La lucha del KKE con­tra el opor­tu­nis­mo La expe­rien­cia de los años 1949 – 1968

Por Makis Mai­lis, miem­bro del Comi­té Cen­tral del KKE, res­pon­sa­ble de la Sec­ción de His­to­ria del KKE
En noviem­bre de 2011 se publi­có en Gre­cia el segun­do volu­men del Ensa­yo de la His­to­ria del KKE, des­pués de un lar­go perío­do de deba­te que tuvo lugar en todas las orga­ni­za­cio­nes del Par­ti­do y de la Juven­tud Comu­nis­ta de Gre­cia. Este pro­ce­so se com­ple­tó con la cele­bra­ción de una con­fe­ren­cia a nivel nacio­nal, el 16 de julio de 2011, que apro­bó el tex­to final del Ensa­yo de la Historia.
El segun­do volu­men abar­ca el perío­do 1949 – 1968. Reco­rre el perío­do des­de el fin de la lucha arma­da que lle­vó a cabo el Ejér­ci­to Demo­crá­ti­co de Gre­cia duran­te tres años y medio (12 de febre­ro de 1946 – 29 de agos­to de 1949) has­ta la Sesión Ple­na­ria del Comi­té Cen­tral del KKE (5 – 15 de febre­ro de 1968), en que el KKE se escin­dió y los que deser­ta­ron del par­ti­do, y habían for­ma­do un gru­po revi­sio­nis­ta de dere­cha (euro­co­mu­nis­ta), fun­da­ron un nue­vo par­ti­do lla­ma­do KKE (interno).
Aun­que el perío­do que abar­ca son los años 1949 – 1968, el Ensa­yo de la His­to­ria del Par­ti­do se remon­ta a la déca­da de 1940. Esto es por­que los docu­men­tos del par­ti­do en el perío­do que exa­mi­na­mos tra­tan tam­bién de modo exhaus­ti­vo la déca­da de 1940, por­que la deduc­ción de con­clu­sio­nes de enton­ces fue la con­di­ción pre­via para que el par­ti­do for­ma­ra su polí­ti­ca en las nue­vas condiciones.
Los derro­ca­mien­tos con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios, que se cul­mi­na­ron en 1989 – 1991, obli­ga­ron a nues­tro par­ti­do a exa­mi­nar su acción y su his­to­ria más en pro­fun­do. Nos vimos obli­ga­dos a pro­fun­di­zar la valo­ra­ción his­tó­ri­ca de las deci­sio­nes y las accio­nes del KKE en base a con­clu­sio­nes fun­da­men­ta­les de los desa­rro­llos nega­ti­vos ante­rior­men­te men­cio­na­dos que se incor­po­ra­ron en las reso­lu­cio­nes de sus con­gre­sos en los últi­mos vein­te años, espe­cial­men­te en el 18º Con­gre­so (2009).
El KKE con­si­de­ra que el estu­dio de su his­to­ria es ele­men­to de su desa­rro­llo pues­to que la expe­rien­cia his­tó­ri­ca hace que la acción del Par­ti­do para la orga­ni­za­ción de la lucha de cla­ses por la abo­li­ción de la explo­ta­ción de hom­bre por el hom­bre sea más inci­si­va y efi­caz. En este sen­ti­do el estu­dio de su his­to­ria lle­ga a ser un pro­ce­so de ins­pi­ra­ción para la acción consciente.
La cues­tión más bási­ca que tra­ta el Ensa­yo de la His­to­ria es la estra­te­gia del KKE. Los cri­te­rios para su eva­lua­ción son los siguien­tes ejes:
1. Nues­tra épo­ca es la épo­ca de tran­si­ción del capi­ta­lis­mo al socia­lis­mo pues­to que el capi­ta­lis­mo ha entra­do en la eta­pa reac­cio­na­ria des­de hace más de un siglo. Ha pasa­do sin retorno la épo­ca de las revo­lu­cio­nes demo­crá­ti­cas bur­gue­sas que impul­sa­ban el pro­gre­so social derro­can­do el poder de los feu­da­les y eli­mi­nan­do los res­tos de las rela­cio­nes feu­da­les de pro­duc­ción. El derro­ca­mien­to de la cons­truc­ción socia­lis­ta con el pre­do­mi­nio de la con­tra­rre­vo­lu­ción de 1989 – 1991 no des­acre­di­ta esta acción socio­po­lí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria como nece­sa­ria, vigen­te y como perspectiva.
2. El carác­ter de la revo­lu­ción no se deter­mi­na por la corre­la­ción de fuer­zas exis­ten­te, sino por la madu­ra­ción de las con­di­cio­nes mate­ria­les por el socia­lis­mo. El nivel míni­mo de madu­ra­ción de las con­di­cio­nes mate­ria­les exis­te tam­bién cuan­do la cla­se obre­ra es una fuer­za mino­ri­ta­ria como por­cen­ta­je en la pobla­ción eco­nó­mi­ca­men­te acti­va, una vez que toma con­cien­cia de su misión his­tó­ri­ca con la for­ma­ción de su Partido.
3. Entre el capi­ta­lis­mo y el socia­lis­mo no exis­te nin­gún sis­te­ma socio­eco­nó­mi­co inter­me­dio por lo que no pue­de exis­tir nin­gún tipo de poder inter­me­dio. El carác­ter del poder será o bien bur­gués o bien obre­ro (pro­le­ta­rio). El pun­to de vis­ta-posi­ción de la posi­bi­li­dad y de la nece­si­dad de esta­ble­cer un poder inter­me­dio no se ha con­fir­ma­do en nin­gún país.
