Por Oriol Mallo, Resumen Latinoamericano* /12 de diciembre de 2020.
foto: Gregorio Selser en su mesa de trabajo de su casa de México. 1990 /Imagen: cortesía de Julio Ferrer.
¿A quién pertenece la memoria de los muertos? La recurrente disputa por el legado de los intelectuales, sintetizada en el caso Bolaño, o la querella entre una viuda, una amante y un editor por los manuscritos y los afectos del consagrado cadáver, se repite, a menudo, en estampas desgarradoras que rebasan el ámbito íntimo y estallan en pleito fatal, tal cual sucedió, por ejemplo, entre las hijas de José Luís Cuevas y la última esposa del pintor, Carmen Bazán, cuyo reflejo es esa frase de Ximena Cuevas que bien podría explicar la pulsión de otros vástagos: “Ella no tiene ningún derecho sobre la memoria que yo pueda tener de mi padre”.
Las buenas familias evitan llevar el cisma desgarrador a la esfera pública, pero a veces lo incómodo se hace libro y la hija díscola de Carlos Fuentes decide contar la historia de su madre, Rita Macedo, primera esposa del novelista rompiendo, no sin cierto temor, la verja de santidad que Silvia Lemus construyó sobre los cementerios privados de aquel cenáculo familiar cercenado por la tragedia y la muerte.
Gregorio en su mesa de trabajo de su casa de México. 1990 /Imagen: cortesía de Julio Ferrer
En este primer círculo de legitimidad la lucha escala cuando el recuerdo del fallecido se combina con contratos, herencias y legados que se fijan en unidades monetarias. Y todo se complica más cuando se llega al segundo círculo: los observadores, testigos y acarreados de la corte familiar. Esos biógrafos o cronistas que deben acceder a los archivos de la memoria y se enfrentan casi siempre, al previsible dilema: el acceso se condiciona a la lealtad.
No es tema menor. Los archivos custodiados por los legatarios del héroe se miden en función de la fidelidad del pedigüeño. Sé de lo que hablo: en 2001, yo fui el privilegiado ganador del boleto de acceso al Archivo Montserrat Tarradellas i Macià (AMTM) donde su padre, Josep Tarradellas Joan (1899−1988), presidente del gobierno catalán en el exilio y la transición, resguardó todas las cartas, dietarios, notas y documentos que escribió con la crudeza, sinceridad y exaltación del momento a sabiendas que algún día cualquiera podría leerlo.
Así que, para evitar fisgones indiscretos que pudieran malinterpretar las palabras del prócer, solo se concedía acceso a investigadores de probado tarradellismo que no se enfocaran en los aspectos más dudosos y polémicos de su accionar. La biografía se publicó en Planeta el año 2003 y, pese a sus limitantes, sigo creyendo que es uno de mis mejores, y más acuciosos, trabajos, fruto de dos años de clavado en las amarillentas carpetas resguardadas en el monasterio de Poblet. Pero mi permiso de entrada fue, ante todo, el debido premio a uno de los suyos.
Gregorio Selser y la disputa por el presente
Pero ¿qué sucede cuando el cadáver debe tomar partido años después de su entierro? En vez de satisfacer los deseos de los custodios del héroe, la publicación de una extensa biografía de periodista e investigador Julio Ferrer –Gregorio Selser. Una leyenda del periodismo latinoamericano (UNLP, 2018)- suscitó una cadena de eventos que convirtió el relato autorizado por las dos hijas del periodista argentino exiliado en México en libelo desautorizado por ambas en una campaña de medios que estalló en 2019.
Mediante cartas abiertas publicadas en varios medios, las hermanas Selser denunciaron que el autor conservó “en el libro textos inexactos para manipular el pensamiento de nuestro padre” y se permitió censurar “una declaración de Irene sobre la deriva autoritaria de la llamada izquierda en América Latina”, motivo por el cual Gabriela e Irene hacían explicita su voluntad de impedir, a toda costa, que cualquier editorial publicara “nuestra versión corregida y adecentada” ya que, en caso contrario, Ferrer enfrentaría “un proceso penal”.
