Resu­men Lati­no­ame­ri­cano entre­vis­tó a los 5 héroes cubanos

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por Car­los Azná­rez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 2 de mar­zo 2015.- Con­de­co­ra­dos ofi­cial­men­te como Héroes de la Repú­bli­ca de Cuba, ama­dos has­ta lo indes­crip­ti­ble por su pue­blo, que peleó por su libe­ra­ción día a día, Gerar­do Her­nán­dez, Ramón Laba­ñino, Anto­nio Gue­rre­ro, René Gon­zá­lez y Fer­nan­do Gon­zá­lez, se han con­ver­ti­do en un mojón de la éti­ca revo­lu­cio­na­ria. Son como Fidel, como Raúl y como el Che, de estos difí­ci­les tiem­pos que corren.

Pocas horas antes que el Coman­den­te en Jefe Fidel Cas­tro se reu­nie­ra con ellos RESUMEN LATINOAMERICANO tuvo el honor de com­par­tir con los 5 varias char­las fra­ter­na­les, apren­der de su sabi­du­ría y de su tem­plan­za. Esto es lo que aho­ra rega­la­mos a nues­tros lec­to­res, para que uste­des tam­bién ten­gan una dimen­sión de qué habla­mos cuan­do deci­mos: Fidel no se vol­vió a equi­vo­car en con­si­de­rar­los des­de el pri­mer día, héroes de Cuba y el continente.

Gerar­do Her­nán­dez: “Jamás vamos a regre­sar a la Cuba ante­rior a 1959”

Cuá­les y quié­nes son a su pare­cer los for­ja­do­res de este regre­so triun­fan­te a Cuba?

-Yo lo veo como un gran meca­nis­mo, como esas maqui­na­rias que están com­pues­tas por muchas pie­ci­tas peque­ñas, que si una falla las otras no se mue­ven por muy gran­des que sean. Si bien, el des­en­la­ce final se debió a hechos muy con­cre­tos vin­cu­la­dos a la nego­cia­ción que se cono­ce, pien­so que esta últi­ma no habría sido posi­ble si duran­te muchos años no se hubie­ra hecho un tra­ba­jo de hor­mi­gui­tas para que nues­tro caso fue­ra cono­ci­do. Pre­gun­té­mo­nos: ¿qué le va impor­tar a Esta­dos Uni­dos libe­rar a los 5, si a noso­tros no nos cono­cie­ra nadie, si no nos estu­vie­ran recla­man­do día a día o nadie se hubie­ra mani­fes­ta­do?. Es por ello que no se pue­den menos­ca­bar nin­guno de los esfuer­zos que se estu­vie­ron hacien­do duran­te años. Al final, el resul­ta­do que se cose­chó fue gra­cias a todos esos esfuer­zos uni­dos y solidarios.

-En este aspec­to, qué valor le da a la soli­da­ri­dad internacionalista?

– Ha sido fun­da­men­tal. No solo el valor para alcan­zar un resul­ta­do, sino que fue esen­cial para el día a día de la resis­ten­cia de cada uno de noso­tros los 5. Quie­ro recor­dar, por ejem­plo, uno de los momen­tos difí­ci­les que viví en una de las pri­sio­nes por las que pasé. Esta era una anti­gua cár­cel que esta­ba en muy malas con­di­cio­nes. A mí me pusie­ron en un lugar que lo lla­ma­ban “la Caja” y que esta­ba deba­jo del “Hue­co” (adon­de gene­ral­men­te nos ais­la­ban por com­ple­to). Allí, cuan­do des­car­ga­ban el inodo­ro de la cel­da de arri­ba, cho­rrea­ba agua sucia por las pare­des de mi cala­bo­zo. Ade­más me tenían 24 horas con la luz encen­di­da, casi sin ropa y sin nada que leer. En ese momen­to, cuan­do me lle­ga­ron noti­cias de lo que esta­ba ocu­rrien­do afue­ra, con los com­pa­ñe­ros que se esta­ban mani­fes­tan­do fren­te al Buró de Pri­sio­nes y el Depar­ta­men­to de Jus­ti­cia, con car­te­les recla­man­do nues­tra liber­tad, eso me dio una fuer­za tre­men­da. Cuan­do ocu­rrían ese tipo de cosas, me decía: yo estoy aquí pero mi papel en este peque­ño espa­cio en que me encuen­tro, es resis­tir, que no me dé un ata­que de páni­co y no ceda. Esa era mi misión para acom­pa­ñar tam­bién el esfuer­zo de tan­tos com­pa­ñe­ros allá afue­ra. Si ellos lo esta­ban hacien­do, deba­jo de la llu­via o con tem­pe­ra­tu­ras muy altas, fal­tan­do a sus tra­ba­jos, cómo no lo voy a hacer yo de la mis­ma manera.

Muchas veces no se habla de esto, más allá del valor de la soli­da­ri­dad en tér­mino de resul­ta­dos, des­ta­co la impor­tan­cia de lo que fue para noso­tros ese acom­pa­ña­mien­to en los peo­res momentos.

-¿En algún momen­to dudó que fue­ra a vol­ver a Cuba? 

