¡¡Abrid escue­las y se cerra­rán cár­ce­les!!- Mai­té Campillo

“El hom­bre que se levan­ta es aún más gran­de que el que no ha caído”

Habrá quién pien­se que es sue­ño, acer­ta­rán los que crean que es reali­dad? Les voy a con­tar por qué “el llan­to es a veces el modo de expre­sar las cosas que no pue­den decir­se con pala­bras, pues, todas las cosas son impo­si­bles, mien­tras lo parecen”.

Y, aho­ra sí, empie­za mi his­to­ria. Cuen­ta que aguas lla­ma­das dul­ces y sala­das, se hacían las encon­tra­di­zas sobre el lado bello entre las entra­ñas de la tie­rra; abun­da­ban ani­ma­les libres y domés­ti­cos, vege­ta­les y hier­bas sal­va­jes, huer­tos entre peque­ñas y gran­des exten­sio­nes, habi­ta­das por fami­lias tran­qui­las de manos labo­rio­sas. Tie­rra de con­tras­tes sobre la hier­ba ver­de que coro­na refor­zan­do el color de seres y cosas, les daba sen­ti­do pro­pio. Entre el valle y sus lomas sur­gían aro­mas diver­sos, tan­tos como nece­si­da­des, que se ofre­cían gene­ro­sas a sus manos sudo­ro­sas y abne­ga­das en empe­ño: raí­ces evi­den­tes, orgu­llo­sas de ser­lo. Una reali­dad de fon­do cho­can­do con los can­tos de “sire­na”, del que no va más allá por­que no quie­re y, ata­can­do un per­fil en lla­ma­ra­da de his­to­ria, cru­ci­fi­ca una civi­li­za­ción ente­ra, y, la igno­ran­cia se apo­de­ra adue­ñán­do­se de leyes. Sem­bró entre ciu­dad y valle la car­ne de cañón. Con­cep­ción ele­vó su voz heroí­na en lucha y, des­cri­bió que “el amor vive más de lo que da que de lo que recibe.”

Lo que sí les pue­do ase­gu­rar más allá de leyen­das que hayan leí­do, es que fue vol­cán de soles, salu­do de bien­ve­ni­da y aco­gi­da, can­to de la tie­rra. Dan­zas y flo­res en esen­cia, su for­ta­le­za, con­tra la incon­gruen­cia y sus desas­tres; bro­tó luz de su fue­lle pul­mo­nar has­ta reven­tar entre maz­mo­rras, pro­cla­man­do la aper­tu­ra de escue­las, y, don­de la alie­na­ción, mar­gi­na­ción de sexo exis­te, el rau­dal de espí­ri­tu liber­ta­rio aflo­ra. Su filo­so­fía bullía en su entra­ña de huma­ni­da­des, como coro­na de espi­nas de bien aden­tro de su ser y, has­ta del cen­tro de la tie­rra que la vio nacer. Se aden­tró entre rejas, cono­ció la mugre inter­na de la ley, el lado oscu­ro de las maz­mo­rras, que ali­men­ta la impo­si­ción del anal­fa­be­to polí­ti­co en el mun­do hacien­do de su inte­lec­to fron­te­ra huma­na y fie­bre finan­cie­ra. No es pues de extra­ñar que Con­cep­ción afir­ma­ra que “el hom­bre que se levan­ta es aún más gran­de que el que no ha caído”

Es his­to­ria Con­cep­ción e imán de coor­de­na­das, hilo cur­ti­do entre pue­blos; car­ga en con­te­ni­do de sabi­du­ría, mujer para mas señas. Su encan­ta­mien­to es fue­go que me des­pier­ta entre olea­das de mar que a mi se acer­can; su sen­ti­mien­to tesón e inte­li­gen­cia, mi admi­ra­ción por ella y embe­le­so mi res­pe­to. Heme aquí, que no sien­to los días ni las horas, cuan­do meto­do­lo­gía en ense­ñan­za es inse­pa­ra­ble de peda­go­gía. Astro entre las estre­llas, des­ve­lo y espe­ran­za. Sus pala­bras la acre­di­tan, decla­ra­cio­nes, mani­fies­tos de vida, jus­ti­cia con los que for­man base de la raíz aje­nos al can­cán y almi­dón del anti­faz de los feu­da­les; delei­te mi admi­ra­ción y res­pe­to a, Con­cep­ción Arenal.