El punto de fricción queda explícito en su primera carta de junio de 2019. Resulta “inmoral que alguien pretenda hacerlo aparecer ahora apoyando causas políticas o contextos históricos que no existían al momento de su deceso”, insistían Gabriela e Irene Selser. Algo que la última remataba en la inserción que Julio Ferrer se negó a publicar en su biografía donde remarcaba la columnista de Milenio que “ya en 1990 él criticaba la deriva autoritaria del Frente Sandinista, con Daniel Ortega como su rostro más visible”, razón por lo cual “ahora mismo condenaría sin tapujos la brutal represión de Ortega y su esposa Rosario Murillo contra el legítimo movimiento estudiantil y popular”
La disputa por el legado de Gregorio Selser incluye, pues, dos ejes presuntamente opuestos de su propia vida. La postura antiimperialista que el más persistente crítico del intervencionismo estadounidense recogió en 47 libros y miles de artículos, preservados en el Archivo Gregorio y Marta Selser de la UACM, y la posición crítica que el historiador-periodista guardó para su entorno íntimo, al margen o en contra de sus expresiones públicas de solidaridad con partidos, movimientos y regímenes que, desde Cuba a Nicaragua, pasando por Chile, encarnaron la resistencia al imperio.
Y esa supuesta confrontación de los dos Sesler se tornó más virulenta en sus vástagos. El sandinismo que la familia Selser abrazó con entrega absoluta en los setenta entró en una larga fronda tras la derrota electoral de febrero de 1990 que no solo rompió la unidad del Frente Sandinista de Liberación Nacional, sino que precipitó una serie de rupturas cada vez más virulentas que años después colocarían a viejos compañeros en barricadas opuestas con sus respectivas trincheras mediáticas que requieren, para la guerra y su propaganda, que hasta los difuntos hablen de aquella revolución traicionada. Pero Gregorio Selser murió en 1991 cuando la refriega apenas empezaba.
Libro sobre Gregorio Selser de Julio Ferrer
La primera biografía de Gregorio Selser
No es este el lugar para narrar la fronda del sandinismo y sus efectos en la inteligencia mexicana, pero sirva esta previa para plantear el irónico giro de los legatarios cuando la memoria del padre está irremediablemente enraizada en el sandinismo militante que sus descendientes terminan por rechazar.
Esta sutil variación en la memoria de los deudos guardianes, o la resurrección/rectificación del difunto para ganar las querellas del presente, tuvo consecuencias prácticas cuando Julio Ferrer decidió hacer aquello que el sociólogo de la UAM Stephen Austin Hasam Lengyel, discípulo y amigo de Goyo Selser, entendía como la naturaleza de un trabajo biográfico:
Cada escritor es un creador, y tratándose de una biografía, lo indispensable es que los datos que el autor seleccione sobre el personaje biografiado sean, dentro de lo humanamente posible, fácticos, colocados dentro del contexto en que ocurrieron y lo más precisos posibles. Todo lo demás acerca de la figura biografiada, y su manejo de ésta, es materia interpretativa y responsabilidad exclusiva del autor de la obra, donde entran en juego su integridad, ética profesional, talento y conocimientos, todo esto que estará sujeto a discusión, debate y crítica en el ágora en el presente y en el futuro. (Correo electrónico de Hasam Lengyel a Ferrer, 29 de abril del 2019)
De las discusiones se pasó al explícito bloqueo a la biografía de Selser. De esa forma, un libro de casi 500 páginas no podrá publicarse en México porque, según recordaba el propio Ferrer, los editores del Fondo de Cultura Económica “me llegaron a decir que el libro vale la pena pero no quieren meterse en problemas con las hijas de Selser”.
