Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 5 de junio de 2021.
Las noticias latinoamericanas destacan las elecciones del domingo 6 de junio en México y Perú, mientras continúan las protestas en Colombia, a las que el gobierno de Duque responde con masacres silenciadas por los medios occidentales.
En este sentido, comencemos por acoger la invitación del filósofo mexicano Fernando Buen Abad que se ocupa de semiótica radical y combativa y que, en sus reflexiones sobre las elecciones en México, puso la caricatura de un cerebro en una jaula como una invitación para no embotar el pensamiento crítico. En México, que tiene 129 millones de habitantes, un total de 94 millones acudirán a las urnas. Votarán por la renovación de la Cámara de Diputados, donde se elegirán 500 nuevos miembros. A nivel local, hay votaciones en 15 gobiernaciones, 30 municipios y 30 congresos locales.
Morena, el partido del presidente López Obrador, se presenta en una coalición llamada Juntos Hacemos Historia, y también integrada por el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México. En cambio, los dos partidos de derecha, el PRI y el PAN, se unen en la alianza Va por México. Un dato significativo para un país en el que la violencia patriarcal y homofóbica es muy alta, es el récord de candidatos a la Cámara por los Movimientos LGBTIQ +, y el hecho de que casi el 2% de los más de 5.300 candidatos a diversos cargos declaran en una encuesta de identificarse como parte de la comunidad. En estas elecciones, hay candidatos que se autodefinen como transgénero, homosexual y muxe, otro género reconocido dentro de la cultura zapoteca de Oaxaca, sur de México, que indica una persona a la que se le ha asignado individualmente el sexo masculino, pero que se viste y se comporta de una forma femenina.
En un país sacudido por una violencia política estructural que ya ha registrado sus picos de secuestros y desapariciones, y que además sirve como arma de chantaje para favorecer las políticas de seguridad deseadas por Washington frente a los intentos de cambio operados por Amlo, pesan los temas internacionales. Si se debilita el campo progresista, también se reducirá la pequeña brecha abierta por la elección de Obrador, sobre todo en lo que respecta a la posibilidad de un reinicio de las alianzas de solidaridad Sur-Sur.
El canciller de Mexico dijo que, como parte de la Organización de Estados Americanos México no prohibirá la presencia de observadores de la OEA en las elecciones del domingo, siempre que respeten las leyes y no actúen como lo hicieron durante las elecciones en Bolivia, donde favorecieron el golpe con denuncias de presunto e inexistente fraude por parte de Morales. Almagro ‑agregó el gobierno mexicano para aclarar las cosas- es el peor secretario general que tuvo la OEA.
En cuanto a las elecciones presidenciales en Perú, comencemos por retomar una frase de Lenin, reproducida en la web de Movadef, el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales, creado en Perú en 2009. Movadef es perseguido y criminalizado con numerosas operaciones represivas por tener entre sus objetivos también la liberación de las y los presos políticos del pasado conflicto armado. La frase de Lenin es la siguiente: “Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase”.
Pero, ¿cómo – se dirá – se empieza a hablar de elecciones en Perú partiendo del tema más espinoso que todos los candidatos de izquierda tratan de evitar como la peste?
Sí, absolutamente, porque el arma del chantaje con respecto al conflicto de clases del siglo pasado pesa como un peñasco sobre el futuro. Porque mientras la burguesía te obliga a usar su lenguaje, sus esquemas, sus paradigmas, haciéndote sentir inadecuado, anticuado, no apto para sentarte a la mesa con los «grandes» que lideran el sistema, ya ha apagado la chispa del cambio, ya te ha puesto en la valla, obligado a sentirte bajo tutela. Mientras está ocupado buscando la palabra adecuada, posiblemente de una marca estadounidense, ya ha sido planeado, cooptado, debilitado, en nombre, por supuesto, de la “paz y la democracia”: la paz de la tumba para el proletariado, cuando se le quita la dignidad y el derecho a rebelarse.
Y si la vacuna contra el virus del capitalismo no puede ser ni el esquematismo ni aislamiento demagógico en la «torre de marfil» de las “jusstas posiciones”, las que miran pasar todos los trenes sin tomar ninguno, seguramente identificar los intereses de estas o aquellas clases detrás del discurso que hegemoniza la llamada opinión pública internacional, es un antídoto de probada eficacia.