En el aho­ra y sus sombras

Sur­gen sus sue­ños más allá del sol que me deslumbra

Enrai­za­da me sien­to como flor del desier­to, empe­ño de cuna. No se tra­ta de la reser­va de una tri­bu imper­so­nal, sino de un puño de huma­ni­dad, de huma­ni­da­des flo­tan­do como este­las en la mar. Para muchos de los “nue­vos sabios” ya, agua pasa­da, otra his­to­ria, qui­zá otros tiem­pos inver­te­bra­dos?, fósi­les que una vez abi­ta­ron en el pla­ne­ta? Y, es que hay mucho polí­ti­co snob que don­de las maz­mo­rras de hoy que son las de siem­pre, ve flo­tan­te mano de obra escla­va, y nie­ga toda evi­den­cia impo­nien­do cuen­tos de rei­nas, hadas y prin­ce­sas. Y, hay que apren­der la lec­ción, remon­tar­se a las ense­ñan­zas que acon­se­jan que “las fuer­zas que se aso­cian para el bien no se suman, se multiplican”

Es el amor el aulli­do que ellas y ellos evo­can en la his­to­ria. Ese es el amor que me evo­ca. Por ellos can­to, por cul­to y, por con­cien­cia, flor de cien­cia y sabi­du­ría; más allá de fábu­las y leyen­das que a la ver­da­de­ra his­to­ria exter­mi­nan. Es el amor que se dis­pa­ra de entre los muros de hor­mi­gón, de entre la tie­rra sella­da, que se des­pren­de entre can­tos roda­dos y me hablan, pene­tra como car­ga per­cu­tien­do, avi­van­do la espe­ran­za con un rubí en la mira­da. Es el amor de mil y un millón de noches. Hoy pre­sen­te entre noso­tros uno de los astros de la his­to­ria. Nues­tra his­to­ria uni­ver­sal, que jamás nos podrán robar si tu empe­ño insis­te jun­to al mío. Es Con­cep­ción Are­nal, entre noso­tros y noso­tras. El tiem­po impla­ca­ble, se acer­ca para ir brin­dan­do de uno a uno, sabo­rean­do con tod@s, un lega­do tenaz de conciencia.

¡Glo­rio­sas ellas!

Las madres que logran tener cien­tos y miles de hijos, dis­cí­pu­los, sin haber pari­do, y, nos ense­ñan a tra­ba­jar y sen­tir la tie­rra ade­más de oler­la, sabo­rear­la, res­pe­tar­la para sobre ella, jamás en con­tra de ella, seguir des­cu­brien­do y cru­zar el río gran­de, de la insu­mi­sión e igno­ran­cia, sal­to cua­li­ta­ti­vo, vien­to sedien­to sobre agua fres­ca; vien­to y alga aflo­ran­do acan­ti­la­dos, bus­can­do cobi­jo con­tra deplo­ra­bles tor­men­tas, que se hacen ya eter­nas, dis­pues­tas por el sable del des­po­tis­mo humano.

¡Así es como me educaron!

Base de vida y equi­li­brio con­tra el con­su­mis­mo esté­ril del ocio y la cul­tu­ra. Apren­dien­do sobre el esfuer­zo, des­cu­brien­do en diná­mi­ca pro­pia esa pun­ti­ta del pla­ne­ta tie­rra entre el enig­má­ti­co cos­mos que nos rodea. ¡Edu­car para vivir!

¡Luchar para conseguirlo!

Cami­nan­do en inde­pen­den­cia nos da la auto­su­fi­cien­cia nece­sa­ria para cre­cer en vida, y, es que como decía Con­cep­ción Are­nal “el amor es para el niño como el sol para las flo­res; no le bas­ta pan: nece­si­ta cari­cias para ser bueno y ser fuerte.”
Patria

