4. La importancia de la política de fronteras
El capitalismo globalizado centrado en la plusvalía de la sobreexplotación funciona sobre la base de cadenas de valor mundiales. Así, un mismo producto final puede ser el resultado del ensamblaje de elementos provenientes de varios lugares geográficos repartidos por varios continentes. Lo que distingue las producciones de la periferia dominada y del centro imperialista no es una diferencia de productividad sino una diferencia de salario. A una productividad tendencialmente equivalente, la misma fuerza de trabajo se pagará de forma diferente según esté empleada en el centro o en la periferia. Las tesis que explican las diferencias de salarios como resultado del diferencial de productividad son simplemente eurocéntricas u occidentalocéntricas, es decir, ocultan la dimensión mundial de las cadenas de valor de las principales industrias o incluso hacen desaparecer lo que caracteriza esencialmente al capitalismo globalizado: «el motor fundamental que delimita los contornos de la globalización de la producción [es] el arbitraje mundial del trabajo»1, resume el economista John Smith.
A este nivel es donde interviene la cuestión de las fronteras y de la política de fronteras. En efecto, existen dos vías para acceder a esta mano de obra mal pagada: hacer emigrar la producción hacia la periferia dominada o hacer emigrar la mano de obra hacia los países del centro. «Las economías avanzadas pueden acceder a la reserva mundial de mano de obra gracias a las importaciones y a la inmigración»2, resume el Fondo Monetario Internacional. Antes de la famosa «globalización» (es decir, antes de la nueva fase de la globalización que inaugura la desaparición del mundo bipolar y de sus relaciones de fuerzas) la inmigración era la vía principal y la externalización era la secundaria. A partir de entonces es lo contrario. Teniendo en cuenta esta inversión es como se puede comprender la lógica de la política de fronteras:
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Apertura forzada de las fronteras para las mercancías y los capitales por parte del FMI, el Banco Mundial, la OMC y los países del centro dominante a golpe de Planes de Ajuste Estructural (PAE), de Acuerdos de Asociación Económica (los famosos AAE de la Unión Europea), de condiciones para acceder a la «ayuda», etc.;
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Apertura de las fronteras a los «cerebros» bajo la forma del discurso sobre «la emigración escogida» articulado a la imposición por parte de los PAE en los países de la periferia dominada de la condición de privatizar servicios públicos (hasta entonces principal empleador de estos «cerebros»);
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Cierre brutal y militar de las fronteras legitimado por la leyenda de una «crisis migratoria» y que lleva a los crímenes institucionales masivos en el Mediterráneo y la frontera mexicana;
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Gestión de los supervivientes del cierre de fronteras a beneficio de los sectores económicos que no se pueden deslocalizar o externalizar por medio de la producción de personas «sin papeles» obligadas a vender su fuerza de trabajo por debajo de su valor.
El significado de la nueva fase de la globalización capitalista activada por la mutación de las relaciones de fuerza que se desprende del fin del mundo bipolar hace volver al capitalismo a su forma «pura», es decir, a la que había antes de los logros sociales vinculados a las luchas sociales y a las luchas de liberación (abolición de la esclavitud, lucha de liberación nacional, derechos sociales de las políticas nacionalistas de los países de la periferia dominada de las dos primeras décadas de la independencia) que impusieron tendencialmente una venta de la fuerza de trabajo a su valor. La globalización capitalista actual expresa la dominación de la plusvalía de sobreexplotación por medio de un arbitraje mundial del trabajo o del salario que ha hecho posible una política de fronteras idónea. Lo demás no es sino una consecuencia lógica: pauperización masiva tanto en el centro como en la periferia aunque de forma desigual, transformación del Mediterráneo y de México en cementerios de masas, creación de una masa de nuevos «errantes» bajo la forma de las figuras de las personas «sin papeles» o de las «refugiadas». Este movimiento de conjunto es lo que constituye la base de las revueltas masivas del año 2019. Para que sea posible semejante regresión era preciso acompañarla de una ofensiva ideológica de gran magnitud. Esa fue la función de la ideología postmoderna, que abordaremos en nuestro próximo artículo.
Saïd Bouamama
3 de enero de 2020
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.