Resumen Latinoamericano, 8 de septiembre de 2021
Son actualmente cinco los primeros territorios indígenas peruanos que se han autorreconocido como un Territorio de Vida, es decir, un TICCA. Con ello han impulsado proyectos que apuntan a fortalecer su gobernanza, a la vez que emprenden procesos para formar parte del registro TICCA, un reconocimiento internacional que pone el acento en el aporte de sus territorios y el rol de los pueblos indígenas a la conservación de la biodiversidad del planeta.
De acuerdo al reporte “Territorios de vida: Informe 2021”, a cargo del Consorcio TICCA, el 45 por ciento de las grandes áreas silvestres de la cuenca del Amazonas se encuentra en territorios indígenas, donde la tasa de deforestación es más baja y el riesgo de incendios forestales es menor, incluso que en las áreas protegidas por los estados.
La razón de ser de un TICCA (territorios y áreas conservadas por pueblos indígenas y comunidades locales) es que las decisiones y los esfuerzos del pueblo o de la comunidad conducen a la conservación de la biodiversidad, funciones ecológicas y los valores culturales asociados, independientemente de las motivaciones originales o primarias.
Y es que, a pocos días de realizarse la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, durante el Congreso Mundial de la Naturaleza o, en 2022, la próxima Conferencia de Partes (COP 15) de Biodiversidad, por fin están en agenda pública la conservación del planeta y sus actores protagónicos.
Todo está relacionado. Por ejemplo, nuestra calidad de alimentación depende de cómo cuidamos nuestro medio ambiente. Igualmente, la mitigación y adaptación a la inminente crisis climática en gran medida dependen de la conservación de territorios clave como los bosques amazónicos, donde habitan estos pueblos.
Entonces, es preciso decir que no se tomó en cuenta que los pueblos indígenas, defensores de estos territorios, con esta labor cobran la mayor importancia, pues sin ellos, los estados no se darían abasto para cuidar zonas que producen alimentos sanos y habría mayor contaminación ambiental al disminuir la biodiversidad a la velocidad actual en la que va.
A pesar de todo, los derechos de las poblaciones y comunidades indígenas solo han sido reconocidos formalmente en una pequeña porción de las tierras reclamadas. Gran parte de dichas áreas no están cubiertas por el estado y se rigen de forma autónoma por los pueblos indígenas, demostrando que son capaces de mantener la naturaleza fuera de los sistemas estatales formales.
Los TICCA iniciales en el Perú
Taller «Fortaleciendo la Gobernanza de los Territorios Conservados en la Amazonía Peruana», que dio lugar a la Declaración de Pachacamac (2018), marcando una hoja de ruta inicial para los TICCA en Perú. Imagen: Consorcio TICCA.
Si bien diversos pueblos indígenas en esencia calzan en la categoría TICCA, sus prácticas ancestrales los convierten en agentes fundamentales para la conservación desde mucho antes y más allá de cualquier denominación que ello pueda tener.
En el caso de los pueblos amazónicos peruanos, son hasta el momento cinco los territorios indígenas que han emprendido el camino de su reconocimiento como TICCA. Estos son:
Estos, como otros territorios amazónicos fuera de esta lista, coinciden con una visión de conservación de sus territorios, dentro de una convivencia en armonía con el medio ambiente para mejorar su propia calidad de vida.
Para ello conservan aún sus tradiciones ancestrales a través de lazos familiares, poseen mitos y leyendas que indican que tanto animales como plantas tienen espíritus al igual que los seres humanos, por lo que viven agradecidos con la naturaleza.
Se sienten en el deber de cuidar y respetar los tiempos de veda en caza, pesca y recolección, realizan reforestación; en general, evitan que nadie atente contra sus territorios conservados.
Sin embargo, pese a todo lo que están logrando, no cuentan con un decidido apoyo estatal, acentuando su vulnerabilidad a diversas presiones sobre sus territorios. La tala indiscriminada, la minería ilegal entre otras amenazas son combatidas persistentemente y con vehemencia por ellos mismos
Esta resistencia no sería posible sin la gobernanza que ellos ejercen en sus territorios. Esta realidad preocupante es reconocida desde el contexto internacional y desde el propio Consorcio TICCA.
Las primeras iniciativas TICCA
Ante ello, desde la iniciativa Apoyo Global a los TICCA (GSI), a través del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estos cinco territorios actualmente forman parte del proceso de «Autofortalecimiento de territorios y áreas conservadas por pueblos indígenas y comunidades locales (TICCA) emblemáticos en la Amazonía peruana».