-Dudar, qui­zás no fue­ra la pala­bra más apro­pia­da, pero noso­tros tene­mos una fra­se en Cuba que dice que “hay que tener dos javi­tas (bol­sas), una para lo bueno y una para lo malo. En nues­tro caso, una de las javi­tas era por si algún día regre­sá­ba­mos a la Patria. Y no voy a men­tir, dicien­do que no pen­sá­ra­mos en la otra posi­bi­li­dad, que en el peor de los casos me pre­pa­ra­ra para morir en pri­sión. No por aban­dono de nues­tro pue­blo y nues­tro gobierno, sino por situa­cio­nes que se daban en la pri­sión. Lo vivi­mos con nues­tros pro­pios ojos: per­so­nas que fue­ron ase­si­na­das o murie­ron en bron­cas a puña­la­das. Sin embar­go, siem­pre nos que­dó la con­fian­za abso­lu­ta en que el gobierno y el pue­blo cubano no iban a dejar­nos solos, y tam­po­co los com­pa­ñe­ros de la soli­da­ri­dad mundial.

-La Cuba de su retorno: pro y contras.

-Una Cuba dife­ren­te, que no me sor­pren­dió por­que esta­ba bas­tan­te bien infor­ma­do de nues­tra reali­dad. Es ver­dad que encon­tra­mos una Cuba con muchas cosas bue­nas y algu­nos fenó­me­nos nega­ti­vos que no exis­tían en nues­tra épo­ca. Veo un pue­blo dis­pues­to a seguir luchan­do y a ven­cer los retos que nos impo­nen nues­tros enemigos.

-¿Qué le con­tes­ta­ría a quie­nes, des­de afue­ra de Cuba, sos­tie­nen que las actua­les refor­mas eco­nó­mi­cas y socia­les son un paso hacia el capitalismo?

-Creo que hay muchos que lo dicen por­que desea­rían que eso ocu­rra. Pien­so que esta­mos en un esce­na­rio muy intere­san­te, apli­can­do fór­mu­las nue­vas y explo­ran­do opcio­nes. Nues­tro obje­ti­vo fun­da­men­tal es lograr un mode­lo cubano del cual exis­ten algu­nos linea­mien­tos pero aún esta­mos teo­ri­zan­do sobre la prác­ti­ca. Nos esta­mos enfren­tan­do a un mun­do prác­ti­ca­men­te nue­vo, pero de lo que sí estoy convencido

–sería­mos muchos los cuba­nos que lucha­ría­mos para que eso no ocu­rra- que jamás vamos a regre­sar a la Cuba ante­rior a 1959 ni a la des­igual­dad abis­mal que exis­te en muchos paí­ses, en don­de los pode­ro­sos aplas­tan a los más nece­si­ta­dos. Vol­ver a eso sería negar toda nues­tra his­to­ria y los sacri­fi­cios rea­li­za­dos por tan­tos cuba­nos que han caí­do para que esto no ocurra.

Aho­ra bien, en tér­mi­nos eco­nó­mi­cos, qué meca­nis­mo apli­car, cuá­les sí y cuá­les no, pien­so que no pode­mos ser esque­má­ti­cos. Si noso­tros hemos sido capa­ces de resis­tir un blo­queo más de 50 años, sere­mos capa­ces de crear un mode­lo cubano, que como dice Mar­tí sea para el bien de toda la población.

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Anto­nio Gue­rre­ro: La poe­sía es un arma car­ga­da de futuro5D

-Lo pri­me­ro que me dio fuer­za, fue mi ino­cen­cia. El día que a mi me arres­tan yo esta­ba en uno de los Cayos de La Flo­ri­da. Mon­tan un ope­ra­ti­vo, tum­ban la puer­ta a las 6 de la maña­na, yo esta­ba con mi com­pa­ñe­ra y cuan­do me arres­tan, ni siquie­ra me pon­go ner­vio­so, ya que esta­ba con­ven­ci­do que no había hecho nada malo. Cuan­do me mon­tan en un auto, hay uno de ellos que empie­za a pre­sio­nar­me, pero yo le res­pon­do con mucha tran­qui­li­dad y final­men­te me lle­van al Cuar­tel gene­ral del FBI. Al segun­do día nos ponen a los 5 en un área en la que el obje­ti­vo era ablan­dar­nos y que reco­no­cié­ra­mos algo que era fal­so, pero no aflo­ja­mos, y sin­ce­ra­men­te yo seguía con­ser­ván­do­me tran­qui­lo. Tan­to, que en ese momen­to, que des­de fue­ra podría pare­cer muy duro, vie­ne a mi men­te un poe­ma, que por supues­to no podía escri­bir­lo, aun­que sí pude hacer­lo días des­pués. A par­tir de enton­ces, la poe­sía se cons­ti­tu­yó en otra arma de resistencia.

Recor­de­mos que esta­ba 24 horas ence­rra­do en una cel­da sin nin­gún con­tac­to con el exte­rior, y la poe­sía era mi com­pa­ñe­ra. Me ayu­da­ba a comu­ni­car­me con los que reci­bían mis poe­mas, con­tán­do­les mi vida y lo que era yo en ese momento.

-¿Esto les sir­vió tam­bién a uste­des para comunicarse?

