El patriarcado se asienta en la estructura ideológica política y económica de las sociedades, manifestándose mediante la explotación, opresión y dominación de la mujer. Así, la división sexual del trabajo es irrenunciable e utilizada por el capitalismo para su supervivencia. La ideología patriarcal se impone en todas las esferas de nuestras vidas, de tal forma que hombres y mujeres, no sufrimos de igual forma las consecuencias de la precarización. Si en 1996 por cada hombre en situación de pobreza había 3 mujeres, hoy en 2015, por cada hombre en situación de pobreza hay 5 mujeres!
El capitalismo está produciendo un proceso de empobrecimiento en amplios sectores de la población mundial y esta situación no es neutral en materia de género, en total, hay 12 millones de mujeres más que hombres que viven en la pobreza en la Unión Europea. En Euskal Herria la precariedad se instala en el ámbito laboral, con alrededor de 200.000 personas en paro, pero además las mujeres estamos siendo discriminadas en el mundo laboral como lo demuestra una mayor tasa de desempleo registrado (54% son mujeres), una mayor tasa de temporalidad (27,9% frente al 22,6%), un salario un 35,6% más bajo, o que más del 77,8% de las jornadas parciales las realicemos mujeres. En este contexto de empobrecimiento creciente, tener empleo ya no es una salvaguarda de protección. La existencia de mujeres trabajadoras pobres rompe con la idea de que la integración en el mercado laboral es la condición básica para evitar la pobreza, la exclusión social, la privación material o la desigualdad entre géneros.
Pero, la precariedad, discriminación y explotación va más allá de lo laboral y se extiende a todos los aspectos de las condiciones vitales de las mujeres. Un ejemplo de lo que enmascaran las medias lo tenemos en la gran diferencia real entre la distribución de rentas entre hombres y mujeres, mientras los hombres obtienen una renta total promedio de 24.414 euros (en 2011 era de 25.258 euros), las mujeres cuentan con una de 14.526 euros (casi la misma que en 2011 que era 14.534 euros); es decir, los hombres obtienen una renta personal de 9.888 euros anuales más que las mujeres. En 2011 esta diferencia era de 10.724 euros. Vemos que se reduce la distancia salarial entre géneros, pero no porque mejore la renta de las mujeres sino porque disminuye fuertemente la de los hombres. Los diferentes análisis de la incidencia de las distintas formas de pobreza en función del género revela en todos los casos la peor situación comparada de los hogares encabezados por mujeres. La incidencia de la pobreza real resulta de hecho más del doble en hogares encabezados por una mujer, esto es 10,3% frente a 4,6%.
Por ejemplo sobre el perfil de la exclusión social en Nafarroa, la Red contra la Pobreza en Navarra señalaba en su informe de octubre 2015 que el sector social más afectado son las mujeres!, ya que «el perfil de la persona en situación de pobreza responde al de una mujer, de 18 a 64 años, con estudios primarios, que se encuentra en situación de inactividad y que pertenece a un hogar de 2 a 4 miembros». En este mismo trabajo se cifran entre otros, los colectivos de grupos vulnerables, como lo son las víctimas de la violencia de género (1.007 denuncias penales en Navarra) y el sector de la prostitución (800, el 97% mujeres y de ellas, el 98% migradas). Mujeres migradas víctimas de la prostitución o condenadas al cuidado de nuestros mayores en situaciones de total precariedad, gracias a un sistema de protección social escaso, cada vez más privatizado y muy lejano de la realidad social a la que dice o pretende responder. En Araba, Bizkaia y Gipuzkoa seis de cada diez personas perceptoras de la Renta de Garantía de Ingresos somos mujeres y casi un tercio, son pensionistas que necesitan completar su pensión por ser esta muy baja y de entre ellas, nosotras somos el sector más numeroso.
Junto a esta realidad, las mujeres sufrimos la alianza entre el capital y la inmensa mayoría de los hombres, al margen de su edad apropiándose del trabajo que realizamos en casa. Ambos, utilizan el actual modelo de familia patriarcal haciendo invisible nuestro trabajo el cual supone la mayor parte del trabajo socialmente necesario . Por eso es mas importante que nunca el trabajo de visualización de este trabajo, el trabajo que recae sobre nuestras espaldas. El tema es tan trascendental que ningún modelo de cambio puede construirse sobre valores que regeneran lo que se quiere cambiar.
La ausencia de reparto del tiempo de trabajo (productivo y reproductivo), la creciente privatización de los servicios sociales y públicos y la discriminación de género, hacen que seamos las mujeres las que con mayor crudeza suframos los efectos de la explotación y el proceso de precarización propios del sistema capitalista. Los diferentes recortes sociales, en especial en protección social, educación y sanidad y la violencia machista, hacen que cada vez seamos más las mujeres que nos encontramos en una situación de desamparo, eventualidad inestabilidad y miedo, lo que nos empuja a aceptar la sumisión y la explotación. Esta situación está provocando una sociedad y una clase trabajadora cada vez más disgregada y sometida, donde se nos está restando tiempo para la participación social activa, en especial, a nosotras, vuestras compañeras de lucha, las mujeres que vivimos y trabajamos en Euskal Herria.