Los muertos no gozan de cabal libertad. Todo lo contrario. Los vigías de la memoria construyen cercas de honor para proteger, esconder o revertir, si hace falta, la vida de sus amados o de sus progenitores. Tienen, casi siempre, la fuerza legal para ello. Pero las secuelas de este diktat podrían acelerar, en el caso de Gregorio Selser, la desaparición final de un nombre que se evapora, a pasos agigantados, del imaginario nacional, siendo que el junta-papeles de América Latina creó en Ciudad de México obras esenciales para comprender el laberinto del colonialismo.
Así que busqué a Julio Ferrer. Tras algunas llamadas por WhatsApp acordamos que le enviaría unas preguntas para que los lectores desubicados conocieran la versión del autor. Este es el resultado, con la necesaria edición para una lectura más ágil.
Las hijas de Selser han emprendido una “cruzada canallesca” contra mi libro: Julio Ferrer
– ¿Por qué recuperar la olvidada figura de Gregorio Selser?
– Porque investigo la realidad y las luchas de los pueblos de América Latina y el Caribe, dando vida y vigor a los hombres y mujeres desterrados de la memoria por la historia oficial. Además Selser era un obsesivo del análisis de los medios masivos gráficos, radiales, televisivos, electrónicos y de las “noticias falsas”.
Todos los trabajos de investigación de Selser que fueron transformándose en artículos periodísticos, ensayos o libros procuraron revelar las distintas herramientas de penetración y dominación política de Estados Unidos en América Latina y el Caribe como los golpes de Estado, los planes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono, las alianzas entre las distintas administraciones estadunidenses con las oligarquías y burguesías locales entreguistas que profundizaban las condiciones de dependencia. Nada dejaba al azar, todo lo condensaba de una manera que atrapaba al lector para que este no perdiera su capacidad de asombro, con revelaciones difíciles de encontrar en la prensa diaria.
Gregorio Selser con Daniel Ortega. Entrevista de Gregorio Selser a Daniel Ortega en la década de 1980 /Imagen cortesía de Julio Ferrer
Gregorio Selser conoció a la mayoría de los protagonistas que fueron construyendo la historia del siglo XX y han sido expresión de las artes y la política en América Latina y el Caribe: Juan Domingo Perón, Arturo Frondizi, Arturo Illia, Ernesto Che Guevara, Julio Cortázar, Raúl Alfonsín (Argentina); Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz (Guatemala); Fidel Castro (Cuba), Salvador Allende (Chile), Omar Torrijos y José de Jesús “Chuchú” Martínez (Panamá); Daniel Ortega, Tomás Borge, Sergio Ramírez, (Nicaragua); Luis Echeverría (México), José María Velasco Ibarra, Oswaldo Guayasamín (Ecuador), Juan José Torres (Bolivia), Juan Velasco Alvarado (Perú), Juan Bosch (República Dominicana); Gabriel García Márquez (Colombia), Líber Seregni, Eduardo Galeano (Uruguay), entre otros.
La narrativa y la prosa de Selser eran sencillas y directas, es decir, comprensibles y sin medias tintas. Esto se puede apreciar en la vasta obra selseriana por la simple razón de que su escritura tenía que llegar –de la forma más clara y urgente– a los distintos sectores sociales en países como Argentina, Chile, México, Guatemala, Panamá, El Salvador, Cuba, Nicaragua, Honduras o Bolivia, entre otros.
Selser no escribía para recibir premios ni menciones, escribía para que los pueblos de América comprendieran que su dependencia histórica del imperialismo norteamericano no tenía que ser eterna. Que la justa liberación de los condenados de la tierra era posible y necesaria, pero a partir de los hechos históricos y sin olvidar la siempre postergada unidad latinoamericana.
Selser, hombre honesto y de una ética insobornable, abrazó la causa antiimperialista y anticolonialista y la enfrentó con toda su fuerza y pasión con una máquina de escribir y el periodismo como arma de combate, para descubrir lo que él denominaba “la historia americana de la infamia”, y despertar y liberar conciencias aturdidas por tantos años de sometimientos.