-Si, nos ayu­dó mucho. Fue un arma vital para los 5 en el “hue­co”. Inter­cam­bia­mos poe­mas y a leer lo que escri­bían mis otros her­ma­nos. Por ello me moti­vé a escri­bir un poe­ma cada día de esos 17 meses, cosa que no era fácil, ya que no tenía el cono­ci­mien­to de la poe­sía, pero así es el ser humano, que a veces en el ais­la­mien­to más rígi­do salen a relu­cir estas cualidades.

-¿Hubo otros recur­sos para aguan­tar esos momentos?

– Cla­ro, el pri­me­ro de ellos era pen­sar en que lo que había­mos hecho era no sólo por Cuba sino por cual­quier ciu­da­dano del mun­do. Una bom­ba en un avión o en un cen­tro turís­ti­co era un fla­ge­lo del terro­ris­mo que ya había­mos vivi­do en Cuba.

Otro recur­so era moral, y sig­ni­fi­ca­ba pen­sar en la his­to­ria de Cuba: la ima­gen de José Mar­tí, del Che y de Man­de­la, eran fuen­te de cons­tan­te ins­pi­ra­ción, no solo por la poe­sía sino por sus vidas de lucha­do­res. Cuan­do a mi me arres­tan yo tenía 39 años, y en esos momen­tos me di cuen­ta lo impor­tan­te que era tener dig­ni­dad, con­ser­var el opti­mis­mo, y refe­ren­ciar­nos en otros hom­bres y muje­res que habían hecho cosas muy tras­cen­den­tes, de mucho más valor que lo que noso­tros está­ba­mos atra­ve­san­do. Esa era un arma que nos posi­bi­li­ta­ba que nadie pudie­ra derro­tar­nos, ya lo que nos que­da­ba era trans­pi­rar opti­mis­mo, tener con­fian­za en que nun­ca ibas a estar aban­do­na­do y que mucha gen­te esta­ba al lado tuyo.

-Lo intere­san­te es que todos uste­des pen­sa­ban en igual sin­to­nía sin poder tener nin­gún tipo de contacto.

-Esa fue otra herra­mien­ta vital: la uni­dad de prin­ci­pios de los 5, la her­man­dad, saber que el otro com­pa­ñe­ro iba a poner pie en tie­rra con­ti­go, pasa­ra lo que pasa­ra. Por otro lado hay que reco­no­cer que en el gru­po de los arres­ta­do, hubo algu­nas deser­cio­nes, pero ni en ese momen­to nos pudie­ron hacer daño, por­que la moral para defen­der­nos era tan gran­de que no pudie­ron doble­gar­nos ni con fal­sas decla­ra­cio­nes. Noso­tros gana­mos ese jui­cio far­sa que nos hicie­ron, y los mis­mo fis­ca­les sufrie­ron las bur­las de sus cole­gas, por el papel que esta­ban hacien­do. Ellos evi­ta­ron sacar el jui­cio de Mia­mi, por­que sabían que sólo allí podían con­tro­lar el show que montaron.

Tres de noso­tros, los que tenía­mos cade­na per­pe­tua, fui­mos a parar a las peo­res pri­sio­nes de los EEUU. Y enton­ces, a pesar de que con­ser­va­ba el opti­mis­mo, tam­bién me di cuen­ta que podía morir en esas cár­ce­les, pero no dejé de escri­bir, sobre todo cuan­do esta­ba sin poder salir de la cel­da. Y cuan­do esta se abría, tra­tan­do de huir de las esce­nas típi­cas del patio, y los con­flic­tos y dis­cu­sio­nes que se viven en sitios como esos, me refu­gié mila­gro­sa­men­te en un local don­de había gen­te que dibu­ja­ba y pin­ta­ba. Enton­ces, un afro­ame­ri­cano que se con­vir­tió en mi ami­go me ofre­ció hacer un retra­to. Allí empe­zó a jugar otra arma, que fue la crea­ción plás­ti­ca. E hice retra­tos, lue­go tra­ba­jos en pas­tel y fui cre­cien­do auto­di­dac­ta­men­te. Todo lo que hici­mos era para resis­tir y no ima­gi­ná­ba­mos que des­pués, los com­pa­ñe­ros de la soli­da­ri­dad iban a trans­for­mar­lo en libros, en músi­ca o en exposiciones.

Como te decía, todas esas eran nues­tras armas de esa eta­pa, enfren­ta­mos el com­ba­te con tre­men­do opti­mis­mo y tam­bién con ese con­cep­to de feli­ci­dad, que vas por el camino correc­to y sin­tién­do­te en armo­nía con­ti­go mismo.

Todo esto que cuen­to ya for­ma par­te de un pasa­do, aho­ra esta­mos aquí, vivien­do la reali­dad de Cuba.

-¿Cómo se da esta nue­va vida, cómo encon­tró a Cuba?

-Esta­mos dis­pues­tos, con esos mis­mos ejem­plos, con esas mis­mas armas a la tarea que ven­ga por delan­te. Encon­tré a Cuba con los cam­bios lógi­cos, pero en su esen­cia muy pare­ci­da a la que dejé. Veo cosas posi­ti­vas y otras no tan­to, pero es el mis­mo pue­blo, con sus ale­grías y su mane­ra de ser, dis­pues­to a defen­der la Revo­lu­ción al pre­cio que sea nece­sa­rio. En defi­ni­ti­va, los 5 somos eso, hijos de la Revo­lu­ción, que les tocó vivir una expe­rien­cia deter­mi­na­da, y el pue­blo así nos ve, como un revo­lu­cio­na­rio más.

Por otra par­te, sigue el blo­que, sigue la inten­ción de que Cuba no se desa­rro­lle, la mis­ma polí­ti­ca aque­lla, vie­ja, con­ti­núa con otras mane­ras, para des­truir la Revo­lu­ción. Eso es lo que qui­sie­ron hacer con noso­tros, para cas­ti­gar­nos. Sin embar­go, la Revo­lu­ción está ahí, vic­to­ria tras vic­to­ria, con Fidel y con la guía de Raúl.

5 A

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano con Gerar­do, Ramón, Fer­nan­do y Antonio

René Gon­zá­lez: “La vic­to­ria es salir mejor que cuan­do entramos”

-La pri­sión es un pro­ce­so de apren­di­za­je. Pro­ba­ble­men­te todo comien­za por esta­ble­cer­se una meta, y allí los 5 coin­ci­di­mos: el obje­ti­vo era salir mejor que cuan­do entra­mos en pri­sión. Tú per­ci­bes ense­gui­da que ellos quie­ren des­truir­te, que tu inte­gri­dad físi­ca, moral, men­tal, son el blan­co de los car­ce­le­ros. Apren­des el pri­mer día que tie­nes que defen­der eso y que la medi­da de la vic­to­ria va a estar en salir de mejor for­ma que cuan­do te metie­ron en la cár­cel. A par­tir de allí, cada cual, según sus carac­te­rís­ti­cas adop­ta su pro­pia estrategia.

Recuer­do que para mí, lo más difí­cil al prin­ci­pio, fue per­ca­tar­me que yo no podía reac­cio­nar como ellos desea­ban. No me tomó mucho tiem­po, y recuer­do un pun­to de infle­xión que fue­ron los 15 años de mi hija, en que yo había guar­da­do para ese momen­to la lla­ma­da sema­nal que nos otor­ga­ban cuan­do está­ba­mos en el “hue­co”, y ellos se arre­gla­ron para negár­me­la. Esa noche sufrí, pero al otro día cuan­do me des­per­té ya era otro hom­bre. Me dije que yo no pue­do sufrir por las accio­nes de ellos. Y eso se lo dije a mi espo­sa cuan­do pude comu­ni­car­me, que a par­tir de ese momen­to si la podía lla­mar, bien, y si no tam­bién. Inclu­so me dije que “aquí man­do yo”, que en los pro­ce­sos que se pro­du­cen en mi cabe­za, los ten­go que con­tro­lar yo, y que ellos podían hacer­lo de aquí hacia fue­ra. Eso se basa en saber que tú tie­nes la moral muy fuer­te, y que ellos jamás la van a alcan­zar. En mi caso, me vol­qué a mucho ejer­ci­cio físi­co y mucha lec­tu­ra para car­gar mi mochi­la intelectual.

-¿Cómo y por qué los man­da­ban al “hue­co”. Con qué excusa?

-Ellos no nece­si­tan excu­sas ni para inva­dir un país. Si pue­den come­ter un geno­ci­dio fren­te al mun­do ente­ro, ima­gí­ne­se lo que les pue­de cos­tar ence­rrar a cin­co per­so­nas en con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas. En un ini­cio nos man­da­ban al “hue­co” argu­men­tan­do que era por nues­tra segu­ri­dad, y en eso se basa­ron has­ta que por nues­tras pro­tes­tas y los recla­mos que venían des­de el exte­rior, se vie­ron obli­ga­dos a sacar­nos del hue­co. El “hue­co” per­si­gue varios obje­ti­vos: el pri­me­ro es poner­te en un esta­do de inde­fen­sión tal para que tú te pon­gas a con­si­de­rar si te vas a enfren­tar o no a eses sis­te­ma car­ce­la­rio. Usan ese esque­ma para casos de alto per­fil, pero en nues­tro caso esta­ba el aña­di­do de que repre­sen­tá­ba­mos a Cuba. Ese odio vis­ce­ral que nos tenían como cuba­nos y comu­nis­tas, e hicie­ron todo lo posi­ble para hacer­nos daño en esas con­di­cio­nes duran­te el mayor tiem­po posi­ble. Man­te­ner­nos en el “hue­co” les daba a ellos una ven­ta­ja feno­me­nal sobre noso­tros por­que noso­tros no tenía­mos la capa­ci­dad de revi­sar las evi­den­cias y otros datos de nues­tro jui­cio estan­do allí. Ellos crea­ron un esque­ma per­ver­so que con­sis­tía en poner­nos a noso­tros en un “hue­co” y poner las evi­den­cias en otro “hue­co”, por lo cual para noso­tros poder revi­sar diez o vein­te pági­nas de las 40 mil pági­nas de evi­den­cias de un pro­ce­so bru­tal, en el que tenía­mos que levan­tar­nos a las 4 de la maña­na, hacer todo el reco­rri­do has­ta la Cor­te, para que te lle­va­ran a ese “hue­co” don­de esta­ban las evi­den­cias, para tra­ba­jar allí duran­te una hora. Lue­go, regre­sar a una cel­da, que era prác­ti­ca­men­te una perre­ra, estar allí varias horas y lue­go vol­ver has­ta tu cel­da en el “hue­co”. Así, el obje­ti­vo que per­se­guían era que­brar­nos y que “con­fe­sá­ra­mos” y tam­bién impe­dir nues­tra pro­pia defen­sa. Fra­ca­sa­ron en ambos casos: esta­mos en Cuba, no hici­mos nin­gu­na confesión.

-¿Qué que­rían que confesaran?

-El con­cep­to de ellos de “cola­bo­ra­ción” es muy ele­men­tal. Que­rían que diga­mos lo que ellos desea­ban, que entre­gá­ra­mos nues­tra dig­ni­dad y dejar de ser quien tú eres. Te dejan cla­ro que haces lo que ellos te dicen o no vas a reci­bir la bene­vo­len­cia de los jue­ces. Creo que ellos estu­vie­ron has­ta el 17 de diciem­bre de 2014, espe­ran­do que Gerar­do los lla­ma­ra un día por ese telé­fono que tie­ne para comu­ni­car­se con el FBI y les dije­ra: “¿qué usted desea?”. Soña­ban con poner a Gerar­do a hablar mal de Fidel, de Raúl y hacer un caso con­tra Cuba, con Gerar­do como tes­ti­go. Para ellos, la ver­dad y la men­ti­ra no tie­nen importancia.

-Cómo se rela­cio­na­ban con los otros presos?

-Cuan­do fui envia­do a la pri­me­ra pri­sión, esta que­da­ba en un lugar géli­do de Pen­sil­va­nia. Con­mi­go esta­ba un gru­po que era la fami­lia Got­ti, de la mafia ita­lia­na. Esta­ban muy orga­ni­za­dos, con una dis­ci­pli­na tre­men­da y eran muy res­pe­ta­dos en la pri­sión. Cuan­do ellos se ente­ra­ron que yo era un cubano que defen­día a Cuba me mos­tra­ron un gran res­pe­to. Y me decían: “tu chi­co eres de Fidel, ese sí que se ha faja­do con el gobierno nor­te­ame­ri­cano, y ha resis­ti­do”. Veían a Fidel como quien le había plan­ta­do cara a este sis­te­ma que a ellos los había condenado.

Por otro lado, los pre­sos afro­ame­ri­ca­nos mayo­ri­ta­ria­men­te tenían un tra­to cor­dial con nosotros.

En la cár­cel se esta­ble­cen rela­cio­nes de inte­rés. Allí nadie da nada por nada. Pero noso­tros tene­mos otra edu­ca­ción. Por ejem­plo venía un pre­so y te decía que que­ría que le revi­sa­ras un docu­men­to legal, tú se lo revi­sas y se lo tra­du­ces, y cuan­do te va a pagar, le dice que no y eso evi­den­te­men­te les cho­ca. Y a par­tir de ello, otros tie­nen la mis­ma acti­tud con­ti­go. Recuer­do a un afro­ame­ri­cano que para ganar­se unos pesos, le plan­cha­ba la ropa a los pre­sos. Y a mí, no me cobra­ba, como gran defe­ren­cia. Era una for­ma de decir: tú has sido con­se­cuen­te, no te has doble­ga­do y ade­más eres soli­da­rio. Tam­bién ese gra­do de con­fia­bi­li­dad hacía que cuan­do iba a haber un pro­ble­ma en la cár­cel, nos avi­sa­ban para que no nos metié­ra­mos y nos complicáramos.

-El regre­so a Cuba.

-No ten­go dudas que el apo­yo del pue­blo y el gobierno de Cuba, fue un fac­tor fun­da­men­tal para que ellos fue­ran un poco más come­di­dos en el tra­to con noso­tros. Nun­ca nos sen­ti­mos solos.

Esta Cuba que encon­tra­mos ha teni­do que adap­tar­se a un mun­do capi­ta­lis­ta, del que de cier­to modo nos había­mos ais­la­do, gra­cias a que exis­tía un cam­po socia­lis­ta. De pron­to, el país se vio como una isla peque­ña a la deri­va en medio de esa tem­pes­tad, y obvia­men­te ha teni­do que dar algu­nos gol­pes de timón para poder seguir nave­gan­do sin per­der el rum­bo final que es la cons­truc­ción del socialismo.

Esta es una Cuba que ha cam­bia­do para bien, habre­mos adop­ta­do cosas que en nues­tra for­ma­ción no nos agra­dan tan­to, pero creo que la His­to­ria es así, como bien decía Lenin, de que la His­to­ria da unos pasos ade­lan­te y otro hacia atrás. Hemos resis­ti­do bas­tan­te bien lo que sig­ni­fi­có el des­mem­bra­mien­to de la URSS. Creo que los cam­bios que se están hacien­do son correc­tos, y depen­de de noso­tros el resul­ta­do. El pro­pio 17 de diciem­bre abre una puer­ta, es un reto serio, fuer­te. Si logra­mos ven­cer estos desa­fíos, vamos a avan­zar más rápi­do hacia el socialismo.

