Ecua­dor. Ilea­na Almei­da, hija del pára­mo e inves­ti­ga­do­ra de las culturas

Por Ela Zam­brano, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 de octu­bre de 2020.

Ilea­na Almei­da, amba­te­ña, pro­fe­so­ra uni­ver­si­ta­ria e impor­tan­te teó­ri­ca ecua­to­ria­na, hace poqui­to cum­plió 81 años, cir­cuns­tan­cia que como Línea de Fue­go nos sir­vió de pre­tex­to para con­ver­sar sobre su vida, sus estu­dios en la Rusia comu­nis­ta, sus apor­tes a la filo­lo­gía andi­na, a la lucha de los pue­blos y nacio­na­li­da­des indí­ge­nas y, por supues­to, a la Revis­ta que tam­bién está de aniversario.

Ilea­na es una mujer des­com­pli­ca­da y sen­ci­lla, nun­ca ha teni­do pro­ble­ma en com­par­tir unos cevi­ches de cho­chos con sus estu­dian­tes o dejar que le lle­va­ran a su casa (a pocas cua­dras de la Facul­tad de Comu­ni­ca­ción en la Uni­ver­si­dad Cen­tral) en moto. Nos reci­bió en su casa, la mis­ma des­de hace años, y esto fue lo que conversamos. 

¿Qué sig­ni­fi­ca escri­bir para ti? 

Hay algo que faci­li­ta mi labor, y es que siem­pre escri­bo sobre el mis­mo tema. Des­de que comen­cé lo hago sobre los indí­ge­nas, sobre su pro­ble­má­ti­ca, sus len­guas y cul­tu­ras opri­mi­das, el auto­co­no­ci­mien­to de su his­to­ria, su pen­sa­mien­to míti­co y filo­só­fi­co. Tam­bién me gus­ta encon­trar los bro­tes de interculturalidad. 

Me gus­ta escri­bir por­que ten­go una bue­na res­pues­ta de la gen­te a la que man­do el men­sa­je. Me hace feliz, por ejem­plo, cuan­do Lucho Macas me lla­ma Mama Ilea­na, cuan­do Yaku Pérez me esco­ge para pre­sen­tar su libro La Resis­ten­cia, cuan­do los pro­fe­so­res de la Edu­ca­ción Inter­cul­tu­ral Bilin­güe me dan una con­de­co­ra­ción, una lliclla teji­da en fina lana blan­ca, hecha en la comu­ni­dad de Cacha, en Chimborazo.

Me gus­ta escri­bir por­que reci­bo res­pues­tas de cari­ño y con­fian­za, y me pon­go como tarea escri­bir cada vez mejor. En mis últi­mos tex­tos, siem­pre pon­go algo de los mitos, por­que estos refle­jan un pen­sa­mien­to sin­gu­lar, un sen­ti­do esté­ti­co y ético. 

¿Cómo empe­zó esta rela­ción con el mun­do indí­ge­na, ese inte­rés y curio­si­dad de estar siem­pre investigando? 

Ten­go 81 años, he ido acu­mu­lan­do sen­sa­cio­nes, impre­sio­nes, expe­rien­cias. Guar­do lo que más me ha impac­ta­do. Des­de niña he esta­do muy cer­ca al mun­do indí­ge­na, pri­me­ro por­que mi papá, Estuar­do Almei­da Sevi­lla, era socia­lis­ta y abo­ga­do de los sala­sa­cas, que siem­pre esta­ba liti­gan­do con los terra­te­nien­tes por el agua.

Las comu­ni­da­des indí­ge­nas cui­da­ban las fuen­tes de agua, pero esto no impor­ta­ba a los hacen­da­dos. Yo era niña y no juz­ga­ba con cate­go­rías aca­dé­mi­cas, pen­sa­ba lo malo que era el hacen­da­do que no deja­ba pasar el agua que cui­dan con esme­ro los comuneros.

Lue­go empe­cé a sen­tir admi­ra­ción por los teji­dos indí­ge­nas, muchos de los cua­les aho­ra ya ni siquie­ra se hacen. En el mer­ca­do de Amba­to se veían mara­vi­llo­sos pon­chos ver­des, azu­les, rojos y mora­dos a rayas de colores. 

Mi papá dedi­ca­ba muchas horas al par­ti­do socia­lis­ta, pero a mi her­ma­na y a mí nos lle­va­ba a las comu­ni­da­des indí­ge­nas, y ahí apren­di­mos a amar a la natu­ra­le­za, a sor­pren­der­nos con su magia, a ver como el color de las mon­ta­ñas cam­bia­ba con la luz, a admi­rar al árbol quishuar. Reci­bi­mos mucho de los sala­sa­cas. Unas muje­res nos bor­da­ron blu­sas con paja­ri­tos azu­les. Son imá­ge­nes que las guar­do muy den­tro de mí.

