La OEA: esa cosa tan fea

Con gran cla­ri­vi­den­cia en 1829 Simón Bolí­var advir­tió que los Esta­dos Uni­dos pare­cían des­ti­na­dos por la pro­vi­den­cia a pla­gar la Amé­ri­ca de mise­rias a nom­bre de la liber­tad. Lue­go no sería solo a nom­bre de la liber­tad, sino tam­bién se uti­li­za­rían has­ta el pre­sen­te otros eufe­mis­mos como el de «intere­ses de segu­ri­dad nacio­nal» y la defen­sa de los «dere­chos humanos».

Lo cier­to es que Esta­dos Uni­dos logró los obje­ti­vos fun­da­men­ta­les de su polí­ti­ca exte­rior hacia Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be en el siglo XIX: la expan­sión terri­to­rial a cos­ta de más del cin­cuen­ta por cien­to del terri­to­rio mexi­cano; la pose­sión de la Flo­ri­da; hacer per­ma­ne­cer a Cuba y Puer­to Rico en manos de Espa­ña, en espe­ra de la hora opor­tu­na en que pudie­ra adue­ñar­se de ellas; frus­trar los pro­pó­si­tos uni­ta­rios de Bolí­var y sem­brar las dis­cor­dias y la divi­sión entre los paí­ses recién inde­pen­di­za­dos de Espa­ña para con­du­cir­los a la idea del pan­ame­ri­ca­nis­mo, en la cual Esta­dos Uni­dos ten­dría abso­lu­to con­trol; y comen­zar a des­pla­zar a Ingla­te­rra del domi­nio eco­nó­mi­co de la región. Ya con­clui­da la Segun­da Gue­rra Mun­dial en el siglo XX, Washing­ton había logra­do la supre­ma­cía abso­lu­ta en el Hemis­fe­rio Occidental.

Fue en ese con­tex­to, en 1948, que sur­gió la Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos (OEA), como ins­tru­men­to de Esta­dos Uni­dos para moder­ni­zar e ins­ti­tu­cio­na­li­zar su domi­na­ción sobre le región lati­no­ame­ri­ca­na y cari­be­ña. Su naci­mien­to fue bau­ti­za­do con el derra­ma­mien­to de san­gre del pue­blo colom­biano, en medio de un levan­ta­mien­to popu­lar cuyo deto­nan­te fue el ase­si­na­to del líder pro­gre­sis­ta Jor­ge Elié­cer Gai­tán. El gobierno ser­vil a los intere­ses de Washing­ton impues­to lue­go de aque­llos acon­te­ci­mien­tos sería el úni­co que envia­ría tro­pas a la gue­rra de Corea para com­pla­cer al amo del Norte.

De inme­dia­to comen­zó a evi­den­ciar­se, que el pro­pó­si­to de la OEA nada tenía que ver real­men­te con la «uni­dad y la soli­da­ri­dad con­ti­nen­tal» fren­te a desa­fíos comu­nes y «ame­na­zas extra regio­na­les», sino que cons­ti­tuía una pie­za más en el nue­vo sis­te­ma mun­do que sur­gía en fun­ción de satis­fa­cer los intere­ses hege­mó­ni­cos de la éli­te de poder de Esta­dos Uni­dos. El lla­ma­do sis­te­ma inter­ame­ri­cano, era en reali­dad par­te del sis­te­ma de domi­na­ción de Esta­dos Uni­dos. La OEA sim­ple­men­te cons­ti­tuía una ade­cua­ción de la Doc­tri­na Mon­roe al esce­na­rio pos­bé­li­co. De ahí su inuti­li­dad –más allá de la posi­bi­li­dad de con­de­nar ver­bal­men­te al impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se- para repre­sen­tar los intere­ses de los pue­blos lati­no­ame­ri­ca­nos y caribeños.

La his­to­ria de la OEA no ha sido otra que la del res­pal­do más infa­me de gobier­nos oli­gár­qui­cos a los intere­ses de Washing­ton, o el irres­pe­to de Washing­ton a la mayo­ría, cuan­do esa mayo­ría ha disen­ti­do de sus posi­cio­nes, refle­jan­do la fala­cia de su pro­pia exis­ten­cia como espa­cio de con­cer­ta­ción entre las Dos Amé­ri­cas. La pro­pia car­ta de la OEA ha sido vul­ne­ra­da y los con­sen­sos regio­na­les bur­la­dos cada vez que Esta­dos Uni­dos lo ha esti­ma­do conveniente.

