Áfri­ca. Las inde­pen­den­cias: lo rea­li­za­do, lo con­se­gui­do y lo pendiente

Por Car­los Luján Alda­na, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de sep­tiem­bre de 2020.

En este 2020 se cum­plen 60 años de uno de los hitos his­tó­ri­cos más impor­tan­tes para Áfri­ca: la emer­gen­cia de 17 nue­vos paí­ses inde­pen­dien­tes en el con­ti­nen­te selló el final del colo­nia­lis­mo euro­peo y comen­zó una épo­ca de pro­fun­dos cam­bios. A seis déca­das de dis­tan­cia, resul­ta razo­na­ble revi­sar y ana­li­zar la evo­lu­ción de los movi­mien­tos inde­pen­den­tis­tas, remar­can­do sus carac­te­rís­ti­cas, ten­den­cias, logros, fra­ca­sos y asun­tos pen­dien­tes, a par­tir de un enfo­que crí­ti­co que nos per­mi­ti­rá tener mayor cla­ri­dad sobre la situa­ción polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca actual del continente.

Lo rea­li­za­do

Los ante­ce­den­tes de las inde­pen­den­cias afri­ca­nas los pode­mos encon­trar casi inme­dia­ta­men­te des­pués del repar­to colo­nial euro­peo esta­ble­ci­do duran­te la Con­fe­ren­cia de Ber­lín (1885−86), a tra­vés de diver­sos méto­dos de resis­ten­cia. De hecho, los euro­peos nun­ca pudie­ron abar­car la tota­li­dad del terri­to­rio afri­cano – al comen­zar el Siglo XX Etio­pía y Libe­ria ya eran inde­pen­dien­tes -, y la ocu­pa­ción efec­ti­va de sus pose­sio­nes tar­dó tiem­po en con­so­li­dar­se. Pese a esto, la domi­na­ción fue brutal.

Jus­to en el año de 1900 sur­ge el movi­mien­to pan­afri­ca­nis­ta, lide­ra­do por afro­ame­ri­ca­nos que cla­ma­ban la liber­tad y el retorno a su hogar. Pero no fue sino has­ta el final de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, duran­te el V Con­gre­so Pan­afri­ca­nis­ta de Manchester,cuando se plan­teó por pri­me­ra vez la inde­pen­den­cia de Áfri­ca como su prin­ci­pal objetivo.

Las gra­ves secue­las que dejó la gran gue­rra fue­ron el ori­gen de los fac­to­res que desem­bo­ca­ron en las inde­pen­den­cias en Áfri­ca. En pri­mer lugar, Euro­pa que­dó muy debi­li­ta­da debi­do a las pér­di­das eco­nó­mi­cas y huma­nas, que se tra­du­je­ron en la reduc­ción de sus capa­ci­da­des pro­duc­ti­vas has­ta en un 70%. Esto afec­tó direc­ta­men­te a Áfri­ca, por­que a pesar de que seguía expor­tan­do mate­rias pri­mas, el enca­re­ci­mien­to de los pro­duc­tos bási­cos por la esca­sez en Euro­pa aumen­tó los nive­les de pobre­za. A ello se suma­ron otros aspec­tos que con­tri­bu­ye­ron al for­ta­le­ci­mien­to de los movi­mien­tos inde­pen­den­tis­tas, como el ini­cio de la Gue­rra Fría, la derro­ta del fas­cis­mo, la des­co­lo­ni­za­ción de Asia y la ele­va­ción de con­cien­cia de deter­mi­na­dos sec­to­res de las socie­da­des afri­ca­nas, fun­da­men­tal­men­te de la peque­ña y media­na bur­gue­sía y los intelectuales.