El 18º Con­gre­so del Par­ti­do tra­tó este asun­to y sub­ra­yó que no se debe con­fun­dir el carác­ter del poder con los “momen­tos” tran­si­to­rios del tiem­po his­tó­ri­co y repi­tió la posi­ción pro­gra­má­ti­ca del 15º Con­gre­so acer­ca de los “momen­tos” transitorios:
“En con­di­cio­nes de cul­mi­na­ción de la lucha de cla­ses, de ascen­so revo­lu­cio­na­rio del movi­mien­to popu­lar, cuan­do haya ini­cia­do el pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio, es posi­ble que sur­ja un gobierno como ins­tru­men­to de poder popu­lar con la apro­ba­ción y el con­sen­ti­mien­to del pue­blo lucha­dor, sin que se lle­ven a cabo elec­cio­nes gene­ra­les ni pro­ce­sos par­la­men­ta­rios. Este gobierno se iden­ti­fi­ca­rá o le sepa­ra­rá dis­tan­cia típi­ca del poder de la cla­se obre­ra y de sus aliados. (…)
Para nues­tro Par­ti­do está cla­ro que el carác­ter del poder es la Dic­ta­du­ra del Pro­le­ta­ria­do sin que se con­fun­da con otras for­mas de poder inter­me­dios. Es una cosa dar­se cuen­ta pos­te­rior­men­te, es decir a tra­vés de la inves­ti­ga­ción his­tó­ri­ca, de las dife­ren­tes for­mas que pue­den sur­gir del pro­ce­so duran­te el cual no se haya derro­ca­do toda­vía el poder bur­gués pero que haya empe­za­do su debi­li­ta­mien­to, su sacu­di­da. Las for­mas que toman los nive­les de la sacu­di­da del poder bur­gués en cada momen­to his­tó­ri­co es un asun­to de inves­ti­ga­ción his­tó­ri­ca. Por ejem­plo, los pri­me­ros gobier­nos que se for­ma­ron por los fren­tes anti­fas­cis­tas en los paí­ses libe­ra­dos por el Ejér­ci­to Rojo, no fue­ron pode­res obre­ros revo­lu­cio­na­rios (Dic­ta­du­ra del Pro­le­ta­ria­do) sino con­ta­ron con la par­ti­ci­pa­ción de fuer­zas bur­gue­sas. Por eso rápi­da­men­te se desa­rro­lló un con­flic­to sobre una cues­tión del poder “quién gobier­na a quién” y en la mayo­ría de los casos se resol­vió con la con­quis­ta del poder obre­ro revo­lu­cio­na­rio (Dic­ta­du­ra del Pro­le­ta­ria­do). El cur­so de los acon­te­ci­mien­tos no debe sepa­rar­se de la exis­ten­cia de las fuer­zas del Ejér­ci­to Rojo. (…) Pero tam­bién en el caso de la Revo­lu­ción Cuba­na no exis­te poder inter­me­dio y for­ma­ción socio-eco­nó­mi­ca inter­me­dia. El enla­ce para el ini­cio del pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio fue la lucha arma­da por la inde­pen­den­cia nacio­nal que se esta­ble­ció y obje­ti­va­men­te resol­vió el pro­ble­ma a tra­vés de su trans­for­ma­ción en lucha por el socia­lis­mo. (…) Ni tam­po­co el “doble poder” en Rusia com­prue­ba que pue­de exis­tir un poder inter­me­dio.” [1]
4. La polí­ti­ca de alian­zas del Par­ti­do Comu­nis­ta debe basar­se en la eva­lua­ción correc­ta de los intere­ses y de la posi­ción de las fuer­zas socia­les en la socie­dad capi­ta­lis­ta, ser­vir la línea de sepa­ra­ción de sec­to­res popu­la­res de la influen­cia de la bur­gue­sía, su agru­pa­ción con la cla­se obre­ra con el fin de cam­biar el carác­ter del poder, no la alter­nan­cia de par­ti­dos en el gobierno bur­gués. Es decir, la nece­si­dad de for­mar una alian­za socio­po­lí­ti­ca en con­flic­to con el domi­nio eco­nó­mi­co de los mono­po­lios, su poder polí­ti­co y sus unio­nes impe­ria­lis­tas. En esta base se refu­tan las pre­sio­nes para la coope­ra­ción polí­ti­ca con fuer­zas bur­gue­sas y opor­tu­nis­tas con un pro­gra­ma de “sanea­mien­to” frau­du­len­to del sistema.
5. El opor­tu­nis­mo tie­ne una base obje­ti­va. Una fuen­te impor­tan­te de estra­tos peque­ño-bur­gue­ses com­pri­mi­dos o inclu­so des­trui­dos por el pro­ce­so de con­cen­tra­ción y cen­tra­li­za­ción del capi­tal, por la expan­sión de los gru­pos monopólicos.
Pero la cla­se obre­ra tam­po­co es uni­for­me. Se com­po­ne de sec­to­res con dis­tin­tos ingre­sos y dife­ren­tes expe­rien­cias polí­ti­cas y de cla­se dado que la cla­se obre­ra se expan­de a tra­vés de la cons­tan­te expan­sión del tra­ba­jo asa­la­ria­do en nue­vos y anti­guos sectores.
En par­ti­cu­lar, cabe seña­lar que el estra­to de la aris­to­cra­cia obre­ra, es decir el sec­tor de la cla­se obre­ra que es com­pra­do por el sis­te­ma capi­ta­lis­ta, que cons­ti­tu­ye otra fuen­te bási­ca del fenó­meno opor­tu­nis­ta, por­que cons­ti­tu­ye el vehícu­lo de la cola­bo­ra­ción de cla­ses en el movi­mien­to obrero.
Las fuer­zas opor­tu­nis­tas sue­len refor­zar­se en los vira­jes abrup­tos de la lucha de cla­ses, ya sea duran­te su ascen­so o duran­te su rece­sión. Debi­do a la gran olea­da de la con­tra­rre­vo­lu­ción de los últi­mos vein­te años, la pre­sión ejer­ci­da por la ideo­lo­gía bur­gue­sa ha sido expre­sa­da median­te la revi­sión gene­ral de posi­cio­nes fun­da­men­ta­les de la ideo­lo­gía comu­nis­ta y de la adap­ta­ción opor­tu­nis­ta al sistema.
6. Lucha ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca impla­ca­ble con­tra el opor­tu­nis­mo, inde­pen­dien­te­men­te de sus dis­fra­ces, sus muta­cio­nes y adap­ta­cio­nes a las diver­sas fases de la lucha de cla­ses y los cam­bios en la corre­la­ción de fuer­zas. La expe­rien­cia nega­ti­va y posi­ti­va de cómo se evo­lu­cio­nó la pos­tu­ra con­tra las expre­sio­nes del opor­tu­nis­mo ‑en algu­nos casos con una lucha ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca inten­sa, en otros casos con la coope­ra­ción elec­to­ral o a lar­go pla­zo- con­fir­ma la siguien­te con­clu­sión: La coope­ra­ción con el opor­tu­nis­mo, es decir con la sec­ción del movi­mien­to comu­nis­ta que ha renun­cia­do y revi­sa­do prin­ci­pios fun­da­men­ta­les de la lucha revo­lu­cio­na­ria y se ha adap­ta­do a la polí­ti­ca bur­gue­sa, en la prác­ti­ca sig­ni­fi­ca la coope­ra­ción con la polí­ti­ca bur­gue­sa en el movi­mien­to obre­ro; se uti­li­za con el fin de ero­sio­nar y mutar el Par­ti­do Comu­nis­ta y por eso se apo­ya fir­me­men­te por la bur­gue­sía y su per­so­nal. La opo­si­ción al opor­tu­nis­mo tie­ne que ver con el con­flic­to en cuan­to a la direc­ción de la orga­ni­za­ción de las masas, la direc­ción de la lucha popu­lar, el con­te­ni­do de las alian­zas. Esto fue evi­den­te duran­te todo el perío­do ante­rior a par­tir de la expe­rien­cia del KKE en la con­fron­ta­ción de los lla­ma­mien­tos opor­tu­nis­tas de la “uni­dad de la izquier­da”, la “uni­dad ante el pro­ble­ma”, la “lucha anti­neo­li­be­ral”, hoy en día la “uni­dad anti­me­mo­rán­dum” etc.
La for­mu­la­ción de la estra­te­gia del KKE
tras el fin de la lucha del Ejér­ci­to Demo­crá­ti­co de Grecia

Tras el fin de la lucha arma­da en el perío­do 1946 – 1949 la direc­ción del KKE que ya esta­ba en clan­des­ti­ni­dad ela­bo­ró la polí­ti­ca y la estra­te­gia del Par­ti­do eva­luan­do las nue­vas cir­cuns­tan­cias que se habían pro­du­ci­do en Gre­cia e inter­na­cio­nal­men­te y esta­ble­ció como obje­ti­vo estra­té­gi­co del KKE la lucha por la revo­lu­ción socia­lis­ta. Esta ela­bo­ra­ción, que de hecho había empe­za­do sie­te meses antes del fin de la lucha arma­da, sig­ni­fi­ca­ba que el KKE aban­do­na­ría la estra­te­gia de la revo­lu­ción demo­crá­ti­ca-bur­gue­sa, que había adop­ta­do muchos años antes de la II Gue­rra Mun­dial en base a las ela­bo­ra­cio­nes de la Inter­na­cio­nal Comunista.