– ¿Cómo fue el proceso de investigación y acopio de datos y qué problemas pensaste encontrar en este trabajo de memoria histórica?
– El trabajo me llevo alrededor de 5 años y conté con la ayuda de prestigiosos colegas argentinos como Stella Calloni, Osvaldo Bayer, Rogelio García Lupo, Oscar Gallego González, Carlos Aznárez, entre otros que me abrieron sus archivos y bibliotecas y sus memorias. También conté con el apoyo inestimable del Centro Académico de la Memoria de Nuestra América (CAMeNA), adscrito al Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). El Archivo Gregorio y Marta Selser, con más de dos millones y medio de documentos acopiados durante medio siglo por el maestro; un material imprescindible que el CAMeNA ha garantizado sea de acceso gratuito a todos los interesados y que, bajo la dirección de Beatriz Torres, está a cargo de la documentalista Bettina Gómez Oliver, quien soportó estoicamente la infinidad de mis pedidos, consultas y sugerencias. El archivo es la columna vertebral de este libro.
– Ya antes trabajaste la generación de Calloni, Bayer o Aznares. ¿Qué rasgos los definirían en el universo del periodismo de izquierdas que despegó en los sesenta en Argentina y en toda América Latina?
–Hace muchos años que estudio sobre distintos periodistas argentinos y de distintas partes de Latinoamérica y que luego se han transformado en libros como El Oficio de Periodista, donde entrevisto a Osvaldo Bayer, Stella Calloni, Rogelio García Lupo, Horacio Verbitsky, Roberto Tito Cossa, Eduardo Jozami, Rodolfo Braceli, Carlos Aznárez, Alberto Szpunberg, Herman Schiller, Vicente Zito Lema, Carlos Gabetta. O el que hiciera junto al colega y amigo Héctor Bernado, Stella Calloni Íntima. Una cronista de la Historia, con prólogo de Fidel Castro.
En cualquier coyuntura socio-política-cultural, la prensa vuelve a estar en el centro del debate y se discute qué es y para qué sirve el periodismo; la libertad de prensa o empresa, los monopolios informativos, si el periodismo es una herramienta de concientización o de manipulación de la subjetividad de la población, entre otras cuestiones. Ante estas inquietudes, es fundamental conocer a periodistas que acompañaron, con sus plumas y militancia, los procesos de transformación políticoculturales que se iban produciendo no sólo en el país, sino en toda América Latina a partir de mitad del siglo XX hasta la actualidad, dejando textos sobre distintos acontecimientos que hoy pueden considerarse “documentos periodísticos históricos”
Julio Ferrer ha escrito libros sobre periodistas argentinos como Stella Cantoni o Osvaldo Bayer.
Sin duda, uno de los principales principios de estos periodistas fue ejercer el oficio con ética y rigor profesional, aún en épocas y circunstancias políticas en donde la censura podía ser sinónimo de ‘aprietes’, exilio forzado u muerte. Sus mundos periodísticos son necesarios para analizar y comprender por qué en la actualidad hace falta un periodismo distinto, comprometido con la verdad, y no que desinforme y manipule a la sociedad. Un verdadero periodismo que empiece a comprometerse en la batalla cultural y de ideas para alcanzar la libertad y la crítica de pensamiento.
– ¿La unidad latinoamericana, la defensa de la soberanía nacional y el socialismo como meta definen un mismo corpus ideológico compartido por Selser y la generación de la revista Marcha?
– Absolutamente. Recordemos que Selser en 1955 comenzó a trabajar como corresponsal en Argentina del semanario uruguayo Marcha fundado y dirigido por Carlos Quijano. En esta publicación, Selser generó buena parte de los artículos periodísticos que lo hicieron conocido entre la prensa y los lectores latinoamericanos.
