Pen­sa­mien­to crí­ti­co. Por qué una pla­ni­fi­ca­ción (eco)socialista y democrática

Daniel Alba­rra­cín /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​17 de abril de 2020

Me gus­ta­ría tra­tar una hipó­te­sis que para muchos, des­de hace déca­das, se ha que­ri­do pre­sen­tar como ana­cró­ni­ca. Me refie­ro a las ven­ta­jas que podría ofre­cer una solu­ción basa­da en un mode­lo eco­nó­mi­co de pla­ni­fi­ca­ción demo­crá­ti­ca y ecosocialista.

Posi­ble­men­te, una pro­pues­ta así en este pre­ci­so momen­to, por la enver­ga­du­ra de la cri­sis y desa­fíos que el mun­do atra­vie­sa se pone de nue­vo actua­li­dad. Apar­te de ser, posi­ble­men­te, la mejor vía para inten­tar supe­rar los pro­ble­mas que vivimos.

Con la con­mo­ción que ha cau­sa­do la cri­sis del coro­na­vi­rus, hay muchos que espe­ran una mayor inter­ven­ción del Esta­do en la eco­no­mía. Estos creen que el nue­vo esce­na­rio podría traer un cam­bio en las reglas de jue­go en la socie­dad. Aho­ra, el Esta­do siem­pre fue la ins­ti­tu­ción pro­ta­go­nis­ta en la his­to­ria del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta, dán­do­le for­ma, cuer­po legal y orden para que la eco­no­mía de mer­ca­do fue­se esta­ble y fun­cio­na­se de algún modo no del todo irra­cio­nal. Por lo tan­to, no bas­ta con hablar de más o menos Esta­do, sino que se tra­ta es de estu­diar de qué Esta­do esta­mos hablando.

En el mar­co del capi­ta­lis­mo se da la arti­cu­la­ción de una deter­mi­na­da for­ma de Esta­do (bur­gués) y una deter­mi­na­da for­ma de mer­ca­do (capi­ta­lis­ta), que tam­bién han teni­do moda­li­da­des y rela­cio­nes entre sí dife­ren­tes según cada épo­ca y país.

Las limi­ta­cio­nes del Mer­ca­do (capi­ta­lis­ta)

Fijé­mo­nos aho­ra en esa ins­ti­tu­ción lla­ma­da Mer­ca­do, que en su for­ma­to actual, podría­mos lla­mar, sien­do nece­sa­rio los ape­lli­dos, como mer­ca­do lucrativo.

Los libe­ra­les clá­si­cos, ensal­za­ban la nue­va socie­dad bur­gue­sa jus­ti­fi­cán­do­la por las siguien­tes vir­tu­des:

● Para ellos, la pro­pie­dad de los medios pro­duc­ti­vos (la rique­za) se legi­ti­ma por el tra­ba­jo rea­li­za­do para conseguirla.

● En su opi­nión, el libre mer­ca­do de com­pe­ten­cia per­fec­ta asig­na ópti­ma­men­te los recur­sos disponibles.

● La libre ini­cia­ti­va empre­sa­rial y la bús­que­da del inte­rés pro­pio da como resul­ta­do la mejor toma de deci­sio­nes indi­vi­dual y la mejor solu­ción de conjunto.

Sin embar­go, estas ideas no resis­ten la prue­ba de la reali­dad. En el sis­te­ma capi­ta­lis­ta real­men­te exis­ten­te, suce­den cosas bien dis­tin­tas:

● La for­ma de con­se­guir la pro­pie­dad basa­da en el tra­ba­jo pro­pio expli­ca poco su dis­tri­bu­ción real. Esta se sue­le con­se­guir sobre todo a par­tir la heren­cia, el aca­pa­ra­mien­to y, espe­cial­men­te, la explo­ta­ción. Rara vez se logra con tra­ba­jo o crea­ti­vi­dad. Debi­do a la des­igual dis­tri­bu­ción social de la rique­za exis­ten­te, la liber­tad en la esfe­ra de la cir­cu­la­ción mer­can­til cau­sa pre­ci­sa­men­te más des­igual­dad. Pode­mos decir que esto es lo que coac­cio­na a la mayo­ría social que solo tie­ne su fuer­za de tra­ba­jo para poder con­se­guir un ingre­so. Pode­mos ase­gu­rar que esta situa­ción es la cau­sa prin­ci­pal que cohí­be la auto­no­mía, el libre desa­rro­llo per­so­nal y la demo­cra­cia en nues­tra sociedad.

● Por otro lado, la com­pe­ten­cia per­fec­ta es un mode­lo abs­trac­to que no se da en la prác­ti­ca. Las gran­des cor­po­ra­cio­nes oli­go­pó­li­cas deter­mi­nan, has­ta cier­to pun­to, pre­cios y can­ti­da­des de pro­duc­ción, y esta­ble­cen jerar­quías inter­nas tam­bién con su pro­pia buro­cra­cia. Nadie podrá negar, a la luz de la expe­rien­cia, que la demo­cra­cia no lle­ga den­tro de las puer­tas de las empresas.