Cabe seña­lar que la adop­ción de la eta­pa demo­crá­ti­ca-bur­gue­sa, entre otras cosas, sur­gía del aná­li­sis sobre el carác­ter de la bur­gue­sía grie­ga, que el KKE con­si­de­ra­ba como una cla­se ser­vil a las gran­des poten­cias impe­ria­lis­tas, en pri­mer lugar a Gran Bre­ta­ña y des­pués de la gue­rra a los EE.UU. Con­si­de­ra­ba que debi­do a su carác­ter ser­vil obs­ta­cu­li­zó el desa­rro­llo de la indus­tria pesa­da en Gre­cia y fue res­pon­sa­ble de las con­di­cio­nes mise­ra­bles de vida de la cla­se obre­ra y del cam­pe­si­na­do pobre, así como de la no con­fron­ta­ción de una serie de pro­ble­mas que los deno­mi­na­ba demo­crá­ti­cos-bur­gue­ses (man­te­ni­mien­to de la ins­ti­tu­ción de la monar­quía etc). Con­si­de­ra­ba que estos tenían como resul­ta­do el atra­so sig­ni­fi­ca­ti­vo de Gre­cia en com­pa­ra­ción con el nivel de los paí­ses capi­ta­lis­tas desa­rro­lla­dos de Euro­pa Occi­den­tal. Es decir, con­si­de­ra­ba que la bur­gue­sía en Gre­cia había trai­cio­na­do su misión his­tó­ri­ca y por lo tan­to la cla­se ascen­dien­te, la cla­se obre­ra, asu­mió la res­pon­sa­bi­li­dad his­tó­ri­ca de com­ple­tar la trans­for­ma­ción demo­crá­ti­ca-bur­gue­sa de la socie­dad grie­ga en alian­za con el cam­pe­si­na­do. De esta mane­ra for­ma­ría la corre­la­ción de fuer­zas nece­sa­ria para la trans­for­ma­ción de la revo­lu­ción demo­crá­ti­ca-bur­gue­sa en socialista.
Esta estra­te­gia no sólo no fue con­fir­ma­da sino que fue la cau­sa prin­ci­pal de los erro­res gra­ves duran­te la Resis­ten­cia Nacio­nal (1941 – 1944). En base a esta estra­te­gia se ela­bo­ró duran­te la II Gue­rra Mun­dial la línea polí­ti­ca de la “uni­dad nacio­nal”. Se for­ma­ron coa­li­cio­nes con fuer­zas bur­gue­sas que soca­va­ban la lucha popu­lar duran­te la Ocu­pa­ción ale­ma­na e ita­lia­na y más tar­de, mien­tras que en cola­bo­ra­ción con el impe­ria­lis­mo bri­tá­ni­co tenían como obje­ti­vo la pro­tec­ción del poder bur­gués que se había sacu­di­do en los últi­mos años cuan­do el Fren­te de Libe­ra­ción Nacio­nal (EAM) fue domi­nan­te en Grecia.
En 1944 el KKE y la for­ma­ción alia­da de EAM par­ti­ci­pa­ron en el gobierno de la lla­ma­da “Uni­dad Nacio­nal” que se for­mó en el Orien­te Medio don­de se encon­tra­ba par­te de los diri­gen­tes de los par­ti­dos polí­ti­cos bur­gue­ses. La par­ti­ci­pa­ción en este gobierno resul­tó desas­tro­sa para el cur­so del movi­mien­to popu­lar, ya que en los días de la libe­ra­ción de los ale­ma­nes en Gre­cia había una situa­ción revo­lu­cio­na­ria. Nues­tro Par­ti­do no esta­ba pre­pa­ra­do para ela­bo­rar un pro­gra­ma que com­bi­na­se la lucha por la libe­ra­ción nacio­nal con la lucha por la toma del poder obre­ro. Esto lo lle­vó a come­ter erro­res extre­ma­da­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vos para el resul­ta­do de la lucha. Estos incluían el acuer­do de encar­gar al gene­ral inglés Sco­bie la admi­nis­tra­ción del Ejér­ci­to Popular.
Poco des­pués (a prin­ci­pios de diciem­bre de 1944) el KKE y el EAM se reti­ra­ron del gobierno, ya que este y los bri­tá­ni­cos exi­gían la diso­lu­ción del Ejér­ci­to Popu­lar mien­tras man­te­nían fuer­zas arma­das burguesas.
Este gobierno, en un prin­ci­pio con la ayu­da mili­tar bri­tá­ni­ca, derra­mó la san­gre del pue­blo de Ate­nas y del Pireo que lucha­ron heroi­ca­men­te duran­te 33 días. Se for­mó enton­ces un fren­te bur­gués uni­fi­ca­do que incluía en sus filas los “Bata­llo­nes de Segu­ri­dad”, fuer­zas arma­das esta­ble­ci­das duran­te la Ocu­pa­ción que como ins­tru­men­tos de los ale­ma­nes y del gobierno quis­ling ase­si­na­ban al pue­blo. Su esta­ble­ci­mien­to tuvo el apo­yo secre­to de los bri­tá­ni­cos así como de fuer­zas polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas bur­gue­sas nacio­na­les que se habían alia­do con Gran Bre­ta­ña con­tra los ale­ma­nes y los italianos.
La estra­te­gia de las eta­pas con­ti­nuó inclu­so des­pués de la gue­rra y sobre esta base se lle­vó a cabo la heroi­ca lucha arma­da del Ejér­ci­to Demo­crá­ti­co de Grecia.
El cam­bio de la estra­te­gia del KKE des­pués de la gue­rra civil fue una deci­sión correc­ta. Su ela­bo­ra­ción más correc­ta se hizo en 1953 en la 4ª Sesión Ple­na­ria Amplia­da del Comi­té Cen­tral del KKE que ela­bo­ró el ante­pro­yec­to de Pro­gra­ma del KKE y lo puso en deba­te público.
El ante­pro­yec­to de Pro­gra­ma, que deter­mi­na el carác­ter de la revo­lu­ción como socia­lis­ta, fue un paso sig­ni­fi­ca­ti­vo en el pen­sa­mien­to colec­ti­vo del Par­ti­do. Sin embar­go, jus­ti­fi­có esta estra­te­gia en base al cam­bio de la corre­la­ción de fuer­zas. Se men­cio­na en el frag­men­to siguien­te entre otros:
8. “ (…) Jun­to con el fac­tor igual­men­te deci­si­vo del cam­bio de la corre­la­ción de fuer­zas a favor de la demo­cra­cia y del socia­lis­mo en los Bal­ca­nes, en Euro­pa y a nivel mun­dial, des­pués de la derro­ta de Hitler, del fas­cis­mo y del mili­ta­ris­mo japo­nés en la II Gue­rra Mun­dial, (…) tenían como con­se­cuen­cia que la eta­pa demo­crá­ti­ca-bur­gue­sa de la revo­lu­ción en Gre­cia ha sudo bási­ca­men­te supe­ra­da de. (…)
Es pre­ci­sa­men­te en este cam­bio en la corre­la­ción de fuer­zas a nivel local, bal­cá­ni­co, euro­peo y mun­dial don­de hay que encon­trar la expli­ca­ción correc­ta en la apa­ren­te con­tra­dic­ción que mien­tras hoy en la estruc­tu­ra del país haya un retro­ce­so, (…) en el carác­ter de la revo­lu­ción pasa­mos por alto la eta­pa demo­crá­ti­ca-bur­gue­sa y defi­ni­mos el inmi­nen­te cam­bio social revo­lu­cio­na­rio en nues­tro país como demo­crá­ti­co popular-socialista”.