Ser capaz de recordar los muertos desafiando la damnatio memoriae contrasta la versión de la historia impuesta por los vencedores. Sirve para evitar que nos impongan «los héroes burgueses», que alaban la legalidad de un sistema injusto y feroz, un modelo de «democracia» que te mata con las manos limpias, quitandote la dignidad de una vida en la que trabajo, cultura salud , sean derechos y no privilegios.
Y para ello, comenzamos a hablar del Perú partiendo de los compañeros de Movadef, aunque sus propuestas no estén representadas por la campaña electoral. Es un movimiento de abogados, artistas, jóvenes, perseguido con allanamientos inútiles y costosos, que sirven para mantener el aparato de emergencia justificado por el llamado derecho penal del enemigo: el equivalente peruano del que existe aquí en Italia desde los años Setenta, y hoy actualizado en Francia, España por la Unión Europea de banqueros y grandes evasores de impuestos.
En Argentina, un dirigente de Movadef, Rolando Echarri Pareja, murió en circunstancias oscuras. Fue un militante de Sendero Luminoso, que sobrevivió a torturas y masacres en la cárcel hoy olvidados. Había obtenido la condición de refugiado político. Ciertamente, sin embargo, no vivió en lujos como lo hacen los supuestos perseguidos políticos de supuestas dictaduras como se califica al gobierno bolivariano de Maduro en Venezuela, sino en un refugio para personas sin hogar. Tenía sesenta años, le encontraron cables eléctricos en la mano, con los que se habría electrocutado, pero sus compañeros en Argentina quieren ver con claridad, mientras que recuerdan su lucha con un volante conmovedor.
Para captar los intereses de clase detrás de la propaganda, basta con leer un extenso artículo sobre las elecciones peruanas, publicado por El País, organismo encargado de elaborar y difundir la línea Washington en Europa. Es una gigantesca operación propagandística destinada a blanquear la figura de Keiko Fujimori, para convertirla en el baluarte de las derechas unidas contra el maestro Pedro Castillo, blanco de ataques absolutamente dignos del macartismo norteamericano en los años de Truman.
Por ello, esos mismos aparatos dispuestos a pedir la picota para los manifestantes o para los abogados de Movadef, consideran poca cosa las denuncias de malversación y asociación mafiosa que prevén treinta años de prisión para la señora Fujimori, quien ya cumplió 13 meses de carcel en 2018. Estamos hablando de la hija del dictador Alberto Fujmori, condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad y corrupción, a quien Keiko prometió amnistía. Amnistía para los poderosos, no para los movimientos populares. Claro, ¿verdad?
El artículo debe enmarcarse en cómo se las arregla para no llamar a las cosas por su nombre, desdibujando hechos y conceptos que sin duda indican la relevancia de lo que los manifestantes han gritado repetidamente en las calles: pedir una asamblea nacional constituyente frente a la abierta crisis de la democracia burguesa. En un país que ha cambiado 5 presidentes en 5 años – dice el artículo de paso – todos los electos desde 1985 han estado involucrados en casos de clientelismo y corrupción. Una observación que, sin embargo, solo sirve para minimizar las acusaciones y el pedigrí de Keiko Fujimori, y para enfatizar que, después de todos esos presidentes masculinos, ha llegado el momento de dejar lugar a una mujer.
Que esta mujer luego reclame el plan de esterilización forzosa impuesto por su padre como una normal herramienta de planificación familiar, y sea el equivalente a una tiburón hembra para las mujeres de los sectores populares, obviamente tiene poca trascendencia para la propaganda bélica, que en cambio se apropia, desde la derecha, del tema del balance historico y de la «reconciliación nacional». De hecho, el articulo resalta que el mea culpa público de Keiko ha sido muy elogiado por sus antiguos oponentes de derecha, tanto que esto la habría hecho llegar cara a cara con Castillo en las encuestas. Se releva que todos, absolutamente todos, fueron a escucharla para su cierre de campaña, todos los exponentes del gigantesco aparato político y mediático que se ha puesto en marcha para respaldar su supuesta remontada extraordinaria contra el maestro Castillo.