● Final­men­te, la suma de intere­ses indi­vi­dua­les, pare­ce cla­ro, cau­sa más veces des­coor­di­na­ción, injus­ti­cia e inefi­cien­cia que una solu­ción bue­na para la sociedad.

Pro­fun­di­zan­do más, el mode­lo de la eco­no­mía de mer­ca­do capi­ta­lis­ta, se carac­te­ri­za por seguir:

● Una serie de vec­to­res limi­ta­dos de estí­mu­lo, como son la ren­ta­bi­li­dad y la expec­ta­ti­va de negocio.

● Al mode­lo capi­ta­lis­ta le es con­na­tu­ral una fór­mu­la pro­duc­ti­vis­ta, de acu­mu­la­ción cons­tan­te, sin la cual el sis­te­ma cor­to­cir­cui­ta. Debe­mos tener en cuen­ta que todo pro­ce­so de trans­for­ma­ción des­tru­ye para pro­du­cir, y ade­más gene­ra resi­duos. Esto es, toda pro­duc­ción cau­sa una hue­lla ecológica.

● Ade­más, no con­tem­pla el valor del tra­ba­jo domés­ti­co o de crian­zavale decir, la repro­duc­ción de la vida. Este asun­to cla­ve que­da en manos de las fami­lias, espe­cial­men­te de las muje­res. Cuan­do se rea­li­za entre tra­ba­jo bajo una for­ma mer­can­til, lo tra­ta prác­ti­ca­men­te como un tra­ba­jo de ser­vi­dum­bre, con regí­me­nes socia­les y labo­ra­les peor retribuidos.

● El mer­ca­do des­atien­de las nece­si­da­des socia­les que no se expre­san con dine­ro. Sólo atien­de la deman­da que es sol­ven­te. En pala­bras de Macha­do, con­fun­de valor y precio.

● La lógi­ca de mer­ca­do, tam­bién igno­ra en sus cálcu­los aspec­tos que no se refle­jan en for­ma de pre­cio, ren­ta o bene­fi­cio. Así que no con­tem­pla pro­ce­sos tan reales, como los lími­tes de las fuen­tes de ener­gía, la dis­po­ni­bi­li­dad de mate­rias pri­mas, los equi­li­brios de la bios­fe­ra y de los eco­sis­te­mas, la repo­si­ción de la vida, los ciclos del agua, las con­se­cuen­cias de la gene­ra­ción de resi­duos o con­ta­mi­na­ción, la emi­sión de gases de efec­tos inver­na­de­ro, etcé­te­ra. Ade­más, se des­en­tien­de de esta­ble­cer regu­la­cio­nes sobre los bie­nes comu­nes, gene­ran­do incen­ti­vos a su mal uso.

● La diná­mi­ca capi­ta­lis­ta gene­ra situa­cio­nes de sobre­pro­duc­ción perió­di­cas, malas deci­sio­nes de inver­sión, así como des­equi­li­brios entre sec­to­res. Jus­ta­men­te lo con­tra­rio a lo que nos cuen­tan, la lógi­ca de mer­ca­do pue­de con­si­de­rar­se bas­tan­te ineficiente.

● Si mira­mos a medio y lar­go pla­zo, la diná­mi­ca capi­ta­lis­ta cau­sa ciclos y cri­sis indus­tria­les perió­di­casPor un lado, dila­pi­da y des­tru­ye rique­za pro­duc­ti­va aun cuan­do pue­da ser útil o via­ble, sim­ple­men­te por no ser la más ren­ta­ble. Por otro, se sos­tie­nen finan­cie­ra­men­te empre­sas zom­bies que no van a nin­gún lado, gra­cias a polí­ti­cas de res­ca­te o de finan­cia­ción que rea­li­zan los ban­cos centrales.

● Al mis­mo tiem­po, infra­uti­li­za recur­sos pro­duc­ti­vos, rara vez ope­ra a ple­na capa­ci­dad. Esta es una de las cau­sas del des­em­pleo. A su vez, pro­mue­ve el con­su­mo sun­tua­rio, de lujo, para una mino­ría, mien­tras que la mise­ria es expe­rien­cia común en amplias capas socia­les. El sis­te­ma da pie a la exis­ten­cia de algu­nas capas socia­les que viven de las ren­tas sin pro­du­cir nada, por ejem­plo, los terra­te­nien­tes o las per­so­nas o empre­sas que tie­nen muchos pisos de alquiler.

● En el mar­co del mer­ca­do se toman deci­sio­nes de inver­sión sólo de cor­to pla­zo. Con lo que la inno­va­ción tec­no­ló­gi­ca se dosi­fi­ca o se cohí­be en fun­ción de las ven­ta­jas com­pe­ti­ti­vas o de ren­ta­bi­li­dad que se espe­ren a cor­to pla­zo. No se asu­men gran­des ries­gos de inver­sión. No se lle­va­rán a cabo si no hay cer­ti­dum­bre de bene­fi­cio, ausen­cia de cos­tes de amor­ti­za­ción sig­ni­fi­ca­ti­va de vie­jas infra­es­truc­tu­ras, y si no hay con­di­cio­nes de finan­cia­ción segu­ras. El cono­ci­mien­to apli­ca­do y la crea­ción inte­lec­tual de los tra­ba­ja­do­res se que­da, por lo gene­ral, bajo la pro­pie­dad de la empre­sa (se esti­ma que un 80% de las inno­va­cio­nes vie­ne de los tra­ba­ja­do­res 1/​, sin ape­nas com­pen­sa­cio­nes, lo que inhi­be la creatividad).