9. “(…) El poder que se esta­ble­ce­rá será la Demo­cra­cia Popu­lar, que eje­cu­ta­rá las fun­cio­nes de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, será el poder popu­lar demo­crá­ti­co-obre­ro y cam­pe­sino, una for­ma de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do”[2].
Este aná­li­sis se basó en la apli­ca­ción mecá­ni­ca a las con­di­cio­nes en Gre­cia de la posi­ción y de la expe­rien­cia de algu­nos paí­ses como las anti­guas colo­nias de la Rusia zaris­ta que, basán­do­se en la vic­to­ria de la revo­lu­ción socia­lis­ta en Rusia, logra­ron inte­grar­se en la URSS o sobre­pa­sar el poder bur­gués y el desa­rro­llo capi­ta­lis­ta, a pesar de las rela­cio­nes pre­ca­pi­ta­lis­tas de pro­duc­ción exten­sas. Por ejem­plo, tal fue el caso de Mon­go­lia. Pero Gre­cia fue una socie­dad capi­ta­lis­ta for­ma­da con una base eco­nó­mi­ca y una super­es­truc­tu­ra corres­pon­dien­tes des­de prin­ci­pios del siglo XX.
El ante­pro­yec­to de Pro­gra­ma que con­si­de­ra­ba Gre­cia un país colo­ni­za­do, no pudo eva­luar obje­ti­va­men­te el cur­so de su recons­truc­ción capi­ta­lis­ta y por supues­to la esta­bi­li­za­ción del poder bur­gués. Inter­pre­tó todas las con­se­cuen­cias de la pro­fun­da cri­sis en Gre­cia –eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas- como con­se­cuen­cias de la subor­di­na­ción de los EE.UU., de la abo­li­ción de la inde­pen­den­cia nacio­nal y de la trai­ción nacio­nal. No reco­no­cía la opción cons­cien­te de la bur­gue­sía en Gre­cia a apo­yar­se en las fuer­zas de repre­sión de sus alia­dos extran­je­ros, con el fin de con­so­li­dar la corre­la­ción de fuer­zas inter­na a su favor. Este aná­li­sis igno­ra­ba los fac­to­res his­tó­ri­cos en el desa­rro­llo des­igual del capi­ta­lis­mo entre dife­ren­tes paí­ses. Expli­ca­ba de modo inver­ti­do la influen­cia del retra­so rela­ti­vo en la ampli­tud y la pro­fun­di­dad de la depen­den­cia eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca y mili­tar de Gre­cia de las prin­ci­pa­les poten­cias impe­ria­lis­tas. El ante­pro­yec­to de Pro­gra­ma hizo caso omi­so de que la ley de la des­igual­dad en el desa­rro­llo capi­ta­lis­ta tenía un impac­to en la corre­la­ción entre los paí­ses capi­ta­lis­tas en la solu­ción polí­ti­ca de asun­tos de polí­ti­ca exte­rior entre ellos. La des­igual­dad capi­ta­lis­ta se atri­bu­yó a la lla­ma­da “trai­ción a la patria” por la bur­gue­sía y el papel inhi­bi­to­rio de las poten­cias extranjeras.
A pesar del hecho que el ante­pro­yec­to de Pro­gra­ma sobre­pa­sa­ba la eta­pa demo­crá­ti­ca-bur­gue­sa, toda­vía incluía la lógi­ca de las eta­pas, ya que deter­mi­na­ba como tác­ti­ca del KKE el obje­ti­vo de la crear “un fren­te patrió­ti­co nacio­nal” que uni­ría a “las fuer­zas patrió­ti­cas del país (…) para for­mar un gobierno patrió­ti­co de coa­li­ción”[3].
En fin, el esfuer­zo insu­fi­cien­te y con­tra­dic­to­rio de la direc­ción del KKE de sacar con­clu­sio­nes de la lucha libra­da en la déca­da de 1940 fue dete­ni­do en 1956, jus­to des­pués el 20º Con­gre­so del PCUS, cuan­do se pro­du­jo en nues­tro par­ti­do tam­bién el vira­je opor­tu­nis­ta a la dere­cha cuyo ras­go bási­co fue el recha­zo de la lucha arma­da del perío­do 1946 – 1949 y la adop­ción de “la vía par­la­men­ta­ria al socia­lis­mo”. La 6ª Sesión Ple­na­ria Amplia del CC (1956), que fue con­vo­ca­da por seis Par­ti­dos Comu­nis­tas (de la Unión Sovié­ti­ca, de Hun­gría, de Polo­nia, de Che­cos­lo­va­quia, de Ruma­nia, de Bul­ga­ria) pro­ce­dió a la des­ti­tu­ción de la diri­gen­cia del KKE, en pri­mer lugar del Secre­ta­rio Gene­ral del Comi­té Cen­tral, Nikos Zachariadis.
El 8º Con­gre­so rati­fi­có la polí­ti­ca del KKE des­de 1956 y ade­más for­mó de nue­vo la estra­te­gia de las eta­pas, a la pri­me­ra de las cua­les lla­mó “Cam­bio Demo­crá­ti­co Nacio­nal” y con­si­de­ra­ba que cons­ti­tu­ye una revo­lu­ción en las fuer­zas motri­ces de la cual se incluía tam­bién la lla­ma­da “bur­gue­sía nacio­nal”. De hecho, ilu­mi­na­ba que el cam­bio revo­lu­cio­na­rio se pro­vo­ca a pesar de que en el “régi­men del Cam­bio Demo­crá­ti­co Nacio­nal” no cam­bia el carác­ter de las rela­cio­nes de producción.
En reali­dad, el 8º Con­gre­so repi­tió las aná­li­sis ante­rio­res del Par­ti­do sobre la exis­ten­cia de una par­te de la bur­gue­sía con ras­gos patrió­ti­cos y otra, ser­vil a fuer­zas extran­je­ras. Pode­mos decir que la raíz de la dis­tin­ción de la bur­gue­sía en “bur­gue­sía patrió­ti­ca” y “ser­vil a fuer­zas extran­je­ras” se colo­ca en las ela­bo­ra­cio­nes polí­ti­cas del movi­mien­to comu­nis­ta inter­na­cio­nal des­de la épo­ca de la guerra.
Esta polí­ti­ca de alian­zas, tenía que ver con la cola­bo­ra­ción con una par­te del sis­te­ma polí­ti­co bur­gués bipo­lar con­tra la lla­ma­da par­te de dere­chas. En reali­dad lle­vó a la trans­for­ma­ción de EDA y del KKE en fuer­zas que iban a remol­que del par­ti­do libe­ral bur­gués, al que EDA hacía pro­pues­tas con­ti­nua­men­te por la for­ma­ción de un “gobierno demo­crá­ti­co”. Estas pro­pues­tas, natu­ral­men­te se recha­za­ban. A dicho par­ti­do (la Unión del Cen­tro) le intere­sa­ba sólo extraer par­tes de sus votan­tes en base al dile­ma “¿dere­cha o fuer­zas democráticas?”.
