Argen­ti­na. «A mí me intere­sa el cine que es necesario»

Por Oscar Ran­za­ni, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de febre­ro de 2021.

Pro­duc­to­ra de innu­me­ra­bles pelí­cu­las argen­ti­nas, la gran Lita Stan­tic fun­dó en los años 80 su pro­duc­to­ra jun­to a su ami­ga María Lui­sa Bem­berg, una direc­to­ra muy recor­da­da en estos tiem­pos de movi­li­za­ción femi­nis­ta y que sig­ni­fi­có mucho en su carre­ra. Stan­tic tam­bién supo ver los vien­tos de cam­bio que pro­du­jo el Nue­vo Cine Argen­tino. Fue pro­duc­to­ra de rea­li­za­do­res emble­má­ti­cos de ese movi­mien­to como Lucre­cia Mar­tel, Israel Adrián Cae­tano y Pablo Tra­pe­ro, entre otros.

Aho­ra, la Sala Leo­pol­do Lugo­nes del Tea­tro San Mar­tín orga­ni­zó el ciclo onli­ne “Lita Stan­tic, cineas­ta”, que se lle­va­rá a cabo a par­tir del jue­ves 25 de febre­ro en la pla­ta­for­ma del Minis­te­rio de Cul­tu­ra por­te­ño y la web del Com­ple­jo Tea­tral de Bue­nos Aires.

El ciclo está inte­gra­do por cin­co pelí­cu­las pro­du­ci­das por la nota­ble pro­duc­to­ra argen­ti­na en diver­sas eta­pas de su exten­sa y rica carre­ra, e inclu­ye títu­los de Bem­berg, Mar­tel, Pablo Reye­ro, Gus­ta­vo Fon­tán y la rea­li­za­do­ra para­gua­ya Paz Enci­na. El pro­gra­ma se com­ple­ta con el úni­co lar­go­me­tra­je diri­gi­do por Stan­tic en 1993: Un muro de silen­cio. Este ciclo onli­ne anti­ci­pa una futu­ra retros­pec­ti­va pre­sen­cial en la Sala Leo­pol­do Lugo­nes, cuan­do las con­di­cio­nes sani­ta­rias lo per­mi­tan. «El nom­bre del ciclo me hala­ga. La pala­bra ‘cineas­ta’ me hala­ga. Está bien ‘cineas­ta’. Estoy rela­cio­na­da con el cine des­de muy chi­ca y siem­pre pen­sé que iba a hacer algo que tuvie­ra rela­ción con el cine, aun cuan­do era muy difí­cil para una mujer entrar en ese mun­do”, con­fie­sa Stan­tic en la entre­vis­ta con Página/​12. “Por eso, pen­sé en un momen­to que iba a ser crí­ti­ca de cine, pero por suer­te las cosas fue­ron cam­bian­do y pude entrar en este mun­do y hacer lo que me gus­ta­ba y que­ría hacer».

-Una de las pelí­cu­las que for­ma par­te de la retros­pec­ti­va es Un muro de silen­cio, tu úni­ca pelí­cu­la como direc­to­ra. ¿Te pasó algu­na vez en todos estos años la nece­si­dad de vol­ver a dirigir?

-No. Des­pués de Un muro de silen­cio pen­sé en diri­gir algu­na pelí­cu­la más, pero estu­ve un año ahí dán­do­les vuel­tas a dos ideas y des­pués dije: «No, yo soy pro­duc­to­ra». No lo sien­to como una falen­cia. No digo: «Uy, ten­dría que haber diri­gi­do una pelí­cu­la más». No lo sien­to así. La ver­dad es que me sien­to bien como pro­duc­to­ra. De entra­da sí lo pen­sé por­que la pelí­cu­la tuvo bue­na crí­ti­ca, no le fue esplen­do­ro­sa­men­te bien pero tuvo bue­na crí­ti­ca. Enton­ces, me entu­sias­mé un poco por ese lado, pero des­pués dije: «No, voy a seguir sien­do productora».

