Gua­te­ma­la. La comu­ni­dad como espa­cio de acción polí­ti­ca maya

Por Ste­ner Ekern*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de octu­bre de 2021.

Tex­to de la pre­sen­ta­ción que hizo el antro­pó­lo­go norue­go Ste­ner Ekern en el Con­ver­sa­to­rio La comu­ni­dad como espa­cio de acción polí­ti­ca indí­ge­na, lle­va­do a cabo el día16 de sep­tiem­bre de este año den­tro del ciclo Pue­blos indí­ge­nas y polí­ti­ca en Gua­te­ma­la: pro­pues­tas des­de los hechos y des­de las ideas, que orga­ni­zan Pren­sa Comu­ni­ta­ria, la Fun­da­ción María y Anto­nio Gou­baud y la Escue­la de Cien­cia Polí­ti­ca de la USAC. Con esta publi­ca­ción pre­ten­de­mos seguir con­tri­bu­yen­do al deba­te sobre la acción polí­ti­ca de los pue­blos indí­ge­nas en Guatemala

Intro­duc­ción

En las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de Gua­te­ma­la en 2019, la mujer maya mam Thel­ma Cabre­ra obtu­vo un 10,3 % de los votos, un por­cen­ta­je mucho más alto que cual­quier otro can­di­da­to indí­ge­na en la his­to­ria del país. Sin embar­go, su par­ti­do, Movi­mien­to para la Libe­ra­ción de los Pue­blos (MLP) igual que los otros par­ti­dos nacio­na­les de ins­pi­ra­ción maya o indí­ge­na, no superó el 5% de los votos. De tal for­ma, a pri­me­ra vis­ta, pare­cie­ra que los mayas, como mayas, están a pun­to de for­mar una fuer­za sig­ni­fi­ca­ti­va en la vida polí­ti­ca de este país mayo­ri­ta­ria­men­te indí­ge­na. Más espe­cí­fi­ca­men­te, en la polí­ti­ca nacio­nal elec­to­ral, pues en la polí­ti­ca a nivel local exis­ten ya varios ejem­plos de vic­to­rias elec­to­ra­les mayas (por ejem­plo, a tra­vés de los comi­tés cívicos).

Vis­to des­de Euro­pa, el hecho de que en Gua­te­ma­la la mayo­ría de la pobla­ción son mayas, mien­tras que no exis­ten fuer­zas elec­to­ra­les mayas sig­ni­fi­ca­ti­vas, lla­ma la aten­ción. En Euro­pa es común con­si­de­rar a las pobla­cio­nes indí­ge­nas como seg­men­tos de la pobla­ción nacio­nal per­te­ne­cien­tes a otra etnia (igual que una mino­ría) que, por con­se­cuen­cia, típi­ca­men­te esta­rán repre­sen­ta­das por uno o varios par­ti­dos en la polí­ti­ca nacio­nal. Esta mane­ra de infe­rir una corre­la­ción más o menos direc­ta entre etni­ci­dad y repre­sen­ta­ción polí­ti­ca es fre­cuen­te tam­bién en las cien­cias socia­les. En el caso de muchos paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos, la situa­ción es a la inver­sa: por lo gene­ral cuen­tan con repre­sen­ta­ción elec­to­ral de todas las ten­den­cias ideo­ló­gi­cas, des­de la izquier­da has­ta la dere­cha, tan típi­co de los esta­dos moder­nos, pero poca repre­sen­ta­ción que refle­je la diver­si­dad cul­tu­ral de sus paí­ses. Ade­más, la fal­ta de aten­ción a las carac­te­rís­ti­cas cul­tu­ra­les de gru­pos espe­cí­fi­cos sue­le estar acom­pa­ña­da por la idea de que, si votan los indí­ge­nas, lo hacen por igno­ran­cia o por­que son víc­ti­mas de manipulación.

Por tan­to, el fuer­te resul­ta­do que Thel­ma Cabre­ra obtu­vo en las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les gene­ró muchos comen­ta­rios, algu­nos de ellos (tal vez la mayo­ría, tan­to en Gua­te­ma­la como a nivel inter­na­cio­nal) hacien­do refe­ren­cia a su ideo­lo­gía izquier­dis­ta y de su par­ti­do, como par­te de un argu­men­to más amplio sobre posi­bles ajus­tes en el balan­ce entre la izquier­da y la dere­cha a nivel nacio­nal. Sin embar­go, tam­bién hubo refle­xio­nes más abier­tas sobre la influen­cia que los movi­mien­tos en la masa elec­to­ral maya ejer­cie­ron sobre tales resul­ta­dos. Hacia esa direc­ción tam­bién se orien­ta mi curio­si­dad. Me lla­mó mucho la aten­ción cuan­do, en un comen­ta­rio, detec­té el tér­mino ‘Gua­te­ma­la rurur­ba­na’. El argu­men­to del comen­ta­ris­ta en cues­tión era que, en varias zonas del país (por ejem­plo, en las par­tes más pobla­das del Occi­den­te), la mayo­ría de los mayas aho­ra vive en entor­nos semi­ur­ba­nos y se gana la vida como par­ti­ci­pan­tes en una eco­no­mía regio­nal de ser­vi­cios, pues bus­can una espe­cie de auto-repre­sen­ta­ción en la esfe­ra de la polí­ti­ca nacional.