Siem­pre ima­gi­né así a la que lla­ma­mos madre

Esa es ella, mi madre, sabia entre los más sabios; no creía en más dio­ses que el dios sol con sus llu­vias sobre los cam­pos; vene­ra­ba la tie­rra cul­ti­ván­do­la con fer­vor ances­tral pro­pio: res­pon­día a su lla­ma­do con­tra la ham­bru­na, daba res­pues­ta a la mise­ria de las men­tes que gobier­nan para su ego, entorno que les sos­tie­ne y bol­si­llo jalán­do­lo en des­po­tis­mo de opre­sión. No cono­cí las aguas que la vie­ron cre­cer, que se acer­ca­ron a su mano para enja­bo­nar y lavar; reha­go epi­so­dios de su his­to­ria para no luchar sin ella. Tam­po­co cono­cí a Con­cep­ción Are­nal, pero me empe­ño en ellas, como patria uni­ver­sal. La edu­ca­ción, su meto­do­lo­gía mama­da entre amor y res­pe­to, ahí sur­ge la ense­ñan­za y de su mano la peda­go­gía como arte que coro­na ¡Ay!, ay, ay del ser que no sepa no quie­ra edu­car y se lla­me maes­tro… sin reco­no­cer el lodo de su igno­ran­cia, espi­na que cru­ci­fi­ca el desa­rro­llo. Patria me habló del agua den­tro y fue­ra de su vien­tre. Me sigue hablan­do, así quie­ro creer­lo al sen­tir que tra­ba­ja y can­ta, siem­pre can­ta. Para aullar el des­en­can­to y no tener que vivir de rodi­llas; así es como apren­dió a edu­car­me en su cor­to tiem­po en la his­to­ria. Edu­car en ella era como el res­pi­rar, vital como el can­tar con­tan­do his­to­rias para yo gra­bar­las como cáte­dras. Y, apren­dí a aso­mar sobre el bor­de de sus aguas y suce­der unas a otras entre corrien­tes; enér­gi­ca conec­tan­do her­ma­nos de más peso que la pro­pia san­gre. Patria es Con­cep­ción Are­nal, entre otras, que tam­bién son patria uni­ver­sal. Fue­go, bra­sa, lla­ma sobre hon­do­na­da, lucha con­tra el peñón de la tra­ga­de­ra, isla liber­ta­do­ra. Así es que voy apren­dien­do sobre vie­jos y nue­vos cami­nos revi­ta­li­zan­do la cima, patria y cima, madre que ense­ña a des­cu­brir la sed del vaso vacío.

Quie­ro creer que no fui yo sino ella 

La que me ense­ñó abrir ven­ta­nas y des­cu­brir aves

Que me abren el con­tac­to entre los seres más que­ri­dos. Así es como pren­dí a enca­ra­mar­me hacia la cum­bre de la pirá­mi­de ver­de, nos mira­mos encan­ta­das de haber podi­do lle­gar a ver más lejos: mate­ria­lis­mo e his­tó­ria, su filo­so­fía nun­ca olvi­da hacía que la pudie­ra dige­rir en frag­men­tos. Dan­za­ri­na apa­sio­na­da, lige­ra, líri­ca, majes­tuo­sa en voz, hubo quien dijo “can­ta como los ánge­les”, lo dijo otra gran voz, era su padre, dúo; patria ador­na­da de flo­res tren­za­das entre ramas hilan­do cue­llo, cin­tu­ra y tobillos.

¡Su mun­do una isla lle­na de hijos!

El todo que jun­tos for­ma­ban, el más her­mo­so de los archi­pié­la­gos don­de, la base que nos ubi­ca­ba era pla­ne­ta rojo, sobre la ven­ta­na y más arri­ba, en la cima el mun­do. Poco a poco pla­ne­ta rojo, me fue des­ve­lan­do secre­tos de su vida a la vez que lau­rea­ba la fren­te de sus hijos for­ja­ba his­to­ria, mos­tran­do sus pechos febri­les, sobre la ven­ta­na abier­ta al mun­do ami­go; fér­ti­les y gozo­sos acer­ca­ba sus estre­llas, fami­lia­res, a la vez que nos-me reafir­ma­ba en el sue­ño y el tin­ti­near del camino, cada vez más lejos, para for­ta­le­cer con­cien­cia como cien­cia de los abis­mos… ¡Pla­ne­ta rojo que patria puso al alcan­ce de mi mis ojos, cari­cia a mis meji­llas, luna madre, lle­na de ter­nu­ra y cariño!