La revista fue uno de los acontecimientos periodísticos más importantes de la región, por su innovadora manera de analizar los distintos acontecimientos del mundo durante gran parte del siglo XX como la Segunda Guerra Mundial, el nazismo, la dictadura franquista en España, la URSS, el imperialismo norteamericano, la China de Mao Tse – Tung, los movimientos de liberación en América Latina como la revolución cubana y los problemas en Asia y África.
Por su redacción pasaron figuras que luego se convertirían en notables periodistas y escritores como los uruguayos Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano, Homero Alsina Thevenet, Hugo Alfaro y Mario Benedetti, entre otros. También colaboraban figuras como los argentinos Rodolfo Walsh, Julio Cortázar, Rogelio García Lupo, Manuel Puig, Rodolfo Terragno, los hermanos David e Ismael Viñas, el paraguayo Augusto Roa Bastos, el mexicano Carlos Fuentes, el chileno Antonio Skármeta, el colombiano Gabriel García Márquez, el francés Jean Paul Sartre y el estadunidense Waldo Frank.
Marcha, que fue clausurado por la dictadura de Juan María Bordaberry y dejó de aparecer el 22 de noviembre de 1974, se puede encontrar en distintas bibliotecas como las de Nueva York, Washington, Roma, París o Londres y las principales universidades de España, Francia, Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos que conservan colecciones de la histórica revista para comprender mejor el tema latinoamericano.
– ¿Cómo fue la comunicación y el trabajo con Irene y Gabriela Selser en el transcurso de la investigación, incluido el tiempo que estuviste en México?
–Conocía las posiciones antisandinistas de las hijas de Selser, también contra los gobiernos revolucionarios de Cuba de Fidel Castro, la de Nicolás Maduro de Venezuela, la Bolivia de Evo Morales o la de Cristina Fernández como presidenta de Argentina. Sus posiciones políticas sobre Latinoamérica se parecen a las de la socialdemocracia europea. Eso no impidió que me pusiera en contacto con ellas para decirles que estaba trabajando una biografía de su padre.
Con Irene nos conocimos en noviembre del 2015 en Buenos Aires y a Gabriela la recibí en mi casa de la ciudad de La Plata en julio del 2017 cuando vino a presentar a la Argentina su libro de crónicas de la revolución sandinista Banderas y harapos.
En su momento me designaron “custodio de honor” de la primera máquina de escribir de Gregorio, una Smith Premier desde la cual había escrito nada menos que el Sandino, general de hombres libres.
– ¿Te exigieron, en algún momento, que el libro asumiera una posición explícita contra el gobierno sandinista o contra otros gobiernos latinoamericanos?
–Exigir no es la palabra, aunque yo sabía que algunas “sugerencias” harían cuando leyeran el trabajo. Pero, como deje en claro, el libro sería la voz de los documentos de Gregorio Selser y algunas impresiones y análisis de coyuntura actual sería, obviamente, bajo mi mirada política. Creo que es un derecho de autor, ¿no? Además, así lo entendieron los casi 50 testimonios de periodistas, sociólogos y políticos de distintas partes del mundo a los que pude entrevistar.
– ¿En tu contacto con colaboradores y amigos de Selser, hoy a la contra del sandinismo, como Sergio Ramírez o Gioconda Belli, alguien te mencionó cuál sería la posición de Selser hoy en día o la necesidad de un enfoque crítico contra Nicaragua?
– Por medio de Irene y Gabriela pude dar con algunos personajes, entre los que estaban los nicas Sergio Ramírez, que me sugirió transcribir un texto suyo escrito con anterioridad, y lo mismo con Gioconda Belli. Ellos también entendieron que buscaba un testimonio sobre el valor y el legado histórico de la figura de Gregorio Selser, y no utilizaron mi libro como tribuna para criticar al gobierno sandinista de Ortega y Murillo
Imagen: En la redacción del diario La Prensa, Buenos Aires, 1958
– ¿Por qué firmaste el 25 de febrero de 2019 una carta compromiso que otorgaba a Gabriela e Irene el derecho a aprobar todo cambio al manuscrito original entregado por ti y revisado por ellas?