● Cabe tam­bién decir, que el mer­ca­do fun­cio­na bajo una fór­mu­la de com­pe­ti­ti­vi­dad riva­lis­ta, que pro­mue­ve muchas veces des­coor­di­na­ción, dupli­ci­da­des y estra­te­gias para entor­pe­cer a otros pro­duc­to­res del mis­mo sec­tor, fren­te a la alter­na­ti­va de la coope­ra­ción o la mejo­ra pro­pia. A este res­pec­to, ante­po­ne estra­te­gias que dis­tor­sio­nan la per­cep­ción de los con­su­mi­do­res, como el mar­ke­ting o la publi­ci­dad, o, tam­bién, emplea legio­nes de pro­fe­sio­na­les en torno al comer­cio y los liti­gios que cau­sa la riva­li­dad de mer­ca­do (comer­cia­les, abo­ga­dos, con­sul­to­res, lob­bies…). Su lógi­ca indus­trial dise­ña pro­ce­sos de pro­duc­ción o comer­cia­les que pro­mue­ven la obso­les­cen­cia pro­gra­ma­da, por ejem­plo, mejo­ran­do la apa­rien­cia, pero dete­rio­ran­do la cali­dad de la pro­duc­ción o la dura­ción de los pro­duc­tos (Nie­to, M.; 2018: 309).

● La for­ma­ción de socie­da­des anó­ni­mas, empre­sas-red y los mer­ca­dos finan­cie­ros, que sir­ven tam­bién para agru­par finan­cia­ción o poten­ciar el tama­ño de empre­sa, se emplean sobre todo para fines de acu­mu­la­ción por des­po­se­sión o para diluir las res­pon­sa­bi­li­da­des que tie­nen como emplea­do­res y para eva­dir e elu­dir impues­tos.

● En defi­ni­ti­va, la eco­no­mía de mer­ca­do gene­ra anar­quía macro­eco­nó­mi­cadebi­do a la ato­mi­za­ción de deci­sio­nes y los obs­tácu­los a la coor­di­na­ción colec­ti­va para poder orien­tar demo­crá­ti­ca­men­te el exce­den­te social (Nie­to, M.; 2018:306). En defi­ni­ti­va, todo esto hace que el capi­ta­lis­mo (un euro, un voto) sea incom­pa­ti­ble con la democracia.

Las limi­ta­cio­nes del Plan Buro­crá­ti­co centralizado

Pase­mos aho­ra, a ana­li­zar el sis­te­ma de pla­ni­fi­ca­ción cen­tra­li­za­da que fun­cio­nó duran­te 70 años en los paí­ses del lla­ma­do “socia­lis­mo real”, un perio­do que con­fir­ma su via­bi­li­dad. Como sabe­mos, aquel sis­te­ma se basa­ba en el Gos­plan y los pla­nes quin­que­na­les (Alba­rra­cín, J.; 1994). En la Unión Sovié­ti­ca, el mode­lo de plan eco­nó­mi­co apli­ca­do tra­ta­ba de orga­ni­zar la pro­duc­ción de has­ta 24 millo­nes de pro­duc­tos en unas cir­cuns­tan­cias téc­ni­cas y polí­ti­cas muy dife­ren­tes a las de la actualidad.

En fin, el Gos­plan se basa­ba en la toma de deci­sio­nes cen­tra­li­za­da, y esta­ble­cía un plan que exi­gía su cum­pli­mien­to a todas las uni­da­des pro­duc­ti­vas. ¿Cuá­les fue­ron sus carac­te­rís­ti­cas y consecuencias?

● Cons­ti­tuía un plan de carác­ter buro­crá­ti­co. Ni qué decir tie­ne que ado­le­cía de una ausen­cia de deba­te demo­crá­ti­co a la hora de deter­mi­nar­lo. Tan sólo un gru­po de buró­cra­tas defi­nía e impo­nía los obje­ti­vos de pro­duc­ción. Con todo, el Gos­plan ape­nas alcan­za­ba a deta­llar los balan­ces mate­ria­les de unos 2.000 bie­nes en sus pla­nes anua­les (Cockshott y Cot­trell, 2018:267) por la difi­cul­tad téc­ni­ca que entra­ña­ba en aque­lla época.

● Es muy impor­tan­te seña­lar que no con­ta­ban con los desa­rro­llos en el cam­po de la compu­tación, y de tec­no­lo­gías de la infor­ma­ción y la comu­ni­ca­ción exis­ten­te sólo des­pués de media­do de los años 90 (Cockshott y Cot­trell, 2018). De tal mane­ra que la com­ple­ji­dad del plan y la infor­ma­ción incom­ple­ta hacían invia­ble la opti­mi­za­ción de los recursos.

