Eco­lo­gía social. Lo que comen y res­pi­ran los niños es tóxico

Por Redac­ción Boca​do​.lat, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 10 de agos­to de 2021.

Los agro­quí­mi­cos no son ino­cuos, dañan. La Socie­dad Argen­ti­na de Pedia­tría (SAP) publi­có un estu­dio que prue­ba lo noci­vos que son en el desa­rro­llo de los niños. Infor­me cru­cial por­que Argen­ti­na es un país agro­ex­por­ta­dor que en 20 años (des­de 1991 has­ta 2011) ha aumen­ta­do un 1.279% su uso de quí­mi­cos, según datos el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Tec­no­lo­gía Agro­pe­cua­ria (INTA). Tan solo en el año 2018 se uti­li­za­ron 525 millo­nes de kg/​l de her­bi­ci­das en nues­tros sue­los, en infor­ma­ción de la ONG Natu­ra­le­za de Derechos.

La fal­ta de esta­dís­ti­cas ofi­cia­les acer­ca de efec­tos de agro­tó­xi­cos en niños hace que la inves­ti­ga­ción de la SAP sea un hito sin pre­ce­den­tes, algo que mar­ca un antes y un des­pués en la pedia­tría. Según los auto­res, “si bien hay múl­ti­ples publi­ca­cio­nes que dan cuen­ta de diver­sos efec­tos per­ju­di­cia­les de los agro­quí­mi­cos sobre la salud, no dis­po­ne­mos en el ámbi­to pediá­tri­co nacio­nal de un docu­men­to que resu­ma los hallaz­gos sobre los efec­tos de los agro­tó­xi­cos en la pobla­ción infan­til ni abor­de esta pro­ble­má­ti­ca de modo integral”.

En su infor­me, la SAP advier­te que la salud infan­til está en ries­go por­que los agro­tó­xi­cos son capa­ces de gene­rar efec­tos tales como défi­cit de aten­ción, autis­mo e hiper­ac­ti­vi­dad, lle­gan­do inclu­so has­ta enfer­me­da­des neu­ro­de­ge­ne­ra­ti­vas, cán­cer hema­to­ló­gi­co y tumo­res sóli­dos. Alar­man­tes casos sobre los que poco se ha dicho, expli­ca el doc­tor Pablo Cafie­ro, Pedia­tra del Desa­rro­llo y Jefe de Clí­ni­ca del Ser­vi­cio de Clí­ni­cas Inter­dis­ci­pli­na­rias del Hos­pi­tal Garrahan, quien tra­ba­jó en la rea­li­za­ción del octa­vo capí­tu­lo del estu­dio. “Den­tro de los agen­tes más rele­van­tes por sus efec­tos en la salud huma­na se encuen­tran los agro­tó­xi­cos. Estos efec­tos han sido pobre­men­te defi­ni­dos y sub­es­ti­ma­dos, y en gene­ral, no se inclu­yen en los pro­gra­mas de ense­ñan­za for­ma­ción de gra­do y post grado.”

La inves­ti­ga­ción reco­rre a lo lar­go de 12 capí­tu­los un exhaus­ti­vo aná­li­sis de la inci­den­cia de tóxi­cos en los niños pero tam­bién en la tie­rra, apli­can­do una lec­tu­ra sis­té­mi­ca y mul­ti­dis­ci­pli­na­ria por­que par­ti­ci­pan inge­nie­ros, médi­cos y científicos.

A fines del 2018, la Rela­to­ra Espe­cial de ONU sobre el Dere­cho a la Ali­men­ta­ción reve­ló que el gli­fo­sa­to “se apli­ca indis­cri­mi­na­da­men­te en la Argen­ti­na, sin tener en cuen­ta la exis­ten­cia de escue­las o pue­blos en las cer­ca­nías”, pro­po­nien­do a la agro­eco­lo­gía como una solu­ción exi­to­sa y via­ble. Pero dejar de usar agro­quí­mi­cos pare­ce ser un tema tabú, algo inpen­sa­ble, mien­tras en otros paí­ses como Fran­cia o Méxi­co han imple­men­ta­do pro­yec­tos con el obje­ti­vo de redu­cir a cero el uso de tóxi­cos para el año 2035.

