Para Madu­ro san­cio­nes de EEUU son pró­lo­go de agre­sion mili­tar- Miguel Urbano

La «orden pre­si­den­cial» emi­ti­da por Oba­ma, anun­cian­do la apli­ca­ción de san­cio­nes a Vene­zue­la, trae a la memo­ria las de Bush en vís­pe­ras de las agre­sio­nes mili­ta­res a Iraq, a Afga­nis­tán y a Libia.

Aho­ra como enton­ces, el moti­vo cita­do seria la «vio­la­ción de dere­chos huma­nos». Esta deci­sión, como otras simi­la­res de sus ante­ce­so­res, fue trans­mi­ti­da con una agre­si­vi­dad trans­pa­ren­te. Oba­ma invo­ca, como los Bush, padre e hijo, «una ame­na­za a la segu­ri­dad de Esta­dos Unidos».

En el docu­men­to, diri­gi­do al Con­gre­so y a la Admi­nis­tra­ción, el pre­si­den­te afir­ma que la situa­ción exis­ten­te en Vene­zue­la con­fi­gu­ra «una ame­na­za no habi­tual y extra­or­di­na­ria a la segu­ri­dad nacio­nal y a la polí­ti­ca exter­na de Esta­dos Unidos».

La acu­sa­ción es ridí­cu­la, tal como las san­cio­nes. La nega­ción de visa para entrar en EEUU abar­ca a sie­te per­so­na­li­da­des vene­zo­la­nas cuyos bie­nes en el país

fue­ron con­ge­la­dos. Entre ellas tres altos car­gos mili­ta­res: el coman­dan­te de Desa­rro­llo Inte­gral de las Fuer­zas Arma­das; el direc­tor de la Poli­cía Nacio­nal boli­va­ria­na y el direc­tor gene­ral del Ser­vi­cio de Inte­li­gen­cia Nacio­nal Bolivariano.

Oba­ma exi­gió simul­tá­nea­men­te la libe­ra­ción inme­dia­ta de Leo­pol­do López, líder de una ten­ta­ti­va de gol­pe, y de los alcal­des Anto­nio Ledez­ma y Daniel Ceba­llos. Un sena­dor, acom­pa­ñan­do al pre­si­den­te, exi­gió la dimi­sión del minis­tro de Defensa.

El pre­si­den­te Oba­ma ya nos acos­tum­bró a deci­sio­nes peli­gro­sas e irres­pon­sa­bles. Pero difí­cil­men­te se encuen­tra pre­ce­den­te para una acti­tud tan insen­sa­ta como la decla­ra­ción de «esta­do de emer­gen­cia nacio­nal» al acu­sar un país sobe­rano de ame­na­zar la segu­ri­dad de Esta­dos Uni­dos por (supues­ta) «vio­la­ción de dere­chos humanos».

Madu­ro res­pon­dió a la pro­vo­ca­ción ame­na­za­do­ra con un dis­cur­so sereno. Recor­dó que des­de hace 16 años suce­si­vos pre­si­den­tes de los EEUU aus­pi­cian y finan­cian ten­ta­ti­vas de gol­pes de Esta­do en Vene­zue­la. Todas fracasaron.

Advir­tió que el pue­blo de Vene­zue­la sabrá una vez más enfren­tar y derro­tar con cora­je cual­quier inter­ven­ción mili­tar o gol­pis­ta del impe­ria­lis­mo ame­ri­cano, pro­mo­vi­da para des­truir la Revo­lu­ción boli­va­ria­na y reco­lo­ni­zar el país, impo­nién­do­le un gobierno marioneta.

La pri­me­ra res­pues­ta a las san­cio­nes fue nom­brar como minis­tro de Inte­rior al gene­ral Gus­ta­vo López, que diri­gía el Ser­vi­cio de Inteligencia.

Hace cua­tro años que las rela­cio­nes diplo­má­ti­cas entre los dos paí­ses, carac­te­ri­za­das por una ten­sión per­ma­nen­te resul­tan­te de la agre­si­vi­dad esta­dou­ni­den­se, son lle­va­das por encar­ga­dos de nego­cios. Vene­zue­la expul­só el emba­ja­dor de EEUU por acti­vi­da­des cons­pi­ra­ti­vas y reti­ró al jefe de su misión diplo­má­ti­ca en Washington.

Para el pre­si­den­te de la Asam­blea Nacio­nal de Vene­zue­la, Dios­da­do Cabe­llo, las san­cio­nes y exi­gen­cias de EEUU serian el pró­lo­go de un ata­que militar.

Según esa ver­sión, dis­con­for­me con la inca­pa­ci­dad demos­tra­da por la opo­si­ción inter­na para derro­car a Madu­ro, y pre­sio­na­do por gene­ra­les del Pen­tá­gono, el pre­si­den­te habría deci­di­do asu­mir la res­pon­sa­bi­li­dad de de una inter­ven­ción mili­tar direc­ta de EEUU. Obser­va­do­res inter­na­cio­na­les son de la mis­ma opinión.

De un pre­si­den­te como Barack Oba­ma se pue­de siem­pre, sin sor­pre­sa, espe­rar lo peor, en lo que con­cier­ne a agre­sio­nes arma­das a paí­ses que no se some­ten a la estra­te­gia de domi­na­ción mun­dial del sis­te­ma. Pero deseo­so de mejo­rar sus rela­cio­nes con el Con­gre­so, con­tro­la­do por el Par­ti­do Repu­bli­cano, no des­co­no­ce que una agre­sión arma­da a Vene­zue­la boli­va­ria­na, en vís­pe­ras de la Cum­bre de Amé­ri­cas, pro­vo­ca­ría una tem­pes­tad de indig­na­ción en Amé­ri­ca Lati­na, inclu­so en paí­ses gober­na­dos por alia­dos suyos.

El sen­ti­mien­to de aver­sión por EEUU asu­mi­ría pro­por­cio­nes gigan­tes­cas. El éxi­to de la ope­ra­ción mili­tar seria ade­más problemático.

El sis­te­ma de poder redu­jo pro­gre­si­va­men­te la capa­ci­dad de inter­ven­ción del pre­si­den­te Oba­ma. Pero en la gue­rra no decla­ra­da que EEUU pro­mue­ve a la Vene­zue­la boli­va­ria­na la ulti­ma pala­bra ‑el recur­so a las armas- seria suya.

El hom­bre y el polí­ti­co sur­gen, bien ilu­mi­na­dos, en las san­cio­nes, exi­gen­cias y ame­na­zas que ema­nan de su «orden pre­si­den­cial». Actuó de acuer­do con su con­cien­cia reaccionaria.

Sin embar­go no me pare­ce pro­ba­ble que, en esta cri­sis, ceda a los hal­co­nes del Pen­tá­gono, invo­lu­cran­do a EEUU en una gue­rra en Amé­ri­ca Latina.

Pero, cual­quier que sea el des­en­la­ce de la esca­la­da con­tra Vene­zue­la, la res­pon­sa­bi­li­dad del pre­si­den­te de EEUU en la gra­ví­si­ma situa­ción crea­da es inocultable.

Se impo­ne por lo tan­to la nece­si­dad de un refuer­zo de la soli­da­ri­dad con la Vene­zue­la boli­va­ria­na. Es un deber inter­na­cio­na­lis­ta para las fuer­zas progresistas.

Vila Nova de Gaia, 10 de Feve­rei­ro de 2015

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