Ese sen­ti­mien­to de soli­da­ri­dad y jus­ti­cia que nació en mi infan­cia he pro­cu­ra­do guar­dar­lo. Siem­pre retorno a esa visión, me ha alum­bra­do para com­pren­der los con­cep­tos que vie­nen del mar­xis­mo fundamentalmente. 

Tú via­jas­te a Mos­cú a estu­diar, ¿cuán­do fue eso? 

Esta­ba en la secun­da­ria, y enton­ces sur­gió la opor­tu­ni­dad de estu­diar en Mos­cú, y me dije: ‑Tie­ne que ser algo que ayu­de a mi país, y empe­cé a estu­diar leyes, pero lue­go vi que la Filo­lo­gía me podía dar más posi­bi­li­da­des para entrar en las cien­cias socia­les. El úni­co libro que lle­vé con­mi­go fue el dic­cio­na­rio qui­chua-espa­ño­l/es­pa­ñol-qui­chua, de Luis Cor­de­ro. La radio Mos­cú tenía un pro­gra­ma que se trans­mi­tía en qui­chua y el dic­cio­na­rio fue de gran ayu­da para los espe­cia­lis­tas y periodistas. 

¿Qué dije­ron en tu casa de los pla­nes de ir a la Rusia comunista? 

Mi mamá se opu­so tenaz­men­te (el comu­nis­mo era vis­to como la ante­sa­la del infierno), mi papá me dijo que yo debía deci­dir, pero me advir­tió que la Unión Sovié­ti­ca tenía un régi­men muy dife­ren­te y com­ple­jo, pero me expli­có tam­bién que el socia­lis­mo era aún una uto­pía que entra­ña un gran anhe­lo de jus­ti­cia social. 

Cuan­do lle­gué allí me que­dé des­lum­bra­da, había estu­dian­tes de unos 120 paí­ses; ibas al come­dor y cons­ta­ta­bas una gran diver­si­dad de cos­tum­bres y escu­cha­bas muchas lenguas.

Mos­cú es una ciu­dad muy gran­de e intere­san­te, su Krem­lin, una for­ta­le­za de gran valor artís­ti­co, que inclu­ye cate­dra­les de ins­pi­ra­ción bizan­ti­na. Las ori­llas del río Mos­co­va, la Pla­za Roja, la cate­dral de san Basi­lio, el mau­so­leo de Lenin son muy bellos; el barrio de Arbat con­ser­va edi­fi­ca­cio­nes de mucho valor arquitectónico. 

¿Cómo vivías y qué estudiabas?

Yo vivía en un edi­fi­cio que había sido una anti­gua aca­de­mia mili­tar, era muy agra­da­ble. Com­par­tía una habi­ta­ción muy gran­de con una ecua­to­ria­na, una bra­si­le­ña, una rusa, una arme­nia y una argen­ti­na, Mar­ta de Dia­go, que como yo fue pro­fe­so­ra en la Facul­tad de Comu­ni­ca­ción de la Uni­ver­si­dad Cen­tral; fue­ron mis com­pa­ñe­ras de habi­ta­ción has­ta que me casé. La bra­si­le­ña ha veni­do a visi­tar­me dos veces. 

En la facul­tad de Filo­lo­gía podías esco­ger entre perio­dis­mo, lin­güís­ti­ca y lite­ra­tu­ra. Yo esco­gí lin­güís­ti­ca, sin embar­go, tome algu­nos semi­na­rios de lite­ra­tu­ra rusa y de Semiótica. 


Seis años estu­dió Ilea­na en Rusia, eso le per­mi­tió domi­nar el idio­ma y a su regre­so al Ecua­dor ins­ta­ló una aca­de­mia de ruso. FOTO: Jona­tan Rosas

¿A qué pro­fe­sor recuer­das más? 

A luri Zubrits­ki, un etnó­lo­go de Sibe­ria. Había inves­ti­ga­do en Boli­via y en Perú. En este últi­mo país reci­bió una con­de­co­ra­ción por su obra Los incas-que­chuas. Cono­cía muy bien la situa­ción de los indí­ge­nas y sos­te­nía que la mane­ra correc­ta de plan­tear la cues­tión indí­ge­na era des­de el pun­to de vis­ta del Esta­do Plurinacional.

¿De allí sur­gen tus cono­ci­mien­tos del Esta­do Plurinacional?

