Bra­sil. El redes­cu­bri­mien­to de las gran­des figu­ras negras que habían sido «blan­quea­das”

Bruno Meyer­feld. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de junio de 2020.

Cual­quier refe­ren­cia al color de la piel de Joa­quim Maria Macha­do de Assis, una de las figu­ras más impor­tan­te de la lite­ra­tu­ra, ha esta­do prohi­bi­da duran­te mucho tiempo.

Car­ta des­de Río de Janeiro

En sus tiem­pos del bachi­lle­ra­to, cuando
tenía unos 17 o 18 años, André Tadao Kame­da des­cu­brió que el mayor
escri­tor de su país era negro. “Has­ta enton­ces, las cosas no esta­ban muy
cla­ras, recuer­da el joven. Macha­do de Assis es un gran clá­si­co en
Bra­sil, pero el tema nun­ca había sido dis­cu­ti­do en cla­se. Ese año, el
pro­fe­sor final­men­te men­cio­nó el color de su piel… pero sin insistir
dema­sia­do sobre el asunto.”

¿Cómo hubie­ra podi­do ima­gi­nar­lo? En la
foto ofi­cial del autor que apa­re­ce en la mayo­ría de sus libros, Joaquim
Maria Macha­do de Assis tie­ne una tez tan blan­ca como su cami­sa: la cara
sobre­ex­pues­ta, el pelo liso, los labios cubier­tos por la bar­ba. “¡Es
difí­cil encon­trar el más míni­mo ras­tro de sus orí­ge­nes afri­ca­nos en esta
foto­gra­fía!”, dice André, que tie­ne aho­ra 37 años y que está trabajando
en una tesis sobre el gran autor.

En reali­dad, el tra­ta­mien­to reser­va­do a
“Macha­do” (como se le lla­ma en Bra­sil) no se debe para nada a la
casua­li­dad: el retra­to del escri­tor, como el de muchas otras
per­so­na­li­da­des negras o mes­ti­zas, fue deli­be­ra­da­men­te “blan­quea­do”,
resul­ta­do del racis­mo domi­nan­te a prin­ci­pios del siglo XX.

Auto­di­dac­ta genial

En Bra­sil, Macha­do es un monu­men­to nacio­nal. El autor de Dom Cas­mu­rro, de las Memo­rias Pós­tu­mas de Blas Cubas y de El Alie­nis­ta es un escri­tor ofi­cial, como Bal­zac en Fran­cia, Tols­toi en Rusia, o Dic­kens en Inglaterra.

Es
poco cono­ci­do en París pero es una ver­da­de­ra estre­lla en los Estados
Uni­dos, don­de es com­pa­ra­do con Kaf­ka y Nabo­kov, vene­ra­do por Woody
Allen, Phi­lip Roth e inclu­so Susan Son­tag, quien lo des­cri­bió como “el
escri­tor más gran­de de todos los tiem­pos en Amé­ri­ca Latina”.

El legen­da­rio autor nació en 1839 en
una fami­lia modes­ta de Río de Janei­ro, enton­ces capi­tal del Impe­rio del
Bra­sil. Era un mes­ti­zo de piel oscu­ra, un mula­to como se decía en
aque­lla épo­ca. Su padre era negro, hijo de escla­vos libe­ra­dos, y su
madre blan­ca venía de una fami­lia por­tu­gue­sa de las Azo­res. Miope,
tar­ta­mu­do, epi­lép­ti­co y sobre todo negro, empe­zó su vida con serias
dificultades.

Pero poco a poco este genio auto­di­dac­ta empe­zó a des­ta­car­se. Su pri­me­ra nove­la, Resu­rrec­ción,
publi­ca­da en 1872, fue un éxi­to. Su obra, lle­na de iro­nía e
insi­nua­cio­nes, des­cri­be de mane­ra inci­si­va la hipo­cre­sía y las pequeñas
cruel­da­des de la bue­na socie­dad cario­ca. En la Belle Épo­que, Macha­do de
Assis for­ma­ba par­te de la gran socie­dad. En 1897, fun­dó la Academia
Bra­si­le­ña de Letras.

El sue­ño de un país de “san­gre lavada”

El autor tuvo sus esta­tuas en vida,
pero más bien de már­mol blan­co, no de basal­to negro. En el Bra­sil de
Macha­do, el racis­mo era omni­pre­sen­te y la escla­vi­tud reinó has­ta su
abo­li­ción tar­día en 1888. La situa­ción no mejo­ró con la República,
pro­cla­ma­da al año siguien­te. Los gober­nan­tes de la épo­ca soña­ban con un
país de “san­gre lava­da” e imple­men­ta­ron una polí­ti­ca muy ofi­cial de
lava­do de la pobla­ción: 4 millo­nes de inmi­gran­tes fue­ron “impor­ta­dos” de
Euro­pa (con una polí­ti­ca que duró) has­ta el año de 1929 para
esta­ble­cer­se en Brasil.