Uno de los más gra­ves erro­res que se come­ten al momen­to de estu­diar la des­co­lo­ni­za­ción afri­ca­na radi­ca en que la mayo­ría de las veces se abor­da como un pro­ce­so lineal, con pocas varian­tes, cuan­do en reali­dad la eman­ci­pa­ción atra­ve­só por varias eta­pas, y en cada terri­to­rio varió en fun­ción de la poten­cia colo­ni­za­do­ra, la región, el nivel eco­nó­mi­co exis­ten­te y los intere­ses de la pobla­ción de ori­gen europeo.

Los pri­me­ros que obtu­vie­ron su inde­pen­den­cia fue­ron los paí­ses del Nor­te de Áfri­ca y el Magreb, don­de exis­tie­ron par­ti­da­rios a la des­co­lo­ni­za­ción des­de antes de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, y la Liga Ára­be, ubi­ca­da en El Cai­ro, fue un ampli­fi­ca­dor y órgano de pro­pa­gan­da de los movi­mien­tos nacio­na­lis­tas bajo el estan­dar­te pan­ara­bis­ta. La exis­ten­cia de auto­ri­da­des loca­les tuvo la ven­ta­ja de pro­pi­ciar una evo­lu­ción pací­fi­ca a la inde­pen­den­cia, con la nota­ble excep­ción de Arge­lia, don­de la pre­sen­cia de una comu­ni­dad fran­ce­sa muy enrai­za­da los lle­vó a una inten­sa gue­rra que duró ocho años (1954−1962).

La agi­ta­ción colo­nial del Magreb pron­to se exten­dió hacia al Sur del Saha­ra. La pri­me­ra colo­nia en obte­ner la liber­tad fue la lla­ma­da Cos­ta de Oro, bajo el lide­raz­go de Kwa­me Nkru­mah, uno de los máxi­mos expo­nen­tes del pan­afri­ca­nis­mo, quien orga­ni­zó una sóli­da estruc­tu­ra polí­ti­ca que le per­mi­tió acce­der a la inde­pen­den­cia del país, que fue renom­bra­do como Gha­na. Al mis­mo tiem­po, la gue­rra en Arge­lia y la for­ma­ción de la V Repú­bli­ca Fran­ce­sa lle­va­ron al Pri­mer Minis­tro fran­cés, el Gene­ral Char­les de Gau­lle, a replan­tear la pre­sen­cia de su país en Áfri­ca. En mayo de 1958 se some­tió a refe­rén­dum la ins­tau­ra­ción de una Comu­ni­dad fran­co-afri­ca­na, en la cual cier­tas com­pe­ten­cias (defen­sa, mone­da y diplo­ma­cia) eran com­par­ti­das. Todos los afri­ca­nos se adhi­rie­ron al pro­yec­to, excep­to uno: Gui­nea, país que bajo el man­do de Sékou Tou­ré pro­cla­mó su independencia.

Este hecho hizo que los fran­ce­ses cam­bia­ran de estra­te­gia, ofre­cién­do­les a todos la opción de sepa­rar­se de la Repú­bli­ca Fran­ce­sa. De esta for­ma, en 1960 los terri­to­rios fran­ce­ses de ultra­mar siguie­ron los ejem­plos gha­nés y gui­neano y recla­ma­ron su inde­pen­den­cia, aun­que sin una rup­tu­ra total con Fran­cia. Pese a esta impor­tan­te limi­tan­te, la res­pues­ta a la pro­pues­ta de inde­pen­den­cia superó las expec­ta­ti­vas ini­cia­les de los fran­ce­ses: 14 nue­vos paí­ses se con­vir­tie­ron en Esta­dos inde­pen­dien­tes en esta juga­da, y por eso 1960 pasó a la his­to­ria como “El año de Áfri­ca”, y este fenó­meno lle­vó a que la ONU reco­no­cie­ra por pri­me­ra vez el dere­cho a la auto­de­ter­mi­na­ción de los pue­blos con la fir­ma de la Reso­lu­ción 1514.