Así empe­cé a enten­der de otra mane­ra la reali­dad indí­ge­na; com­pren­dí que vivía en un Esta­do uni­na­cio­nal, que no tomó en cuen­ta a los indí­ge­nas para nada; com­pren­dí que el Ecua­dor era un país diver­so y que los indí­ge­nas esta­ban exclui­dos de la vida polí­ti­ca, que les nega­ba su his­to­ria su nacio­na­li­dad, que no tenían los mis­mos dere­chos que los no indí­ge­nas, pre­te­ri­dos como ciu­da­da­nos y domi­na­dos en el Estado-nación.

¿En Rusia se estu­dia­ba lo que era un Esta­do Plurinacional? 

Des­de lue­go, a par­tir de que el esta­do sovié­ti­co era un Esta­do Plu­ri­na­cio­nal, aho­ra el esta­do ruso es tam­bién plu­ri­na­cio­nal. Ahí empe­cé a ima­gi­nar cómo el Ecua­dor podía lle­gar a ser un Esta­do Plu­ri­na­cio­nal de pleno derecho.

¿Y el idio­ma… fue muy difícil? 

Al prin­ci­pio las cla­ses de la carre­ra eran en espa­ñol mien­tras estu­diá­ba­mos el idio­ma ruso, has­ta que un buen día nos dije­ron: ‑Des­de el lunes, las cla­ses serán en ruso. Al prin­ci­pio enten­día­mos lo míni­mo, pero los pro­fe­so­res sabían lo que hacían, nos obli­ga­ron a estu­diar más, ya tenía­mos algu­nas mate­rias en ruso, y seguía­mos estu­dian­do la lengua.

Poco a poco la fui­mos enten­dien­do y hablan­do mejor. Aun aho­ra me pare­ce increí­ble cómo pude lle­gar a leer a Dos­toievs­ki en ruso, y a tan­tos otros, Púsh­kin, Tóls­toi, Tur­gué­niev, Gógol, Gorky, Maia­kovs­ki, Ese­nin, Bul­gá­kov, del cual tra­du­je, jun­to con una com­pa­ñe­ra y mi espo­so, la nove­la El Maes­tro y Margarita.

Al final de la carre­ra, como se hace en todas par­tes, tuve que esco­ger el tema con el cual que­ría cul­mi­nar mis estu­dios uni­ver­si­ta­rios. Deci­dí hacer la tesis de gra­do sobre las len­guas indí­ge­nas en Ecua­dor. Fui al Ins­ti­tu­to de Lin­güís­ti­ca de la URSS, que era enor­me: se inves­ti­ga­ban las len­guas roman­ces, ger­má­ni­cas, anglo-sajo­nas, asiá­ti­cas, afri­ca­nas, etc. Me diri­gí al depar­ta­men­to de len­guas aglu­ti­nan­tes, que incluían a las de los indí­ge­nas ame­ri­ca­nos y las túr­qui­cas por­que unas y otras tie­nen la mis­ma estruc­tu­ra gramatical. 

Mi direc­tor de tesis fue Geor­gui Kli­mov, un gran cien­tí­fi­co. Han pasa­do 50 años y mi tesis sobre la Cla­si­fi­ca­ción gené­ti­ca, mor­fo­ló­gi­ca y areal de las len­guas indí­ge­nas en Ecua­dor toda­vía tie­ne vigen­cia, pero hay que actua­li­zar algu­nas cosas.

En el pro­ce­so inves­ti­ga­ti­vo, que en par­te lo hice acá, lle­gué a cono­cer lo que hacía el Ins­ti­tu­to Lin­güís­ti­co de Verano en la región ama­zó­ni­ca: aus­pi­cia­do por las igle­sias evan­gé­li­cas nor­te­ame­ri­ca­nas, con­tan­do con un equi­po de lin­güis­tas de pri­mer orden, cum­plió una labor cien­tí­fi­ca muy rele­van­te, orien­ta­da a la evan­ge­li­za­ción de los pue­blos ama­zó­ni­cos, pri­mer paso para suplan­tar sus cul­tu­ras y esta­ble­cer las con­di­cio­nes socia­les para la explo­ta­ción de las rique­zas natu­ra­les de la zona, comen­zan­do por el petróleo.

Al regre­sar qui­sis­te trans­mi­tir los cono­ci­mien­tos apren­di­dos, y te vin­cu­las­te a la docencia… 

Abri­mos una aca­de­mia de ruso con una ex com­pa­ñe­ra. Mi segun­do empleo fue en la emba­ja­da sovié­ti­ca. Tenía que ense­ñar la len­gua espa­ño­la al emba­ja­dor y a su espo­sa. Fue­ron unas cla­ses idí­li­cas. Ellos eran filó­lo­gos, espe­cia­lis­tas en la Roma Impe­rial; leía­mos en espa­ñol las Memo­rias de Adriano, de Mar­gue­ri­te Your­ce­nar y lue­go comen­tá­ba­mos los textos.

