Perú. 2021: año com­ple­jo para las comu­ni­da­des amazónicas

Oscar Espi­no­sa de Rive­ro* /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 21 de mar­zo de 2021

Fuen­te de la ima­gen: Revis­ta Inter​cam​bio​.pe

Diver­sos acon­te­ci­mien­tos que tie­nen lugar en 2021 pre­sen­tan para los pue­blos indí­ge­nas de la Ama­zo­nía una coyun­tu­ra impor­tan­te. En pri­mer lugar, el año ha comen­za­do con un recru­de­ci­mien­to de la pan­de­mia de la COVID-19. Segun­do, se ele­gi­rán nue­vas auto­ri­da­des nacio­na­les y comen­za­rá un nue­vo gobierno. Final­men­te, este año se con­me­mo­ran los dos­cien­tos años de la decla­ra­ción de la inde­pen­den­cia del Perú de Espa­ña. En los pró­xi­mos párra­fos pre­sen­ta­re­mos algu­nos ele­men­tos cla­ves para enten­der qué sig­ni­fi­can estos tres hechos para las comu­ni­da­des indí­ge­nas de la Ama­zo­nía peruana.

El Bicen­te­na­rio de la República

Si reto­ma­mos la idea de “pro­me­sa” a la que Basa­dre se refe­ría, podría­mos afir­mar sin duda que, para el caso de los pue­blos ama­zó­ni­cos, esta no se ha cum­pli­do. Asi­mis­mo, habría que aña­dir que la Repú­bli­ca no les ha traí­do nada bueno has­ta la fecha; por el con­tra­rio, solo les ha brin­da­do mar­gi­na­ción, vio­len­cia, des­truc­ción y muerte.

Esto podría sonar como algo muy fuer­te, pero como vere­mos a con­ti­nua­ción, es efec­ti­va­men­te lo que ha ocu­rri­do en estos últi­mos dos­cien­tos años: sus terri­to­rios han sido inva­di­dos, los han obli­ga­do a no uti­li­zar sus pro­pios idio­mas, se les ha brin­da­do pési­mos ser­vi­cios de salud y edu­ca­ción, y han des­trui­do y con­ta­mi­na­do sus fuen­tes de alimento.

En nues­tro ima­gi­na­rio nacio­nal asu­mi­mos casi de mane­ra natu­ral que la épo­ca colo­nial fue el perío­do de mayor mal­tra­to y muer­te para los pue­blos ori­gi­na­rios. En el caso del Cari­be o de los Andes podría ser cier­to. En el caso de la Ama­zo­nía, por otra par­te, no lo es. El núme­ro de muer­tos por epi­de­mias o vio­len­cia aso­cia­da a la explo­ta­ción de recur­sos ha sido mucho mayor y ha afec­ta­do a un núme­ro mayor de pue­blos indí­ge­nas en la épo­ca repu­bli­ca­na que en la colonial.

El núme­ro de muer­tos por epi­de­mias o vio­len­cia aso­cia­da a la explo­ta­ción de recur­sos ha sido mucho mayor y ha afec­ta­do a un núme­ro mayor de pue­blos indí­ge­nas en la épo­ca repu­bli­ca­na que en la colonial. 

Los tes­ti­mo­nios res­pec­to a esta vio­len­cia son innu­me­ra­bles y no solo se redu­cen a la algo más cono­ci­da épo­ca del cau­cho, se repi­ten des­de el ini­cio de la Repú­bli­ca has­ta la actua­li­dad. Entre ellos pode­mos des­ta­car los tes­ti­mo­nios de dos extran­je­ros vin­cu­la­dos a gobier­nos perua­nos de media­dos del siglo XIX. El pri­me­ro es del almi­ran­te esta­dou­ni­den­se Hern­don, ami­go de mili­ta­res y de impor­tan­tes fun­cio­na­rios de la épo­ca; quien reali­zó un impor­tan­te via­je por la Ama­zo­nía perua­na. El otro, del inge­nie­ro sue­co Nys­trom, con­tra­ta­do por el Esta­do peruano para estu­diar, entre otras cosas, el tra­zo de una vía que unie­ra a Lima con el río Ucayali.