Por su par­te, en las colo­nias bri­tá­ni­cas el pro­ce­so des­co­lo­ni­za­dor fue dife­ren­cia­do, que atra­ve­só por varias eta­pas suce­si­vas que incluían el otor­ga­mien­to de la auto­no­mía, pro­ce­di­mien­tos de nego­cia­ción y libe­ra­ción total, habi­tual­men­te sin el empleo de la vio­len­cia. Algu­nas veces se optó por la fusión de dos uni­da­des colo­nia­les, mien­tras que en otras se pro­ce­dió a la divi­sión de las mis­mas, como ocu­rrió con la malo­gra­da Fede­ra­ción de las Rho­de­sias y Nya­sa­lan­dia (hoy Mala­wi). Ejem­plos en con­tra­rio fue­ron Came­rún y Soma­lia. En gene­ral, casi todas las colo­nias bri­tá­ni­cas se inde­pen­di­za­ron en el pri­mer lus­tro de la déca­da de los sesen­ta. Sólo en Áfri­ca Orien­tal tuvo lugar un poco más tar­de, don­de la más con­flic­ti­va fue la de Kenia, don­de exis­tía una impor­tan­te mino­ría blanca.

En con­tras­te, Bél­gi­ca le otor­gó la inde­pen­den­cia a sus colo­nias afri­ca­nas de for­ma abrup­ta, sin con­si­de­rar los bene­fi­cios que pudo haber teni­do un pro­ce­so más pau­sa­do, mien­tras que Por­tu­gal se resis­tía a otor­gar la inde­pen­den­cia a sus colo­nias, y como es lógi­co, los afri­ca­nos recu­rrie­ron a las armas para exi­gir lo que no se pudo alcan­zar por la vía pací­fi­ca. No fue sino has­ta la caí­da de la dic­ta­du­ra mili­tar en el mar­co de la Revo­lu­ción de los Cla­ve­les, cuan­do las colo­nias por­tu­gue­sas pudie­ron ser inde­pen­dien­tes, ya muy entra­da la déca­da de los setenta.

Ofi­cial­men­te la des­co­lo­ni­za­ción afri­ca­na ter­mi­nó en 1990 con la inde­pen­den­cia de Nami­bia en 1990, que has­ta antes había per­ma­ne­ci­do bajo la tute­la de Sudá­fri­ca. Resul­ta muy pecu­liar el caso del Sur de Áfri­ca, ya que las inde­pen­den­cias se ope­ra­ron en for­ma tar­día, pero fue­ron eclip­sa­das por los efec­tos del Apartheid en la región. Por tal moti­vo, la caí­da del régi­men racis­ta en 1994 tie­ne mucha mayor tras­cen­den­cia en la región que las inde­pen­den­cias mismas.

Lo con­se­gui­do.

Así fue como, 75 años des­pués del repar­to colo­nial, prác­ti­ca­men­te toda Áfri­ca ganó su inde­pen­den­cia. Fue una épo­ca de mucho entu­sias­mo y opti­mis­mo para las socie­da­des del con­ti­nen­te, que tenían la espe­ran­za de cons­truir un mejor futu­ro para ellos y las gene­ra­cio­nes veni­de­ras, don­de Áfri­ca ya no sería vis­ta como una región mar­gi­na­da ni atra­sa­da. Des­afor­tu­na­da­men­te, Áfri­ca obtu­vo poco más que la inde­pen­den­cia polí­ti­ca, dado que la des­co­lo­ni­za­ción no fue ope­ra­da de for­ma que los nacien­tes paí­ses afri­ca­nos obtu­vie­ran total liber­tad y sobe­ra­nía en sus asun­tos inter­nos, y aún más, sus pobla­cio­nes aún no habían inte­gra­do los espa­cios polí­ti­cos crea­dos en la Con­fe­ren­cia de Berlín.