Así, cada uno de ellos actualmente ejecuta proyectos en favor de la gobernanza indígena, tales como el fortalecimiento de los autogobiernos y naciones indígenas, liderazgos y capacitaciones comunales, seguridad jurídica y defensa del territorio, economía indígena, entre otros.
Cada una de estas iniciativas también aspira a un objetivo mayor: lograr el reconocimiento de los TICCA en los ámbitos local, nacional e internacional.
El GTANW, un sistema de vida
Imagen: GTANW
El GTANW representa a la nación Wampís y es uno de los territorios que calza en la categoría de TICCA. Con una extensión territorial de 1 327,760 hectáreas donde se asientan 22 comunidades, tiene alrededor de 15 300 habitantes. Se refieren a su territorio ancestral como Iña Wampisti Nunke.
Reconocidos como un territorio autónomo a nivel internacional, al amparo de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007 de las Naciones Unidas, cuenta con una red de aliados y goza del reconocimiento fáctico de muchas instituciones del estado.
Con su proyecto en favor de la gobernanza territorial del GTANW, apuntan a potenciar sus fortalezas ambientales, climáticas y sociales, encontrándose actualmente comprometidos en fortalecer su estrategia contra la crisis climática.
Los Wampís tienen como objetivos también mejorar su artesanía, perfeccionar la producción de plantas medicinales, piscigranjas y ampliar la exportación del plátano hacia Ecuador.
De otro lado uno de los logros más notables en defensa de su territorio fue en 2018. Luego de una acción coordinada y continua con las autoridades nacionales, los Wampis lograron expulsar la minería ilegal de oro instalada a lo largo del río Santiago. Conscientes de la posibilidad de retorno de estas mineras, la vigilancia sigue siendo permanente.
Imagen: Ore Media
Yurilamas y la vigilancia comunal
Imagen: Servindi
La comunidad nativa de Yurilamas, de origen Kichwa, priorizó en su proyecto la vigilancia y control comunal del territorio. Para ello impulsaron la conformación de un comité de vigilancia comunal.
Asimismo, desplegaron acciones de alinderamiento. Esto último especialmente porque los límites del territorio indígena se vieron presionados por invasiones, acentuadas durante la pandemia del COVID-19, así como el avance de la tala ilegal.
Imagen: CN Yurilamas.
Su economía de subsistencia se basa en la producción agrícola (sacha inchi, frejól, cacao, arroz y café), crianza y venta de animales como majaz, pero sólo caza para consumo. Su territorio abarca 31 mil hectáreas.
Son aproximadamente una población de 300 habitantes. Cabe señalar que, durante su proceso de consulta pública, el 100% de los comuneros estuvieron de acuerdo en autorreconocerse y registrarse como un TICCA.
Los riesgos de los límites de territorios Matsés
Imagen: Tui Anandi /Mike van Kruchten /Xapiri.
La Comunidad Nativa Matsés (Loreto), apostó por el fortalecimiento del liderazgo de sus autoridades representativas, es decir, su junta directiva y los representantes de sus respectivos anexos. Para ello, se fortalecieron capacitándose en temas administrativos para mejorar su nivel de gestión y su capacidad de negociación con agentes del Estado u otros actores.
Su territorio está titulado desde el 15 de julio de 1993 y cuentan con una ampliación del año 2012. Tiene un total de 512,796 hectáreas, lo que la convierte en la comunidad nativa titulada más grande del Perú.
Sus límites son, por el norte: Colonia Angamos, sur: Parque Nacional Sierra del Divisor, por el este: Brasil; y por el oeste: Reserva Nacional Matsés.
Imagen: Tui Anandi.
Junto a la comunidad Matsés, la organización Acaté Amazon Conservation trabajó estrechamente con ellos, embarcándose además en la preparación del expediente Matsés para su registro como TICCA.
Actualmente están desarrollando la última fase de su proyecto. El objetivo es aprovechar sosteniblemente productos forestales no maderables que generen ingresos económicos significativos a la comunidad y así disminuir la migración y depredación de su territorio al no existir más actividad económica que no fuera la madera.
La comunidad Matsés también debe lidiar con diversas presiones en sus territorios, tales como el temor por la construcción de la carretera “Genaro Herrera”, la cual generaría un impacto ambiental que expondría 500 mil hectáreas de bosque que alberga vida salvaje y especies en peligro de extinción, así como a pueblos indígenas no contactados.