Hern­don seña­ló lo siguiente:

“no fal­tan hom­bres inte­li­gen­tes, bue­nos cono­ce­do­res de su carác­ter [del indí­ge­na], que no tie­nen escrú­pu­los en decir que el mejor uso para un indio es col­gar­lo. que se con­vier­te en un mal ciu­da­dano y en un pési­mo escla­vo… No pue­den sopor­tar las res­tric­cio­nes de la ley o el peso del tra­ba­jo con­ti­nuo, y se ale­jan del hom­bre blan­co con sus mejo­ras, has­ta que des­apa­re­cen. Este pare­ce ser su des­tino. La civi­li­za­ción debe avan­zar, aun­que pise el cue­llo del sal­va­je o inclu­so aplas­te su existencia”.

La situa­ción actual de la pan­de­mia ha vuel­to a poner sobre el tape­te el lugar mar­gi­nal que ocu­pan las comu­ni­da­des ama­zó­ni­cas para el Esta­do peruano. En el 2020, el gobierno peruano recién comen­zó a aten­der a esta pobla­ción tan vul­ne­ra­ble lue­go de dos meses de haber­se decla­ra­do la situa­ción de emergencia. 

Por su par­te, el inge­nie­ro Nys­trom seña­ló que “siem­pre nos hemos meti­do [el gobierno] entre ellos con fuer­za arma­da y demos­tran­do hos­ti­li­dad, roban­do e incen­dian­do sus hoga­res”. Lue­go de haber vis­to la des­truc­ción y que­ma de comu­ni­da­des nati­vas en la Sel­va Cen­tral, con­clu­yó horrorizado:

“¿Qué cria­tu­ra vivien­te, des­de el ani­mal más bajo has­ta el hom­bre más civi­li­za­do, sopor­ta­ría tro­pe­lías seme­jan­tes a las que se han come­ti­do con los indios chun­chos, sin inten­tar ven­gan­za y la defen­sa de sus hoga­res don­de han naci­do y crecido?”

Esta acti­tud de vio­len­cia no se limi­tó al siglo XIX, sino que se con­ti­nuó per­pe­tuan­do a lo lar­go del tiem­po, has­ta nues­tra épo­ca actual. En la épo­ca del cau­cho, se cal­cu­la que sola­men­te en una déca­da murie­ron más de 40 mil indí­ge­nas en la zona del río Putu­ma­yo y sus afluen­tes. En el caso de la sel­va sur de Madre de Dios, hay tes­ti­mo­nios que cuen­tan cómo los ríos se teñían de rojo por la san­gre derra­ma­da de indí­ge­nas ase­si­na­dos por cau­che­ros, entre ellos el famo­so Fitz­ca­rrald; quien lue­go ins­pi­ró la pelí­cu­la “Fitz­ca­rral­do”, del cineas­ta ale­mán Wer­ner Herzog.

La vio­len­cia con­ti­nuó en el con­tex­to de pro­mo­ción de la colo­ni­za­ción a tra­vés de la cual se les arre­ba­tó a los pue­blos indí­ge­nas bue­na par­te de su terri­to­rio. Entre los muchos epi­so­dios de terror que acom­pa­ña­ron este pro­ce­so des­ta­ca el que se pro­du­jo en 1964, cuan­do el enton­ces pre­si­den­te de la Repú­bli­ca, Fer­nan­do Belaún­de Terry, soli­ci­tó a la Fuer­za Aérea Perua­na y a la Fuer­za Aérea de los Esta­dos Uni­dos –con la cual exis­tía un con­ve­nio de cola­bo­ra­ción– que bom­bar­dee las aldeas matsés de Lore­to con Napalm, la mis­ma sus­tan­cia incen­dia­ria que usó Esta­dos Uni­dos en la gue­rra de Vietnam.

Acer­cán­do­nos más a la actua­li­dad, pode­mos recor­dar la acti­tud de Alan Gar­cía en el con­tex­to de las pro­tes­tas de los años 2008 y 2009 que ter­mi­na­ron con los san­grien­tos suce­sos que cono­ce­mos como “Bagua­zo”, y que se pue­de resu­mir en su infa­me fra­se en la que seña­la­ba que los indí­ge­nas no eran ciu­da­da­nos de pri­me­ra clase.

La pan­de­mia de la COVID-19

La situa­ción actual de la pan­de­mia ha vuel­to a poner sobre el tape­te el lugar mar­gi­nal que ocu­pan las comu­ni­da­des ama­zó­ni­cas para el Esta­do peruano. En el 2020, el gobierno peruano recién comen­zó a aten­der a esta pobla­ción tan vul­ne­ra­ble lue­go de dos meses de haber­se decla­ra­do la situa­ción de emergencia.

La pan­de­mia, ade­más, puso en evi­den­cia la situa­ción pre­ca­ria de salud en muchas par­tes del país y, por supues­to, en la Ama­zo­nía, una de las regio­nes más gol­pea­das por el COVID-19. En el caso de las comu­ni­da­des nati­vas, la mayo­ría de estas pudo hacer fren­te a la pan­de­mia recu­rrien­do a prác­ti­cas tra­di­cio­na­les de ais­la­mien­to en el mon­te y al uso de la medi­ci­na tra­di­cio­nal. El Esta­do debe asu­mir la nece­si­dad de ampliar su cober­tu­ra y su pre­sen­cia en las comu­ni­da­des y en las zonas rura­les ama­zó­ni­cas; pero, ade­más, la de avan­zar en el reco­no­ci­mien­to de los cono­ci­mien­tos indí­ge­nas y pro­mo­ver polí­ti­cas de salud inter­cul­tu­ral de una mane­ra seria.

La otra dimen­sión que ha apa­re­ci­do en la pan­de­mia, con toda su pre­ca­rie­dad, es la de la edu­ca­ción. La res­pues­ta rela­ti­va­men­te rápi­da del Minis­te­rio de Edu­ca­ción, para plan­tear el pro­gra­ma “Apren­do en casa”, no fue la mejor ni la más ade­cua­da para los pue­blos indí­ge­nas de la Ama­zo­nía. La mayo­ría de comu­ni­da­des no cuen­tan con señal de tele­vi­sión, tele­fo­nía celu­lar, cone­xión a inter­net, o inclu­so con ener­gía eléc­tri­ca. En el mejor de los casos cuen­tan con algún peque­ño motor elec­tró­geno que con­su­me mucho com­bus­ti­ble y que ape­nas es uti­li­za­do para algu­na reu­nión o fies­ta comu­nal, y para car­gar celu­la­res que, sin conec­ti­vi­dad, muchas veces son uti­li­za­dos como cáma­ras de fotos o para escu­char músi­ca. Igual­men­te, fue­ra de estos pro­ble­mas de conec­ti­vi­dad, los con­te­ni­dos de los pro­gra­mas no son apro­pia­dos para los con­tex­tos rura­les o para comu­ni­da­des bilingües.

Duran­te la pan­de­mia, las comu­ni­da­des ama­zó­ni­cas han sufri­do la fal­ta de aten­ción médi­ca y per­so­nal capa­ci­ta­do, y el retra­so en la ayu­da del Esta­do. ¿Cómo garan­ti­zar que este año sea distinto?

Las deu­das his­tó­ri­cas que tie­ne que enfren­tar el nue­vo gobierno

En el 2021, el Esta­do y la socie­dad perua­na tie­nen una deu­da impor­tan­te con los pue­blos ama­zó­ni­cos, no sola­men­te a par­tir de la pan­de­mia, sino tam­bién por lo que ha hecho y ha deja­do de hacer en los últi­mos dos­cien­tos años de Repú­bli­ca. De ahí la res­pon­sa­bi­li­dad que debe asu­mir el nue­vo gobierno en tra­tar de redu­cir esta his­tó­ri­ca deuda.

Entre estas deu­das, una de las más impor­tan­tes tie­ne que ver con los dere­chos huma­nos de los pue­blos indí­ge­nas, ya que, has­ta la fecha, que­da pen­dien­te ade­cuar y actua­li­zar la legis­la­ción perua­na a los tra­ta­dos y con­ve­nios inter­na­cio­na­les como el Con­ve­nio 169 de la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT) y la Decla­ra­ción de las Nacio­nes Uni­das sobre los dere­chos de los pue­blos indígenas.