-Las pri­me­ras polí­ti­cas alfon­si­nis­tas tenían que ver con jus­ti­cia y ver­dad: la aper­tu­ra de los jui­cios, el Nun­ca Más… El mene­mis­mo fue exac­ta­men­te todo lo con­tra­rio. En la polí­ti­ca de la era mene­mis­ta, olvi­dar y per­do­nar eran los tópi­cos. Un muro de silen­cio fun­cio­nó como una bisa­gra en el momen­to de su estreno, 1993, por­que abor­dó el tema de la dic­ta­du­ra ambien­ta­do en una épo­ca como el mene­mis­mo en la que se hizo todo lo posi­ble para que se olvidara…

-Era una épo­ca muy terri­ble la de los 90, con las pri­va­ti­za­cio­nes y todos los cam­bios del mene­mis­mo que fue­ron muy fuer­tes. Y, ade­más, esta­ba la idea de que Menem por el par­ti­do de don­de venía tenía que haber actua­do de otra mane­ra. Fue un des­con­cier­to. Era una épo­ca bas­tan­te terri­ble para los dere­chos huma­nos. Des­pués, por suer­te hubo una vuel­ta con bas­tan­te fuer­za hacia el enjui­cia­mien­to de los cri­mi­na­les de la épo­ca de la dictadura.

-Algo intere­san­te de la pelí­cu­la es que, por pri­me­ra vez, la ausen­cia del des­apa­re­ci­do apa­re­ce en imá­ge­nes; esto, a tra­vés de una repre­sen­ta­ción, por­que vos pro­po­nes una pelí­cu­la y tam­bién la mira­da de una extran­je­ra que vie­ne y que tra­ta de enten­der algo que le resul­ta impo­si­ble. A la movi­li­za­ción de los ‘90, con los indul­tos, la ponés en un pre­sen­te y hablás del pasado.

-Sí, a tra­vés de la pelí­cu­la que se esta­ba fil­man­do. La pelí­cu­la repro­du­ce un poco la his­to­ria de esa pareja.

-El 12 de abril se cum­plen 20 años de La cié­na­ga. ¿Qué lugar ocu­pa el cine de Lucre­cia Mar­tel en el deno­mi­na­do Nue­vo Cine Argen­tino, según tu criterio?

-Con La cié­na­ga me pasó algo muy espe­cial. Me di cuen­ta de qué era La cié­na­ga mien­tras se esta­ba fil­man­do. En reali­dad, cuan­do leí el guión pen­sé que era Ché­jov. Y no era Ché­jov. Fue una pelí­cu­la fun­da­men­tal en esa épo­ca por­que mos­tra­ba, de algu­na mane­ra, la deca­den­cia de la cla­se media. Y la ver­dad es que está mara­vi­llo­sa­men­te fil­ma­da y actua­da. Fue la mejor pelí­cu­la de Lucre­cia. Y eso que hizo unas cuan­tas pelí­cu­las y muy bue­nas. En su momen­to, fue más impor­tan­te ideo­ló­gi­ca­men­te de lo que yo pen­sé cuan­do qui­se hacer la pelí­cu­la que iba a hacer. A mí mis­ma me sor­pren­dió. Le pedí a Lucre­cia que me die­ra el libro por­que sabía que tenía un guión y su cor­to de His­to­rias bre­ves me había gus­ta­do mucho. La ver­dad es que fue una her­mo­sa expe­rien­cia. No sé si Lucre­cia se lo pro­pu­so pero es una pelí­cu­la polí­ti­ca, por lo que mues­tra. La cié­na­ga es una pelí­cu­la muy especial.

-¿Crees que Lucre­cia Mar­tel es el expo­nen­te máxi­mo de aquel movimiento?

-Yo creo que sí. Y, ade­más, es la per­so­na que más tras­cen­den­cia tuvo con el tiempo.

-¿Qué intro­du­jo, según tu cri­te­rio, el Nue­vo Cine Argen­tino en la his­to­ria del cine nacio­nal? ¿Cuá­les son los tópi­cos que se van a resal­tar con el tiem­po a pesar de que los cineas­tas son muy disí­mi­les en su for­ma de narrar y de filmar?

-Hubo un cam­bio muy gran­de. Muchas veces me dicen: «Uy, cuán­ta gen­te des­cu­bris­te». No, acá hubo His­to­rias bre­ves a media­dos de los 90. Y esa cama­da salió de His­to­rias bre­ves. Había como un gru­po de direc­to­res más pen­san­tes y un cam­bio muy gran­de. Eran muy bue­nos direc­to­res. Real­men­te, fue un momen­to muy espe­cial el de los 2000. Ya en sus cor­tos habían demos­tra­do que estos chi­cos eran direc­to­res en potencia.

-Si bien tra­ba­jas­te con muchos direc­to­res y direc­to­ras, lo hicis­te mucho con la juven­tud. ¿Qué sig­ni­fi­ca esa dis­tan­cia gene­ra­cio­nal? ¿Qué crees que pudis­te apor­tar a cada pro­yec­to de esa juventud?