Ramón Laba­ñino: “No con­fia­mos un tan­ti­to así en EEUU”

5C

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano con Ramón y René

-Noso­tros acor­da­mos al entrar en pri­sión que debía­mos hacer todo lo posi­ble por salir, cuan­do nos toca­ra, mucho mejor. Y no sólo en el aspec­to físi­co sino tam­bién inte­lec­tual­men­te, que no nos afec­ta­ra el cli­ma del sis­te­ma peni­ten­cia­rio. En mi caso, me dedi­qué mucho a leer y a escri­bir algu­nos artícu­los o poe­sía. Leí muchos libros intere­san­tes de la izquier­da nor­te­ame­ri­ca­na, que nos lo envia­ban solidariamente.

-¿Cuán­to tiem­po podían estar en el exte­rior del calabozo?

-Gene­ral­men­te el sis­te­ma peni­ten­cia­rio te con­tro­la mucho el tiem­po, sobre todo si estás en pri­sio­nes de máxi­ma segu­ri­dad. Ellos insis­te en el con­teo per­ma­nen­te­men­te, a las 4 de la tar­de, lue­go a las 21,30, te levan­ta­bas a las 6 y a las 8 te con­ta­ban y lo repe­tían a las 12 del medio­día. Era una for­ma de recor­tar­te el tiem­po. En reali­dad, sólo te que­da­ban “libres” cua­tro o cin­co horas. Sin embar­go, yo me las inge­nia­ba para hacer ejer­ci­cios físi­cos en la mis­ma cel­da, cami­na­ba o hacía abdominales.

En el últi­mo lugar en que estu­ve había nie­ve y llu­via duran­te casi ocho meses, pero al mar­gen de eso no para­ba con la gim­na­sia para que no se te anqui­lo­se el cuer­po. Ade­más juga­ba mucho al ajedrez.

-¿Cómo fue la rela­ción con los otros detenidos?

-Al prin­ci­pio en cada pri­sión empie­za un perío­do de reco­no­ci­mien­to. Des­pués de que nos die­ron la sen­ten­cia, al salir de Mia­mi me man­da­ron a una pri­sión bas­tan­te difí­cil, y cuan­do lle­gué me encon­tré con casi 80 cuba­nos que eran bas­tan­te com­pli­ca­dos, varios de ellos acé­rri­mos anti­co­mu­nis­tas. Des­de el prin­ci­pio me mira­ban con curio­si­dad, pre­gun­tán­do­se si sería ver­dad que yo era “el espía de Fidel”, pero cuan­do ya te cono­cen y ven que somos gen­te nor­mal como cual­quier cubano, empie­za el afec­to y el res­pe­to. Yo ten­go muy bue­nos ami­gos en las pri­sio­nes que que­da­ron atrás, ya que muchos de ellos se con­vier­ten casi en tu fami­lia real, con los que com­par­tes todos los días, son tus her­ma­nos que están con­ti­go todo el tiem­po, en las bue­nas y en las malas de ver­dad. Hay otra cosa des­ta­ca­da en el caso nues­tro, es que fui­mos a jui­cio. Sólo por eso, ya te otor­ga entre los pre­sos un tra­to dis­tin­to, de gran res­pe­to, y el otro deta­lle es ser segui­do­res de Fidel, algo que pro­vo­ca gran admi­ra­ción por el obs­ti­na­do enfren­ta­mien­to con EEUU.

Ten­go una anéc­do­ta curio­sa que quie­ro con­tar­te: cuan­do lle­go a una pri­sión me reci­be el capi­tán con un séqui­to de gen­te bas­tan­te agre­si­va, y me pre­gun­ta: “¿Así que tú eres un espía de Cas­tro?, tú segu­ro te cree­rás un tipo duro? ¿A ti no te gus­ta mi pre­si­den­te Bush?”, todas cosas para pro­vo­car­me. Enton­ces me dice que me va a man­dar para el “hue­co” y que cuan­do sal­ga de allí, “te voy a man­dar para una uni­dad don­de está el cubano más malo que hayas cono­ci­do, a ver como te las arre­glas con él”. Efec­ti­va­men­te me man­dó al “hue­co” una sema­na, con dos more­nos afro­ame­ri­ca­nos, con los que final­men­te ter­mi­na­mos de ami­gos, y me indi­ca­ron cómo eran las reglas allí, lo que en el argot era “correr la pri­sión”, sus códi­gos, sus peli­gros. O cuan­do veas una mesa vacía en el come­dor, debes saber que no te pue­des sen­tar, por­que son de las mafias, mexi­ca­na, ita­lia­na u otras.

Al final de esa sema­na, me sacan y me man­dan a la “pobla­ción”, don­de esta­ban los otros pre­sos, y yo ya iba pen­san­do que me iba a fajar con ese famo­so cubano. Lle­go a la uni­dad, con dos bul­ti­cos en la mano y ape­nas entro veo al cubano, un tipo alto, fla­co y con una gua­pe­ría de esas que tú sabes. A su lado, dos espe­cies de guar­da­es­pal­das. Ape­nas yo entro, me ve, y me lla­ma a los gri­tos. Yo me dije, aquí se arma, tiro los bul­tos y voy para don­de él esta­ba sen­ta­do, dis­pues­to a lo que fue­ra. Enton­ces él me pre­gun­ta: “chi­co, ¿tú eres uno de los cin­co esos, que son espías de Cas­tro?. Y yo en el mis­mo tono, le res­pon­do en el mis­mo tono: “Sí chi­co, soy uno de esos, cuál es el pro­ble­ma?”. Enton­ces, él pega un brin­co y gri­ta: “mi her­mano, ven­ga acá –y me abraza‑, uste­des sí que son gua­pos de ver­dad”. Él se con­vir­tió en mi her­mano, se lla­ma Ale­jan­dro, al tiem­po salió des­pués de cum­plir 20 años, y me siguió escri­bien­do des­de afuera.