La polí­ti­ca de EDA ali­men­ta­ba este dile­ma. La deci­sión de EDA en las elec­cio­nes par­la­men­ta­rias del 1964 de no pre­sen­tar sus pro­pios can­di­da­tos en 24 dis­tri­tos elec­to­ra­les, con el fin de que se vota­sen en ellas los can­di­da­tos de la Unión del Cen­tro, fue carac­te­rís­ti­ca. Cuan­do ésta for­mó el gobierno, man­tu­vo al KKE en clan­des­ti­ni­dad, no reco­no­ció al EAM ni per­mi­tió la repa­tria­ción de los refu­gia­dos polí­ti­cos que se habían con­de­na­do hace años como espías.
Se ano­ta que, unos meses antes, se habían vuel­to a hacer elec­cio­nes, en las que el par­ti­do libe­ral no obtu­vo la mayo­ría par­la­men­ta­ria, por lo tan­to qui­so nue­vas elec­cio­nes. En aquél momen­to, EDA, tras votar por las decla­ra­cio­nes pro­gra­má­ti­cas del gobierno que se for­mó tem­po­ral­men­te, en el par­la­men­to apo­yó lo siguiente:
“(…) EDA demues­tra prác­ti­ca­men­te que en el pre­sen­te Par­la­men­to hay una mayo­ría sufi­cien­te para la rea­li­za­ción de la tarea guber­na­men­tal”[4]
El apo­yo par­la­men­ta­rio de EDA no fue acep­ta­do, según lo decla­ra­do por el lide­raz­go del par­ti­do liberal.
Por otra par­te, el lla­ma­do dile­ma “con­tra la dere­cha” se for­ta­le­ció tam­bién por la polí­ti­ca de alian­zas en el movi­mien­to obre­ro y sin­di­cal, tal como en los movi­mien­tos de los cam­pe­si­nos, de las capas medias de la ciu­dad. Así, lle­vó al for­ta­le­ci­mien­to de las lis­tas sin­di­ca­les que habían asu­mi­do la tarea de repre­sen­tar los intere­ses bur­gue­ses en el movi­mien­to sin­di­cal de for­mas más fle­xi­bles que las clá­si­cos de los diri­gen­tes sin­di­ca­les ama­ri­llos. Se for­mó un movi­mien­to obre­ro que, a pesar de las luchas duras y muchas veces heroi­cas de los comu­nis­tas y de los que cola­bo­ra­ban con ellos, no con­tri­bu­yó en la for­ma­ción de una for­ma supe­rior de con­cien­cia polí­ti­ca de la cla­se obrera.
La orien­ta­ción en el movi­mien­to obre­ro y sin­di­cal tenía que tomar en cuen­ta que la lucha ideo­ló­gi­ca, polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca es una lucha úni­ca e inclu­ye rei­vin­di­ca­cio­nes eco­nó­mi­cas y otras, sin embar­go en el mar­co del movi­mien­to obre­ro se com­ple­ta con el esfuer­zo de desa­rro­llar una acti­vi­dad en total con­tra la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta, sus repre­sen­tan­tes sin­di­ca­les y polí­ti­cos y con­tri­bu­ye en la con­cen­tra­ción y pre­pa­ra­ción de fuer­zas para el poder obrero.
Del estu­dio del perío­do 1949 – 1968 se con­fir­ma que la cla­se obre­ra, con sus alia­dos, el semi-pro­le­ta­ria­do, el cam­pe­si­na­do pobre y los autó­no­mos de las ciu­da­des, tie­ne que luchar has­ta la solu­ción final del pro­ble­ma del poder y el esta­ble­ci­mien­to del poder obre­ro con el derro­ca­mien­to del poder burgués.
La expe­rien­cia de la crea­ción de EDA

El KKE ha acu­mu­la­do una expe­rien­cia impor­tan­te tam­bién por la crea­ción de EDA. El hecho que el KKE esta­ba en clan­des­ti­ni­dad no jus­ti­fi­ca esta opción. Por supues­to, nues­tro par­ti­do tenía que aspi­rar por la uti­li­za­ción de todo mar­gen de la lega­li­dad dis­po­ni­ble, tenía que encon­trar for­mas de expre­sión polí­ti­ca en cier­tas con­di­cio­nes, sin que se cues­tio­na­se su autonomía.
La crea­ción de EDA refle­ja­ba dos pro­ble­mas gra­ves en la polí­ti­ca del KKE. Pri­me­ro, la per­cep­ción erró­nea que dis­cri­mi­na­ba al pro­gra­ma del Par­ti­do en “míni­mo” y “máxi­mo”, de la que salía la polí­ti­ca erró­nea de alian­zas. En segun­do lugar, el impac­to nega­ti­vo de los pro­ble­mas de la estra­te­gia en la com­bi­na­ción del tra­ba­jo legal e ile­gal, para que el per­fil y la orga­ni­za­ción autó­no­ma del KKE se expre­sa­sen en toda con­di­ción, tan­to a nivel polí­ti­co como en el movimiento.
La aglu­ti­na­ción de fuer­zas social­de­mó­cra­tas tam­bién en EDA, ali­men­tó aun más al opor­tu­nis­mo en las filas del KKE.
Por otro lado, las fuer­zas opor­tu­nis­tas en el KKE y EDA en el trans­cu­rrir del tiem­po inten­ta­ron trans­for­mar­la en un vehícu­lo de diso­lu­ción del KKE, tal como pasó muchos años des­pués, en 1989 – 1991, cuan­do se inten­tó por fuer­zas corres­pon­dien­tes que se trans­for­ma­se la lla­ma­da enton­ces “Coa­li­ción de la Izquier­da” en un par­ti­do úni­co, algo que sig­ni­fi­ca­ba la difu­sión del KKE en ello. Se tra­ta de los mis­mos cua­dros que hoy están en el lide­raz­go de SYRIZA.
Cabe seña­lar que los cua­dros del KKE que inten­ta­ron liqui­dar­lo a tra­vés de EDA, eran los mis­mos que apo­ya­ban que el KKE no adop­tó en su con­jun­to el espí­ri­tu de las deci­sio­nes del 20º Con­gre­so del PCUS. Se opu­sie­ron a la estra­te­gia de las eta­pas, pero de mane­ra refor­mis­ta, por­que, al mis­mo tiem­po, recha­za­ban las leyes de la revo­lu­ción socialista.
El impac­to de la estra­te­gia del Movi­mien­to Comu­nis­ta Internacional 
en la for­mu­la­ción de la polí­ti­ca del KKE

En el Ensa­yo de His­to­ria se esti­ma que los pro­ble­mas suso­di­chos no tenían que ver sólo con el KKE, sino tam­bién con una serie de par­ti­dos comu­nis­tas de otros paí­ses capi­ta­lis­tas. Se ano­ta que su estra­te­gia se ale­ja­ba poco a poco de las leyes de la revo­lu­ción socia­lis­ta, limi­tan­do y subor­di­nan­do su acción a la defen­sa de las liber­ta­des demo­crá­ti­cas-bur­gue­sas y de su país en el mar­co del sis­te­ma imperialista.