– Firmé ese 25 de febrero de 2019 una carta compromiso con Irene y Gabriela porque estaba convencido de que el trabajo había quedado muy bien. Debo aclarar que esa carta no fue firmada por las hijas de Gregorio ni rubricada por algún notario. Era una carta de buena fe.
Irene ofició de correctora de estilo (puntuaciones y entrecomillados) y alguna que otra apreciación histórica y en ningún momento me dijo que el libro funcionaba como propaganda política de los gobiernos actuales de izquierda. En nuestras conversaciones, después de publicado el libro en Argentina (diciembre 2018), en ocasiones le preguntaba si estaba conforme con mi trabajo, a lo que ella siempre me destacaba el valor de este libro, el primero que se hacía de su padre.
Hasta ese momento, las hijas de Selser jamás me dijeron que “manipulaba el legado de su padre” o “que falseaba a la verdad histórica”. Es más, en noviembre del 2017 le entregue algunos capítulos a Gabriela y ella me respondió el 3 de noviembre de ese año con estos párrafos que aquí reproduzco:
“Ayyy Julio, hermanitooo, qué belleza de libro!! Te escribo con lágrimas en los ojos y un “torozón” en la garganta. Me encanta y te felicito. Y te agradezco, sobre todo!!
Es un libro tan bien escrito que es imposible no interesarse en la vida de ese hombre, al punto que hay detalles que yo desconocía, como su primer encuentro con Palacios y luego el hecho de que fue fundador de la editorial Triángulo! Yo no lo sabía, o no lo recordaba…
Bueno, ahora a cruzar hasta los dedos de los pies para que pronto se publique. Te aseguro que si lo presentás en Managua tendrá un gran éxito (…)”
Hasta ahí todos felices. La cuestión se fue embarrando cuando ellas quisieron agregar algunos párrafos a una futura edición ampliada en otros países. Por ejemplo, según la versión de Irene, estando con su padre en Cuba en 1978, en una de las jornadas de Casa de las Américas, el gobierno revolucionario de Fidel Castro dio una declaración de apoyo político a la dictadura cívico militar argentina de Jorge Rafael Videla (1976 83), a lo que Gregorio se opuso. Y el otro tema referido a la isla rebelde fue (también según Irene) cuando en 1989, Goyo Selser se opuso al fusilamiento de cuatro militares cubanos acusados de narcotráficos, entre ellos el general Arnaldo Ochoa.
Como autor de esta monumental obra que me llevó 5 años de trabajo, le dije que ante esas denuncias contra Cuba, país que uno admira y respeta, necesitaba documentos históricos, pruebas que certifiquen tales acusaciones. De los cuales, de mi parte no pude encontrar alguno que sostuviera la versión de Irene. En este caso, al no contar con esa documentación que pusiera en tela de juicio la moral revolucionaria de un país que sigue siendo ejemplo de dignidad y humanismo, opté por defender mi manera de trabajar y la estructura del libro.
– Dos días después, el miércoles 27 de febrero del 2019, Irene Selser te mandó un correo para pedirte la inclusión de un párrafo específico. ¿Qué decía este párrafo, por qué te negaste a publicarlo y por qué produjo tal reacción de encono en sus dos hijas?
– La nueva versión del libro (corregida y aumentada), que acordé con las hijas de Selser, fue la del 25 de febrero. Pero Irene, dos días después quiso corregir un testimonio suyo que estaba en la edición impresa y agregar lo siguiente: que después de las elecciones perdidas en 1990 por el Frente Sandinista, Gregorio manifestaba que eran consecuencias de la corrupción de algunos de sus altos dirigentes y de su autoritarismo. O que Selser, en la actualidad estaría en contra del gobierno nicaragüense de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Ante esta situación, opte por rechazar esos agregados y le dije que yo podía entender su posición política, que leía sus artículos, pero mi libro no sería utilizado como tribuna para exponer sus posiciones políticas contra procesos de izquierda (del pasado y el presente). El espíritu del libro tenía que respirar la sabiduría y las enseñanzas de Selser. A partir de entonces, las hijas de Selser comenzaron una cruzada canallesca contra mi libro y mi persona. Publicando cartas abiertas y otros escritos en distintos medios donde dicen que falte a la verdad histórica, que soy agente cubano y nicaragüense, que quiero ensuciar el legado de su padre, que Stella Calloni es mi mentora, y que el libro tiene como objetivo ser utilizado por los gobiernos progresistas, a los que ellas definen como “populistas”.