-Cuén­te­nos el últi­mo día, el de la libe­ra­ción de uste­des tres.

-Fue el más her­mo­so de mi vida. No pude dor­mir. Fue­ron 16 años espe­ran­do ese momen­to, pero al final, cuan­do el ins­tan­te lle­ga, no estás pre­pa­ra­do, por como te embar­ga la emo­ción. Enton­ces, me dio por hacer ejer­ci­cios, y decir­me que era la últi­ma vez que vería esa prisión.

Todo comen­zó, cuan­do a Gerar­do lo tras­la­da­ron alre­de­dor del 9 de diciem­bre, a Oklaho­ma, y eso ya nos dio una pau­ta de que algo impor­tan­te esta­ba pasan­do, pues­to que lo esta­ban acer­can­do a la cos­ta este. De todas mane­ras, no que­ría­mos ilu­sio­nar­nos dema­sia­do. Sin embar­go, el lunes 15, me ponen las cade­nas y me sacan direc­to para el aero­puer­to y de allí a Bow­ne, y oigo con­ver­sa­cio­nes entre los guar­dias que me indi­can que nos esta­ban reu­nien­do a los tres allí. Me alo­jan en una cel­da y me dicen que me que­de tran­qui­lo, y al otro día, me sacan las espo­sas y me lle­van al área de visi­tas, y cuan­do lle­go allí los veo a Anto­nio y a Gerar­do, y nos abra­za­mos con una ale­gría indes­crip­ti­ble, ya que hacía mucho que no nos veía­mos. El día 16 nos sien­tan en un salón y se hace una tele­con­fe­ren­cia con Cuba, don­de un com­pa­ñe­ro nos dice: “Ten­go el honor de decir­les que des­de maña­na uste­des serán hom­bres libres”. Ima­gí­nen­se nues­tra emoción.

El día 17 a las 3 de la maña­na, nos avi­san que ya regre­sá­ba­mos. Nos lle­van enca­de­na­dos de pies y manos, en una fur­go­ne­ta, nos suben en un avión, y sali­mos rum­bo a Bara­coa. Y otro deta­lle: las cade­nas recién nos la qui­ta­ron cuan­do el avión tocó tie­rra en Cuba, a pri­me­ra hora de la mañana.

Nues­tra lle­ga­do fue secre­ta, así nos lo acla­ró el presidente

Raúl, cuan­do lo vimos, ya que has­ta el medio­día no se podía decir nada, por­que en ese momen­to se iba a rea­li­zar una con­fe­ren­cia de prensa.

-¿Qué sin­tie­ron en ese encuen­tro con Raúl?

-Fue como ver­nos con un padre. Entre noso­tros no exis­ten jerar­quías, somos her­ma­nos. El tra­to fue como si nun­ca nos hubié­ra­mos ido de Cuba.

-Cuba está capa­ci­ta­da para enfren­tar el reto de esta nue­va tác­ti­ca de EEUU, que se deno­mi­na “fle­xi­bi­li­za­ción de las relaciones”?

-Segu­ro que sí, noso­tros esta­mos cum­plien­do con nues­tro socia­lis­mo, como par­te de nues­tras defi­ni­cio­nes ideo­ló­gi­cas de siem­pre. Este es un men­sa­je que debe­mos enviar a los com­pa­ñe­ros de toda la izquier­da inter­na­cio­nal. El otro día vi un perió­di­co de la izquier­da ale­ma­na, que decía: “Cuba, no con­fíes en Esta­dos Uni­dos”. Ese es un lema que nos vie­ne del Che Gue­va­ra. Noso­tros no con­fia­mos un tan­ti­to así, lo que pasa es que esta­mos vivien­do momen­tos his­tó­ri­cos en lo que hace a las trans­for­ma­cio­nes socia­les de nues­tro país, que tene­mos que hacer­los para nues­tra pro­pia sobre­vi­ven­cia. Pero que no que­pan dudas que tene­mos un pue­blo digno, que sabe defen­der su sobe­ra­nía, con­ta­mos con diri­gen­tes pre­pa­ra­dos para enfren­tar las adver­si­da­des. Vie­ne una pelea difí­cil. Van a tra­tar de sedu­cir­nos, de com­prar a nues­tros cua­dros, de indu­cir­nos a crear par­ti­dos, van a que­rer trans­for­mar la eco­no­mía capi­ta­lis­ta. Tene­mos que lle­var nues­tra vigi­lan­cia revo­lu­cio­na­ria al máxi­mo, ser tan celo­sos como nos ense­ño el Che. Sabe­mos que esta es una nue­va tác­ti­ca del impe­ria­lis­mo para usur­par nues­tra tierra.