-Nun­ca lo pen­sé como dis­tan­cia gene­ra­cio­nal por­que yo venía de tra­ba­jar diez años con María Lui­sa Bem­berg, que tam­bién había una dis­tan­cia gene­ra­cio­nal muy gran­de. Creo que no tie­ne que ver con la gene­ra­ción. A mí me intere­sa el cine que deja algo, el cine que exis­te para que el espec­ta­dor cuan­do sal­ga, de algu­na mane­ra, crez­ca. Alguien me dijo: «El cine nece­sa­rio». Y creo que no tie­ne que ver con las gene­ra­cio­nes. Uno se entu­sias­ma con una pro­pues­ta de una per­so­na de cual­quier edad que le trai­ga un guión que vale la pena hacer por­que va a dejar algo. No lo lla­ma­ría «men­sa­je» sino algo nece­sa­rio, algo que se cuen­te y que es nece­sa­rio contar.

Miss Mary mues­tra a una fami­lia que vie­ne a ser el reza­go de la socie­dad tra­di­cio­nal oli­gar­ca argen­ti­na, que inten­ta defen­der a toda cos­ta su esta­tus y lugar de pri­vi­le­gio. ¿Crees que es una pelí­cu­la que se reac­tua­li­za a par­tir del pre­sen­te de la socie­dad argentina?

-No, yo creo que está siem­pre vigen­te. Está mos­tran­do algo que exis­tió siem­pre y sigue existiendo.

-¿Qué lugar ocu­pa esa pelí­cu­la en la fil­mo­gra­fía de María Lui­sa Bemberg?

-Para mí, es la mejor. Es la que más me gus­ta. De las seis pelí­cu­las que hizo María Lui­sa, yo estu­ve en cin­co y Miss Mary es la que más me gus­ta. Tam­bién es muy femi­nis­ta, aho­ra que esta­mos con el femi­nis­mo, por­que hay un per­so­na­je, que hace Sofía Viru­boff, que es alguien que quie­re ser ella misma.

-Bem­berg fue una pre­cur­so­ra de la rei­vin­di­ca­ción del femi­nis­mo. ¿Cómo ima­gi­nás que vivi­ría esta épo­ca de tan­tas con­quis­tas del movi­mien­to de mujeres?

-María Lui­sa decía que con el tiem­po las cosas iban a ir cam­bian­do. Y creo que ella se sen­ti­ría con­ten­ta en este momen­to en que el femi­nis­mo está muy arrai­ga­do en la gen­te joven. Ella lo anun­cia­ba y decía: «Yo no lo voy a ver, pero las muje­res van a poder lle­gar a impo­ner­se, a demos­trar que exis­ten». En el momen­to en que fil­ma­ba María Lui­sa, había muy pocas direc­to­ras muje­res en la his­to­ria del cine argen­tino. Y lo intere­san­te de María Lui­sa es que pudo hacer seis pelí­cu­las en doce años. Y las seis pelí­cu­las con una ideo­lo­gía muy pre­ci­sa con res­pec­to al lugar de la mujer.

-¿Crees que Dár­se­na Sur, de Pablo Reye­ro, fun­cio­nó en par­te como la pie­dra fun­da­cio­nal de aquel docu­men­tal social argen­tino que cre­ció expo­nen­cial­men­te en los últi­mos 15 años?

-Sí, debe haber habi­do algu­na otra pelí­cu­la. Lo que tie­ne Dár­se­na Sur es que es una her­mo­sa pelí­cu­la que se ha vis­to poco últi­ma­men­te. La ver­dad es que es bár­ba­ro que se pue­da vol­ver a dar. No sé si lo inau­gu­ra, pero es una pelí­cu­la en la que que­da muy cla­ro la impron­ta que tie­ne el direc­tor hacia lo social. Siem­pre me pare­ció una her­mo­sa película.

-¿Hama­ca para­gua­ya fun­cio­nó como la bisa­gra para que el cine para­gua­yo fue­ra cono­ci­do en el exterior?

-Sí, su direc­to­ra, Paz Enci­na, lle­gó a Can­nes con Hama­ca para­gua­ya. Aho­ra, es una direc­to­ra muy reco­no­ci­da y en Para­guay están apa­re­cien­do pelí­cu­las bas­tan­te intere­san­tes. Son paí­ses a los que les ha cos­ta­do salir, pero segu­ra­men­te Paz es un per­so­na­je fun­da­men­tal den­tro del cine paraguayo.

La deu­da, de Gus­ta­vo Fon­tán, mues­tra el signo de una socie­dad para la que el dine­ro pare­ce ser­lo todo. ¿Es una pelí­cu­la que va en para­le­lo con el pre­sen­te de la socie­dad capitalista?