Los nue­vos paí­ses tenían por delan­te la ardua tarea de supe­rar un pasa­do colo­nial que alte­ró sus estruc­tu­ras socio­eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas, y al mis­mo tiem­po, hacer fren­te a las pre­ten­sio­nes neo­co­lo­nia­les e impe­ria­lis­tas de los euro­peos, esta­dou­ni­den­ses y sovié­ti­cos. Para ellos, ya no era tan nece­sa­rio man­te­ner pre­sen­cia mili­tar o físi­ca en las regio­nes afri­ca­nas, sino que a tra­vés del para­guas del reco­no­ci­mien­to polí­ti­co comen­za­ron a gene­rar nue­vas for­mas de coope­ra­ción que man­ten­drían las rela­cio­nes de domi­nio y con­trol de esas regio­nes, sien­do los tres prin­ci­pa­les ejes la coope­ra­ción comer­cial, apo­yo polí­ti­co y los flu­jos de ayu­da al desa­rro­llo y de deu­da exter­na.
La gran mayo­ría de las nacio­nes afri­ca­nas que­da­ron diri­gi­das por las éli­tes nati­vas y/​o los mili­ta­res (uno de los pocos sec­to­res que esta­ban ple­na­men­te con­so­li­da­dos en sus pri­me­ros años de vida inde­pen­dien­te), que vie­ron en el poder polí­ti­co la posi­bi­li­dad de enri­que­cer­se, para lo cual se aso­cia­ron con las ex metró­po­lis o con algu­na de las super­po­ten­cias, ya que esto les ase­gu­ra­ba obte­ner todos los beneficios.

Ade­más, pre­do­mi­na­ron los dis­cur­sos dema­gó­gi­cos y las pos­tu­ras for­ma­les que por momen­tos die­ron la impre­sión de una inde­pen­den­cia real, pero que en reali­dad repre­sen­ta­ban una for­ma de domi­na­ción neo­co­lo­nial. Y allí don­de triun­fó un par­ti­do o diri­gen­te que ame­na­za­ba los intere­ses loca­les o forá­neos, se uti­li­za­ron todos los meca­nis­mos posi­bles para derro­tar­los, como ocu­rrió en la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca del Con­go con el ase­si­na­to de Patri­ce Lumum­ba en 1961. Con la mis­ma suer­te corrió Tho­mas San­ka­ra en Bur­ki­na Faso, hacia 1987.

Los pri­me­ros trein­ta años des­pués de 1960 se carac­te­ri­za­ron por los con­ti­nuos gol­pes de Esta­do, los des­acier­tos, el des­con­ten­to de la pobla­ción y el enri­que­ci­mien­to de unos pocos que lle­va­ron a una cri­sis mul­ti­di­men­sio­nal que se mani­fes­tó en todos los pla­nos. El espe­jis­mo e idea­lis­mo gene­ra­do por las inde­pen­den­cias se tor­nó en una his­to­ria de terror, des­va­ne­cién­do­se los idea­les de pro­gre­so y bien­es­tar. Bajo este esce­na­rio, era prác­ti­ca­men­te impo­si­ble que pros­pe­ra­ran los dis­tin­tos pro­yec­tos de nación en el con­ti­nen­te afri­cano, sin impor­tar el mode­lo polí­ti­co y eco­nó­mi­co ele­gi­do. Los paí­ses arran­ca­ron su tra­yec­to­ria en con­di­cio­nes des­ven­ta­jo­sas, y si bien cada uno de ellos tie­ne el dere­cho de poder cam­biar su futu­ro, se ven fuer­te­men­te con­di­cio­na­dos por sus debi­li­da­des estructurales.

Sin embar­go, diver­sos per­so­na­jes y sec­to­res de las socie­da­des afri­ca­nas nun­ca han deja­do de insis­tir en la bús­que­da de un mode­lo de desa­rro­llo autó­no­mo y sobe­rano, regis­tran­do algu­nos bue­nos resul­ta­dos en deter­mi­na­dos ámbi­tos y regio­nes. No todo ha sido malo, y aun­que la situa­ción actual es dife­ren­te entre los dis­tin­tos paí­ses, en los ámbi­tos nacio­na­les los éxi­tos son con­ta­dos, pero por ini­cia­ti­vas con­jun­tas no se les pue­de repro­char nada.Prueba de ello ha sido la crea­ción orga­nis­mos regio­na­les entre los paí­ses afri­ca­nos ten­dien­tes a for­ta­le­cer la unión de los pue­blos del con­ti­nen­te, a pesar de las influen­cias e inje­ren­cias del exterior.

Inclu­so en su momen­to el gha­nés Kwa­me Nkru­mah pro­pu­so la crea­ción de un gran Esta­do a nivel con­ti­nen­tal, que sería lo sufi­cien­te­men­te fuer­te para resol­ver todos los pro­ble­mas a nivel interno, y jun­tos con­ver­tir­se en una gran poten­cia a nivel mun­dial. Pero, ¿Real­men­te era via­ble y sos­te­ni­ble el gran pro­yec­to esta­tal pan­afri­cano que con tan­ta fir­me­za y con­vic­ción defen­dió Nkru­mah, dada la com­ple­ji­dad y diver­si­dad que exis­te de El Cario a Ciu­dad del Cabo, y de Dakar a Moga­dis­cio? Bajo el con­tex­to de la Gue­rra Fría y los intere­ses de las anti­guas poten­cias, pro­ba­ble­men­te el pro­yec­to, de haber­se con­cre­ta­do, no habría sub­sis­ti­do por mucho tiem­po, pero hubie­ra mar­ca­do un pre­ce­den­te impor­tan­te en cuan­to a la futu­ra con­fi­gu­ra­ción de las fron­te­ras de los Esta­dos afri­ca­nos, que segu­ra­men­te sería dis­tin­ta a la actual.

Pero lo úni­co que se con­si­guió fue la crea­ción de la Orga­ni­za­ción para la Uni­dad Afri­ca­na en 1963, que no dejó satis­fe­cho a nadie. No obs­tan­te, su gran lega­do fue la con­so­li­da­ción de un fuer­te espí­ri­tu pan­afri­ca­nis­ta entre la pobla­ción afri­ca­na, mis­mo que lla­ma pode­ro­sa­men­te la aten­ción, que se mani­fies­ta des­de los even­tos depor­ti­vos has­ta la esfe­ra polí­ti­ca. En nin­gu­na otra región y con­ti­nen­te en el mun­do se encuen­tra arrai­ga­do un sen­ti­mien­to de per­te­nen­cia como un solo gran pue­blo como en Áfri­ca. Este debe­ría ser el pun­to de par­ti­da para el tan ansia­do mejo­ra­mien­to de las con­di­cio­nes de los pue­blos africanos.

Lo pen­dien­te.

A 60 años de dis­tan­cia, el pro­ce­so des­co­lo­ni­za­dor afri­cano con­ti­núa incom­ple­to, con múl­ti­ples asun­tos pen­dien­tes por resol­ver. Las inde­pen­den­cias repre­sen­ta­ron la pri­me­ra opor­tu­ni­dad en mucho tiem­po para que los pue­blos del con­ti­nen­te deci­die­ran por sí mis­mos su futu­ro. Sin embar­go, el balan­ce es suma­men­te nega­ti­vo, lo cual es una res­pon­sa­bi­li­dad com­par­ti­da entre las con­se­cuen­cias del perio­do colo­nial y los suce­si­vos fra­ca­sos de los gobier­nos. Los Esta­dos y socie­da­des afri­ca­nas no ter­mi­nan aún de pagar el pre­cio de una des­co­lo­ni­za­ción ope­ra­da en bene­fi­cio de las anti­guas metró­po­lis, que mina­ron su desarrollo.