Hoy he reci­bi­do el alba con más ilu­sión que nun­ca, des­cu­brir ver­da­de­ros docen­tes es mi pasión. La more­na lo fue, me refie­ro a patria, la este­la que me alum­bró sobre los hitos; astros sobre los libros que empe­za­ba a leer y ya yo veía el final de luz alum­bra­do­ra. Pén­du­lo que enri­que­cen nues­tro mun­do ami­go: allá don­de yo viva ser o morir en el inten­to pen­sa­do con la mira­da pues­ta a lo lejos. Lla­ve hacia el com­pás de espe­ra cur­tien­do los días, cerran­do jor­na­das con telón de piel trans­pa­ren­te sobre la que adhe­rir jun­cos y tie­rra for­man­do las letras.

Bra­zos color acei­tu­na mestiza

“La more­na”, patria y puño que empuño 

Y, gotea la llu­via de abril sobre el cari­ño des­pren­di­do de su cuer­po, pla­ne­ta rojo. Las islas, hij@s for­ma­mos su oasis. Aún ali­via mi sed su pico, así lo sien­to; se posa en mi boca patria:

¡Ni un paso atrás!

¡Gota a gota pen­san­do, tra­ba­jan­do, creando!

Me sumo a su lucha como leche del mis­mo pecho que creo haber mamado,

ban­de­ra del maña­na. Mujer, radar y com­pa­ñe­ra! Rue­da por mi boca el sabor de sus pasos de cose­cha, baña mi cuer­po y sus poros el ale­teo de sus alas, ali­men­to que vue­la abra­zan­do la his­to­ria y, mis sen­ti­mien­tos galo­pan hacia Con­cep­ción Are­nal, la que nacie­ra en el barrio cono­ci­do como Ferrol Vello (Gali­za). Se dice que con Con­cep­ción nace el femi­nis­mo, en una lla­ma­da “Espa­ña”, don­de el oscu­ran­tis­mo sigue pri­man­do encu­bier­to en la far­sa, fal­sean­do la pro­pia his­to­ria de la emi­nen­cia men­ta­da. Auto­ra poco leí­da, tam­bién dicen, y para la mayo­ría de cató­li­cos orto­do­xos una hete­ro­do­xa, que se les enfren­ta­ba y, cri­ti­ca­ba con pala­bras, expre­sio­nes afir­man­do su per­fil de mujer cul­ta ridi­cu­li­zán­do­los “en gene­ral es muy igno­ran­te, no que­rer a la mujer ins­trui­da, es mejor auxi­liar, man­te­ner­la en la ignorancia”

Nave­gan­do los mares del tiempo…

Hoyo de Fue­go me mira. La veo. Patria y madre, isla cuer­po adentro.

Fram­bue­sa, san­día, mora, fre­sa, guin­da, o cere­za… vuel­ve sobre mi la gavio­ta. Tiem­po, sien­to que sus bra­zos se acer­can. A solas. Con ella volan­do lejos y, los libros se api­lan for­man­do colum­nas, vigas sobre cimien­tos. Sobre la tie­rra, entre espas­mos febri­les, unos dien­tes feli­nos vigi­lan. Dolo­ri­da por las garras mi cuer­po que­ma. Por el entorno de mis ojos las pes­ta­ñas hume­de­cen y las nubes posan soli­da­rias des­li­zan­do jugo de llu­via, gota a gota avan­zan­do. Ama­ne­ce rojo de ira el día. Irra­dia la cegue­ra que es inca­paz de des­ci­frar los sig­nos. Fron­te­ra del maña­na. Ensal­zan mis pechos hume­de­cien­do mi boca la ira, las uvas de la ira, lle­gó la hora. Y, rom­pe el mar azo­tan­do las rocas en un vai­vén que me cae por los oídos. La noche tie­ne bue­na tem­pe­ra­tu­ra, se res­pi­ra un ambien­te gra­to; la fami­lia inter­na­cio­nal está reu­ni­da: abun­dan los libros; absor­bi­da en el batir de las olas del cora­zón de patria.

¡Mur­mu­llo en puño erguido!

Fuer­za que arre­me­te y arras­tra, de su lado mi cuer­po pal­pi­ta; el mar de leche es tibia:

Gara­zi está a las puertas.