En este con­tex­to, el escri­tor nacio­nal no podía ser un sim­ple mula­to. La éli­te blan­ca hizo todo lo que pudo para maqui­llar a un Macha­do cuya piel era dema­sia­do oscu­ra. Cual­quier refe­ren­cia al color de su piel esta­ba prohi­bi­da y la foto­gra­fía ofi­cial, toma­da en 1896, fue blan­quea­da (whi­te­wa­shing). Cuan­do murió, en 1908, su más­ca­ra mor­tuo­ria fue escul­pi­da en blan­co ala­bas­tro y en su cer­ti­fi­ca­do de defun­ción, la admi­nis­tra­ción regis­tró al mes­ti­zo como “hom­bre blanco”.

Retra­to inten­cio­nal­men­te “blan­quea­do” del escri­tor Joa­quim Maria Macha­do de Assis, rea­li­za­do hacia 1896. 

La ima­gen de un Macha­do blan­co se impuso:
un siglo des­pués, en 2011, un actor blan­co encar­nó muy natu­ral­men­te las
carac­te­rís­ti­cas del escri­tor en una publi­ci­dad para un ban­co público.
Pero no sólo Macha­do de Assis reci­bió ese tra­ta­mien­to. El mismo
“blan­quea­do” foto­grá­fi­co se apli­có nada menos que a Nilo Peçanha,
pre­si­den­te del Bra­sil entre 1909 y 1910, pero tam­bién al padre José
Mau­ri­cio (1767−1830), com­po­si­tor de músi­ca clá­si­ca, o al inmenso
escri­tor y perio­dis­ta Lima Barre­to (1881−1922). Todos ellos eran
mes­ti­zos y des­cen­dien­tes de esclavos.

“La civi­li­za­ción bra­si­le­ña es
estruc­tu­ral­men­te racis­ta. La negri­tud es com­ba­ti­da sistemáticamente,
dice Adil­son Morei­ra, pro­fe­sor de la Uni­ver­si­dad Mac­ken­zie y
espe­cia­lis­ta en dis­cri­mi­na­cio­nes. Sólo los blan­cos son vis­tos como
capa­ces de pro­du­cir obras de valor cul­tu­ral. Es un pri­vi­le­gio exclusivo.
Así, cuan­do una per­so­na negra o mes­ti­za hace algo extra­or­di­na­rio, hay
que blan­quear­lo. El blan­co debe seguir sien­do el mode­lo. El negro no
tie­ne lugar en la gran his­to­ria. Debe que­dar­se en el lugar que le
corresponde.”

El país empe­zó a mirar­se a la cara a
par­tir de la déca­da del 2000, bajo los gobier­nos de izquier­da de Lula y
Dil­ma Rous­seff. En ese momen­to, la iden­ti­dad negra se esta­ba afir­man­do y
algu­nas gran­des figu­ras afro bra­si­le­ñas fue­ron “des­blan­quea­das”. Nuevas
foto­gra­fías del “ver­da­de­ro Macha­do” fue­ron des­en­te­rra­das de los
archi­vos. En 2019, la Uni­ver­si­dad Zum­bi dos Pal­ma­res de Sao Paulo
publi­có una nue­va ver­sión de la foto­gra­fía ofi­cial del escri­tor, en la
que apa­re­ce su ver­da­de­ro color de piel.

“Todo esto es esti­mu­lan­te y nos per­mi­te vol­ver a leer a Macha­do con una nue­va mira­da, dice Sau­lo Nei­va, pro­fe­sor de la Uni­ver­si­dad de Cler­mont Auver­gne (Fran­cia) y tra­duc­tor al fran­cés del escri­tor. Su obra está lle­na de iro­nía, de segun­do sen­ti­do, de disi­mu­la­ción… Escri­bió poco sobre la vio­len­cia racial, pero los escla­vos están muy pre­sen­tes en su obra. Leyen­do entre líneas, se nota que fue mar­ca­do por esta condición.”

Car­tel institucional

Cabe pre­gun­tar­se si este movi­mien­to de eman­ci­pa­ción resis­ti­rá la embes­ti­da de Jair Bol­so­na­ro. Actual­men­te, el Bra­sil está vivien­do un gran sal­to hacia atrás en la mate­ria. Por ejem­plo, un recien­te car­tel de pro­pa­gan­da del poder mos­tra­ba a cin­co niños blan­cos con ras­gos euro­peos bajo el lema “Bra­sil, patria ama­da”. Un nue­vo “blan­queo” foto­grá­fi­co, muy ale­ja­do de la reali­dad de una nación cada vez más mestiza.

(Bruno Meyer­feld es corres­pon­sal de Le Mon­de en Bra­sil. Fue corres­pon­sal en Kenia y tra­ba­jó para Mon­de Afri­que, Radio Fran­ce Inter­na­tio­na­le y Fran­ce Culture). 

Tra­duc­ción de Ruben Navarro 

* Fuen­te: Corres­pon­den­cia de Prensa

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