● A su vez, el sis­te­ma diri­gis­ta y jerár­qui­co gene­ra­ba nume­ro­sas dis­fun­cio­nes; dicho de otra forma:

a) Los obje­ti­vos pla­nea­dos res­pon­dían a los intere­ses de la buro­cra­cia, y no siem­pre a los de la socie­dad en su conjunto.

b) Las uni­da­des pro­duc­ti­vas esta­ban más preo­cu­pa­das de cum­plir el plan, no de redu­cir cos­tes o de lle­var más lejos la pro­duc­ción o las mejo­ras de cali­dad. Los geren­tes pre­fe­rían pedir más recur­sos, sobre­es­ti­man­do su nece­si­dad, para cum­plir mejor el plan, que mejo­rar la eficiencia.

c) Des­de este pun­to de vis­ta, debi­do a que había exce­den­tes de algu­nas mer­can­cías y esca­sez de otras, se daba cier­ta dis­tor­sión de los cana­les de dis­tri­bu­ción, crean­do rela­cio­nes infor­ma­les tole­ra­das que movi­li­za­ban el true­que y los favo­res, y, en oca­sio­nes pasa­ban a ser prác­ti­cas de corrupción.

d) Nos encon­trá­ba­mos con un mode­lo eco­nó­mi­co que no conec­ta­ba bien plan, empre­sas pro­duc­to­ras y nece­si­da­des socia­les. En suma, que no iden­ti­fi­ca­ba correc­ta­men­te las prio­ri­da­des socia­les. Uno de sus ras­gos más pro­ble­má­ti­cos, es que se inver­tía dema­sia­do en indus­tria militar.

e) Todo esto se tra­du­cía en una fal­ta de demo­cra­cia que des­le­gi­ti­ma­ba social­men­te el sis­te­ma buro­crá­ti­co cen­tra­li­za­do, minan­do la moral colec­ti­va y la cre­di­bi­li­dad del mode­lo, cun­dien­do el males­tar y la des­afec­ción en la población.

El capi­ta­lis­mo entra­ña una arti­cu­la­ción entre el Esta­do, la empre­sa y el mercado.

Aho­ra bien, debe­mos tener en cuen­ta que ais­lar ana­lí­ti­ca­men­te plan y mer­ca­do como lo hemos hecho, sin más, sin carac­te­ri­zar sus ras­gos espe­cí­fi­cos y sus rela­cio­nes entre sí, pue­de con­du­cir­nos a una inter­pre­ta­ción ahis­tó­ri­ca, peda­gó­gi­ca, pero no del todo ajus­ta­da a la reali­dad. El Esta­do, des­de el ini­cio de las revo­lu­cio­nes bur­gue­sas, fue deter­mi­nan­te en la con­fi­gu­ra­ción de las nacio­nes, la deli­mi­ta­ción de fron­te­ras, las garan­tías a la pro­pie­dad pri­va­da, el esta­ble­ci­mien­to de la legis­la­ción mer­can­til, los impues­tos, ser­vi­cios públi­cos, y los mar­cos de segu­ri­dad jurí­di­ca y eco­nó­mi­ca para que las empre­sas capi­ta­lis­tas y el mer­ca­do adop­ta­sen algu­nos com­por­ta­mien­tos eco­nó­mi­ca­men­te orde­na­dos en el mer­ca­do. Dicho de otra for­ma, en el capi­ta­lis­mo siem­pre se ha dado una arti­cu­la­ción com­bi­na­da entre Esta­do, empre­sa y mercado.

Des­de otro ángu­lo, tam­po­co la idea del plan ha sido aje­na a la his­to­ria del capi­ta­lis­mo. Pon­ga­mos como ejem­plo, los cono­ci­dos pla­nes indi­ca­ti­vos. El ejem­plo más con­so­li­da­do y recor­da­do de todo esto, fue el mode­lo de plan indi­ca­ti­vo key­ne­siano esta­ble­ci­do tras la II Gue­rra Mun­dial, con sus pri­me­ras expe­rien­cias en Fran­cia. Los pla­nes indi­ca­ti­vos se apli­ca­ron para un mode­lo de eco­no­mía mix­ta, y no eran de cum­pli­mien­to obli­ga­to­rio. Estos emplea­ban estí­mu­los como los sub­si­dios o los impues­tos, para orien­tar las deci­sio­nes eco­nó­mi­cas del sec­tor pri­va­do, siem­pre en coope­ra­ción con las empre­sas y favo­re­cien­do el fun­cio­na­mien­to del mer­ca­do, si aca­so, inclu­yen­do algu­nas regulaciones.

El per­fil del Neo­li­be­ra­lis­mo de Estado

Los esque­mas de arti­cu­la­ción Esta­do-empre­sa-mer­ca­do no han sido aban­do­na­dos en abso­lu­to, a día de hoy, si bien se rigen por un per­fil de lo que podría­mos lla­mar “Neo­li­be­ra­lis­mo de Esta­do”.