Un nue­vo ama­ne­cer alum­bra el día, lla­ma de amor, pare­cie­ra que está pes­can­do pero no es el día apro­pia­do, lee un libro. Sobre el alba, el cuer­po de Con­cep­ción Are­nal cobra vida en el abra­zo, son los hijos de la patria. Se oye el mar de su boca, apa­sio­na­da ola hablan­do, nue­va vida al hori­zon­te. Lle­ga­rás a casa y encon­tra­rás ésta nota, a la que he entre­ga­do los mejo­res momen­tos “el dolor, cuan­do no se con­vier­te en ver­du­go, es un gran maestro”

¡Con­cep­ción, hábla­le de las olas!

¡Des­cri­be el mar de tus sueños!

¡Los árbo­les que rodean la isla de nues­tro mundo!

¡Su vien­to sua­ve en alza y la mue­ca de sus rostros!

Las luces de neón des­ve­lan los sue­ños, las calles oscu­re­cen y los esca­pa­ra­tes pestañean…

Vol­ve­ré maña­na, soy aulli­do de la selva.

Un paso, dos, tres, al fren­te sin per­der­se, y, los anti­cua­rios ven­den mar­cos de roble, haya, de enci­na y cere­zo ¿don­de que­dó la simien­te?. Ella cami­na. Con mira­da al fren­te libe­ra­do. Pre­sen­te el deseo da for­ma a tus manos, la ilu­sión abier­ta des­pe­ja la frente.

Uno dos tres pasos al fren­te, sin tram­pas ni men­te sin dos dedos de fren­te, los sue­ños no son una eti­que­ta en la frente.

El tiem­po se va acercando.

Abre libre­men­te los par­pa­dos y, saca más allá el can­to que rue­da que pue­da oír­se y, sen­tir­se el sol a favor del fren­te con la fren­te lle­na, las voces resplandecen.

Uno dos tres pasos sobre el barro al fren­te, teja que cobi­ja; mis pies arden y llu­via se acer­ca pre­ñan­do el man­to ver­de que engen­dra amaneceres.

Una dos tres gotas, tem­pe­ra­tu­ra esta­ble “el rui­do de las car­ca­ja­das pasa, y, la fuer­za de los razo­na­mien­tos queda”

A, Con­cep­ción Are­nal (1820−1893)

La que nacie­ra en El Ferrol un 31 de enero de 1820.

En recuer­do de sus 195 años de naci­mien­to, a su pen­sa­mien­to… “es raro, muy raro, que nadie cai­ga en el abis­mo del des­en­ga­ño sin haber­se acer­ca­do volun­ta­ria­men­te a la orilla”

Escri­to­ra y soció­lo­ga… peda­go­ga, psi­có­lo­ga que sabía lo que se decía, acti­vis­ta sufra­gis­ta, agi­ta­do­ra insu­mi­sa que supo enfren­tar­se y hacer con su vida una lucha sin tre­gua ‑dicen que acce­dió a la uni­ver­si­dad “tra­ves­ti­da” lo que la con­vir­tió en mujer de prin­ci­pios! Visi­ta­do­ra de pri­sio­nes de muje­res ‑rei­vin­di­có la capa­ci­dad inte­lec­tual de la mujer y su dere­cho a reci­bir la mis­ma edu­ca­ción que el hom­bre. En 1842, Con­cep­ción Are­nal se vis­te de “hom­bre” para poder asis­tir a la uni­ver­si­dad y tomar cla­ses en la facul­tad de dere­cho. Dedi­có con­cien­cia e inte­li­gen­cia a la rei­vin­di­ca­ción con­tra la mar­gi­na­ción social y pon­de­ró dere­chos de la mujer en un mun­do adver­so que des­nu­dó, denun­ció, agi­tó idea­les y escri­bió para ele­var con­cien­cias ade­más de compromisos.

http://​you​tu​.be/​f​k​n​d​g​U​R​M​T2A

Aquí dejo una pelí­cu­la chi­le­na, cla­ro refle­jo del pen­sa­mien­to de Con­cep­ción Are­nal sobre la edu­ca­ción y las cárceles.

“El Cha­cal de Nahueltoro”

Mai­té Cam­pi­llo (actriz y direc­to­ra de teatro)

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