– ¿Cuáles son estos “textos inexactos” que conservaste en el libro “para manipular el pensamiento de nuestro padre” y por qué discuten su inclusión las herederas de Selser?
– No sé cuáles son esos “textos inexactos”. Habría que preguntarles a las hijas de Gregorio.
– ¿Su explícita petición de apelar a las “casa editoriales de América Latina” para que no publiquen tu obra sobre Selser ha supuesto alguna cancelación, bloqueo o marcha atrás en la difusión de Gregorio Selser, una leyenda del periodismo latinoamericano?
– Cuando existen polémicas sobre una biografía, y más cuando es sobre un personaje central, tiene sus ventajas y desventajas. Mi libro, por su valor histórico ha tenido muy buenas críticas. Por suerte he sido entrevistado por distintos diarios argentinos, mexicanos, cubanos, panameños y otros portales y agencia de noticias. Pero lo que refiere a una nueva edición (ya que la primera está agotada), no ha corrido con la misma suerte. Es más, cuando estuve haciendo gestiones con el Fondo de Cultura Económica (FCE) en México, me llegaron a decir que el libro vale la pena pero no quieren meterse en problemas con las hijas de Selser.
En estos casos, me gustaría proponer un congreso, coloquio, mesa redonda o seminario que debata las ideas y el legado de Gregorio Selser. Podría ser sede México. Invitar a muchos de los que entreviste para el libro como los argentinos Stella Calloni, Atilio Borón, Roberto Bardini, Carlos Aznárez, Alcira Argumedo, José Steinsleger, Oscar González, Noam Chomsky (Estados Unidos), Blanche Petrich, Stephan A. Hasam, Bettina Gómez, Humberto Musacchio, Fernando Buen Abad Domínguez (México), Eduardo Contreras, Fernando Reyes Matta, (Chile), Carlos Fazio (Uruguay), Juan Marrero, Pedro Pablo Rodríguez (Cuba), Nils Castro, Moravia Ochoa, Julio Yao Villalaz (Panamá), Ricardo Napurí, Rafael Roncagliolo, Juan Luis Gargurevich (Perú), Blanca Segovia Sandino, Aldo Díaz Lacayo, John Saxe Fernández (Costa Rica) y Eric Nepomuceno (Brasil). Sería muy interesante.
Y yo podría debatir con mi libro y mis documentos históricos, y podría preguntar dónde tergiversé las ideas y el pensamiento del maestro Selser. Sería justo y necesario. A nadie le gusta que lo insulten y critiquen de una manera tan canallesca.
– Quisiera cerrar con dos temas anexos a la polémica. Y abordar el tema más allá del culebrón. Platicando con Blanch Petrich (periodista mexicana), ella me comentó lo que quizás tú mismo descubriste en la investigación, es decir, que Gregorio Selser era de una “discreción admirable” y que los conflictos, divisiones o corruptelas del campo antiimperialista se los guardaba para la discusión íntima o interna y que, por lo tanto, sus diferencias con el fusilamiento de Ochoa o sus desencuentros con el jurado de Casa de las Américas no eran parte de su trayectoria pública. Entonces, ¿su postura de no ventanear los problemas del campo antiimperialista la seguiste en tu propio enfoque biográfico?