El movi­mien­to comu­nis­ta en los paí­ses capi­ta­lis­tas se regis­tró como fac­tor de desa­rro­llo de luchas obre­ras, pero no pudo jugar el papel de la van­guar­dia obre­ra real, orga­ni­zar la lucha por el poder obre­ro. La inca­pa­ci­dad de ela­bo­rar una estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria se había expre­sa­do a lo lar­go de la II Gue­rra Mun­dial y con­ti­nuó tam­bién des­pués de esta. Por ejem­plo, unas posi­cio­nes bási­cas del pos­te­rior­men­te lla­ma­do “euro­co­mu­nis­mo”, se incluían ya en el pro­gra­ma del PC de Gran Bre­ta­ña des­de el año 1950 – 1951. Un núme­ro de par­ti­dos comu­nis­tas y, de hecho, de paí­ses que eran prin­ci­pa­les poten­cias del impe­ria­lis­mo, for­ma­ron una polí­ti­ca de fren­tes anti­fas­cis­tas tam­bién des­pués de la gue­rra, en com­bi­na­ción con la defen­sa de la inde­pen­den­cia nacio­nal de sus paí­ses, que, tal como ale­ga­ban, se había supri­mi­do por el impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano, a cau­sa de la sub­yu­ga­ción de par­tes de las bur­gue­sías nacionales.
A pesar del hecho de que los par­ti­dos comu­nis­tas de los paí­ses capi­ta­lis­tas en gene­ral decla­ra­ban la nece­si­dad del socia­lis­mo, en la for­ma­ción de su polí­ti­ca intro­du­cían obje­ti­vos guber­na­men­ta­les que, por si, no ser­vían una estra­te­gia de acu­mu­la­ción y de orga­ni­za­ción de fuer­zas por un con­flic­to total y una rup­tu­ra con el poder bur­gués en con­di­cio­nes de cri­sis eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca gene­ra­li­za­da en su país. Par­ti­dos comu­nis­tas fuer­tes en Euro­pa del oes­te lle­ga­ron a la social­de­mo­cra­ti­za­ción en la for­ma del “euro­co­mu­nis­mo”. Fue­ron débi­les ante la fle­xi­bi­li­dad de la bur­gue­sía a for­mar alian­zas de defen­sa de su poder y de reor­ga­ni­zar sus alian­zas inter­na­cio­na­les. Intro­du­je­ron como obje­ti­vo polí­ti­co la for­ma­ción de “gobier­nos demo­crá­ti­cos anti­mo­no­po­lis­tas” bajo la for­ma de una refor­ma cla­ra­men­te par­la­men­ta­ria o de la eta­pa inter­me­dia en el pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio. El ele­men­to anti­im­pe­ria­lis­ta, anti­mo­no­po­lis­ta de la lucha de los par­ti­dos comu­nis­tas, sepa­ra­do de la lucha por el poder obre­ro, obje­ti­va­men­te obtu­vo un carác­ter utó­pi­co. Inclu­so el obje­ti­vo de la socia­li­za­ción de los medios de pro­duc­ción en sec­to­res carac­te­ri­za­dos como estra­té­gi­cos, no se conec­ta­ba con el obje­ti­vo del derro­ca­mien­to del poder del capi­tal. Los Par­ti­dos Comu­nis­tas for­ma­ron alian­zas que for­ta­le­cían las posi­cio­nes de la social­de­mo­cra­cia den­tro de la cla­se obre­ra, algo que con­lle­vó que el movi­mien­to obre­ro se incor­po­ra­se en opcio­nes bur­gue­sas de impor­tan­cia estra­té­gi­ca y se desmasificase.
La expe­rien­cia his­tó­ri­ca mos­tró lo utó­pi­co de la per­cep­ción que veía la tran­si­ción al socia­lis­mo a tra­vés de la lla­ma­da amplia­ción de la demo­cra­cia bur­gue­sa. Los resul­ta­dos elec­to­ra­les altos de cier­tos par­ti­dos, como en Fran­cia y en Ita­lia, no con­fir­ma­ron las expec­ta­cio­nes por un paso par­la­men­ta­rio al socia­lis­mo. Al con­tra­rio, ali­men­ta­ron des­via­cio­nes opor­tu­nis­tas que al final ero­sio­na­ron al movi­mien­to comu­nis­ta. A lo lar­go del tiem­po, varios Par­ti­dos Comu­nis­tas siguie­ron el camino de la cola­bo­ra­ción de cla­ses inclu­so en el mar­co del movi­mien­to sindical.
Con­si­de­ra­mos que la par­ti­ci­pa­ción de fuer­zas comu­nis­tas en los gobier­nos de Pron­ti, D´ Ale­ma, Jos­pin y otras, fue­ron el desa­rro­llo natu­ral del reco­rri­do ante­rior de los par­ti­dos comu­nis­tas. Se com­pro­bó que eran gobier­nos de ges­tión del capi­ta­lis­mo. Los gobier­nos de Jos­pin y D´Alema par­ti­ci­pa­ron al bom­bar­deo de Yugos­la­via, acep­tan­do los pre­tex­tos impe­ria­lis­tas de la puri­fi­ca­ción nacio­nal en este país. Todos apo­ya­ron la imple­men­ta­ción de las medi­das anti­obre­ras y gol­pea­ron al movi­mien­to sin­di­cal y obre­ro en sus países.
Uno pue­de esti­mar que la situa­ción actual nega­ti­va del movi­mien­to obre­ro en paí­ses de la UE, en una fase de agu­di­za­ción de las con­tra­dic­cio­nes inter­im­pe­ria­lis­tas y de la cri­sis eco­nó­mi­ca capi­ta­lis­ta es el resul­ta­do de este recorrido.
La par­ti­ci­pa­ción de par­ti­dos comu­nis­tas en gobier­nos bur­gue­ses afir­mó el carác­ter correc­to de la posi­ción del KKE en las elec­cio­nes del 6 de mayo y del 17 de junio de 2012, de recha­zar su par­ti­ci­pa­ción al lla­ma­do “gobierno de izquier­das”. Lo con­tra­rio sig­ni­fi­ca­ría que el KKE aban­do­na­ría su estra­te­gia por el socia­lis­mo y que se intro­du­je­se en otra per­cep­ción estra­té­gi­ca de ges­tión del sis­te­ma y de la cri­sis eco­nó­mi­ca capi­ta­lis­ta a cos­tas de la cla­se obre­ra y de las capas popu­la­res pobres. La tác­ti­ca debe ser­vir a la estra­te­gia y no minarla.
Un error gra­ve fue tam­bién la dis­tin­ción de la social­de­mo­cra­cia en social­de­mo­cra­cia de izquier­das y de dere­chas o la sepa­ra­ción de la base par­ti­da­ria del lide­raz­go de la social­de­mo­cra­cia que su papel con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio se había decla­ra­do cla­ra­men­te, tan­to en la I Gue­rra Mun­dial como en su posi­ción ante las revo­lu­cio­nes pro­le­ta­rias en Ale­ma­nia y otros paí­ses. El desa­rro­llo his­tó­ri­co demos­tró que una gran par­te de la base popu­lar de los demás par­ti­dos se gana por la agu­di­za­ción de la lucha de cla­ses y con un fren­te ideo­ló­gi­co fuer­te con­tra la polí­ti­ca bur­gue­sa y el oportunismo.