Repa­se­mos algo de esa his­to­ria gris:

1954: Fuer­zas mer­ce­na­rias orga­ni­za­das y apo­ya­das por Washing­ton inva­den Gua­te­ma­la para derri­bar al gobierno pro­gre­sis­ta de Jaco­bo Arbenz. La OEA se limi­tó a «dejar hacer» al impe­ria­lis­mo yan­qui e igno­rar los recla­mos legí­ti­mos del gobierno de Gua­te­ma­la que había adop­ta­do medi­das de bene­fi­cio social, entre ellas la refor­ma agraria.

1959 – 1964: Las admi­nis­tra­cio­nes de Eisenho­wer, Ken­nedy y John­son uti­li­za­ron el mar­co de la OEA para agre­dir y ais­lar a Cuba, bajo los pre­tex­tos de «ame­na­za de pene­tra­ción del comu­nis­mo en el hemis­fe­rio occi­den­tal» y de la incom­pa­ti­bi­li­dad de la Revo­lu­ción Cuba­na «con los prin­ci­pios y pro­pó­si­tos del sis­te­ma interamericano».

1965: Se pro­du­ce inter­ven­ción mili­tar de Esta­dos Uni­dos en Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na, bajo el pre­cep­to de la Doc­tri­na John­son: no más Cubas en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be. Por dife­ren­cia de un voto, se apro­bó en la OEA una reso­lu­ción para crear una Fuer­za Inter­ame­ri­ca­na de Paz. Por pri­me­ra vez, bajo el sello de la OEA, se pro­du­cía una inter­ven­ción colec­ti­va en un país lati­no­ame­ri­cano, vio­lan­do los prin­ci­pios de no inje­ren­cia esta­ble­ci­dos en la pro­pia car­ta de la OEA.

1979: Ante el inmi­nen­te triun­fo de la Revo­lu­ción San­di­nis­ta el gobierno de Esta­dos Uni­dos inten­tó crear una fuer­za inter­ame­ri­ca­na de inter­ven­ción, pero sus esfuer­zos se estre­lla­ron con­tra el recha­zo mayo­ri­ta­rio de los paí­ses miem­bros de la orga­ni­za­ción. Para evi­tar que­dar ais­la­do Esta­dos Uni­dos votó jun­to a la mayo­ría una reso­lu­ción que rati­fi­ca­ba el prin­ci­pio de no intervención.

1982: Fren­te a la inter­ven­ción bri­tá­ni­ca en las Isla Mal­vi­nas, lejos de apli­car el prin­ci­pio de soli­da­ri­dad con­ti­nen­tal esta­ble­ci­do en el Tra­ta­do Inter­ame­ri­cano de Asis­ten­cia Recí­pro­ca (TIAR), Esta­dos Uni­dos no solo apo­yó polí­ti­ca y mili­tar­men­te al agre­sor, sino que tam­bién esta­ble­ció san­cio­nes eco­nó­mi­cas con­tra Argentina.

1983: Esta­dos Uni­dos con el apo­yo de varios paí­ses cari­be­ños inva­die­ron la peque­ña isla de Gra­na­da bajo el pre­tex­to de garan­ti­zar la segu­ri­dad regio­nal, invo­can­do la car­ta de la OEA. No fue posi­ble para otros paí­ses miem­bros adop­tar una reso­lu­ción de con­de­na, pero tam­po­co Esta­dos Uni­dos pudo con­tar con la anuen­cia de la mayo­ría de los miem­bros de la OEA.

1989: Con el pre­tex­to de pro­te­ger el Canal, res­tau­rar la demo­cra­cia, pro­te­ger la vida de ciu­da­da­nos esta­dou­ni­den­ses y apre­sar al gene­ral Manuel Anto­nio Norie­ga por nar­co­trá­fi­co, los Esta­dos Uni­dos inva­den Pana­má. Nue­va­men­te Washing­ton se que­dó solo en mar­co de la OEA, don­de la gran mayo­ría de los paí­ses miem­bros con­de­na­ron la inter­ven­ción. Nue­va­men­te el gobierno esta­dou­ni­den­se igno­ró olím­pi­ca­men­te a la OEA, ponien­do cada vez más en cri­sis la exis­ten­cia de la organización.