Para rever­tir esta situa­ción, se requie­re que los Esta­dos afri­ca­nos apli­quen polí­ti­cas y refor­mas efi­ca­ces en prác­ti­ca­men­te todos los ámbi­tos, de for­ma que se recons­tru­ya la base eco­nó­mi­ca y social de los pue­blos afri­ca­nos en sin­to­nía con estos tiem­pos con­tem­po­rá­neos que vivi­mos. En este sen­ti­do se obser­va que, a par­tir de los años noven­ta, los paí­ses afri­ca­nos han atra­ve­sa­do por impor­tan­tes cam­bios y trans­for­ma­cio­nes que le han dado un nue­vo giro a la polí­ti­ca inter­na y geo­po­lí­ti­ca afri­ca­na. El fin de la gue­rra fría, la caí­da del Apartheid, la tran­si­ción al mul­ti­par­ti­dis­mo, la aper­tu­ra eco­nó­mi­ca y la apa­ri­ción de nue­vos acto­res forá­neos en el esce­na­rio afri­cano (espe­cial­men­te Chi­na) son refle­jos de esta ten­den­cia aún en curso.

Aun­que nue­va­men­te Áfri­ca ingre­só en esta nue­va eta­pa en cla­ra des­ven­ta­ja y se man­tie­nen los prin­ci­pa­les pro­ble­mas de fon­do que los sitúan por deba­jo de los nive­les de desa­rro­llo humano ópti­mos, se empie­zan a gene­rar, de a poco, las con­di­cio­nes míni­mas para que las nacio­nes afri­ca­nas ter­mi­nen de libe­rar­se de cual­quier ata­du­ra exter­na y toda for­ma de depen­den­cia. Por supues­to que esto es una labor titá­ni­ca, ya que los pro­ble­mas del pasa­do no resuel­tos se con­ju­gan con nue­vos y cada vez más com­ple­jos desa­fíos. Dicha labor es muy difí­cil de alcan­zar bajo la situa­ción actual, pero el obje­ti­vo sí es alcan­za­ble, para lo cual se ten­drían que imple­men­tar, a mi pare­cer, las siguien­tes acciones.

En el plano eco­nó­mi­co los afri­ca­nos nece­si­tan tran­si­tar hacia un mode­lo de cre­ci­mien­to hacia aden­tro, que gene­re inver­sio­nes y empleos, con­cen­tra­do en las nece­si­da­des de las pobla­cio­nes loca­les, y no tan­to en las del exte­rior. El actual mode­lo agro­ex­por­ta­dor, ade­más de que fomen­ta la degra­da­ción de los recur­sos natu­ra­les y el medio ambien­te, es insos­te­ni­ble a lar­go plazo.

Sudá­fri­ca y los paí­ses del Nor­te de Áfri­ca here­da­ron de la eta­pa colo­nial eco­no­mías media­na­men­te desa­rro­lla­das que les per­mi­tie­ron con­ver­tir­se en pun­ta de lan­za del desa­rro­llo eco­nó­mi­co con­ti­nen­tal. En el res­to de los paí­ses los avan­ces son pro­mi­so­rios, pero no han deja­do de ser eco­no­mías peque­ñas. El poten­cial eco­nó­mi­co y pro­duc­ti­vo da para mucho más. Duran­te años Euro­pa fomen­tó la com­pe­ten­cia entre las eco­no­mías afri­ca­nas, pero hoy más que nun­ca deben estar uni­das, y el nue­vo Tra­ta­do de Libre Comer­cio Con­ti­nen­tal pue­de ser el impul­so que nece­si­tan para dar el siguien­te paso.