El estu­dio correc­to del desa­rro­llo capitalista 
en cada país es un asun­to crucial

El KKE no for­mó par­te del lla­ma­do “euro­co­mu­nis­mo”. Encon­tró la fuer­za de sepa­rar­se de éste y abrir un fren­te dura­de­ro con­tra éste en la base de la defen­sa de prin­ci­pios gene­ra­les del mar­xis­mo-leni­nis­mo. Ade­más, el KKE se opu­so a la aso­cia­ción de Gre­cia a la Comu­ni­dad Eco­nó­mi­ca Euro­pea, una posi­ción que man­tu­vo en cuan­to a la adhe­sión de Gre­cia en la Comu­ni­dad Eco­nó­mi­ca Euro­pea y, des­pués, res­pec­to a la Unión Euro­pea. Cabe seña­lar que la opo­si­ción a la aso­cia­ción de Gre­cia a la Comu­ni­dad Eco­nó­mi­ca Euro­pea se había decla­ra­do tam­bién por EDA, que carac­te­ri­za­ba a la Comu­ni­dad Eco­nó­mi­ca Euro­pea como “cubil de leo­nes”. La UE es una alian­za del capi­tal; no se refor­ma en direc­ción pro-popu­lar ni es posi­ble que se trans­for­me en “Euro­pa de los pue­blos”. Eso se con­fir­ma por los acon­te­ci­mien­tos actua­les en la UE.
El KKE per­sis­te en esta línea eva­luan­do que no pue­de haber polí­ti­ca a favor del pue­blo den­tro de la Unión Euro­pea. Se requie­re la reti­ra­da de esta, jun­to con la lucha en cada país por el derro­ca­mien­to del poder de los mono­po­lios, su socia­li­za­ción y la can­ce­la­ción uni­la­te­ral de la deu­da por el poder obre­ro y popu­lar. En con­di­cio­nes de cri­sis eco­nó­mi­ca capi­ta­lis­ta en par­ti­cu­lar hay dos cami­nos: O bien la cri­sis la paga la cla­se obre­ra y los sec­to­res popu­la­res pobres o bien los gran­des gru­pos empre­sa­ria­les. El segun­do se conec­ta direc­ta­men­te con la for­ma­ción de una gran alian­za socio­po­lí­ti­ca que derro­ca­rá el poder bur­gués. No exis­te camino inter­me­dio. La cri­sis en la zona euro no es una cri­sis de deu­da, ni es pro­duc­to de la lla­ma­da ges­tión neo­li­be­ral. Es una cri­sis de sobre­acu­mu­la­ción de capi­tal. Los par­ti­dos con­ser­va­do­res, los social­de­mó­cra­tas y los de izquier­da están tra­ba­jan­do para una sali­da de la cri­sis a favor del capi­tal.
Los aná­li­sis del KKE sobre el capi­ta­lis­mo grie­go en las déca­das de 1950 y 1960 no man­tu­vo el paso con el cur­so de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta, que enton­ces tuvo un desa­rro­llo significativo.
El 8º Con­gre­so del KKE (1961) carac­te­ri­zó Gre­cia como “…un apén­di­ce agrí­co­la de los gran­des paí­ses impe­ria­lis­tas del Occi­den­te (…) un país capi­ta­lis­ta sub­de­sa­rro­lla­do, bási­ca­men­te rural, con un nivel rela­ti­vo de desa­rro­llo indus­trial, con cier­tos res­tos semi-feu­da­les (…).La revo­lu­ción inmi­nen­te en Gre­cia será por con­si­guien­te anti­im­pe­ria­lis­ta-demo­crá­ti­ca”[5].
En este sen­ti­do deter­mi­nó como tác­ti­ca del par­ti­do la coope­ra­ción de las “fuer­zas demo­crá­ti­cas”, con el fin de crear las con­di­cio­nes pre­vias para lograr este objetivo.
El desa­rro­llo capi­ta­lis­ta en Gre­cia refu­tó la opi­nión de que las poten­cias extran­je­ras eran un obs­tácu­lo, así como la opi­nión de que la bur­gue­sía no esta­ba intere­sa­da en el desa­rro­llo de las fuer­zas de pro­duc­ción. El desa­rro­llo capi­ta­lis­ta en Gre­cia fue prin­ci­pal­men­te impul­sa­do por la acu­mu­la­ción inter­na del capi­tal. Se basó en la nue­va orien­ta­ción esta­tal y la corres­pon­dien­te con­fi­gu­ra­ción de la estruc­tu­ra esta­tal para el apo­yo de la indus­tria. La afluen­cia de capi­tal extran­je­ro no tuvo algún incre­men­to en par­ti­cu­lar, sal­vo a fina­les de 1940 y prin­ci­pios de 1950 (el Plan Marshall, la Doc­tri­na Tru­man). Pero, la mayo­ría de estos fon­dos fue­ron diri­gi­dos al for­ta­le­ci­mien­to de la repre­sión esta­tal con­tra el Ejér­ci­to Demo­crá­ti­co de Gre­cia y en gene­ral la pro­tec­ción del Esta­do burgués.
El desa­rro­llo capi­ta­lis­ta resul­tó a la mejo­ra rela­ti­va de los ingre­sos de los tra­ba­ja­do­res y de su nivel de vida, a lo que fue incues­tio­na­ble la con­tri­bu­ción de las luchas popu­la­res. Por supues­to, ello se debió a la fase del desa­rro­llo capi­ta­lis­ta cuan­do el capi­tal fue capaz de ofre­cer bene­fi­cios para asi­mi­lar al pue­blo lo cual fue expre­sa­do ade­más median­te la crea­ción del lla­ma­do “Esta­do de bien­es­tar” en con­tras­te con la fase actual en que tal már­ge­nes ya no exis­ten, y no sólo debi­do a la cri­sis eco­nó­mi­ca capitalista.
Al mis­mo tiem­po, en aquel perío­do se expan­dió la capa de los tra­ba­ja­do­res del sec­tor públi­co. Amplios sec­to­res de la pobla­ción rural se diri­gie­ron hacia los cen­tros urba­nos, mien­tras que otros emi­gra­ron a paí­ses capi­ta­lis­tas más desa­rro­lla­dos. Nue­vas capas peque­ño­bur­gue­sas se for­ma­ron. En esta base mate­rial se for­ta­le­cie­ron en el Par­ti­do el refor­mis­mo y el oportunismo.
Espe­cial­men­te en con­di­cio­nes de una cri­sis eco­nó­mi­ca capi­ta­lis­ta como la actual, las capas peque­ño­bur­gue­sas que se han levan­ta­do para man­te­ner su posi­ción eco­nó­mi­ca, aun­que se resien­ten y se opo­nen a la polí­ti­ca guber­na­men­tal, bus­can de modo utó­pi­co el retorno a una situa­ción ante­rior que per­mi­ti­ría su super­vi­ven­cia en mayor medi­da. Polí­ti­ca­men­te apo­yan la con­so­li­da­ción de un capi­ta­lis­mo mono­po­lis­ta “con­tro­la­do” por un gobierno que expre­se en mayor medi­da los intere­ses de los peque­ños pro­pie­ta­rios de los medios de pro­duc­ción y de acu­mu­la­ción limi­ta­da en rela­ción con los intere­ses de los gran­des pro­pie­ta­rios, los mono­po­lios. De esta mane­ra se con­vier­ten en vehícu­los de una ideo­lo­gía y prác­ti­ca polí­ti­ca que de modo utó­pi­co tra­ta de miti­gar la com­pe­ten­cia mono­po­lis­ta o hacer retro­ce­der la marea hacia atrás, a la fase pre­mo­no­po­lis­ta. Estas capas, acer­cán­do­se a la cla­se obre­ra o inclu­so inte­grán­do­se en ella des­pués de su des­truc­ción, se con­vier­ten en vehícu­los de pre­sión para el ajus­te del movi­mien­to obre­ro a las posi­cio­nes de “huma­ni­za­ción” del capitalismo.