– Te reitero que la única fuente de estos hechos es Irene Selser. No he encontrado ningún documento o persona que me de esa versión. Las críticas y los análisis internos sobre las políticas del campo popular son necesarias y ayudan, pero siempre en un marco anticolonialista y antiimperialista. Y nunca dejar de analizar la geopolítica mundial porque allí seguiremos viendo y encontrando al mismo enemigo de siempre para los que buscamos la libertad de los oprimidos: los Estados Unidos y sus herramientas de diplomacia y garrote en toda América Latina y el Caribe. Este análisis se puede encontrar en todos los documentos y libros del maestro Selser.
– En segundo lugar, está la cuestión del criterio del autor y de su libertad creativa. ¿Debe un escritor atenerse a la versión que vástagos o cónyuges de personajes históricos quieren que se haga pública o debe prevalecer el derecho del autor a dar su propia visión de los hechos a partir de unos materiales, entrevistas y documentos que son de dominio público?
– El autor debe dar con todos los materiales y documentos posibles, más otras fuentes orales, entre otras. Y luego, con su criterio y libertad, intentar escribir un buen libro sin nunca falsear la esencia del biografiado. Si les gusta a los herederos (que muchas veces persiguen otros intereses) muy bien, y si no están a gusto, también. Así es la vida de una biografía.
– Tras esta ríspida polémica, ¿cuál es tu interpretación de la obra y el legado de Selser en la que tú mismo denominas como “Batalla Cultural y de Ideas” que divide, actualmente, al continente?
– La interpretación de la obra y el legado del Goyo Selser lo resumo en que durante décadas, dejó retazos –que hoy pueden considerarse “documentos periodísticos históricos”– sobre distintos acontecimientos políticos culturales de trascendencia en el ámbito local e internacional. Todo visto y analizado por medio del ojo crítico de un periodista que ha ejercido la profesión con ética y rigor profesional.
Como me contaba su amigo y colega argentino Rogelio García Lupo, Selser es uno de los historiadores argentinos más citados en la bibliografía de autores de muy diversa procedencia, por lo que uno de los objetivos de este trabajo es poder rescatar su figura legendaria para que las distintas generaciones de periodistas, historiadores, sociólogos y de otras disciplinas conozcan esta vida ejemplar. Por esta razón, necesitamos miles o millones de Gregorio Selser, para que el periodismo siga alumbrando y descubriendo la verdad histórica.
– Para terminar, ¿podríamos decir no les gustó el libro porque las hijas de Selser se encuentran, hoy en día, en las antípodas del antimperialismo de su padre y tú te sientes heredero intelectual de aquella corriente?
– A ver, la actitud macartista de las hijas de Gregorio contra mi libro y mi persona se debe a sus posiciones políticas actuales. Yo defiendo y critico lo que tenga que criticar de los movimientos nacionales y populares de América Latina, con sus distintas características e idiosincrasias. Las revoluciones y las transformaciones sociales están cabalgando contra el gran jinete del apocalipsis, que es el capitalismo representado por el poder de los Estados Unidos y sus aliados europeos. Yo lucho contra todo ese orden injusto que sigue sembrando hambre y muerte en el mundo. Si ellas eligieron estar en la vereda de enfrente, allá ellas. Además no me considero para nada heredero intelectual de Gregorio Selser, solamente un periodista que admira profundamente a este leyenda del periodismo latinoamericano.
– Y una pregunta final sobre los costos de la controversia. ¿Es legítimo que el acceso a los materiales de Gregorio Selser depositados en el Centro Académico de la Memoria de Nuestra América de la UACM dependa de la buena voluntad de unos descendientes que pueden ejercer censura ideológica contra historiadores o periodistas que no compartan su versión del presente?
– El acceso a los documentos del Centro Académico de la Memoria de Nuestra América de la UACM es público y puede consultarse sin problemas. Lo demás, son gajes del oficio y batallas contra los mercaderes de la hipocresía.
*fuentes: La Jornada de Oriente, México /Radio La Primerísima