Lue­go empe­cé a dar Semióti­ca en la Facul­tad de Arqui­tec­tu­ra en la Uni­ver­si­dad Cen­tral. Fue muy intere­san­te ana­li­zar la arqui­tec­tu­ra como len­gua­je, siguien­do a Umber­to Eco.

Des­pués de unos años, Alber­to Mal­do­na­do, por enton­ces decano de la Fac­so, me invi­tó a dar Semióti­ca de la Cul­tu­ra en la facul­tad de Comu­ni­ca­ción Social. Fue una muy expe­rien­cia muy enri­que­ce­do­ra: impar­tía las cla­ses enri­que­cién­do­las con sen­ti­mien­tos de amistad

Mien­tras tan­to siem­pre estu­ve cer­ca de los indí­ge­nas; en mis horas libres estu­dié qui­chua en la Uni­ver­si­dad Cató­li­ca. No hablo mucho la len­gua, pero conoz­co la gra­má­ti­ca bas­tan­te bien. Como se tra­ta de una len­gua aglu­ti­nan­te es muy dife­ren­te a las len­guas fle­xi­vas como el español. 

¿Cómo te acer­cas­te al movi­mien­to indígena? 

Estu­dian­do el qui­chua cono­cí a los pri­me­ros diri­gen­tes del actual movi­mien­to indí­ge­na, quie­nes pro­mo­vían un pro­yec­to de Edu­ca­ción Inter­cul­tu­ral Bilin­güe; entre ellos Luis Mon­ta­lui­sa, Luis Macas, Rosi­ta Vaca­ce­la, María Chan­go, Agus­tín Jérez. En esos años, los 70’, ya exis­tía la Ecua­ru­na­ri, que esta­ba res­pal­da­da por el “obis­po de los indios”, mon­se­ñor Leó­ni­das Proaño. No fun­cio­na­ba aún la Conaie, pero iban en aumen­to las orga­ni­za­cio­nes pro­vin­cia­les, que se esta­ble­cían por­que los indí­ge­nas cam­pe­si­nos deja­ban cada vez más las haciendas.


Tras un even­to en la Uni­ver­si­dad Andi­na, Ilea­na posa acom­pa­ña­da de impor­tan­tes líde­res indí­ge­nas del Ecua­dor, entre ellas, Blan­ca Chan­co­sa (izq) y Nina Paca­ri (der). FOTO: Archi­vo per­so­nal Ilea­na Almeida

¿Estu­vis­te jun­to al movi­mien­to indí­ge­na des­de los inicios? 

Las luchas indí­ge­nas se han suce­di­do a lo lar­go de una his­to­ria de más de 500 años. Los indí­ge­nas nun­ca se han resig­na­do a la opre­sión. Su lucha ha ido cam­bian­do a tra­vés de la his­to­ria, lo prue­ba la gran can­ti­dad de héroes que han dado su vida por el bien­es­tar de su pue­blo. Tome­mos los últi­mos siglos: en 1871, Fer­nan­do Daqui­le­ma enca­be­zó un levan­ta­mien­to por los abu­sos del gobierno de Gar­cía Moreno; Ambro­sio Las­so, en 1928, diri­gió una revuel­ta por recla­mos de tie­rra; en 1974, Láza­ro Con­do fue vic­ti­ma­do por orden de gamo­na­les explotadores. 

El movi­mien­to indí­ge­na actual comen­zó a orga­ni­zar­se cuan­do se fun­dó la Fede­ra­ción Ecua­to­ria­na de Indios (FEI) en 1944, con comu­ne­ros de la zona de Cayam­be, apo­ya­dos por los Par­ti­do Socia­lis­ta y Comu­nis­ta. Enton­ces sur­gie­ron líde­res indí­ge­nas visio­na­rios como Dolo­res Cacuan­go, Nep­ta­lí Urcuan­go y Jesús Gua­la­vi­sí, que lucha­ron por sus terri­to­rios ances­tra­les. Lue­go de la FEI, se orga­ni­za­ron impor­tan­tes for­ma­cio­nes polí­ti­cas en la Sie­rra y en la Amazonia.

Como ya lo men­cio­né, invi­ta­do por el Ins­ti­tu­to de Antro­po­lo­gía de Ota­va­lo, vino Iuri Zubrits­ki, quien encon­tró que había un gru­po de jóve­nes qui­chuas que defen­dían su cul­tu­ra y su len­gua. Iuri les con­vo­có y orga­ni­zó con ellos un semi­na­rio sobre el Esta­do Plu­ri­na­cio­nal. Me pro­pu­so que yo par­ti­ci­pa­ra en cali­dad de ayu­dan­te, lo que acep­té con gus­to. Asis­tie­ron Ari­ru­ma Kowi, Luis Mal­do­na­do, Enma Lema, Mar­ce­lo Lema, Ger­mán Mue­na­la, Nina Paca­ri, entre otros. Iuri les feli­ci­tó por haber empe­za­do a rei­vin­di­car su iden­ti­dad cul­tu­ral, lo que posi­bi­li­ta­ba lle­gar a una lucha polí­ti­ca como la del Esta­do Plurinacional.