Resul­ta urgen­te que las nue­vas auto­ri­da­des que sean ele­gi­das este año res­pon­dan de mane­ra ade­cua­da a esta deman­da que inclu­ye, entre otras cosas, reco­no­cer for­mal­men­te la exis­ten­cia de pue­blos o nacio­nes indí­ge­nas, así como sus terri­to­rios des­de una pers­pec­ti­va inte­gral y las dife­ren­tes pro­pues­tas que se han for­mu­la­do en las últi­mas déca­das para el ejer­ci­cio de su autonomía. 

Pró­xi­mos a cum­plir los 50 años de la pri­me­ra ley de comu­ni­da­des nati­vas, se tie­ne que revi­sar tam­bién la legis­la­ción sobre las comu­ni­da­des. El Esta­do no pue­de seguir con­si­de­rán­do­las como “uni­da­des de pro­duc­ción” y a depen­der del Minis­te­rio de Agri­cul­tu­ra. Son comu­ni­da­des que se defi­nen, no por el tra­ba­jo agro­pe­cua­rio, sino por sus cos­tum­bres y su iden­ti­dad étnica.Resulta urgen­te mejo­rar la cali­dad de la edu­ca­ción inter­cul­tu­ral bilin­güe. […] La mayo­ría de jóve­nes que ter­mi­nan la secun­da­ria, […] no lle­gan a ser bilin­gües com­pe­ten­tes; es decir, no lle­gan a domi­nar ni su len­gua mater­na ni el cas­te­llano, con­vir­tién­do­se en lo que podría­mos lla­mar “ni-lin­gües”.

Asi­mis­mo, urge reco­no­cer, tal como lo hacen otros paí­ses de la región, la exis­ten­cia legal de comu­ni­da­des indí­ge­nas urba­nas. Estos gru­pos, aun­que se encuen­tren en las ciu­da­des, siguen defi­nién­do­se por su iden­ti­dad étni­ca, y recla­man su dere­cho a man­te­ner sus idio­mas y sus cos­tum­bres en el con­tex­to urbano. El caso de los shi­pi­bo-koni­bo de Can­ta­ga­llo no es úni­co, pero es bas­tan­te repre­sen­ta­ti­vo de lo que estas comu­ni­da­des tie­nen que luchar para ser reco­no­ci­das como tales.

El nue­vo gobierno tam­bién debe­ría res­pon­der de mane­ra inte­gral a la situa­ción pre­ca­ria de nutri­ción y salud de la pobla­ción indí­ge­na. En las últi­mas déca­das se ha logra­do redu­cir la ane­mia y la des­nu­tri­ción en diver­sos sec­to­res del país, pero no en la Ama­zo­nía. Este fra­ca­so se debe, en bue­na par­te, a no com­ba­tir la ane­mia y des­nu­tri­ción des­de una pers­pec­ti­va inte­gral, que inclu­ya tam­bién polí­ti­cas ambien­ta­les que evi­ten la defo­res­ta­ción y la con­ta­mi­na­ción de los ríos. Esta últi­ma pro­ble­má­ti­ca es par­ti­cu­lar­men­te gra­ve, debi­do a que no solo afec­ta a los peces, sino que incre­men­ta la pre­sen­cia de mer­cu­rio y de meta­les pesa­dos en la san­gre de niños y niñas, sien­do uno de sus efec­tos la difi­cul­tad que gene­ra para la absor­ción de nutrientes.