Años 90: Esta­dos Uni­dos, ante la evi­den­te cri­sis de la OEA y con ella del sis­te­ma inter­ame­ri­cano, dise­ñó e imple­men­tó la idea de las lla­ma­das Cum­bres de las Amé­ri­cas. La pri­me­ra de estas cum­bres se cele­bró en Mia­mi, 1994. El obje­ti­vo: esta­ble­cer un Área de Libre Comer­cio para las Amé­ri­cas (ALCA). En otras pala­bras, con­so­li­dar la domi­na­ción eco­nó­mi­ca sobre nues­tra región. En la Cum­bre de las Amé­ri­cas cele­bra­da en Mar del Pla­ta, Argen­ti­na, en el año 2005, esta ini­cia­ti­va fue defi­ni­ti­va­men­te ente­rra­da, ante el recha­zo de varios man­da­to­rios de la región, entre ellos Hugo Chá­vez, Nés­tor Kirch­ner y Luis Igna­cio Lula Da Silva.

Lla­ma la aten­ción que a estas altu­ras Esta­dos Uni­dos, con el apo­yo de varios gobierno laca­yos, pre­ten­da reno­var los bríos de ese cadá­ver putre­fac­to que es la OEA den­tro de su ofen­si­va de res­tau­ra­ción con­ser­va­do­ra en la región. Pero la Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be de hoy ya es otra, el mun­do de hoy tam­bién es otro. Si bien ha cose­cha­do éxi­to la arre­me­ti­da de nue­vos gobier­nos reac­cio­na­rios y de dere­cha, toda­vía el pre­sen­te y el futu­ro de la región cons­ti­tu­ye un esce­na­rio en dispu­ta. La pro­pia ava­lan­cha vio­len­ta y des­car­na­da del gobierno de Washing­ton con­tra Vene­zue­la, Cuba, Nica­ra­gua y Boli­via, demues­tra que el impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se se encuen­tra en una fase de deses­pe­ra­ción por con­ser­var su domi­nio glo­bal, en espe­cial por ase­gu­rar el con­trol de lo que con­si­de­ran su tras­pa­tio segu­ro. Sin duda, Esta­dos Uni­dos ha entra­do de mane­ra irre­ver­si­ble en una eta­pa de sobre­di­men­sio­na­mien­to impe­rial, es decir, tie­ne más desa­fíos a su hege­mo­nía que capa­ci­dad real para enfren­tar­los. Esto pue­de ser muy peli­gro­so para la huma­ni­dad, en espe­cial para Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, sobre todo, cuan­do sabe­mos qué tipo de hal­co­nes son los que hoy habi­tan y se mue­ven en torno a la Casa Blanca.

Den­tro de ese esta­do de impo­ten­cia nue­va­men­te sale a la pales­tra la des­pres­ti­gia­da e inser­vi­ble OEA, con un secre­ta­rio tan impre­sen­ta­ble y sumi­so a la éli­te de poder esta­dou­ni­den­se, como pocos ha cono­ci­do la his­to­ria: Luis Almagro.

Recien­te­men­te cono­ci­mos que en foro onli­ne, este oscu­ro per­so­na­je, jun­to a la neo­ane­xio­nis­ta Rosa María Payá, pre­ten­den cues­tio­nar­se la nue­va Car­ta Mag­na deba­ti­da amplia­men­te por el pue­blo cubano, en ejer­ci­cio sobe­rano y demo­crá­ti­co, y que será lle­va­da a refe­rén­dum el pró­xi­mo 24 de febre­ro. ¿Has­ta dón­de va a lle­gar el inje­ren­cis­mo, el mer­ce­na­ris­mo y la des­fa­cha­tez de estos per­so­na­jes? ¿Has­ta qué nivel bajo tie­rra segui­rá ente­rrán­do­se la OEA por su ser­vi­lis­mo a Washing­ton? No lo sabe­mos. Pero si sabe­mos de la cla­ri­dad meri­dia­na de José Mar­tí cuan­do expre­só: «Pues­to que la des­unión fue nues­tra muer­te, ¿qué vul­gar enten­di­mien­to, ni cora­zón mez­quino, ha menes­ter que se le diga que de la unión depen­de nues­tra vida?» Hoy ese gri­to de uni­dad o muer­te debe­mos poner­lo los que ama­mos la patria gran­de de Bolí­var, Mar­tí, Chá­vez y Fidel, en fun­ción de la defen­sa de la Revo­lu­ción Boli­va­ria­na, colo­ca­da en el epi­cen­tro mis­mo de la geo­po­lí­ti­ca inter­na­cio­nal. Y ante el bur­do papel de la OEA en ese esce­na­rio recor­dar el estri­bi­llo de la can­ción de Car­los Puebla:

«Cómo no me voy a reír de la OEA
si es una cosa tan fea
tan fea que cau­sa risa».

Elier Ramí­rez Cañedo

13 de febre­ro de 2019

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