Evidentemente, al artículo no le falta una empalagosa descripción familiar de los hermanos Fujimori, y la pizca de color para decirnos que Keiko, cuando pidió perdón en Arequipa, vestía un traje beige. Sabemos que inmediatamente se apresuró a abrazar al señor Vargas Llosa y al golpista venezolano Leopoldo López, quien había venido desde Madrid para apoyarla. Al finalizar el acto ‑continúa el artículo- una voz femenina del público gritó: «Viva la mujer peruana». Se refería, por supuesto, a Keiko, porque – dice el periodista – en este momento no hay otra mujer en el Perú. Se da por sentado que las mujeres que luchan en los sectores populares, las peruanas afectadas por la crisis y el patriarcado, y que son la mayoría de la población, no cuentan.
El premio Nobel de Literatura Vargas Llosa, quien en las elecciones anteriores había invitado a votar en contra de Keiko Fujimori para apoyar a un candidato considerado más presentable, acompañó a la representante de Fuerza Popular en el mitin de clausura diciendo: «A todos los que hoy me llaman traidor preguntándome por qué apoyo a Keiko, respondo tres veces: «Keiko presidenta».
“¡Fujimori nunca más!”, Gritó en cambio la multitud de simpatizantes del representante de Perú Libre, Castillo, quien se ganó el apoyo de la candidata de centroizquierda Verónica Mendoza. Un plebiscito de desconfianza en la oligarquía de multitud de campesinos, indígenas, mujeres y representantes de esos sectores populares víctimas de las políticas neoliberales, que se tornaron más feroz ante la presencia de la pandemia, liderando el Perú la lista de los países más golpeados. Castillo propone un cambio de marcha basado en la reapropiación de recursos y la justicia social, y esto es insoportable para la derecha en un momento de fuerte conflicto en América Latina frente a las políticas de reinicio que propone el imperialismo estadounidense a nivel global.
Las investigaciones de Cuba, Nicaragua, Venezuela, pero también de periodistas estadounidenses como Ben Norton, que denuncian el uso del dinero de los contribuyentes para financiar medios de guerra en países odiados por Washington, muestran cómo desde Madrid está tomando forma una nueva internacional conservadora que tiene América Latina en su mira.
En Nicaragua – denunció Ben Norton – en 10 años la CIA, a través de la USAID, ha financiado a los medios de oposición con más de 12 millones de dólares, y ahora está tratando de entrometerse en las elecciones de noviembre. La desestabilización mediática es constante contra Cuba y Venezuela. La presencia de Leopoldo López, afincado en Madrid, habla por sí sola, al igual que la influencia de figuras como Vargas Llosa o el expresidente español José Aznar en la desestabilización organizadas por los think tanks occidentales.
Su ubicación de derecha o de extrema derecha no es un misterio, sin embargo, como sucedió en Italia en la década de 1970, en América Latina dudan en definirse como tales, prefiriendo confundir las aguas presentándose como «centro»: es decir, como una derecha moderna, antiautoritaria y democrática para hacernos olvidar la era de los golpes cívico-militares, que sin embargo siguen orquestando a través de organismos artificiales como el grupo de Lima o a través de ese verdadero ministerio de las colonias que es la OEA dirigida por Almagro.
Durante la presidencia de Trump, uno de sus principales asesores, Steve Bannon, intentó reunir a los grupos de extrema derecha latinoamericanos realizando un viaje especial a diferentes países. Ahora, como escribió el periodista Pedro Brieger, la iniciativa la retoma el partido español Vox, racista homofóbico con herencia franquista, que quiere afianzarse en Latinoamérica. Dos de sus figuras más conocidas acudieron a la toma de posesión del banquero Lasso como presidente en Ecuador para frenar ‑dijeron- el avance del comunismo en América Latina. Pretenden unir a la extrema derecha latinoamericana sobre la base de la Carta de Madrid, impulsada por su fundación Disenso. Un documento suscrito por varios partidos de la derecha latinoamericana e incluso europea. Entre los firmantes, el exjefe de gabinete de la golpista boliviana Janine Añez, Arturo Murillo, arrestado en Estados Unidos por numerosos delitos, el hijo de Jair Bolsonaro y la ex diputada de la extrema derecha venezolana María Corina Machado.
Personajes que ven incluso a los gobiernos progresistas más moderados como el argentino o el mexicano como humo en los ojos, y hacen todo lo posible para que no se consoliden. Todos, animando el lobby en el Parlamento europeo contra Venezuela y Cuba, y todos trabajando para apoyar abiertamente al gobierno narcoparamilitar de Duque y silenciar sus masacres contra el pueblo colombiano.