En rela­ción a la edu­ca­ción, resul­ta urgen­te mejo­rar la cali­dad de la edu­ca­ción inter­cul­tu­ral bilin­güe. Es impor­tan­te seña­lar los esfuer­zos hechos duran­te la últi­ma déca­da por par­te del Minis­te­rio de Edu­ca­ción, sin embar­go, la deu­da pen­dien­te es muy gran­de, y los resul­ta­dos muchas veces son peque­ños. La mayo­ría de jóve­nes que ter­mi­nan la secun­da­ria, a dife­ren­cia de los y las alum­nas que estu­dian en cole­gios pri­va­dos bilin­gües en sec­to­res pudien­tes de Lima, no lle­gan a ser bilin­gües com­pe­ten­tes; es decir, no lle­gan a domi­nar ni su len­gua mater­na ni el cas­te­llano, con­vir­tién­do­se en lo que podría­mos lla­mar “ni-lin­gües”. Y a los pro­ble­mas en la for­ma­ción lin­güís­ti­ca se suman los de los con­te­ni­dos inter­cul­tu­ra­les y los rela­cio­na­dos con la infra­es­truc­tu­ra esco­lar, inclu­yen­do el acce­so a agua potable.

Final­men­te, la mejo­ra de la cali­dad edu­ca­ti­va tam­bién tie­ne que dar­se a nivel supe­rior. En el Perú exis­ten 4 uni­ver­si­da­des inter­cul­tu­ra­les, todas licen­cia­das por la SUNEDU, y se cuen­ta, ade­más, con unos linea­mien­tos para la imple­men­ta­ción del enfo­que inter­cul­tu­ral. Sin embar­go, estos son bas­tan­te gene­ra­les y no siem­pre se imple­men­tan en la reali­dad, de tal mane­ra que muchas veces son con­si­de­ra­das como ins­ti­tu­cio­nes que ofre­cen una edu­ca­ción de menor cali­dad al com­pa­rár­se­les con otras que hay en sus mis­mas regio­nes o en otras par­tes del país, y man­te­nien­do en el mediano y lar­go pla­zo situa­cio­nes de des­igual­dad y marginación.

Las comu­ni­da­des indí­ge­nas ama­zó­ni­cas han sufri­do de cons­tan­te explo­ta­ción a cau­sa de intere­ses pri­va­dos. En la ima­gen: recrea­ción de la épo­ca del cau­cho para el film Fitz­ca­rral­do (1982)

Miran­do al futuro

El pano­ra­ma aquí pre­sen­ta­do es bas­tan­te som­brío. Veni­mos de dos­cien­tos años en los que ha pre­do­mi­na­do una rela­ción que ha osci­la­do entre la igno­ran­cia y la indi­fe­ren­cia, por un lado, y el mal­tra­to y la vio­len­cia, por el otro. La expe­rien­cia de la Repú­bli­ca, para los pue­blos indí­ge­nas ama­zó­ni­cos, ha sido una expe­rien­cia fun­da­men­tal­men­te nega­ti­va. Ni el Esta­do, ni la socie­dad nacio­nal, les han traí­do nada positivo.

Y si la his­to­ria pasa­da es nega­ti­va, el pre­sen­te no es mejor. En este últi­mo año, esta situa­ción de mar­gi­na­ción y mal­tra­to se ha vuel­to a visi­bi­li­zar en el con­tex­to de la pandemia.

¿Qué que­da enton­ces para el futu­ro? Si el Esta­do man­tie­ne la for­ma en que ha ido rela­cio­nán­do­se con los pue­blos indí­ge­nas ama­zó­ni­cos y no actúa con rapi­dez, deci­sión, y en per­ma­nen­te diá­lo­go con las comu­ni­da­des y sus orga­ni­za­cio­nes, la pro­me­sa de la inde­pen­den­cia se segui­rá pos­ter­gan­do para estos y estas com­pa­trio­tas. Esta res­pon­sa­bi­li­dad tam­bién es nues­tra, aun­que no ocu­pe­mos car­gos en el Esta­do ni en el nue­vo gobierno, pues como socie­dad civil tene­mos la obli­ga­ción tam­bién de con­ver­tir nues­tro país en un lugar en que todos y todas, en medio de nues­tras dife­ren­cias, poda­mos vivir y con­vi­vir de la mejor mane­ra posible.

(escri­to en el Oto­ño de 2021)


* Oscar Espi­no­sa de Rive­ro es docen­te de laPon­ti­fi­cia Uni­ver­si­dad Cató­li­ca del Perú (PUCP).

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Fuen­te: Revis­ta Inter­cam­bio, edi­ción 53, mar­zo de 2021. Inter­cam­bio es una revista

FUENTE: SERVINDI

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