Ecua­dor. «Se tapa la nariz como si yo estu­vie­se apes­tan­do»: La can­tan­te indí­ge­na Tam­ya Morán habla sobre el racismo

Por Edgar Rome­ro, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 06 de julio de 2020

Cuan­do la ecua­to­ria­na Tam­ya Morán Cabas­can­go ingre­só a la uni­ver­si­dad, en 2013, sin­tió, por pri­me­ra vez, una acen­tua­da dis­cri­mi­na­ción. Morán, can­tan­te y joven kich­wa de la loca­li­dad de Cota­ca­chi, en la pro­vin­cia ecua­to­ria­na de Iba­rra, ganó una beca del pro­gra­ma de diver­si­dad étni­ca en la Uni­ver­si­dad San Fran­cis­co de Qui­to (USFQ), a más de 102 kiló­me­tros de su hogar.

«Para mí la vida estu­dian­til ahí fue muy dura y todo era gra­cias al racis­mo; peor si eres mujer y eres indí­ge­na: el racis­mo es más fuer­te en las muje­res que en los hom­bres, por­que es un medio racis­ta y enci­ma machis­ta«.

Ni siquie­ra había comen­za­do en la casa de estu­dios, cuan­do ya tuvo un pri­mer epi­so­dio de dis­cri­mi­na­ción. Bus­ca­ba la sede de la uni­ver­si­dad y una seño­ra se le acer­có y le dijo: «Miji­ta, ¿estás bus­can­do tra­ba­jo? Aquí están bus­can­do a una emplea­da», tras asu­mir que, por ser indí­ge­na y estar cami­nan­do por una zona de «gen­te aco­mo­da­da», ese era su objetivo.

Ya den­tro de la uni­ver­si­dad, la dis­cri­mi­na­ción comen­zó des­de el pri­mer día, cuan­do les die­ron la bien­ve­ni­da. «Aquí hay papel, no se sor­pren­de­rán. Y por favor, no se roba­rán el papel», les dijo el direc­tor. Eso cau­só risa a los nue­vos alum­nos, pero a ella no: «No sé si ten­go poco sen­ti­do del humor, pero para mí fue muy malo que haya dicho que éra­mos delin­cuen­tes o por­que uno es pobre siem­pre tie­ne que robar­se algo».

Indí­ge­nas en Amé­ri­ca Latina

«En la región, nin­gún gru­po étni­co racia­li­za­do está exen­to de ser víc­ti­ma de dis­cri­mi­na­ción racial», dice la soció­lo­ga Esther Pine­da. Sin embar­go, agre­ga, «paí­ses con mayor pre­sen­cia indí­ge­na –como Boli­via, Ecua­dor, Méxi­co, Perú– sue­len tener for­mas de racis­mo anti-indí­ge­nas más visi­bles«.

Amé­ri­ca Lati­na tie­ne una amplia pobla­ción ori­gi­na­ria. Según el estu­dio ‘Lati­noa­mé­ri­ca indí­ge­na en el siglo XXI’, que el Ban­co Mun­dial publi­có en 2017, estos pue­blos repre­sen­tan el 8 % de la pobla­ción de la región.

Sin embar­go, según ese infor­me, los pue­blos indí­ge­nas tam­bién cons­ti­tu­yen el 14 % de los pobres y el 17 % de los extre­ma­da­men­te pobres de la región.

En Ecua­dor, según datos del Cen­tro Cari­be­ño y Lati­no­ame­ri­cano de Demo­gra­fía (CELADE), de la Comi­sión Eco­nó­mi­ca para Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be (CEPAL), ape­nas 6,97 % de la pobla­ción se auto­de­fi­ne como indí­ge­na, pese a que el guber­na­men­tal Plan de Desa­rro­llo 2017 – 2021 seña­la que exis­ten 14 nacio­na­li­da­des y 18 pue­blos originarios.

La cifra de Ecua­dor está muy por deba­jo del 41,79 % de quie­nes se reco­no­cen como indí­ge­nas en Boli­via, 41,20 % en Gua­te­ma­la, 23,73 % en Perú y 15,12 % en México.

«Eres una necia»

La joven can­tan­te cuen­ta que para ir a la uni­ver­si­dad gene­ral­men­te ves­tía con jean o ropa casual, pero en cier­tas oca­sio­nes, cuan­do con­si­de­ra­ba que así lo ame­ri­ta­ba, se ata­via­ba con su tra­je tra­di­cio­nal kich­wa, que inclu­ye ana­co (fal­da), cami­sa bor­da­da con moti­vos flo­ra­les, faja y alpargatas.

«Mucha gen­te cuan­do me veía con pan­ta­lón ni pen­sa­ba que era indí­ge­na; enton­ces tenía ami­gos. Pero cuan­do había una expo­si­ción, yo venía con ana­co y ¡pum!, ahí se fre­na­ba todo. Eres indí­ge­na, bueno, te he vis­to y no me acuer­do«, rela­ta.

