Hablar de “Cin­cuen­ta som­bras de Grey”, es hablar de vio­len­cia de géne­ro- Jova­nia Liza­na Cortés

“Lo preo­cu­pan­te del con­te­ni­do de esta pelí­cu­la es el no reco­no­cer los actos abu­si­vos en la diná­mi­ca rela­cio­nal entre un hom­bre y una mujer, y sin ser capa­ces de cues­tio­nar la impo­si­ción (…) ponien­do a la figu­ra de mujer como un obje­to, vali­dan­do la vio­len­cia y repro­du­cién­do los estereotipos”.

Des­de hace algún tiem­po, hemos veni­do escu­chan­do sobre la famo­sa nove­la “Cin­cuen­ta Som­bras de Gray” la que hace unos meses fue lle­va­da a los cines, sien­do una de las pelí­cu­las más vis­tas de los últi­mos tiempos.

La pelí­cu­la nos mues­tra a un mul­ti­mi­llo­na­rio, gua­po, con­quis­ta­dor, con un amplio repor­to­rio sexual, el que habría teni­do expe­rien­cias sexua­les trau­má­ti­cas en la infan­cia y satis­fa­ce sus deseos sexua­les a tra­vés de jue­gos ero­ti­za­dos bajo la diná­mi­ca amo – sumi­sa. Se ena­mo­ra de una mujer pobre, vir­gen, de 23 años, estu­dian­te y tra­ba­ja­do­ra, con his­to­ria de aban­dono en la infan­cia, que habría sido cria­da por un padras­tro, por­que su madre vivía ya con su cuar­ta pare­ja. Enton­ces me pare­ció una extra­ña pelí­cu­la de amor.

Aho­ra bien, esta intro­duc­ción, ana­li­za­da des­de el enfo­que de géne­ro, nos habla de una pelí­cu­la que tien­de a repro­du­cir los este­reo­ti­pos mas­cu­li­nos y feme­ni­nos enten­di­dos como creen­cias sobre las carac­te­rís­ti­cas de los roles típi­cos que los hom­bres y las muje­res deben tener y desa­rro­llar en una etnia, cul­tu­ra o en una socie­dad mar­can­do una evo­lu­ción dife­ren­te para hom­bres y muje­res y jus­ti­fi­can­do, muchas veces, una dis­cri­mi­na­ción hacia estas últi­mas. Estas dife­ren­cias se tras­for­man en difi­cul­ta­des que den­tro del pro­ce­so de socia­li­za­ción nos sepa­ran de los hom­bres, atri­bu­yen­do más poder a los hom­bres y des­va­lo­ra­ción a las mujeres.

Chris­tian y Anas­ta­sia, per­so­na­jes prin­ci­pa­les del films, son una pare­ja cuya diná­mi­ca rela­cio­nal está basa­da en una rela­ción de poder des­igual entre él y ella, la que podría­mos deno­mi­nar “Vio­len­cia de Géne­ro”. Y lo pode­mos reco­no­cer des­de el ini­cio de la pelí­cu­la, don­de las tác­ti­cas y estra­te­gias de seduc­ción basa­das en el poder y la domi­na­ción de Chris­tian Grey a Anas­ta­sia lla­man la aten­ción: por ejem­plo, duran­te una fies­ta ella se encuen­tra bebien­do con sus ami­gos y él lle­ga a “sal­var­la” sepa­rán­do­la drás­ti­ca­men­te de sus amistades.

Él la “ama tan­to” que la quie­re pro­te­ger. Chris­tian poco a poco comien­za a con­tro­lar la vida de la pro­ta­go­nis­ta, sepa­rán­do­la de sus ami­gos y fami­lia, ais­lán­do­la social­men­te. Le dice cómo actuar, beber, comer, tipos de anti­con­cep­ti­vos y mani­pu­la sus pla­ce­res sexuales.

El con­trol como prue­ba de amor

Chris­tian se apa­re­ce en los luga­res menos pen­sa­dos, la cor­ta cuan­do ella habla, no le per­mi­te expre­sar­se, opi­nar, soñar… Se ins­ta­la en su hogar sin su auto­ri­za­ción y ven­de su úni­co medio de tras­por­te, su auto, sin pre­gun­tar­le antes.

La vio­len­cia de géne­ro se refie­re a todo acto que se ejer­ce con­tra la mujer por el hecho de ser­lo y que tie­ne como resul­ta­do posi­ble o real un daño físi­co, sexual, psi­co­ló­gi­co o emo­cio­nal, inclui­das las ame­na­zas, la coer­ción o la pri­va­ción arbi­tra­ria de liber­tad, inde­pen­dien­te que esto se de en el ámbi­to públi­co o privado.