Tras los años 90 se exten­dió el mode­lo neo­li­be­ral de coope­ra­ción públi­co-pri­va­da, en la que, bási­ca­men­te, con finan­cia­ción, garan­tía o ampa­ro del Esta­do, mul­ti­pli­ci­dad de ser­vi­cios y acti­vi­da­des de inte­rés gene­ral se exter­na­li­za­ban o pri­va­ti­za­ban, de algún modo crean­do mer­ca­dos arti­fi­cia­les en los que las empre­sas pudie­ran sacar ren­ta­bi­li­dad. Así, el Sec­tor públi­co dejó de ser pro­vee­dor direc­to de muchas acti­vi­da­des que se mer­can­ti­li­za­ban. Cabe con esto adver­tir, que es per­fec­ta­men­te fac­ti­ble, como así ha suce­di­do en las últi­mas déca­das, que el Esta­do sea el vehícu­lo tan­to para mer­can­ti­li­zar bie­nes comu­nes y públi­cos, y jue­gue al mis­mo tiem­po el rol de pro­tec­tor del capi­tal para, dado el caso, ope­rar socia­li­zan­do deu­das o pér­di­das del sec­tor pri­va­do. Dicho de otra mane­ra, la lógi­ca de que los bene­fi­cios son pri­va­dos pero las pér­di­das, socia­les. De tal modo, que ante la cri­sis, por ejem­plo como la que esta­mos vivien­do con la pan­de­mia del coro­na­vi­rus, es per­fec­ta­men­te via­ble un aumen­to del gas­to públi­co (a cos­ta del esfuer­zo del mun­do del tra­ba­jo y de la aus­te­ri­dad futu­ra en ser­vi­cios públi­cos uni­ver­sa­les) y una poten­cia­ción de la lógi­ca capi­ta­lis­ta, res­ca­tan­do al capital.

La poten­cia y vir­tud de un plan eco­nó­mi­co demo­crá­ti­co y socialista.

Bien, haga­mos aho­ra el ejer­ci­cio de cons­truir una pro­pues­ta que supere todo lo ante­rior. Marx y Engels dedi­can en El Capi­tal y en Crí­ti­ca al pro­gra­ma de Gotha algu­nas refe­ren­cias de lo que podría ser la nue­va socie­dad. Dis­tin­guie­ron entre el socia­lis­mo, como fase de tran­si­ción en la que aún habría pro­ble­mas de esca­sez, y el comu­nis­mo en la que ya se darían las con­di­cio­nes para el repar­to libre, gra­cias a la abun­dan­cia oca­sio­na­da por el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, hacien­do posi­ble la con­sig­na: “¡De cada cual, según su capa­ci­dad; a cada cual, según sus necesidades!”.

Noso­tros, sin renun­ciar a esta últi­ma con­sig­na, ni a la de la cons­truc­ción de una socie­dad de “per­so­nas pro­duc­to­ras y cui­da­do­ras libres aso­cia­das”, con­si­de­ra­mos que el meta­bo­lis­mo socie­dad-natu­ra­le­za impues­to por el capi­ta­lis­mo, como tam­bién le suce­día al del “socia­lis­mo real”, ha supe­ra­do con mucho la capa­ci­dad de car­ga de nues­tro pla­ne­ta. De tal mane­ra, que las pers­pec­ti­vas que nos que­dan no es la de una abun­dan­cia ple­na, sino la de una humil­de aspi­ra­ción de una vida dig­na y bue­na para todas y todos, com­bi­nan­do aus­te­ri­dad ener­gé­ti­ca y mate­rial con mucha gene­ro­si­dad social.

Marx esta­ble­ció cri­te­rios para una socie­dad en la que la idea de pla­ni­fi­ca­ción dife­ría sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te de la que la buro­cra­cia sovié­ti­ca apli­có des­pués en los paí­ses del Este. Así, nos fija­re­mos, por tan­to, en aque­llos cri­te­rios gene­ra­les y los vamos a adap­tar a lo que sería un plan eco­so­cia­lis­ta en una pers­pec­ti­va para el siglo XXI:

● Pri­me­ro, los medios de pro­duc­ción estra­té­gi­cos han de ser pro­pie­dad colec­ti­va, y esta­rán diri­gi­dos bajo con­trol demo­crá­ti­co, del que esta­rán ausen­tes los capi­ta­lis­tas. Sec­to­res como el sani­ta­rio, el far­ma­céu­ti­co o el de aten­ción a per­so­nas depen­dien­tes serían públi­cos, algo que la cri­sis actual está deman­dan­do. Tam­bién lo serían el sec­tor de la ener­gía, el de la ban­ca, el de las tele­co­mu­ni­ca­cio­nes y las gran­des tec­no­ló­gi­cas, así como la dis­tri­bu­ción del sec­tor ali­men­ta­rio, entre otros, o los ser­vi­cios públi­cos gene­ra­les (edu­ca­ción, hacien­da, etcé­te­ra). Ten­ga­mos, no obs­tan­te, en cuen­ta que esta pro­pie­dad colec­ti­va pue­de ser públi­ca o estar den­tro de la eco­no­mía social, es decir, la que esta­ría auto­ges­tio­na­da, for­ma­da por coope­ra­ti­vas, inde­pen­dien­tes y libres, en un mar­co regu­la­do. El mode­lo plas­ma­ría una la alian­za públi­co-social, entre lo públi­co a todos los nive­les, y las orga­ni­za­cio­nes socia­les auto­ges­tio­na­das, que con­ju­gue el papel coor­di­na­dor ins­ti­tu­cio­nal de lo públi­co con la ini­cia­ti­va, inno­va­ción y la cer­ca­nía de la eco­no­mía social a las nece­si­da­des de cada terri­to­rio y población.

