Todas y todos conocemos de sobra el contexto político socio laboral que nos están imponiendo los que mueven los hilos del poder desde aquí y desde más allá de nuestras fronteras. Nos quieren manipular a su antojo con un diseño minuciosamente estructurado y calculado, nada es casual.
Cada cual conoce de primera mano el contexto real que vive; o en el cual sobrevive porque el margen de sobrevivencia es muy limitado. Es como la clásica fábula de la soga de la cual se va tirando en un principio muy suavemente, casi sin llegar a notarse, para ir aumentando poco a poco la intensidad hasta que al final de tanto tirar y estirar termina por romperse. Así se siente la gente de la calle, como esa soga que está a punto de romperse, sintiéndola en su cuello a punto de dar el ultimo estirón.
La diferencia entre la soga y quienes son la gente de la calle está en que esa soga no tiene capacidad de reacción, de rebeldía, de ser consciente hasta dónde puede llegar y se encuentra sola. Quienes están hartxs tienen en su poder la capacidad de tener consciencia de su estado, sumar fuerzas y rebelarse. Tomar consciencia de que la unión hace la fuerza, que es el mismo muro el que hay que demoler y si lo sentimos así llegaremos a creerlo y a conseguirlo.
No queda mucho más que perder porque nos lo están robando todo con la mejor de sus sonrisas, con la sorna asomando en sus labios en cada mentira que sueltan para justificar sus patrañas. Lo único que nunca podrán robarnos será nuestra dignidad. Desde casa y desde fuera vienen a imponernos su discurso con los oídos sordos ante políticas solidarias y justas que puedan relegar a la nada su violencia social.
Recientemente hemos recordado y revivido los trágicos sucesos de Gasteiz y Basauri donde perdieron la vida los trabajadores que reclamaban sus derechos. La conciencia revolucionaria existió, fue fiel a sí misma.Lucha obrera que tanto miedo tienen quienes quieren imponer sus criterios a la fuerza, cambiando la ley en su propio beneficio. Por todo aquello que creían justo les robaron la vida, pero nunca matarán su recuerdo, la rebeldía y rabia contenida que se siente cuando evocamos su recuerdo, porque recordar es una forma de seguir estando vivos.
A veces nos ahogamos con lo que no decimos, gritamos en silencio, nos acostumbramos a la injusticia cotidiana sin darnos cuenta que es otra forma de morir. Parafraseando a Arturo Hernández, el miedo es el arma invisible que usa el poder para que no te rebeles. Pero aquí estamos latiendo lxs soñadorxs ingenuxs quienes creemos en la fuerza de nuestra utopía, quienes no nos conformamos con el horizonte y buscamos el infinito. No debemos quedarnos pasivos al borde del camino, ni congelar nuestro júbilo. Debemos apasionarnos y dar luz al instante oscuro que vivimos.
El sábado se celebrarán dos manifestaciones una en Bilbao y la otra en Iruña convocada por quienes representan la Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria. Tenemos la obligación de dejar a un lado el individualismo, salir de nuestros propios laberintos y ser conscientes de lo que está en juego. Debemos movilizarnos por la soberanía de las personas y de los pueblos para plantarle cara al orden neoliberal. Nos vemos en las calles para tirar con fuerza y al unísono de la soga antes de que llegue a romperse y con nuestra dignidad rebelde latiendo intacta.