-Sí, por eso me intere­só. Me intere­só que una cifra tan peque­ña para muchos de los que vivi­mos en este país sea algo que en la his­to­ria le haga hacer a esa mujer todo ese tra­yec­to en una noche para poder repo­ner­la. Me gus­tó mucha la idea y la ver­dad es que me engan­ché por el lado de que esta­ba refle­jan­do lo que segui­mos vivien­do hoy.

-¿La defi­ni­rías como una pelí­cu­la con temá­ti­ca más bien urba­na, a dife­ren­cia de otros tra­ba­jos de Fontán?

-Sí. Creo que den­tro de todo, es la más narra­ti­va de Fon­tán, la que cuen­ta más una his­to­ria con varios per­so­na­jes. Pero la pelí­cu­la es tam­bién «muy Fon­tán», tie­ne mucho que ver con él, que siem­pre es un direc­tor que me interesa.

-Sos ciné­fi­la, fuis­te cine­clu­bis­ta, crí­ti­ca cine­ma­to­grá­fi­ca ama­teur, cor­to­me­tra­jis­ta, hicis­te cine publi­ci­ta­rio, cine inde­pen­dien­te… ¿Qué encon­tras­te en la pro­duc­ción que no encon­tras­te en otras áreas del cine?

-Comen­cé codi­ri­gien­do con Pablo Szir dos cor­tos. Esto fue a media­dos de 1965. Toda­vía era muy difí­cil entrar en el cine, pero para la mujer era más fácil entrar en la pro­duc­ción en ese momen­to. Enton­ces, para entrar en el mun­do del cine ele­gí la pro­duc­ción. Me intere­sa la pro­duc­ción pero tam­bién me intere­sa el pro­duc­tor que, de algu­na mane­ra, inci­de en la pelí­cu­la, que pue­de tener opi­nión en la pelí­cu­la, que no es sólo la per­so­na que admi­nis­tra sino la per­so­na que sigue el cur­so de la pelí­cu­la y, de repen­te, advier­te cosas al direc­tor. El direc­tor es el crea­dor. Siem­pre digo que el direc­tor es la madre de la pelí­cu­la y que el pro­duc­tor es el padre. Es bueno que un direc­tor ten­ga un pro­duc­tor que, de algu­na mane­ra, siga el pro­ce­so y que tam­bién opi­ne. Me gus­ta ese tipo de pro­duc­ción, no la pro­duc­ción admi­nis­tra­ti­va nomás.

-Via­jas­te a Holly­wood por una nomi­na­ción al Oscar, reco­rris­te varios paí­ses con fes­ti­va­les inter­na­cio­na­les… ¿Cómo se for­ma una pro­duc­to­ra? ¿Qué es lo que debe tener que sin eso no podría serlo?

-Debe haber pro­duc­to­res de todo tipo. Yo pue­do decir que una tie­ne que amar al cine para meter­se en ese mun­do, que es bas­tan­te impre­de­ci­ble lo que pue­de pasar con una pelí­cu­la. A veces, no te va muy bien con una pelí­cu­la y es com­pli­ca­do. Pero creo que hay pro­duc­to­res de todo tipo, que pien­san que pue­de ser un negocio.

El ciclo completo

La cié­na­ga, de Lucre­cia Martel

Podrá acce­der­se a la agen­da com­ple­ta y a las pro­yec­cio­nes de la Sala Leo­pol­do Lugo­nes vir­tual en la pla­ta­for­ma del Minis­te­rio de Cul­tu­ra (https://​viva​mos​cul​tu​ra​.bue​no​sai​res​.gob​.ar) y la web del Com­ple­jo Tea­tral de Bue­nos Aires (https://​com​ple​jo​tea​tral​.gob​.ar/​c​ine). Cada títu­lo esta­rá dis­po­ni­ble duran­te sie­te días.

*Jue­ves 25 de febre­ro: Un muro de silen­cio. Direc­ción: Lita Stan­tic. Con Vanes­sa Red­gra­ve, Ofe­lia Medi­na, Lau­ta­ro Murúa, Loren­zo Quin­te­ros, Sole­dad Villa­mil, Julio Chávez.

*Jue­ves 4 de mar­zo: Miss Mary. Direc­ción: María Lui­sa Bem­berg. Pro­duc­ción: Lita Stan­tic. Con Julie Chris­tie, Nacha Gue­va­ra, Eduar­do Pavlovsky, Gerar­do Romano.

*Jue­ves 11 de mar­zo: Dár­se­na Sur. Direc­ción: Pablo Reye­ro. Pro­duc­ción: Lita Stantic.