Medrar­do Ávi­la Váz­quez, médi­co pedia­tra, neo­na­tó­lo­go y docen­te, expli­ca en el sép­ti­mo capí­tu­lo del infor­me de SAP que los pue­blos cer­ca­nos a don­de se usan agro­tó­xi­cos están expues­tos a un ries­go preo­cu­pan­te. Por­que los pes­ti­ci­das, ya exa­mi­na­dos por la Agen­cia Inter­na­cio­nal de Inves­ti­ga­ción del Cán­cer de la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud, son en su mayo­ría can­ce­rí­ge­nos con dis­tin­tos nive­les de evidencia.

En Argen­ti­na el quí­mi­co más uti­li­za­do es el gli­fo­sa­to, acer­ca del cual dice Ávi­la Váz­quez: “Los estu­dios de geno­to­xi­ci­dad del gli­fo­sa­to enfa­ti­zan la ocu­rren­cia de daño en las cade­nas de ADN. Cuan­do el daño no pue­de repa­rar­se, cuan­do es irre­pa­ra­ble, esas célu­las no son eli­mi­na­das. Pue­den apa­re­cer y per­sis­tir muta­cio­nes celu­la­res que dan ori­gen a un lina­je autó­no­mo de célu­las sin con­trol, con­for­man­do el comien­zo de la bio­lo­gía mani­fies­ta del cáncer”.

El asma es uno de los efec­tos más recu­rren­tes de los quí­mi­cos en cues­tión. “La expo­si­ción a tóxi­cos ambien­ta­les pue­de expli­car la ten­den­cia en ascen­so de las tasas glo­ba­les de asma pues­to que la inves­ti­ga­ción epi­de­mio­ló­gi­ca ha corre­la­cio­na­do la expo­si­ción a sus­tan­cias quí­mi­cas ambien­ta­les como pes­ti­ci­das y otros con tasas cre­cien­tes de asma. Y prue­bas expe­ri­men­ta­les han docu­men­ta­do a algu­nos quí­mi­cos como agen­tes cau­sa­les capa­ces de pro­du­cir des­equi­li­brios inmu­no­ló­gi­cos carac­te­rís­ti­cos del asma” explica.

Den­tro del infor­me, en el sép­ti­mo capí­tu­lo, se expo­ne el caso de Mon­te Maíz, una ciu­dad del sur­es­te de la pro­vin­cia de Cór­do­ba. Allí, en 2014 miem­bros de la Red de Médi­cos de Pue­blos Fumi­ga­dos y docen­tes de la Facul­tad de Cien­cias Médi­cas de la UNC rea­li­za­ron un estu­dio a soli­ci­tud del inten­den­te de la loca­li­dad. Uti­li­za­ron la mis­ma meto­do­lo­gía que el Estu­dio Inter­na­cio­nal sobre Asma y Enfer­me­da­des Alér­gi­cas en Niños (ISAAC), y encon­tra­ron datos preo­cu­pan­tes: más de la mitad de los niños de 13 y 14 años de Mon­te Maíz debe usar bron­co dila­ta­do­res inha­la­dos. Es decir, alto ries­go de pade­cer asma por el sim­ple hecho de vivir en ese lugar.

María Gra­cia Calet­ti, pedia­tra nefró­lo­ga y con­sul­to­ra del Hos­pi­tal Garrahan, con­si­de­ra que el nue­vo estu­dio de la SAP, titu­la­do “Efec­to de los Agro­tó­xi­cos en la Salud Infan­til”, nació para cubrir una des­aten­di­da deu­da del Esta­do argen­tino con sus ciu­da­da­nos: fal­ta de leyes, incum­pli­mien­to de las exis­ten­tes, ausen­cia de per­so­nal de salud capa­ci­ta­do en el tema, fal­ta de con­cien­ti­za­ción de la pobla­ción y ausen­cia de regis­tros médi­cos y esta­dís­ti­cas, entre otros fac­to­res. La acti­vi­dad agro­pe­cua­ria, dice la doc­to­ra Calet­ti, “está imple­men­ta­da según cri­te­rios prin­ci­pal­men­te eco­nó­mi­cos, y encuen­tra al país con una serie de defi­cien­cias que impi­den el con­trol del uso de los agro­tó­xi­cos y así la pro­tec­ción de la salud de la población”.