Los pueblos indígenas Matsiguenka y Harakbut
En los casos de las comunidades indígenas en Madre de Dios: Territorio ancestral Harakbut y el Pueblo Indígena Matsiguenka, en ambas iniciativas se apuesta por el fortalecimiento de la identidad territorial a través de su autorreconocimiento como TICCA y promoviendo la discusión entre pueblos hacia una visión de territorios integrales.
Asimismo, también impulsan acciones para la seguridad jurídica hacia la consolidación territorial, así como en favor de la economía indígena, fortaleciendo sus capacidades para el uso de semillas como alternativa para la puesta en valor de los recursos naturales de la comunidad, además de crianza de peces para la seguridad alimentaria.
Las comunidades que conducen estos proyectos son Santa Rosa de Huacaria y Palotoa Teparo. Sin embargo, al primar una visión de territorios integrales, estas acciones se extienden a otras comunidades.
Durante el Congreso de la Nación Harakbut (febrero 2021) se aprobó la creación de la Nación Harakbut. Imagen: Coharyima.
Beneficios de los TICCA para los pueblos indígenas y comunidades locales
Sin embargo, no basta que dichos territorios indígenas reúnan las características de lo que se denomina un TICCA, el primer paso que deben dar es el de auto reconocerse como tal.
Este autorreconocimiento es el inicio de un proceso que culmina con su registro, un reconocimiento avalado además internacionalmente, y que conlleva ventajas como:
- Mayor reconocimiento que podría ayudar en la obtención de financiación y apoyo para acciones comunitarias.
- Promover la discusión y documentación de los TICCA, lo cual puede ayudar a las comunidades a apreciar los múltiples valores de sus territorios, mejorando la apreciación de sí mismas, fortaleciendo la solidaridad dentro de la comunidad y promoviendo la comunicación intergeneracional y el compromiso de los jóvenes.
- El proceso de registro puede desencadenar nuevas (o mejorar las actuales) dinámicas participativas, incluyendo un mayor compromiso de los jóvenes, lo cual puede beneficiar la gobernanza general de los TICCA.
- Aspectos de la información de los TICCA y de los conocimientos tradicionales que de otra forma podrían estar amenazados, pueden ser almacenados y protegidos.
- Es posible que registrando los TICCA en Base de Datos Mundial sobre Áreas Protegidas y en el Registro TICCA se contribuya a su seguridad, incluso al proporcionar una mayor visibilidad y legitimidad, o al mejorar el reconocimiento y el respeto por la tenencia de colectiva, la autodeterminación, los valores culturales locales y los derechos colectivos de los custodios.
- Beneficios potenciales del turismo debido a una mayor exposición (estos deben ser sopesados frente a los riesgos potenciales del turismo excesivo).
- Un sentido de solidaridad con otros TICCA.
Los registros TICCA
Luego del autorreconocimiento de los territorios como TICCA, un proceso hacia adentro de las comunidades y pueblos, lo que sigue es que este reconocimiento se extienda hacia el exterior. Para ello se puede aplicar el registro TICCA.
Este proceso incluye el reconocimiento entre pares, así como la recolección de una serie de datos para la conformación de un expediente que, al ser enviado con la información solicitada para ser evaluado, hará posible el reconocimiento oficial de dicho territorio como un TICCA.
Las comunidades custodias, tras un proceso de consulta interna, pueden enviar su información a la Base Mundial de Datos sobre Áreas Protegidas (WDPA), como también al Registro TICCA. El registro mundial TICCA es un mecanismo creado para crear conciencia de la importancia de las prácticas de conservación lideradas por pueblos indígenas.
Ambos contribuyen a hacer un seguimiento sobre los esfuerzos de conservación alrededor del mundo como a aumentar la cantidad de información respecto a la conservación liderada por pueblos indígenas y comunidades locales.
Embarcarse en el proceso de registrase también constituye una oportunidad para los pueblos indígenas de compartir información sobre sus TICCA.
Así contribuyen a una mejor comprensión de la magnitud global de áreas protegidas y conservadas, y a una mayor apreciación de las contribuciones de los TICCA a la conservación, así como los retos que se enfrentan en la defensa de sus territorios y formas de vida frente a diversas amenazas.
En el caso de los primeros TICCA amazónicos, luego de haberse autorreconocido como TICCA, han emprendido sus procesos de preparación de expedientes para registrase sea en la WDPA, como también al Registro TICCA.
El registro es un reconocimiento que, si bien no tiene un carácter vinculante, apunta a convertirse en una figura que refuerce la protección a los territorios indígenas de diversas amenazas desde las políticas públicas de los estados.
FUENTE: Servindi