● Segun­do, los cri­te­rios de deci­sión se adop­ta­rán en el mar­co de nue­vos órga­nos demo­crá­ti­cos, a dife­ren­tes esca­las (cen­tral, y des­cen­tra­li­za­da a nivel terri­to­rial o de uni­dad pro­duc­ti­va). Todos los miem­bros serían ele­gi­bles y revo­ca­bles. En estos órga­nos demo­crá­ti­cos se toma­rán deci­sio­nes sobre el peso de la inver­sión y el con­su­mo, sobre el des­tino prio­ri­ta­rio de fon­dos a unos sec­to­res u a otros. El plan no tie­ne por qué deta­llar todos sus aspec­tos, sólo debe defi­nir el nivel de pro­duc­ción para satis­fa­cer un nivel de vida, la pro­por­ción de la inver­sión y del con­su­mo en la pro­duc­ción glo­bal, el peso de los impues­tos para sufra­gar bie­nes colec­ti­vos públi­cos, de tal mane­ra que las deli­be­ra­cio­nes demo­crá­ti­cas podrán ser sobre gran­des líneas y admi­ti­rán la par­ti­ci­pa­ción amplia de la sociedad.

● Ter­ce­ro, ¿Cómo se hará el repar­to para el con­su­mo? Pues bien, la dis­tri­bu­ción indi­vi­dual de medios de con­su­mo se regi­rá por el prin­ci­pio de inter­cam­bio de mer­can­cías equi­va­len­tes. Esto quie­re decir que los pre­cios se ali­nea­rían con las horas labo­ra­les que cues­ta un bien o ser­vi­cio, a razón del valor que cada bien o ser­vi­cio con­ten­ga en tér­mi­nos de can­ti­dad de tra­ba­jo para su con­se­cu­ción. En base al tra­ba­jo rea­li­za­do la gen­te per­ci­bi­rá fichas de tra­ba­jo, des­con­tan­do la par­te para el fon­do común en for­ma de impues­to, (Cockshott y Cot­trell, 2018:269), posi­ble­men­te con tar­je­tas elec­tró­ni­cas, por el valor equi­va­len­te al tra­ba­jo rea­li­za­do, que les ser­vi­rá para com­prar sus bie­nes de con­su­mo. Hay que tener pre­sen­te que el con­jun­to de fichas no pue­de exce­der del valor del tra­ba­jo glo­bal rea­li­za­do por toda la socie­dad. A este res­pec­to, en la socie­dad socia­lis­ta, aún el dine­ro cum­pli­rá una fun­ción para faci­li­tar las tran­sac­cio­nes. Si bien los bie­nes y ser­vi­cios públi­cos uni­ver­sa­les gra­tui­tos o muy acce­si­bles, así como el desa­rro­llo de bie­nes comu­nes, cre­ce­rá, ami­no­ran­do el espa­cio del mer­ca­do y del dinero.

● Cuar­to, segui­rá habien­do cálcu­lo eco­nó­mi­co, pero, por ejem­plo, las uni­da­des pro­duc­ti­vas se fija­rían más en los cos­tes que en los pre­cios. En este sen­ti­do, se incor­po­ra­rían cri­te­rios de via­bi­li­dad eco­nó­mi­ca glo­bal (pre­vien­do las trans­fe­ren­cias entre sec­to­res que sean pre­ci­sas, si hay algún sec­tor útil y nece­sa­rio pero cos­to­so al que apo­yar), pero no se some­te­rá al prin­ci­pio de máxi­ma ren­ta­bi­li­dad. A su vez, se inclui­rán cri­te­rios para mini­mi­zar el cos­te social y labo­ral (para faci­li­tar la reduc­ción de tiem­po de tra­ba­jo, por ejem­plo) y, espe­cial­men­te, el estric­to segui­mien­to de cri­te­rios medioam­bien­ta­les sostenibles:

● Quin­to, el mode­lo ha de venir acom­pa­ña­do de un mode­lo labo­ral demo­crá­ti­co en el que se plan­tee un nue­vo com­pro­mi­so social. Esto supo­ne, pen­sar en esque­mas en las que todos los tra­ba­jos se repar­tan, tam­bién aque­llos que com­por­tan tareas menos agra­da­bles o más duras, así como las de cui­da­do de las per­so­nas, o de pro­tec­ción medioam­bien­tal, para que pue­da, si es posi­ble, dis­po­ner­se de mayor tiem­po libre para rea­li­zar acti­vi­da­des socia­les, de crea­ción, de apor­ta­ción de tra­ba­jo social­men­te útil en otros cam­pos, de mane­ra libre y asociada.