En cuan­to a la polí­ti­ca inter­na, los paí­ses afri­ca­nos tam­bién deben tra­ba­jar para for­ta­le­cer los sis­te­mas demo­crá­ti­cos, mejo­rar los nive­les de gober­nan­za y con­tri­buir a la cons­truc­ción de socie­da­des más jus­tas, igua­li­ta­rias e inclu­si­vas. Áfri­ca nece­si­ta una demo­cra­cia más par­ti­ci­pa­ti­va, rei­vin­di­ca­ti­va y con jus­ti­cia social. Es muy impor­tan­te este aspec­to, ya que de ello depen­de en bue­na medi­da la segu­ri­dad, el bien­es­tar, la paz y el pro­gre­so de las socie­da­des. Actual­men­te tene­mos paí­ses con bue­nas tra­yec­to­rias, como Botsua­na, Nami­bia y Mau­ri­cio, y otros que son un desas­tre, como Zim­ba­bue, Repú­bli­ca Cen­troa­fri­ca­na y Somalia.Lamentablemente son mayo­ría los que per­te­ne­cen a este últi­mo grupo.

Final­men­te, los paí­ses ten­drían que rede­fi­nir su orien­ta­ción y espa­cio polí­ti­co, comen­zan­do por el prin­ci­pio de sobe­ra­nía nacio­nal en su con­cep­ción clá­si­ca, que está sien­do cues­tio­na­do en todo el mun­do, no sola­men­te en Áfri­ca, a con­se­cuen­cia de la caó­ti­ca era de la glo­ba­li­za­ción económica.Por su cuen­ta, los afri­ca­nos han inten­ta­do por dis­tin­tas vías recon­fi­gu­rar ese espa­cio para ade­cuar­lo a sus espe­ci­fi­ci­da­des y resol­ver sus con­flic­tos, pero aún se regis­tran serios problemas.

Uno de los más impor­tan­tes, y que está direc­ta­men­te rela­cio­na­do con el pro­ce­so des­co­lo­ni­za­dor, es que se encuen­tran acti­vos más de 20 movi­mien­tos sepa­ra­tis­tas a lo lar­go del con­ti­nen­te, don­de se com­bi­nan rei­vin­di­ca­cio­nes his­tó­ri­cas, olvi­do esta­tal, pasa­do colo­nial y terro­ris­mo. Has­ta hoy, solo dos movi­mien­tos sece­sio­nis­tas han teni­do éxi­to en el con­ti­nen­te, y ambos logra­dos a san­gre y fue­go: el de Eri­trea de Etio­pía, en 1993 y el de Sudán del Sur de Sudán en el 2011. Sin embar­go, el núme­ro de paí­ses en el con­ti­nen­te afri­cano pue­de aumen­tar en cual­quier momen­to, ya que que­dan aún pen­dien­tes la situa­ción del Saha­ra Occi­den­tal, cuya inde­pen­den­cia no ha sido ple­na­men­te reco­no­ci­da, así como la situa­ción de los siguien­tes terri­to­rios insu­la­res que siguen per­te­ne­cien­do al Rei­no Uni­do: Ascen­sión, San­ta Ele­na y Tris­tán de Acuña.

Hay dos cami­nos posi­bles para ter­mi­nar con estas luchas: o se sigue la ten­den­cia a la bal­ca­ni­za­ción del con­ti­nen­te, o las nacio­nes se inte­gran eco­nó­mi­ca­men­te, de for­ma que las fron­te­ras se vean derri­ba­das ante la libre cir­cu­la­ción de mer­can­cías, capi­ta­les y per­so­nas. La recién crea­da Área de Libre Comer­cio Con­ti­nen­tal apues­ta por esta últi­ma alter­na­ti­va, y reco­ge la esen­cia pan­afri­ca­nis­ta de con­for­mar un solo pue­blo afri­cano, aun­que creo que lo ideal sería una com­bi­na­ción de ambas pos­tu­ras. Como quie­ra que sea, los afri­ca­nos deben tomar final­men­te el des­tino en sus manos y pro­se­guir con su camino hacia la libertad.

Ori­gi­nal en: Tlil­xa­yac

Fuen­te: Afri­ca Fundacion

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