Con­clu­sio­nes gene­ra­les úti­les para el presente

La pre­sión opor­tu­nis­ta no es un fenó­meno que tie­ne que ver sola­men­te con la pos­tu­ra con­cre­ta de per­so­nas que no sopor­tan la inten­si­dad de la lucha de cla­ses. Es una corrien­te ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca, un pro­duc­to de la épo­ca his­tó­ri­ca del capi­ta­lis­mo con­tem­po­rá­neo, del impe­ria­lis­mo. Su base mate­rial está en la capa­ci­dad de los mono­po­lios de com­prar sec­to­res de la cla­se obre­ra a tra­vés de diver­sos meca­nis­mos de asi­mi­la­ción y soborno, en la amplia­ción de la cla­se obre­ra con sec­to­res que tie­nen orí­ge­nes peque­ño­bur­gue­ses. Por eso la lucha con­tra el opor­tu­nis­mo, como decía Lenin, es un ele­men­to inhe­ren­te de la lucha con­tra el capi­ta­lis­mo en su fase de desa­rro­llo impe­ria­lis­ta, pues­to que, inde­pen­dien­te­men­te de las inten­cio­nes de sus expre­sio­nes, fun­cio­na como un obs­tácu­lo a la eman­ci­pa­ción polí­ti­ca de la cla­se obre­ra de la polí­ti­ca bur­gue­sa y se opo­ne a la inde­pen­den­cia ideo­ló­gi­ca y polí­ti­ca del movi­mien­to obrero.
La lucha con­tra el opor­tu­nis­mo no depen­de de si cons­ti­tu­ye o no una enti­dad polí­ti­ca inde­pen­dien­te, o de su influen­cia par­la­men­ta­ria o sin­di­cal. No es una tarea sepa­ra­da, secun­da­ria o par­cial de la tarea de la lucha con­tra la polí­ti­ca bur­gue­sa en todas sus varia­cio­nes y ver­sio­nes. Sobre todo en perío­dos como la que trans­cu­rri­mos, con un des­con­ten­to y pro­tes­ta popu­lar cre­cien­te, exis­te el peli­gro de que el pue­blo se atra­pe en esce­na­rios alter­na­ti­vos de ges­tión bur­gue­sa. El esfuer­zo para radi­ca­li­zar y libe­rar a las masas obre­ras y popu­la­res de la polí­ti­ca bur­gue­sa requie­re la lucha abier­ta con­tra el oportunismo.
Por supues­to, la expe­rien­cia his­tó­ri­ca ha demos­tra­do que el naci­mien­to y el desa­rro­llo del opor­tu­nis­mo den­tro del Par­ti­do Comu­nis­ta no es una obra de un solo acto. Los fac­to­res del for­ta­le­ci­mien­to poten­cial del opor­tu­nis­mo son las debi­li­da­des teó­ri­cas, los erro­res en las ela­bo­ra­cio­nes estra­té­gi­cas que no han sido detec­ta­dos ni corre­gi­dos, así como las posi­cio­nes con­tra­dic­to­rias de los lide­raz­gos que se ha com­pro­ba­do que no están impul­sa­dos por una volun­tad de adap­ta­ción, de com­pro­mi­so y sumi­sión a la bur­gue­sía, sino al con­tra­rio con­du­je­ron inclu­so a la con­fron­ta­ción arma­da con­tra el enemi­go de clase.
La his­to­ria ha demos­tra­do que si el opor­tu­nis­mo no se con­fron­ta a tiem­po, pue­de lle­var a la dege­ne­ra­ción del par­ti­do, a su muta­ción social­de­mó­cra­ta, a la pér­di­da de su con­ti­nui­dad his­tó­ri­ca. Esto es lo que ha suce­di­do a par­ti­dos comu­nis­tas de la Euro­pa occi­den­tal por ejem­plo en Fran­cia, Ita­lia etc. Al con­tra­rio, el con­flic­to con el opor­tu­nis­mo ha ase­gu­ra­do la con­ti­nui­dad del carác­ter comu­nis­ta del Par­ti­do. Por ejem­plo, el con­flic­to que se mani­fes­tó en la XII Sesión Ple­na­ria del CC del KKE en 1968 con­du­jo a la reti­ra­da del gru­po revi­sio­nis­ta que en esen­cia bus­ca­ba la trans­for­ma­ción del Par­ti­do en una for­ma­ción “euro­co­mu­nis­ta”. Ase­gu­ró el reagru­pa­mien­to orga­ni­za­ti­vo del Par­ti­do y con­du­jo a la crea­ción de la KNE. Sin embar­go, no ha logra­do tra­tar o comen­zar a tra­tar la cues­tión prin­ci­pal, que fue la cues­tión de la estra­te­gia del Par­ti­do, lo cual tuvo un impac­to al desa­rro­llo pos­te­rior del opor­tu­nis­mo en sus filas.
Por otra par­te, la cri­sis en el Par­ti­do en el perío­do 1990 – 1991, que se pro­du­jo en con­di­cio­nes de la gra­ve derro­ta del movi­mien­to comu­nis­ta inter­na­cio­nal y el cur­so de su reagru­pa­mien­to des­pués de la esci­sión, impu­so al Par­ti­do a exa­mi­nar su tra­yec­to­ria de modo más auto­crí­ti­co, a estu­diar asun­tos como la posi­ción del capi­ta­lis­mo grie­go en el sis­te­ma impe­ria­lis­ta inter­na­cio­nal y su rela­ción con el carác­ter de la revo­lu­ción y del poder, las cau­sas que die­ron lugar a los acon­te­ci­mien­tos con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios de 1989 – 1991 en la URSS y en los demás esta­dos socia­lis­tas de Euro­pa, a sacar con­clu­sio­nes más pro­fun­das expre­sa­das en su per­cep­ción programática. 

[1] Ensa­yo de la His­to­ria del KKE, 1949 – 1968, Segun­do Volu­men, segun­da edi­ción, pp 21 – 22, ed. Sin­chro­ni Epo­chi, Ate­nas, 2011. 
[2] Ensa­yo de la His­to­ria del KKE, 1949 – 1968, Segun­do Volu­men, segun­da edi­ción, pp 316 – 317, ed. Sin­chro­ni Epo­chi, Ate­nas, 2011. 
[3] Ensa­yo de la His­to­ria del KKE, 1949 – 1968, Segun­do Volu­men, segun­da edi­ción, pp 318, ed. Sin­chro­ni Epo­chi, Ate­nas, 2011. 
[4] Ensa­yo de la His­to­ria del KKE 1949 – 1968, Segun­do Volu­men, segun­da edi­ción, p 470, ed. Sin­chro­ni Epo­chi, Ate­nas, 2011. 
[5] Ensa­yo de la His­to­ria del KKE, 1949 – 1968, Segun­do Volu­men, segun­da edi­ción, p. 446, ed. Sin­chro­ni Epo­chi, Ate­nas, 2011. 

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