Según W. Paul Cockshott o Allin Cot­trell (2018), las res­tric­cio­nes téc­ni­co-infor­má­ti­cas de la era sovié­ti­ca ya no se dan. Las posi­bi­li­da­des téc­ni­cas del big data, los poten­tes sis­te­mas de compu­tación exis­ten­tes, la inte­li­gen­cia arti­fi­cial y el esta­do de la téc­ni­ca en el cam­po de la infor­má­ti­ca y la comu­ni­ca­ción, con inter­net, per­mi­te rea­li­zar cálcu­los que inte­gren tan­to deci­sio­nes demo­crá­ti­cas, incor­po­ran­do las pre­fe­ren­cias de los con­su­mi­do­res, a dife­ren­tes nive­les, como de cálcu­lo de ecua­cio­nes com­ple­jo y múl­ti­ple de cos­tes rela­ti­vos de una mane­ra apro­pia­da y cohe­ren­te, emplean­do el mode­lo input-out­put y sis­te­mas de pro­gra­ma­ción lineal.

En esta mis­ma corrien­te, deno­mi­na­da Ciber­co­mu­nis­mo, se encua­dra a Maxi­mi­lià Nie­to. Nie­to (2018: 296), afir­ma que la pla­ni­fi­ca­ción socia­lis­ta “cons­ti­tu­ye el mar­co ins­ti­tu­cio­nal más favo­ra­ble” para evi­tar los pro­ble­mas de inefi­cien­cia y equi­dad de la eco­no­mía de mer­ca­do, y para res­pon­der demo­crá­ti­ca­men­te a las nece­si­da­des reales de la pobla­ción. Con este mar­co, será posi­ble movi­li­zar todas las fuer­zas crea­ti­vas exis­ten­tes en la socie­dad, al sus­ti­tuir el mode­lo de apro­pia­ción inte­lec­tual y de dere­chos de pro­pie­dad, como son las paten­tes, que va a manos de las empre­sas y res­trin­ge la difu­sión de los avan­ces, por un sis­te­ma de incen­ti­vos y de finan­cia­ción colec­ti­va que ani­ma­rá a los espa­cios de inves­ti­ga­ción, tra­ba­jo y crea­ción para empren­der, apor­tan­do a la sociedad.

Hacia un Plan Demo­crá­ti­co Ecosocialista.

Toman­do todo esto en cuen­ta, noso­tros reto­ma­mos estas ideas para el con­tex­to de la cri­sis actual. Esta nos plan­tea mirar de fren­te los desa­fíos de la cri­sis capi­ta­lis­ta, pero tam­bién las degra­da­cio­nes gra­ví­si­mas que cau­sa­rán la cri­sis ener­gé­ti­ca y cli­má­ti­ca, sin olvi­dar­nos de intro­du­cir el cui­da­do de la vida en la ecua­ción en tér­mi­nos social­men­te jus­tos y de igual­dad de género.

De tal modo, que no son sólo razo­nes de jus­ti­cia social las que nos mue­ven a pro­po­ner un mode­lo de pla­ni­fi­ca­ción eco­nó­mi­ca. Nos mue­ve sobre todo la urgen­cia de abor­dar el reto eco­ló­gi­co de un modo capaz de esta­ble­cer pla­nes de medio y lar­go pla­zo, para poder dar solu­ción a las tran­si­cio­nes que exi­gen aho­rrar ener­gía, repar­tir la rique­za y adap­tar­se a entor­nos medioam­bien­ta­les des­co­no­ci­dos para la espe­cie huma­na. En defi­ni­ti­va, solo un plan pue­de rea­li­zar pre­vi­sio­nes cohe­ren­tes a medio y lar­go pla­zo, que pue­de ser fle­xi­ble y revi­sa­ble, de cara a abor­dar las nece­si­da­des de cam­bio de mode­lo ener­gé­ti­co y pro­duc­ti­vo, que, de otro modo no se alcanzarán.

Sin embar­go, recor­dé­mos­lo, el rei­no de la abun­dan­cia ple­na encie­rra un mito irrea­li­za­ble y con­tra­pro­du­cen­te. Nues­tro obje­ti­vo, des­de este pun­to de vis­ta, al encon­trar­nos en un pla­ne­ta exhaus­to, ha de ser otro. Se tra­ta de pla­near la vida eco­nó­mi­ca con el pro­pó­si­to de vivir jus­ta, libre y dig­na­men­te, en unas con­di­cio­nes ines­ta­bles y adver­sas. De tal modo, que no pode­mos pro­me­ter una repú­bli­ca de reyes, sino si aca­so una socie­dad demo­crá­ti­ca de per­so­nas aus­te­ras y humil­des que se res­pe­tan y cui­dan entre sí y a su entorno natural.