Fer­nan­do Gon­zá­lez: Una eco­no­mía efi­cien­te y más socialismo

-Lo fun­da­men­tal para resis­tir son los prin­ci­pios, lo que uno lle­va en la san­gre. Este es un país que des­de sus ini­cios se for­mó en la lucha por la inde­pen­den­cia. Siem­pre enfren­ta­mos a pode­res tre­men­dos y así se fue for­jan­do la nacio­na­li­dad cuba­na. Uno lle­va todo eso por den­tro, es total­men­te emo­cio­nal. Yo tomé con­cien­cia que eso que me suce­día en la pri­sión no era per­so­nal con­tra mí, sino con­tra Cuba. Es que una agre­sión más que se suma a otras tan­tas que sufrió nues­tro pueblo.

Yo me pro­pu­se en la pri­sión, des­pués de obser­var mi entorno, a usar el tiem­po en mi bene­fi­cio, para salir de allí esta­ble, con salud físi­ca. Si eso no ocu­rría, me hubie­ran gana­do la pelea.

Y en eso salí vic­to­rio­so, ya que no pudie­ron quebrarme.

Tam­bién leí muchí­si­mo y eso me daba otro hán­di­cap nece­sa­rio en ese ámbi­to. Yo me decía todo el tiem­po que a pesar de pasar por la pri­sión no tenía que con­ver­tir­me en un presidiario.

-Tú estu­vis­te lar­go tiem­po con el pre­so polí­ti­co puer­to­rri­que­ño Oscar López Rivera.

-Fue un autén­ti­co pri­vi­le­gio. Con­vi­vi­mos cua­tro años con ese lucha­dor (que ya lle­va­ba 30 años encar­ce­la­do). Con él habla­mos de la resis­ten­cia bori­cua, de la izquier­da revo­lu­cio­na­ria de su país y tam­bién la reali­dad de esa lucha en los EEUU, don­de él vivió y peleó.

Oscar es una per­so­na seria, muy for­ma­da, al que todos quie­ren y admi­ran, aún en ese entorno difí­cil en que nos movía­mos. Para mí fue fun­da­men­tal hablar con él, com­par­tir nues­tras expe­rien­cias, y sen­tir que él era un ejem­plo de resis­ten­cia, con carac­te­rís­ti­cas huma­nas increí­bles. Con él vol­ví a ejer­ci­tar­me como dibu­jan­te, me dio los pri­me­ros con­se­jos, me corre­gía en lo que hacía.

-Como ve a esta Cuba de hoy y el “acer­ca­mien­to” de EEUU?

-Empie­zo por lo últi­mo. Las inten­cio­nes de EEUU no son bue­nas, cuan­do uno lee las decla­ra­cio­nes de Oba­ma sobre la dura polí­ti­ca que nos han apli­ca­do duran­te estos 56 años, él mis­mo dice que “por bue­nas inten­cio­nes que haya­mos teni­do no ha dado resul­ta­do”, y enton­ces se deci­den a poner en mar­cha otra tác­ti­ca. Siguen pen­san­do en asfi­xiar­nos, y noso­tros esta­mos lis­tos a seguir enfren­tán­do­los. Obvia­men­te que desea­mos poder echar ade­lan­te, tener una vida más hol­ga­da. No se tra­ta de que sea la pana­cea ya, pero si logra­mos una rela­ción con EEUU de vecin­dad res­pe­tuo­sa mucho mejor. Pero no nos olvi­da­mos que la inten­ción de ellos es arran­car­nos la cabe­za, con la son­ri­sa en el ros­tro, con la par­ti­ci­pa­ción en las Cum­bres o los coc­te­les en las emba­ja­das, pero no han cam­bia­do su inten­cio­na­li­dad. Sabe­mos que se abre un tiem­po de bata­lla ideo­ló­gi­ca y la vamos a dar. El blo­que está ahí, into­ca­ble, y hay que seguir luchan­do para que lo quiten.

Tam­bién va a con­ti­nuar la sub­ver­sión con­tra Cuba, que nadie pien­se lo contrario.

-Los cam­bios en Cuba apun­tan a res­tau­rar el capitalismo?

-Soy cons­cien­te que hay cri­te­rios de cier­ta izquier­da que temen eso. El otro día Abel Prie­to decía una cosa bien cier­ta: Marx nun­ca dijo que las gaso­li­ne­ras tie­nen que ser pro­pie­dad esta­tal, como el res­to de los medios de pro­duc­ción, los que deci­den de quien es real­men­te el poder. Noso­tros esta­mos inmer­sos en un pro­ce­so para hacer esta eco­no­mía más efi­cien­te, para que la socie­dad dis­pon­ga de más recur­sos, para luchar por un socia­lis­mo sos­te­ni­ble, pero que no que­pan dudas, que para más socia­lis­mo. Por supues­to que esto tie­ne sus peli­gros. Siem­pre que intro­du­ces las leyes del mer­ca­do, pue­de crear­se una men­ta­li­dad que no es afín al socia­lis­mo. Pero aquí esta­mos en pie para dar la bata­lla. La pla­ni­fi­ca­ción va ser la herra­mien­ta fun­da­men­tal, cla­ro que usa­re­mos el mer­ca­do en la medi­da que haga fal­ta para esti­mu­lar la pro­duc­ción y comer­cia­li­za­ción de un producto.

Aquí, por otra par­te, no se va a per­mi­tir la con­cen­tra­ción de la rique­za, pero sí hay una diver­si­dad mayor en lo que hace a la economía.

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