Ade­más, la entre­vis­ta­da expli­ca otro epi­so­dio pun­tual. «Una vez lle­gué con ana­co, así bien boni­ta. Y cuan­do me sien­to al lado de un chi­co, se tapa la nariz como si yo estu­vie­se apes­tan­do. Lo regre­sé a ver y le digo: creo que el que debe­ría bañar­se eres tú, tú eres el que apes­ta real­men­te. Y me cam­bié de asien­to», denuncia.

En otra opor­tu­ni­dad, en la casa de estu­dios comen­za­ron a pedir a los estu­dian­tes que mos­tra­ran su car­né para el ingre­so a los edi­fi­cios. Morán comen­ta que al pasar jun­to a ami­gos «mes­ti­zos» no les soli­ci­ta­ron el docu­men­to; sin embar­go, cuan­do tra­tó de ingre­sar nue­va­men­te, jun­to a ami­gos indí­ge­nas, de tren­za lar­ga, les impi­die­ron el paso y les exi­gie­ron la identificación.

«Cuan­do noso­tros está­ba­mos en la puer­ta sacan­do el car­né, pasa un chi­co rubio, blan­co y ojos azu­les, y le dicen: ‘Siga, por favor’. Él ni siquie­ra se moles­tó en tener que abrir su mochi­la para sacar el car­né», cri­ti­ca la joven.

Ante ello, Morán deci­dió no mos­trar su docu­men­to e ingre­só al edi­fi­cio, mien­tras los guar­dias la seguían. Cuan­do una de las secre­ta­rias de la facul­tad, ente­ra­da de lo suce­di­do, le lla­mó la aten­ción a los ofi­cia­les, uno de ellos con­tes­tó: «Lo que pasa, seño­ri­ta, es que noso­tros como guar­dias tene­mos un per­fil de la gen­te que estu­dia aquí«.

La expli­ca­ción del guar­dia enfu­re­ció toda­vía más a la secre­ta­ria que, según Morán, «tie­ne raí­ces afro». «A ver, díga­me cuál es el mode­lo que uste­des siguen aquí en la uni­ver­si­dad, por­que si es así, yo tam­po­co podría entrar», repli­có la mujer.

Tras hacer esta denun­cia, des­de el pro­gra­ma de diver­si­dad étni­ca le dije­ron: «Eres una necia»; fra­se que se repe­ti­ría pos­te­rior­men­te y que, según expli­ca Morán, «tam­bién solían usar­la los anti­guos due­ños de hacien­das para decír­se­la a los indí­ge­nas cuan­do eran fuer­tes y no podían decir sí a todo».

«¿Por qué estás can­tan­do en español?»

Estan­do en la uni­ver­si­dad, en una opor­tu­ni­dad, la invi­ta­ron a una radio. La entre­vis­ta, que era gra­ba­da, la con­du­cía una per­so­na reco­no­ci­da que, aho­ra, diri­ge una fun­da­ción don­de for­man a líde­res, inclu­yen­do a indígenas.

A la radio, Morán fue acom­pa­ña­da por un gui­ta­rris­ta colom­biano. Al ini­cio de la con­ver­sa­ción, la locu­to­ra le dice: «¡Pero es que a uste­des los indí­ge­nas, la (uni­ver­si­dad) San Fran­cis­co les rega­la las cosas!».

En medio de los cal­dea­dos áni­mos, Jai­me Nebot, exal­cal­de de Gua­ya­quil, ciu­dad de la región Cos­ta, dijo a los indí­ge­nas que pro­tes­ta­ban «que se que­da­ran en el pára­mo», hacien­do refe­ren­cia a que no podían pro­tes­tar en esa urbe. Mien­tras, los perio­dis­tas Ander­son Bos­cán y Luis Eduar­do Vivan­co, de La Pos­ta, en una de sus inter­ven­cio­nes, entre risas, expre­sa­ron: «Indio encon­tra­do, indio pre­so».

En las redes socia­les, en ese enton­ces, se podían leer insul­tos como «hor­da de indí­ge­nas», «emplu­ma­dos», «esos indí­ge­nas son ani­ma­les sal­va­jes», «indí­ge­nas siem­pre mal acos­tum­bra­dos a hacer lo que se les da la gana», «mal­di­tos indí­ge­nas, se creen los due­ños del país», «bru­tos», entre otros.

El país «ha sido tes­ti­go de un incre­men­to peli­gro­so de expre­sio­nes con alta car­ga de regio­na­lis­mo, racis­mo, dis­cri­mi­na­ción y odio a pue­blos y nacio­na­li­da­des» indí­ge­nas, denun­ció enton­ces el esta­tal Con­se­jo Nacio­nal para la Igual­dad de Pue­blos y Nacio­na­li­da­des (CNIPN).

Aña­dió que a la gra­ve­dad de los dichos se le suma que quie­nes los dicen «son per­so­nas de tra­yec­to­ria públi­ca, que fun­gen un lide­raz­go polí­ti­co». Tam­bién repu­dia­ron la posi­ción de los medios de comu­ni­ca­ción, a los que exhor­ta­ron a «gene­rar y orien­tar noti­cias, edi­to­ria­les, cró­ni­cas y opi­nión públi­ca, des­de los prin­ci­pios de res­pon­sa­bi­li­dad, éti­ca y pro­fun­do cono­ci­mien­to de la reali­dad plurinacional».

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