Des­de este pun­to de vis­ta, la pla­ni­fi­ca­ción eco­so­cia­lis­ta que nos pro­po­ne­mos pone en el cen­tro el desa­fío de abor­dar una tran­si­ción eco­ló­gi­ca social­men­te jus­ta que abra una ruta con los siguien­tes retos:

● Pri­me­ro, el des­plie­gue posi­ble de infra­es­truc­tu­ras para el uso de ener­gías lim­pias y reno­va­bles, duran­te unas déca­das. Una vez se amor­ti­za­sen estas infra­es­truc­tu­ras se aban­do­na­rían, dada su depen­den­cia de fuen­tes fósi­les. La idea es dis­po­ner de ener­gía sufi­cien­te para impe­dir un cata­clis­mo pobla­cio­nal por la cares­tía de la mis­ma, apro­ve­chan­do las fuen­tes reno­va­bles, con­si­guien­do su dis­tri­bu­ción y acce­so a la mayor par­te de la pobla­ción. Para tener una dimen­sión del desa­fío, se cal­cu­la que una vida dig­na reque­ri­rá un 20% de la actual ener­gía dis­po­ni­ble (A.Turiel), o el equi­va­len­te al nivel de vida de los años 1930 (J. Riech­mann), jus­ta­men­te lo que un sis­te­ma pro­duc­ti­vo basa­do en reno­va­bles es lo que es capaz de pro­por­cio­nar al máxi­mo rendimiento.

● Pre­pa­rar comi­sio­nes de pre­ven­ción, inves­ti­ga­ción y ges­tión de la degra­da­ción medioam­bien­tal pre­vi­si­ble para ges­tio­nar cam­bios de hábi­tos, adap­ta­cio­nes pro­duc­ti­vas y de movi­li­dad geo­grá­fi­ca orde­na­da. Pen­se­mos que una par­te de las accio­nes nece­sa­rias para dis­po­ner de ener­gía, no solo con­sis­ti­rán en extraer­la de otro modo y de otras fuen­tes, sino, al con­lle­var difi­cul­ta­des para su acu­mu­la­ción y trans­por­te sin per­der­la, plan­tea­rá la nece­si­dad de acer­car bue­na par­te de la pobla­ción a las fuen­tes existentes.

● Pre­pa­rar, des­de el minu­to uno y al mis­mo tiem­po, a la pobla­ción para un modo de vida eco­ló­gi­ca y ener­gé­ti­ca­men­te aus­te­ro, así como la con­cep­ción y desa­rro­llo de tec­no­lo­gías lige­ras que per­mi­tan el auto­con­su­mo ener­gé­ti­co, con mate­rias pri­mas dis­po­ni­bles, sin recu­rrir en abso­lu­to a ener­gías fósiles.

Daniel Alba­rra­cín es miem­bro de la Comi­sión de Eco­no­mía Polí­ti­ca de Anti­ca­pi­ta­lis­tas y del Con­se­jo Ase­sor de vien­to sur


1/ Según el Infor­me de Pri­ce­Wa­ter (2015), cita­do por Nie­to, M.; 2018:323.

Biblio­gra­fía:

– Alba­rra­cín, D. (2011) “¿Cuál es el papel y el carác­ter del sec­tor públi­co en Espa­ña?”. Fren­te al capi­tal impa­cien­te /​coord. por Bruno Estra­da, 2011, págs. 69 – 92

– Alba­rra­cín, D. (2012) “¿De qué mer­ca­do y esta­do me hablas?: los fun­da­men­tos del capi­ta­lis­mo y las nue­vas polí­ti­cas de la bur­gue­sía”. Nues­tra ban­de­ra: revis­ta de deba­te polí­ti­co, Nº. 231, págs. 71 – 75

– Alba­rra­cín, J. (1990) “Hun­di­mien­to y plan tras el hun­di­mien­to del socia­lis­mo real”. Inprecor.

– Alba­rra­cín, J. (1994) La eco­no­mía de mer­ca­do. Trot­ta. Espe­cial­men­te, capí­tu­lo 4.

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– Man­del, E. (1989) “En defen­sa de la pla­ni­fi­ca­ción socia­lis­ta”. Inpre­cor. Res­pues­ta de Man­del a Alec Nove.

– Marx, K. (1977) Crí­ti­ca al pro­gra­ma de Gotha. Edit. Pro­gre­so. Moscú.

– Marx, K. (1978) El capi­tal. Crí­ti­ca de la eco­no­mía polí­ti­ca. Libros I, II y III; Madrid. Siglo XXI.

– Nie­to, M. (2018) “La efi­cien­cia diná­mi­ca en una eco­no­mía pla­ni­fi­ca­da”. En Qué Ense­ña la eco­no­mía mar­xis­ta. El Vie­jo Topo. Págs. 295 – 330.

– Nove, A. (1986) La eco­no­mía del socia­lis­mo fac­ti­ble. Siglo XXI.

– Tanu­ro, D. (2012) El impo­si­ble capi­ta­lis­mo ver­de. La Ove­ja Roja.

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