Esta pelí­cu­la ense­ña a las muje­res que el dolor y la sumi­sión son eró­ti­cos, y a los hom­bres que las muje­res quie­ren un hom­bre que las con­tro­le. Per­pe­túa los están­da­res de abu­so, y sin embar­go se la pre­sen­ta como una his­to­ria román­ti­ca y eró­ti­ca para las mujeres.

Lo preo­cu­pan­te del con­te­ni­do de esta pelí­cu­la es el no reco­no­cer los actos abu­si­vos en la diná­mi­ca rela­cio­nal entre un hom­bre y una mujer. No ser capaz de cues­tio­nar la impo­si­ción, el poder dis­fra­za­do bajo encan­tos seduc­to­res y actos eró­ti­cos mer­can­ti­les. Poner la figu­ra de la mujer como un obje­to, vali­dan­do la vio­len­cia y repro­du­cién­do los este­reo­ti­pos que nos está cos­tan­do siglos deconstruir.

La pro­pues­ta de un “con­tra­to” de Chris­tian a Anas­ta­sia para tener una rela­ción entre ambos es entre par­tes des­igua­les, A pesar de eso ella, sedu­ci­da por la belle­za de Chris­tian, su dine­ro y su con­di­ción de “sal­va­dor” acep­ta sus con­di­cio­nes. Algu­nas cláu­su­las del con­tra­to que mues­tra la pelí­cu­la: Anas­ta­sia debía comer lo que la nutri­cio­nis­ta de Grey indi­que, los anti­con­cep­ti­vos debe­rían ser suge­ri­dos por la gine­có­lo­ga pro­pues­ta por él, no debía con­su­mir alcohol y las rela­cio­nes sexua­les solo serían con él y en el ámbi­to de la sexua­li­dad ejer­ci­da des­de la posi­ción amo – sumi­sa. Estos indi­ca­do­res son un cla­ro ejer­ci­cio de vio­len­cia que refle­ja la asi­me­tría exis­ten­te en las rela­cio­nes de poder entre hom­bres y muje­res. Per­pe­túan la subor­di­na­ción y des­va­lo­ri­za­ción de lo feme­nino fren­te a lo masculino.

Duran­te la pelí­cu­la las esce­nas eró­ti­cas mues­tran a Anas­ta­sia como una “mujer obje­to”, pues ella nun­ca tie­ne la posi­bi­li­dad de prac­ti­car sus pro­pias fan­ta­sías sexua­les hacía Chris­tian, ella debe aco­mo­dar­se y ceder a las fan­ta­sías de él. La vio­len­cia y la sexua­li­dad no tie­nen la mis­ma raíz, por­que no son lo mis­mo, en reali­dad son opues­tos, pla­cer y abu­so son viven­cias con­tra­rias, sen­tir­se que­ri­da y sen­tir­se usa­da, sen­tir­se due­ña de sí mis­ma y pro­pie­dad del otro son con­tra­rios, no se debe per­mi­tir que estas sen­sa­cio­nes se mezclen.

Cada mujer debe bus­car y expe­ri­men­tar lo que desea y que ese pro­ce­so de expe­rien­cia pro­pia le dirá si está bien o mal para ella. Es la pro­pia mujer la que debe des­cu­brir y ele­gir lo que le gus­ta pero a la vez asu­mir la ple­na res­pon­sa­bi­li­dad de los actos a nivel per­so­nal como social. Estos actos eró­ti­cos mer­can­ti­les y la vio­len­cia se rela­cio­nan, pues se ejer­ce una sexua­li­dad sin con­sen­ti­mien­to o con some­ti­mien­to por cau­sas sociales.

La mer­can­ti­li­za­ción del pla­cer no solo sig­ni­fi­ca ven­der y com­prar, sino deja­ción del pro­ce­so crea­ti­vo per­so­nal. Que está liga­do más bien a los estí­mu­los de los medios de comu­ni­ca­ción, cuyas imá­ge­nes son vio­len­tas, machis­tas, racis­tas y des­truc­ti­vas ligan­do el pla­cer sexual al some­ti­mien­to de la mujer. Esta se pre­sen­ta como sin volun­tad pro­pia cuyo obje­ti­vo debe ser satis­fa­cer deseos de quien la somete.

Hay que refle­xio­nar sobre los moti­vos del record de ven­ta de las “Som­bras de Grey” y pen­sar qué nos pasa a muje­res y hom­bres al sobre­va­lo­rar estos actos de seduc­ción con indi­ca­do­res tan abu­si­vos, con­tro­la­do­res y manipuladores.

* Femi­nis­ta y Tra­ba­ja­do­ra Social.
elmo​rro​co​tu​do​.cl. Extrac­ta­do por La Hai­ne

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