*Jue­ves 1 de abril: La cié­na­ga. Direc­ción: Lucre­cia Mar­tel. Pro­duc­ción: Lita Stan­tic. Con Mer­ce­des Morán, Gra­cie­la Bor­ges, Mar­tín Adje­mián, Leo­no­ra Bal­car­ce, Juan Cruz Bordeu.

*Jue­ves 8 de abril: Hama­ca para­gua­ya. Direc­ción: Paz Encina.Producción: Lita Stan­tic. Con Ramon Del Rio, Geor­gi­na Genes, Jor­ge López.

*Jue­ves 15 de abril: La deu­da. Direc­ción: Gus­ta­vo Fontán.Producción: Lita Stan­tic. Con Belén Blan­co, Edgar­do Cas­tro, Andrea Garro­te, Wal­ter Jakob, Leo­nor Man­so, Mar­ce­lo Subiotto.

El auge del documental

Dár­se­na sur, de Pablo Reyero

Duran­te mucho tiem­po, el docu­men­tal fue con­si­de­ra­do un géne­ro menor en el cine argen­tino y actual­men­te ocu­pa un lugar insos­la­ya­ble. ¿Hay dife­ren­cias a la hora de pen­sar un pro­yec­to de docu­men­tal que de fic­ción en cuan­to a la pro­duc­ción? “Sí, pero yo nun­ca lo ví como algo menor. Por ejem­plo, hay pelí­cu­las docu­men­ta­les aún ante­rio­res a esta épo­ca como Juan, como si nada hubie­ra suce­di­do”, expli­ca Stan­tic, que pro­du­jo Dár­se­na sur, un docu­men­tal pio­ne­ro de Pablo Reye­ro. “Lo que pasa es que en este momen­to hay muchos docu­men­ta­les. Posi­ble­men­te, tam­bién es mucho más fácil para un pro­duc­tor o un direc­tor inde­pen­dien­te la rea­li­za­ción de un docu­men­tal que de una fic­ción. Muchos direc­to­res empie­zan hacien­do docu­men­ta­les y des­pués se meten en la fic­ción. Es más acce­si­ble. Y aho­ra ni te cuen­to: con el Coro­na­vi­rus es reque­te más acce­si­ble hacer un docu­men­tal que una fic­ción para una peque­ña pro­duc­to­ra, si no tenés atrás a Net­flix o a la Dis­ney. Es más acce­si­ble hacer un docu­men­tal en los tiem­pos que esta­mos vivien­do. Pero vie­ne de antes este tema de la pro­li­fe­ra­ción de los docu­men­ta­les. Pero yo no creo que sea un géne­ro menor. Para mí, un buen docu­men­tal pue­de com­pe­tir con un buen lar­go­me­tra­je y los eva­lúo de la mis­ma mane­ra”, expli­ca Stantic.

Las escue­las de cine

Lita Stan­tic com­par­tió tan­to el mun­do aca­dé­mi­co como el pro­fe­sio­nal. Al momen­to de pen­sar qué lugar cree que ocu­pan las escue­las de cine en la for­ma­ción de un cineas­ta, seña­la que es una pre­gun­ta difí­cil de res­pon­der: «Por un lado, me pare­ce que la escue­la de cine es impor­tan­te en la for­ma­ción de un cineas­ta. Pero, por otro lado, lo que digo últi­ma­men­te (y qui­zás voy a ser anti­pá­ti­ca) es que hay mucha gen­te que eli­ge estu­diar en una escue­la de cine como pue­de ele­gir cual­quier carre­ra». Para Stan­tic, antes «había que tener una voca­ción mucho más fuer­te por el cine». Obser­va que algu­nos jóve­nes «no ven tan­to cine». «No se debe a algo de amor al cine sino que, de repen­te, eli­gen una carre­ra como pue­den ele­gir otra. Y eso es lo úni­co que me preo­cu­pa de las escue­las, que de repen­te un chi­co de 18 años empie­za a pen­sar: ‘¿Qué sigo? ¿Medi­ci­na? ¿Abo­ga­cía? No, es más diver­ti­do cine’. Pare­ce muy anti­pá­ti­co pero creo que hay un poco de eso. Hay un poco de faci­li­dad de hacer una carre­ra que pare­ce que pue­de ser diver­ti­da. Hay jóve­nes que sí lo hacen por pasión al cine, pero hay otros que se meten en el mun­do del cine como podrían haber­se meti­do en el mun­do de otra carre­ra. Antes tenías que ser una per­so­na que te gus­ta­ra mucho el cine para meter­te en este mun­do y hoy en día no, es como una opción más. La escue­la te da una opción más», con­clu­ye Stantic. 

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