Toto­ni­ca­pán como ejem­plo de comu­ni­dad y espa­cio de cam­bios políticos

El pro­pó­si­to de este artícu­lo es explo­rar, median­te un aná­li­sis de la situa­ción ‘dual’ del indí­ge­na maya de Gua­te­ma­la, la corre­la­ción que exis­te entre el sur­gi­mien­to de una Gua­te­ma­la maya ‘rurur­ba­na’ y el impul­so de nue­vos patro­nes elec­to­ra­les entre los mayas. Los mayas son, simul­tá­nea­men­te, miem­bros de dos comu­ni­da­des polí­ti­cas bas­tan­te dis­tin­tas cul­tu­ral­men­te: en pri­mer plano, la local y, en segun­do, la nacio­nal. Empie­zo con algu­nas defi­ni­cio­nes del con­cep­to de ‘comu­ni­dad’, toma­das de las cien­cias socia­les y del dere­cho. Como una mane­ra de cap­tar las par­ti­cu­la­ri­da­des de la cul­tu­ra maya a tra­vés de su his­to­ria, estu­dios sobre la comu­ni­dad maya (k’iche’: komon) han juga­do un papel impor­tan­te en la etno­gra­fía de esta región. Bas­ta pen­sar en el tra­ba­jo de Eric Wolf (1959), par­ti­cu­lar­men­te en su tesis de la ‘comu­ni­dad cor­po­ra­ti­va cerra­da’, basa­da en un aná­li­sis com­pa­ra­ti­vo de las comu­ni­da­des rura­les de Meso­amé­ri­ca y de Java. Es pues menes­ter seña­lar que, por todo el mun­do y en todas las épo­cas, los huma­nos viven sus vidas de for­mas que son tan­to colec­ti­vas como indi­vi­dua­les y, por tan­to, la natu­ra­le­za doble del humano es uni­ver­sal. En pala­bras del filó­so­fo prag­má­ti­co William James: “Sin la pro­tec­ción de la comu­ni­dad el indi­vi­duo mue­re. Pero sin la chis­pa del indi­vi­duo, la comu­ni­dad se disuelve.”

Segun­do, uti­li­za­ré mi etno­gra­fía de Toto­ni­ca­pán como mate­rial empí­ri­co para desa­rro­llar el argu­men­to sobre la ‘dua­li­dad’ de la polí­ti­ca maya. Con su fuer­te orga­ni­za­ción comu­ni­ta­ria, una eco­no­mía bas­tan­te diver­si­fi­ca­da y nive­les edu­ca­ti­vos rela­ti­va­men­te altos, tene­mos aquí una socie­dad bas­tan­te “desa­rro­lla­da” que es a la vez muy “maya”, es decir, cul­tu­ral­men­te fuer­te. La alcal­día indí­ge­na de Toto­ni­ca­pán, Los 48 Can­to­nes, con sus alcal­días comu­na­les en cada uno de los can­to­nes, sin duda se encuen­tra entre las ins­ti­tu­cio­nes mayas más fuer­tes del país.

De esta mane­ra, tene­mos acce­so direc­to a un espa­cio polí­ti­co emi­nen­te­men­te maya (k’iche’) para hacer una inves­ti­ga­ción empí­ri­ca de sus for­mas y ten­den­cias. Como vere­mos, tales carac­te­rís­ti­cas van enrai­zán­do­se en una comu­ni­dad terri­to­rial en la medi­da que esta agru­pa­ción huma­na se for­me como un komon a tra­vés de sus prác­ti­cas polí­ti­cas — o ‘cos­tum­bres’, como ellos mis­mos sue­len refe­rir al ejer­ci­cio de su gobierno local. Por lo gene­ral, en Toto­ni­ca­pán, la pala­bra ‘polí­ti­ca’ es uti­li­za­da para refe­rir­se a lo que pasa en la esfe­ra de la polí­ti­ca a nivel nacio­nal, es decir, don­de ope­ran ‘los polí­ti­cos’ y los ‘ladi­nos’ (his­pa­no­ha­blan­tes). En su pro­pio entorno, en el komon, ‘hacen gobierno’, y esta par­te de las vidas de los habi­tan­tes de Toto­ni­ca­pán per­te­ne­ce a otro espa­cio moral. Es cos­tum­bre, es su pro­pia cul­tu­ra (u kas­le­mal). Esta dua­li­dad de la cul­tu­ra polí­ti­ca en un mis­mo espa­cio es el pun­to cla­ve de mi argumento.

La hipó­te­sis es que, en la medi­da que los can­to­nes avan­cen — ‘avan­ce’ enten­di­do como se hace en Toto­ni­ca­pán, con ele­men­tos de desa­rro­llo eco­nó­mi­co y de refor­za­mien­to de las tra­di­cio­nes loca­les de auto­go­bierno — la Gua­te­ma­la maya desa­rro­lla­rá un espec­tro elec­to­ral pro­pio en los sitios don­de colin­dan (y se tras­la­pan) las dos comu­ni­da­des polí­ti­cas involucradas.

La comu­ni­dad como obje­to de estu­dio y mar­co analítico 

En las cien­cias socia­les, la ