Ucra­nia: Jugan­do a la rule­ta rusa- Augus­to Zamo­ra R.

Des­de su fun­da­ción en 1949 y has­ta 1994, la OTAN jamás reali­zó nin­gún tipo de ope­ra­ción mili­tar con­tra nin­gún país. Crea­da, téc­ni­ca­men­te, como alian­za defen­si­va, su pro­pó­si­to era ‘con­te­ner la ame­na­za comu­nis­ta’ y pre­ser­var a Euro­pa occi­den­tal de la pre­sun­ta ‘ame­na­za sovié­ti­ca’. En 1992, la URSS se auto­des­tru­yó y, con su des­apa­ri­ción, se disol­vió el Pac­to de Var­so­via. Pare­cía que, al fin, des­pués de tres mil años matán­do­se entre sí, Euro­pa entra­ría en una era de paz, des­mi­li­ta­ri­za­ción y unión. No ocu­rrió tal. De repen­te, como caba­llo que, rete­ni­do por el freno –soviético‑, se ve libre del hie­rro, la OTAN se des­bo­có y entró en una espi­ral mili­tar-impe­ria­lis­ta que la lle­vó a agre­dir a Yugos­la­via en 1994, a la redu­ci­da Yugos­la­via de Ser­bia y Mon­te­ne­gro en 1999; a inva­dir Afga­nis­tán en 2001, Irak, en 2003, y a des­truir Libia, en 2011.

Cada nue­va gue­rra de agre­sión ser­vía de esce­na­rio para la amplia­ción de la OTAN. En 1999 entra­ron Hun­gría, Polo­nia y Che­quia. En 2004, Bul­ga­ria, Ruma­nia, Eslo­ve­nia, Eslo­va­quia y los paí­ses bál­ti­cos. En 2009, Croa­cia y Alba­nia. La OTAN apro­ve­cha­ba el colap­so de Rusia, bajo la pre­si­den­cia del alcohó­li­co Boris Yel­tsin, para exten­der sus posi­cio­nes has­ta las fron­te­ras rusas, no obs­tan­te la pro­me­sa de EEUU a Mijail Gor­ba­chov, últi­mo pre­si­den­te de la URSS, de que la OTAN no se amplia­ría hacia el terri­to­rio del anti­guo Pac­to de Var­so­via. Hun­di­da Rusia, todo era fies­ta y los miem­bros de la OTAN, con EEUU a la cabe­za, se pro­cla­ma­ron poli­cías del mundo.

La con­ti­nua expan­sión de la OTAN pro­vo­có extre­ma alar­ma en Rusia, aun­que su pos­tra­ción eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca y mili­tar, hacía inú­til las pro­tes­tas. En 1993, el nacio­na­lis­ta extre­mis­ta Vla­dí­mir Zhi­ri­novsky, decla­ró que la amplia­ción de la OTAN has­ta las fron­te­ras de Rusia lle­va­ría a la ter­ce­ra gue­rra mun­dial. En Euro­pa se rieron.

El ascen­so de Vla­di­mir Putin al poder cam­bia­ría el rum­bo de las cosas. Con Putin Rusia expe­ri­men­ta un espec­ta­cu­lar rena­ci­mien­to, que la vuel­ve a situar como gran poten­cia mun­dial. Con Putin, Mos­cú entie­rra la gro­tes­ca y atroz era Yel­tsin y comien­za a resi­tuar al país más gran­de del mun­do. El pri­mer esce­na­rio fue Che­che­nia, don­de el ejér­ci­to ruso aplas­ta, en una gue­rra san­grien­ta y bru­tal, al movi­mien­to sepa­ra­tis­ta [depués de las matan­zas pro­vo­ca­das por los terro­ris­tas che­che­nos y apo­ya­das por EEUU].

La gue­rra con Geor­gia, en agos­to de 2008, no pue­de expli­car­se sin el refe­rén­dum de enero de ese mis­mo año, por el que Geor­gia deci­día incor­po­rar­se a la OTAN. El ata­que geor­giano con­tra Abja­sia y Ose­tia del Sur estu­vo vin­cu­la­do al acer­ca­mien­to a EEUU del gobierno de Mijaíl Saa­kash­vi­li, elec­to en enero de 2004. Saa­kash­vi­li salió de una revuel­ta deno­mi­na­da ‘revo­lu­ción de las rosas’, que depu­so al ex minis­tro de Exte­rio­res sovié­ti­co, Eduard She­var­nad­ze. Nada de esto pue­de des­li­gar­se de la lle­ga­da a Geor­gia, a par­tir de 2002, de cen­te­na­res de con­se­je­ros mili­ta­res de EEUU, con la tarea de pre­pa­rar, orga­ni­zar y armar al nue­vo ejér­ci­to geor­giano. Resul­ta impo­si­ble creer que el EEUU de Geor­ge Bush II no estu­vie­ra al tan­to de los pre­pa­ra­ti­vos de Geor­gia para inva­dir Ose­tia de Sur y Abja­sia, dada la can­ti­dad de mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses en el país. Más aún, sería inge­nuo creer que Washing­ton no habría dado el vis­to bueno a aque­lla guerra.

En Ucra­nia hubo tam­bién una ‘revo­lu­ción naran­ja’ –de esca­sa glo­ria y abun­dan­te corrup­ción- y lue­go otra revuel­ta (el ‘Euro­mai­dán’), tras la fir­ma por el pre­si­den­te Yanu­ko­vich de un acuer­do comer­cial con Rusia y su recha­zo a entrar a la UE. Con el nue­vo gobierno Ucra­nia dio vuel­ta a la tor­ti­lla y, ase­so­ra­do por EEUU, pasó de ami­go a enemi­go de Rusia. Tie­ne dere­cho el ciu­da­dano a pre­gun­tar­se de qué palo se bajan algu­nos polí­ti­cos, por­que la peor y más desas­tro­sa polí­ti­ca que podía asu­mir un país como Ucra­nia era ali­near­se con los enemi­gos de Rusia. Para situar­nos, si Méxi­co, por un casual, hubie­ra pedi­do su ingre­so al Pac­to de Var­so­via, ¿habría EEUU per­ma­ne­ci­do de bra­zos cru­za­dos? En 1983, en un dis­cur­so ante el Con­gre­so, el pre­si­den­te Ronald Reagan jus­ti­fi­có la gue­rra con­tra Nica­ra­gua y la inter­ven­ción en El Sal­va­dor con estas pala­bras: “Amé­ri­ca Cen­tral, sen­ci­lla­men­te, está muy cer­ca y los intere­ses estra­té­gi­cos son dema­sia­do impor­tan­tes para pasar por alto el peli­gro de que ocu­pen el poder gobier­nos con lazos ideo­ló­gi­cos con la Unión Sovié­ti­ca”. Y el Con­gre­so dio fon­dos, muchos fon­dos, para que EEUU des­tru­ye­ra Centroamérica.

Cier­to, ya no hay gue­rra fría. En junio de 2014, Oba­ma pro­cla­mó, en Var­so­via, que “los días de los impe­rios y las zonas de influen­cia lle­ga­ron a su fin, los paí­ses más gran­des ya no pue­den inti­mi­dar a los más peque­ños e impo­ner su volun­tad con las armas”. Tierno dis­cur­so, sin duda, atem­pe­ra­do en sep­tiem­bre de ese año, cuan­do anun­ció mil millo­nes de dóla­res para refor­zar a la OTAN en el este y “cons­truir capa­ci­dad mili­tar” en Geor­gia, Mol­da­via y Ucra­nia. Sin olvi­dar, a pro­pó­si­to de zonas de influen­cia, que EEUU man­tie­ne dece­nas de miles de sol­da­dos en Afga­nis­tán e Iraq, ade­más de 598 bases mili­ta­res en todos los con­ti­nen­tes del mun­do, según cifras del pro­pio Pen­tá­gono (que no serán de fiar, es decir, el núme­ro de bases será mayor). No expli­can Oba­ma ni el Pen­tá­gono por qué, si ya no hay zonas de influen­cias ni impe­rios, EEUU nece­si­ta lle­nar el mun­do de bases mili­ta­res e inva­dir y ocu­par paí­ses. En cuan­to a otra fra­se de Oba­ma, de que no se pue­den cam­biar las fron­te­ras a pun­ta de pis­to­la, que pre­gun­te a Ser­bia lo que opi­na de esa afir­ma­ción, con Koso­vo de fondo.

Cuan­do Rusia rein­te­gró Cri­mea a su terri­to­rio, qui­so enviar un men­sa­je a la OTAN: ya no está Yel­tsin en el Krem­lin. Rusia no per­mi­ti­rá que Ucra­nia entre en la OTAN. No, sin antes mediar una gue­rra, que Rusia está segu­ra de ganar. Esta posi­ción la expli­có cla­ra­men­te el minis­tro de Exte­rio­res ruso, Ser­guéi Lavrov, en la recién pasa­da Con­fe­ren­cia de Segu­ri­dad, en Munich: Rusia no tie­ne inten­ción de cam­biar su pos­tu­ra res­pec­to a Ucra­nia, y Occi­den­te debe “acep­tar la realidad”.