Deta­lles de pri­me­ra mano

Igna­cio Bocles, médi­co y docen­te de la Cáte­dra de Embrio­lo­gía de la Facul­tad de Medi­ci­na de la UBA, se encar­gó del noveno capí­tu­lo del infor­me jun­to con el doc­tor Damián Mar­kov. Estu­dia­ron los efec­tos de los agro­tó­xi­cos en el desa­rro­llo embrio­na­rio y en el sis­te­ma ner­vio­so infan­til. En diá­lo­go con boca­do, Bocles ase­gu­ra que exis­te poca infor­ma­ción para pedia­tras en cuan­to a los daños que los pes­ti­ci­das gene­ran en el desa­rro­llo embrio­na­rio debi­do a una ópti­ca del tra­ba­jo: la medi­ci­na hos­pi­ta­lo­cén­tri­ca, cen­tra­da en diag­nós­ti­co y tra­ta­mien­to, olvi­da las causas.

“Fre­cuen­te­men­te pen­sar solo en el diag­nós­ti­co y el tra­ta­mien­to te hace mio­pe a una pro­ble­má­ti­ca mucho más rica”, dice y expli­ca que por eso el estu­dio no solo abor­da la cues­tión médi­ca, tam­bién otros espec­tros de un asun­to complejo.

Bocles afir­ma que hay mucho que aún no se sabe, y que el esce­na­rio es alta­men­te arduo. La car­ga de con­ta­mi­na­ción es en sí muy com­ple­ja, dice, ya que en el aire con­vi­ven inter­ac­cio­nes de muchos quí­mi­cos dis­tin­tos, y cada com­bi­na­ción en cada cuer­po gene­ra efec­tos dis­tin­tos. Al pre­gun­tar­le por qué esto afec­ta par­ti­cu­lar­men­te a los niños, el docen­te de embrio­lo­gía expli­ca: “En un niño hay muchas más chan­ces de gene­rar un daño cró­ni­co con el que car­ga­rá con él por el res­to de su vida”. Ello por­que en los pri­me­ros años de vida, mien­tras se con­fi­gu­ran impor­tan­tes herra­mien­tas del desa­rro­llo del menor, el niño pre­sen­ta una vul­ne­ra­bi­li­dad par­ti­cu­lar. Y así “los ele­men­tos que están en el ambien­te con­fi­gu­ran las posi­bi­li­da­des de desa­rro­llo en múl­ti­ples varia­bles. Eso aumen­ta la pro­ba­bi­li­dad de apa­ri­ción de enfer­me­da­des cró­ni­cas como dia­be­tes o hiper­ten­sión, la gene­ra­ción de alte­ra­cio­nes en la motri­ci­dad, o la afec­ción de regu­la­do­res hor­mo­na­les en el eje sexual o tiroi­deo, por ejemplo”.

Para ela­bo­rar la sec­ción de embrio­lo­gía que com­po­ne al capí­tu­lo el estu­dio se nutrió de mode­los ani­ma­les, así como de estu­dios hechos en huma­nos. “Uti­li­za­mos muchos mode­los ani­ma­les ya que la for­ma de enten­der estas ano­ma­lías con­gé­ni­tas o estos pro­ble­mas del desa­rro­llo es a tra­vés de un mode­lo muy con­tro­la­do”, expli­ca Bocles por­que ante la inser­ción de un agro­quí­mi­co en el espa­cio de los ani­ma­les los efec­tos son más fáci­les de evaluar. 

A un año y medio del pri­mer caso de COVID 19 se han difun­di­do nume­ro­sas esta­dís­ti­cas ofi­cia­les al res­pec­to. Sin embar­go, no hay esta­dís­ti­cas ofi­cia­les acer­ca de los efec­tos de los agro­quí­mi­cos des­de hace más de 20 de años. Con­sul­ta­do sobre esa fal­ta de infor­ma­ción, Bocles ase­gu­ra que la exis­ten­cia ‑o ausen­cia- de esta­dís­ti­cas tie­ne razo­nes cla­ras: “Si hay algo que la pan­de­mia demues­tra es que cuan­do la deci­sión de regis­trar acti­va y diná­mi­ca­men­te está, se eje­cu­ta fácil­men­te. La fal­ta de infor­ma­ción es una deci­sión polí­ti­ca”. Aten­der a los efec­tos de agro­tó­xi­cos resul­ta urgen­te por­que no es un tema de pocos, con­clu­ye el exper­to. “Todos noso­tros, pobla­ción urba­na y rural, esta­mos afec­ta­dos por estos mis­mos quí­mi­cos que lle­gan a nues­tros orga­nis­mos, y no tene­mos nin­gún poder de deci­sión al res­pec­to. No sabe­mos cuá­les son los ali­men­tos que más tóxi­cos tie­nen, y está fue­ra de la dis­cu­sión ins­ti­tu­cio­nal que deci­da­mos si se pro­du­ce así o no en nues­tro territorio”.

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *