Entre el 2 y 3 de febrero de 1989 se produzco el derrocamiento del más sangriento y violador de derechos humanos de la historia de Paraguay, el dictador Alfredo Stroessner, a raíz de un golpe de Estado realizado por una fracción disidente de las propias Fuerzas Armadas, que traería el retorno a la democracia después de 35 años de dictadura.
Si bien actualmente no hay cifras oficiales sobre la cantidad de víctimas que causo la dictadura de Stroessner, se estima que hubo 20.090 las víctimas totales directas de violaciones durante ese periodo (1954−1989), según la Comisión de Verdad y justicia (CVJ): 19.862 personas fueron detenidas en forma arbitraria o ilegal; 18.772 fueron torturadas; 59 ejecutadas extrajudicialmente (asesinadas); 500 desaparecidas y 3.470 exiliadas[1]. El sector más afectador por estas violaciones en base a informes de esta Comisión fueron los movimientos campesinos representado un 24% del total de las mismas.
Hoy en día el gobierno y la justicia paraguaya no condeno a ninguno de los militares responsables de aquel terrorismo de Estado, sin haber un compromiso real de ambos organismos para investigar tales violaciones, tampoco produzco un cambio en relación a las políticas económicas y relaciones internacionales con gobiernos que han sido cómplices y participes de tales crueldades como lo es el gobierno de Estados Unidos.
Ejemplos de continuidades en este sentido hay varios, uno de ellos tiene que ver con la persecución, represión, asesinatos y despojo de campesinos, entre 1989 y 2013, hubo 115 dirigentes campesinos asesinados mientras realizaban protestas por el acceso a tierras, según el Informe Chokokue de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy). Tal como con la dictadura de Stroessner uno de los principales afectados por violaciones de derechos humanos sigue siendo el campesinado, al que se le suma que Paraguay el país con mayor concentración de la tierra del mundo.
Pero básicamente, en general las líneas de continuidad entre el actual gobierno democrático de Horacio Cartes y el régimen militar de Stroessner, se basan en la política represiva militar y en la económica, ambas apoyadas fuertemente por Estados Unidos.
La militarización y el apoyo de EE. UU. frente al “terrorismo”
En el año 2010, se sancionaría bajo la presidencia de Fernando Lugo, la leyes: Antiterrorista y la Ley de Seguridad Interna, leyes que permiten acusar de terrorista a todo aquel que perturbe el orden público, además de en el caso de la Ley de seguridad Interna militarizar el país para combatir organizaciones guerrilleras campesinas como el Ejército Paraguayo del Pueblo (EPP), bajo el aval y total apoyo de EE. UU. y Colombia y posteriormente con el apoyo de los servicios de inteligencias israelitas (MOSSAD).
Pero tras el derrocamiento de Lugo, y luego de un breve periodo de transición, se pasará al actual gobierno donde nuevamente volverá a gobernar el Partido Colorado (mismo partido de pertenecía de Stroessner), esta vez bajo el empresario tabacalero Horacio Cartes.
Sin ir más lejos ya en febrero del año pasado, el gobierno de Cartes le dió el honor a EE. UU. de construir un cuartel general, justo al norte del país donde hay mayores desigualdades sociales sufridas por campesinos y enfrentamientos entre ellos entre el Estado y el EPP. Tal es así que en el departamento San Pedro se instaló la base militar denominada Centro de Operaciones de Emergencia (COE), del Comando Sur. Y en septiembre de ese año Cartes incrementó fuertemente el presupuesto militar para las operaciones contra el EPP y militarización que desarrolla las Fuerzas de Tareas Conjuntas (cuerpo armado conformado por policías y militares especializados); en 2014 el presupuesto es de 326.406.000 dólares. Ambas medidas también en colaboración con el servicio de inteligencia israelí de la Mossad, quienes el año pasado recurrieron el norte del país.
Toda esta política lo que genero fue no solo no poder combatir al EPP como se pretendía, sino que las Fuerzas de Tarea Conjuntas (FTC), cobraron la vida y lastimaron a varios campesinos y pobladores acusados falsamente de tener relación con el EPP. Ya a fines del año pasado entre tantas víctimas las más conocidas fueron: Vicente Ojeda asesinado el sábado 15 de noviembre en la localidad de Arroyito; la tortura el 21 de octubre Gumersino Toledo de la misma localidad; el asesinato de los Hermenegildo y Marcos Ovelar, heridas de bala y acuchilladas a (la tía de estos) María Gloria González, el 5 de septiembre en Kuruzu de Hierro.
Lo llamativo de esta situación es que pese a los recientes debates, tras el último enfrentamiento entre el EPP y las FTC, en las que se acusa el EPP de haber asesinado a dos empresarios alemanes, tanto el partido colorado, como el partido liberal y el actual partido del ex –presidente Fernando Lugo (Frente Guasu), pretenden y creen necesario seguir aumentando el poder represivo del Estado contra el EPP.
Por otra parte, ya a mediados del año pasado hubo arrestos a varios dirigentes gremiales y estudiantes sin otorgarles derecho a una defensa digna tales como el estudiante chileno Patricio Flores, los 11 estibadores que aún siguen detenidos por una huelga en reclamo de la reincorporación de 200 despedidos en el puerto, además de ser detenidos otras tres personas que hacían una pintada en apoyo a los mismos, etc. Además de imputaciones a periodistas que apoyan a campesinos, como el caso de Paulo López de la prensa alternativa E’A.
Tal como en aquella época de Stroessner la militarización y persecución a luchadores sociales continúa y cuenta con el apoyo EE. UU. siendo el mejor aliado de Paraguay en materia represiva junto a Israel y económica. Pues EE. UU. entre 1946 y 1989 le aportaría al gobierno paraguayo US$31 millones, casi todo en forma de donación para el desarrollo de operaciones militares y de tortura y persecución a luchadores sociales, acordes a la Doctrina de Seguridad nacional, con el agregado de que en 1956 Paraguay era seleccionado por EE. UU. como uno de los primeros países latinoamericanos en recibir entrenamiento policial para combatir al supuesto “enemigo interno” con el montaje de la unidad especializada de “inteligencia antisubversiva” en la policía paraguaya .
Política económica, la fuerte dependencia económica con EE. UU.
En cuanto a lo económico en los años de Stroessner, específicamente entre 1954 y 1960 Paraguay recibió en total unos US$30 millones de ayuda norteamericana auspiciados por el Fondo Monetario Internacional, y paso a ser el tercer destinatario de esos fondos en América Latina. Actualmente Estados Unidos es uno de los diez mayores inversores extranjeros que tiene Paraguay, bajo un modelo donde empresas como Monsanto, Cargil, ADM, entre otras ocupan un lugar privilegiado a través del impulso sojero que llega a cabo Cartes, y del cual las empresas sojeras quedan exentas de impuestos, a diferencia del resto de las plantaciones que son producidas en mayor parte por campesinos y pequeños productores.
Aunque de por si esta fuerte relación económica entre EE. UU. y Paraguay no pareciera ser tan casual si se tiene en cuenta que los EE.UU. es el país que más ha cooperado en ayuda económica a lo largo de la historia de Paraguay bajo un monto de más de US$100 billones de más de US$100 billones de dólares desde la declaración de la independencia con España hasta nuestros días[3].
En síntesis, al parecer existen grandes continuidades de militarizaciones, y políticas económicas que llevan desde el más cruel gobierno que tuvo Paraguay con la dictadura de Stroessner hasta la actualidad con el supuesto gobierno democrático de Cartes el cual hasta nuestro días son escazas las políticas de derechos humanos que ha llevado, y donde siempre los mismos perjudicados son la población más pobre en términos económicos, los campesinos que día a día viven persecuciones, arrestos al igual que los trabajadores portuarios, de la administración pública, los periodistas opositores, etc; y son despojados de sus tierras, condenados a la miseria como los pueblos originarios siendo otro de los principales perjudicados dentro de estos modelos. Y que desde ya cuentan con la complicidad también de partidos políticos que se jactan de ser progres en algunas propuestas pero terminan apoyando medias fuertemente cuestionadas como la militarización del Paraguay tal como en aquellos años de Stroessner.
NOTAS:
[1]BERNARDO NERI FARINA /ALFREDO BOCCIA PAZ: “EL PARAGUAY BAJO EL STRONISMO (1954−1989)”, COLECCIÓN: LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, Nº 13, Editorial El Lector, Asunción, 2010.