Ucra­nia es un país fic­ti­cio don­de los haya, crea­do por la Unión Sovié­ti­ca sobre bue­na par­te de terri­to­rio ruso. La mitad de la pobla­ción habla ruso y se sien­te her­ma­na­da con los rusos. Sólo en la men­te deli­ran­te del pri­mer minis­tro ucra­nio pue­den ger­mi­nar ideas como cons­truir un muro que sepa­re Ucra­nia de Rusia o pro­mo­ver leyes que prohí­ben la exhi­bi­ción de pelí­cu­las rusas; sólo des­de el dis­pa­ra­te va un gobierno a bom­bar­dear a un pue­blo que dice es el suyo. La dic­ta­du­ra somo­cis­ta bom­bar­dea­ba las ciu­da­des alza­das de Nica­ra­gua por­que odia­ba al pue­blo, que era su enemi­go. Poroshen­ko, como su alter ego Saa­kash­vi­li, actúa espe­ran­do que la OTAN entre en gue­rra con Rusia. En el labe­rin­to de su cegue­ra, el gobierno ucra­nio olvi­da que nadie va a ir a la gue­rra por Ucra­nia. Nadie va la gue­rra con­tra un país de 17 millo­nes de km2 y due­ño de 15.000 cabe­zas nucleares.

De la fra­gi­li­dad de Ucra­nia como Esta­do da cuen­ta su pro­ble­ma para reclu­tar tro­pas. Como gran noti­cia, Poroshen­ko anun­ció la movi­li­za­ción de 50.000 hom­bres. Una cifra ridí­cu­la para un país de 42 millo­nes de habi­tan­tes. En El Sal­va­dor, la gue­rri­lla lle­gó a dis­po­ner de 35.000 gue­rri­lle­ros y la Nica­ra­gua san­di­nis­ta, con 4 millo­nes de habi­tan­tes, movi­li­zó a casi 280.000 hom­bres y muje­res espe­ran­do una inva­sión de EEUU.

En medio del sin­nú­me­ro de insen­sa­te­ces que se escu­chan sobre el tema, la can­ci­ller Ange­la Mer­kel pare­ce la úni­ca –por aho­ra- sen­sa­ta. Ante las pre­sio­nes para enviar armas al gobierno de Kiev ha res­pon­di­do: “No veo a Putin dejar­se impre­sio­nar con el arma­men­to de Ucra­nia”. Todo lo con­tra­rio, el envío de armas podría ser la deci­sión que deter­mi­ne una gue­rra a gran esca­la en el Dom­bás y otras regio­nes rusó­fo­nas de Ucrania.

EEUU, que ha esta­do detrás de todo el infor­tu­nio ucra­niano, apa­re­ce como el más intere­sa­do en pro­veer armas a Kiev. Si hubie­ra gue­rra, sería el úni­co gana­dor inme­dia­to. De entra­da, se des­ca­la­bra­ría la eco­no­mía euro­pea, lo que bene­fi­cia­ría gran­de­men­te (como ya pasó en las dos gue­rras mun­dia­les) a la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se. Polí­ti­ca y mili­tar­men­te, EEUU lle­va­ría al lími­te su con­trol sobre la UE, que pasa­ría a ser, aún más, neo­co­lo­nia del deca­den­te impe­rio, que está per­dien­do la “bata­lla del Pací­fi­co” con Chi­na. El petró­leo subiría de pre­cio, lo que sal­va­ría a las empre­sas esta­dou­ni­den­ses del frac­king, seve­ra­men­te daña­das por la caí­da de los pre­cios del petró­leo (y tam­bién levan­ta­ría la eco­no­mía rusa). EEUU haría, en fin, pin­gües nego­cios ven­dien­do arma­men­tos a todos los euro­peos, que cas­ti­ga­rían aún más a su pobla­ción para poder pagar­los. De paso, una ola de nacio­nal-fas­cis­mo podría barrer a los movi­mien­tos y orga­ni­za­cio­nes de izquier­da y pro­gre­sis­tas, que serían acu­sa­das de tra­ba­jar para Rusia.

De la irre­le­van­cia que tie­ne el pue­blo ucra­niano da fe el resul­ta­do de la encues­ta ela­bo­ra­da hace pocos días por el Cen­tro Razum­kov, de filia­ción anti­rru­sa. Según los encues­ta­dos, la prio­ri­dad máxi­ma de los ucra­nia­nos es la paz en el Don­bás (79,4%), mejo­rar sus con­di­cio­nes de vida (47,9%) y com­ba­tir la corrup­ción (33,8%). Nor­ma­li­zar la rela­cio­nes con Rusia es más impor­tan­te (21,8%) que las rela­cio­nes con la UE (20,5%). Otra encues­ta, rea­li­za­da por el Research & Bran­ding Group hace un año, daba otros datos: un 49% de ucra­nia­nos esta­ba con el ‘Euro­mai­dan’ y un 45% en con­tra. Ucra­nia es un país divi­di­do en dos regio­nes, cul­tu­ras y ten­den­cias. El con­flic­to hará más hon­da la divi­sión y, si hay gue­rra, pue­de que de la Ucra­nia actual que­de poco. En cuan­to a las bon­da­des de la UE, debe­ría invi­tar­se a los ucra­nia­nos a dar­se una vuel­ta por Gre­cia, o por esta Espa­ña des­man­te­la­da, empo­bre­ci­da y endeudada.

Augus­to Zamo­ra R. es Pro­fe­sor de Rela­cio­nes Internacionales.

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