¿Qué se ana­li­za­ba en el seminario?

Se ana­li­za­ban las cate­go­rías de nación, nacio­na­li­dad, pue­blo, Esta­do, nación domi­nan­te, nacio­nes domi­na­das, el Esta­do uni­na­cio­nal, el Esta­do Plu­ri­na­cio­nal, nacio­na­li­dad y ciu­da­da­nía, es decir, cate­go­rías his­tó­ri­cas y polí­ti­cas. Al comien­zo yo acep­ta­ba sin mayo­res répli­cas las opi­nio­nes de Zubrits­ki, sin embar­go, dado que en el Ecua­dor hay varios pue­blos indí­ge­nas, empe­cé a modi­fi­car cier­tas ideas más y aca­bé por plan­tear que todos los pue­blos indí­ge­nas tie­nen ras­gos de comu­ni­da­des his­tó­ri­cas nacionales. 

El deba­te sobre un Esta­do Plu­ri­na­cio­nal ecua­to­riano sigue en pie. Creo que en los aná­li­sis de cier­tos aca­dé­mi­cos se ha omi­ti­do la cate­go­ría de nación domi­nan­te, nación que ha juga­do el papel de Estado.

En el 2008, cuan­do se decla­ró al Ecua­dor Esta­do Plu­ri­na­cio­nal, lla­mé por telé­fono a Iuri para dar­le la bue­na nue­va, pero me con­tes­tó su hija, que me dio la mala noti­cia de que su padre había muer­to hacía ya tres años.

El apo­yo efec­ti­vo del Esta­do a las rei­vin­di­ca­cio­nes indí­ge­nas es impres­cin­di­ble, pues sin ins­ti­tu­cio­nes apro­pia­das no es posi­ble lograr un gra­do jus­to de igual­dad entre todas las comu­ni­da­des nacionales. 

Qué intere­san­te his­to­ria… ¿Enton­ces sur­ge la lucha por un Esta­do Plu­ri­na­cio­nal en el Ecuador?

Sí. Empe­cé a escri­bir y desa­rro­llar con cier­ta timi­dez el tema del Esta­do Plu­ri­na­cio­nal jun­to con algu­nos indí­ge­nas como Luis Mal­do­nal­do. Aho­ra, por lo menos, ha que­da­do por escri­to en la Cons­ti­tu­ción. Fue un acon­te­ci­mien­to de una impor­tan­cia enor­me para los pue­blos ori­gi­na­rios y para Ecua­dor en gene­ral. Por des­gra­cia, el gobierno de Rafael Correa hizo retro­ce­der la lucha indígena. 

Haga­mos un con­trol de daños: ¿cuá­les fue­ron todas las accio­nes del gobierno de Correa que per­ju­di­ca­ron a los indígenas? 

Qui­so crear una orga­ni­za­ción para­le­la a la Conaie, pero los indí­ge­nas no lo per­mi­tie­ron. Eli­mi­nó el Coden­pe, muchos diri­gen­tes pro­tes­ta­ron, eli­mi­nó el Pro­de­pi­ne, ter­mi­nó con la auto­no­mía de la Edu­ca­ción Inter­cul­tu­ral Bilin­güe, que tan­to tra­ba­jo cos­tó cons­truir­la. Se olvi­dó de garan­ti­zar la vida de las comu­ni­da­des indí­ge­nas. No man­tu­vo su pro­me­sa de impe­dir la explo­ta­ción petro­le­ra en el sec­tor de Yasu­ní. Feliz­men­te, han sur­gi­do nue­vos líde­res, la orga­ni­za­ción es fuer­te y hay muchos inte­lec­tua­les indí­ge­nas que pien­san en sus pueblos.

Has escri­to mucho sobre los pue­blos indígenas…

Sí, oja­lá mis apor­tes les sir­van a ellos.

Uno de tus libros más reco­no­ci­dos es La his­to­ria del pue­blo kechua

Mi tesis resul­ta con­tro­ver­sial. Cuan­do lle­gan los incas impo­nen el qui­chua y la reli­gión solar esta­tal, con lo que muchos de los pue­blos loca­les aban­do­na­ron sus anti­guas tra­di­cio­nes y creen­cias y pasa­ron a ser qui­chuas. Los sacer­do­tes cató­li­cos cola­bo­ra­ron con la suplan­ta­ción; aún hoy se advier­ten las sus­ti­tu­cio­nes por­que ape­la­ron a una evan­ge­li­za­ción fácil, impul­san­do la difu­sión del que­chua como lin­gua fran­ca entre todos los pue­blos que iban con­quis­tan­do. Sin embar­go, hay que recor­dar la his­to­ria uni­ver­sal: todos los pue­blos se hacen en medio de con­tra­dic­cio­nes, gue­rras, impo­si­cio­nes, alian­zas. Lo que yo des­ta­co es que hay una línea his­tó­ri­ca que une al pue­blo que­chua de los tres paí­ses andi­nos por exce­len­cia, Ecua­dor, Perú y Bolivia.

¿Podría­mos hablar de que aho­ra el qui­chua es la lin­gua fran­ca de los pue­blos y nacio­na­li­da­des indí­ge­nas del Ecua­dor, al pun­to que está absor­bien­do a las otras? 

En la Ama­zo­nía la gen­te es tri­lin­güe, hablan su pro­pia len­gua, el qui­chua y el espa­ñol, pero por aho­ra se está impo­nien­do el qui­chua. Tal vez la len­gua qui­chua refle­ja en for­ma más amplia y con más suti­le­za la reali­dad; el qui­chua está en con­tac­to con el espa­ñol, y el con­tac­to entre dife­ren­tes cul­tu­ras no es nega­ti­vo si hay igual­dad. Cuan­do se impo­ne a la fuer­za una cul­tu­ra, tar­de o tem­prano se reve­lan los fata­les resul­ta­dos que aca­rrea: explo­ta­ción, mise­ria, menos­pre­cio, com­ple­jo de infe­rio­ri­dad nacional.


Foto 1: Ilea­na jun­to a su espo­so, Lenin Oña. Jun­to a Lenín e Ilea­na, se encuen­tra Oli­via Cue­va, com­pa­ñe­ra en la casa por muchos años. FOTO: Jona­tan Rosas

¿Cómo ves el futu­ro de las len­guas ancestrales? 

Es una cues­tión sobre todo polí­ti­ca, pero tam­bién jue­ga mucho el fac­tor eco­nó­mi­co y tec­no­ló­gi­co. Se sabe que muchas len­guas van a des­apa­re­cer, aún algu­nas que pare­ce­ría impo­si­ble que des­apa­rez­can, como el fran­cés, por ejem­plo. Que­da­rán, por dife­ren­tes moti­vos, el espa­ñol, el chino, el inglés. Fren­te a esto, las len­guas indí­ge­nas son débi­les, cum­plen con fun­cio­nes muy limi­ta­das, en el tra­ba­jo, en la casa. No se las emplea por com­ple­to ni en la edu­ca­ción. ¿Quién vela por las len­guas indígenas? 

¿De quién es la responsabilidad? 

El Esta­do debe inte­re­sar­se, ante todo. Para sal­var las len­guas se nece­si­tan ins­ti­tu­cio­nes espe­cia­les, un Con­se­jo aca­dé­mi­co que las inves­ti­gue y que las pro­mue­va. Se deben crear nue­vos tér­mi­nos y nor­mar sus nive­les. Pero no todo está per­di­do, los pro­pios indí­ge­nas empie­zan a escri­bir en sus pro­pias len­guas. Se escri­be por lo pron­to poe­sía, pero tam­bién hay tesis de gra­do escri­tas en len­guas indí­ge­nas. A mi ex alum­na Yana Lema le publi­ca­ron sus poe­mas en Fran­cia, en edi­ción trilingüe. 

¿Es posi­ble ima­gi­nar un futu­ro? Los can­di­da­tos no tie­nen res­pues­ta para este com­pli­ca­do asunto.

Los gobier­nos, en gene­ral, no se intere­san por la cues­tión indí­ge­na, pero qui­zás suce­da un mila­gro. Pesa mucho en la ideo­lo­gía, en la cos­tum­bre, en la tra­di­ción, invi­si­bi­li­zar a los pue­blos indí­ge­nas. Ejem­plos: Correa les til­dó de empon­cha­dos y emplu­ma­dos. Nebot dijo que los indí­ge­nas se vayan a sus pára­mos. Moreno pien­sa que no hay que pedir per­mi­so para entrar en sus terri­to­rios. Se olvi­da que la segu­ri­dad ali­men­ta­ria no sería posi­ble sin la pro­duc­ción de las comu­ni­da­des indígenas. 

El movi­mien­to indí­ge­na siem­pre ha sido la pie­dra en el zapa­to para el poder, todos los gober­nan­tes han que­ri­do debi­li­tar­lo des­de Lucio Gutié­rrez has­ta Correa y Moreno, que han hecho todo lo posi­ble para debi­li­tar­los, divi­dir­los, comprarlos. 

Ni siquie­ra la izquier­da tie­ne cla­ra la cues­tión indí­ge­na aun­que el carác­ter uni­na­cio­nal del Esta­do es tam­bién un resul­ta­do de la lucha de cla­ses, si se ve des­de el pun­to de vis­ta his­tó­ri­co. El Ecua­dor sin indí­ge­nas sería muy sim­ple cul­tu­ral­men­te, se vería sin colo­ri­do, sin esen­cia pro­fun­da, sería abu­rri­do. Hay que sal­var a todos los pue­blos, de todos pode­mos aprender.

¿Qué has podi­do ana­li­zar duran­te este con­fi­na­mien­to por la pandemia?

Ha sig­ni­fi­ca­do un tiem­po en que se han pues­to de relie­ve todas las con­tra­dic­cio­nes socia­les, eco­nó­mi­cas, cul­tu­ra­les. Para los indí­ge­nas ha sido muy gra­ve. Hay muchos que vivien­do en la Cos­ta han bus­ca­do refu­gio en las comu­ni­da­des; cami­nan­do días ente­ros, muchos se han infec­ta­do y reci­ben poca aten­ción. En la Ama­zo­nía se expan­de rápi­da­men­te el covid 19 y la Ama­zo­nía siem­pre ha sido muy frá­gil, sus orga­nis­mos no tie­nen defen­sas para los virus extra­ños a su hábitat. 

¿Octu­bre del 2019…? 

El levan­ta­mien­to de octu­bre del 2019 se hizo con el aus­pi­cio evi­den­te del correis­mo. Se pre­pa­ró con anti­ci­pa­ción. Hubo algu­nas cosas curio­sas. Me impre­sio­nó sobre todo que lue­go del “levan­ta­mien­to” hubo una reu­nión del Con­se­jo de pue­blos indí­ge­nas. Yo pen­sa­ba ver a los líde­res indí­ge­nas, en el esce­na­rio, pero no fue así. Había muchos correis­tas, entre estos reco­no­cí a algu­nos de mis anti­guos estu­dian­tes, que ya por enton­ces (2010−2013) eran “maria­te­guis­tas”. Alguien me con­tó que los “maria­te­guis­tas” apo­ya­ban a Correa y a sus con­sa­bi­dos par­ti­da­rios. Me dis­gus­tó por­que Correa hizo mucho daño al movi­mien­to Indígena. 

¿Qué evi­den­cias hay para afir­mar este punto? 

Cuan­do yo vi que venían los indí­ge­nas de Coto­pa­xi en unos carros extra­ños, con enor­mes bóve­das metá­li­cas, pin­ta­das de blan­co, casi sin ven­ta­nas, ape­nas con res­pi­ra­de­ros, solo con la ban­de­ra del Ecua­dor y sin la hui­pa­la, me dije, esto no es un levan­ta­mien­to indí­ge­na, es una aso­na­da al esti­lo crio­llo. Traían una con­sig­na que no res­pon­día a las nece­si­da­des de los pue­blos ori­gi­na­rios: sacar a Moreno del poder. 

¿No fue un levan­ta­mien­to popular?

Dije­ron que era en con­tra de las medi­das neo­li­be­ra­les, pero se nota­ba que había sido pre­pa­ra­do con muchos días o sema­nas de ante­la­ción. ¿Quién finan­ció esos medios de trans­por­te, quién corrió con los otros gas­tos de la movi­li­za­ción? Al levan­ta­mien­to se suma­ron cier­tos sec­to­res socia­les, con la idea de que hay que apo­yar la movi­li­za­ción popu­lar para con­tra­rres­tar al neo­li­be­ra­lis­mo. Eso fue paralelo. 

¿En octu­bre se vuel­ve una figu­ra nacio­nal Leó­ni­das Iza? 

El joven Iza es muy inte­li­gen­te, espe­re­mos que recapacite 

¿Conaie o Pachakutik? 

Pacha­ku­tik, no es una expre­sión de lo indí­ge­na. Pero, esta vez estoy con Pacha­ku­tik, por­que la actual diri­gen­cia de la Conaie se vol­vió correís­ta. Para mí, en octu­bre del 2019 hubo una pro­tes­ta para­le­la. Me tocó pasar cer­ca de una car­pin­te­ría don­de se pre­pa­ra­ban palos y escu­dos para la oca­sión, como lo reco­no­ció un joven ayu­dan­te del taller. 

Se cae el mito de octubre…

Sin duda hubo tam­bién una reac­ción de per­so­nas que cre­ye­ron sin­ce­ra­men­te que se tra­ta­ba de un levan­ta­mien­to popular.

¿Tu can­di­da­to?

Yaku Pérez: si no se defien­de el agua, Cuen­ca corre el peli­gro de una sequía per­ma­nen­te. Si no se con­tra­rres­ta el racis­mo segui­re­mos vién­do­nos “blan­cos”; si no se impul­sa la pro­duc­ción agro­pe­cua­ria ten­dre­mos tre­men­dos pro­ble­mas eco­nó­mi­cos y sociales.

¿Cómo te sien­tes aho­ra que aca­bas de cum­plir 81 años? 

Me sien­to joven. Te pare­ce­rá extra­ño, pero me sien­to joven. Pue­do escri­bir, dar entre­vis­tas, pue­do amar, ser abue­la, madre, ami­ga. Me lle­ga­rá el día y has­ta que eso ocu­rra, segui­ré luchan­do y sin­tién­do­me joven. 

¿Cómo cele­bras­te tu cumpleaños?

En fami­lia, con mi espo­so, Lenin Oña, arqui­tec­to y crí­ti­co de arte; mi hijo Die­go, cate­drá­ti­co uni­ver­si­ta­rio, que nació en Mos­cú, cuan­do éra­mos estu­dian­tes, su espo­sa, Ade­la De Labas­ti­da, direc­to­ra y actriz de tea­tro, y mis dos nie­tos, Joa­quín y Adrián.

Me sien­to joven. Pue­do escri­bir, dar entre­vis­tas, pue­do amar, ser abue­la, madre, ami­ga. Me lle­ga­rá el día y has­ta que eso ocu­rra, segui­ré luchan­do y sin­tién­do­me joven. 


El 29 de sep­tiem­bre, Ilea­na Almei­da, cum­plió 81 años, a lo lar­go de estos años sus estu­dios y publi­ca­cio­nes son abun­dan­tes. Foto: Jona­tan Rosas 

¿Cuá­les fue­ron los moti­vos que te lle­va­ron a cola­bo­rar en La Línea de Fuego?

Ya son algu­nos años que escri­bo para Línea de Fue­go y conoz­co muy bien sus prin­ci­pios: la ver­dad y la jus­ti­cia, y, cla­ro, estoy de acuer­do con ellos. El nom­bre de esta revis­ta digi­tal no es solo una metá­fo­ra retó­ri­ca, su con­te­ni­do es direc­to: ilu­mi­nar las con­cien­cias de las per­so­nas, el pen­sa­mien­to, y el corazón.

Tra­to de escri­bir algu­nas cosas des­de la emo­ti­vi­dad. Me pare­ce que es impor­tan­te invi­tar a sen­tir, a deplo­rar, a entris­te­cer­se con los gran­des pro­ble­mas que tie­ne el país, la pobre­za, la des­igual­dad social y eco­nó­mi­ca, evi­den­cia­das duran­te el tiem­po de la pan­de­mia del virus covid-19. 

La Línea publi­ca artícu­los que ins­tru­yen, ensa­yos y cró­ni­cas sin nin­gún repa­ro. La revis­ta ha teni­do ges­tos soli­da­rios con mis tex­tos. Hay que ale­grar­se de que cum­pla 10 años, está muy viva a pesar de todos los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos y peque­ñas fallas huma­nas; sigue sien­do fiel a sus obje­ti­vos y altos ideales.

¿Cuál crees que son las obli­ga­cio­nes de Línea de Fuego?

Ante todo, seguir sien­do un cen­tro pro­fun­da­men­te demo­crá­ti­co, qui­zás abrir­se a las gene­ra­cio­nes más jóve­nes, cuya visión es eco­lo­gis­ta en el amplio sen­ti­do. Ya los jóve­nes pien­san dife­ren­te sobre la vida y el estan­ca­mien­to social. 

¿Recuer­das cómo lle­gas­te a Línea de Fuego? 

Me pare­ce que fue Jor­ge León quien me habló de Línea de Fue­go. Des­de el pri­mer artícu­lo que envié, me conec­té con la revis­ta, des­pués fui cono­cien­do a su equi­po e hici­mos una amis­tad sincera.

Fuen­te: https://​lali​nea​de​fue​go​.info/​2​0​2​0​/​1​0​/​2​4​/​i​l​e​a​n​a​-​a​l​m​e​i​d​a​-​u​n​a​-​v​i​d​a​-​d​e​d​i​c​a​d​a​-​a​-​l​a​-​i​n​v​e​s​t​i​g​a​c​i​o​n​-​d​e​-​l​a​-​p​r​o​b​l​e​m​a​t​i​c​a​-​i​n​d​i​g​e​na/, Rebe­lión.

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