En este sentido creemos que el reparto del trabajo productivo y reproductivo y el establecimiento de un umbral de pobreza (37,5% del PIB per capita) y de un salario social igual o superior a esa cantidad, es esencial para ir dando pasos en la superación del sistema patriarcal, además de ser necesario para la transformación de nuestra sociedad mediante la participación social activa. De igual manera el establecimiento del umbral de pobreza es vital para nosotras porque es un instrumento eficaz para reducir las desigualdades sociales y laborales. Es un mecanismo automático para el reparto de la riqueza, ya que si la riqueza aumenta, aumenta también la cantidad del umbral y se disminuye, también disminuye dicha cantidad. De igual manera ayuda a garantizar unas condiciones de trabajo más dignas para las mujeres que las actuales, así como para hacer frente a la explotación, a los recortes sociales y a los laborales. No solo ancla la distribución de la riqueza a su creación sino que simplifica el sistema de prestaciones acabando con los regímenes especiales de la seguridad social discriminadores de género, dando pasos en la creación de un único régimen general. De igual manera reparte la riqueza generada por todos de una manera más equilibrada pero lo más importante es que asegura una dignidad mínima a toda persona, y en especial en el aumento de la autoestima e independencia relativa de la mujer frente al hombre.
Tenemos en nuestras manos un instrumento valioso para no ser dependientes y no estar supeditadas al hombre. Pero tenemos también que visibilizar las diferentes opresiones, transmitir valores contrarios a la explotación y educar en otros nuevos, cambiando las relaciones sociales. El movimiento feminista y el 8 de marzo, como día de la mujer trabajadora, son importantes tanto para mantener la lucha como para obligar al resto de organizaciones y al conjunto de la sociedad a que interioricen, hagan suyos y defiendan valores feministas y antipatriarcales. En este sentido llamamos a participar en la mani nacional del 9 de Abril en contra de las violencias machistas.
FEMINISTOK PREST!! 11 ERASO 12 ERANTZUN!!
Recordamos los derechos recogidos en la Carta de Derechos de las Mujeres en Euskal Herria (2007), que son, a nuestro entender, básicos, en la lucha contra el patriarcado.
DERECHO a que las mujeres realicemos nuestro proyecto de vida en libertad e igualdad de oportunidades, sin que este sea interrumpido, obstaculizado o quede subordinado a los derechos de familia o de la unidad familiar. DERECHO a que las mujeres participemos activamente en la toma de decisiones en cualquier ámbito de la sociedad. DERECHO a que las mujeres seamos objeto y sujeto de cualquier disciplina. DERECHO a que las mujeres vivamos con dignidad teniendo en cuenta las características específicas que se dan en cada etapa de nuestra vida. DERECHO a no ser objeto de ningún tipo de violencia por el hecho de ser mujeres. DERECHO al tiempo propio y a su libre gestión para el trabajo, el ocio y/o para una misma. DERECHO a crear y a desarrollar libremente las relaciones afectivas que queramos superando el modelo heterosexista. DERECHO a vivir libremente nuestra sexualidad sea cual sea nuestra identidad sexual. DERECHO a elegir y decidir libremente sobre nuestro cuerpo. DERECHO a que las mujeres tengamos un empleo en condiciones dignas. DERECHO a ser objeto de cuidado y a no estar obligada, por el hecho de ser mujer, a realizar trabajos del hogar y cuidados. DERECHO a la orientación, formación, acceso y participación en el empleo en igualdad de oportunidades. DERECHO a un servicio de salud integral y público que responda a las necesidades de las mujeres. DERECHO a un modelo educativo coeducador que tenga en cuenta las aportaciones de las mujeres y los valores feministas. DERECHO a que las mujeres recibamos las prestaciones sociales y económicas sin que estas queden subordinadas a la unidad familiar. DERECHO a conocer, crear, desarrollar y transmitir un modelo cultural basado en valores feministas. DERECHO a utilizar y desarrollar un lenguaje que no discrimine ni invisibilice a las mujeres. DERECHO a la participación activa y al reconocimiento en toda disciplina o evento en cualquier área de la sociedad. DERECHO a conocer y a trasmitir las aportaciones de las mujeres a lo largo de la historia.
¡LUCHA POR LOS DERECHOS SOCIALES! ¡LUCHA CONTRA LA ¡PRECARIEDAD! TRANSFORMA LA SOCIEDAD!
Euskal Herria a 05 de Marzo del 2016