algu­na idiotez…

Y si no anda­mos con ojo pode­mos ser noso­tros en algún momento…

Sí, cla­ro que sí, noso­tros mis­mos, podría pasar­le a cualquiera.

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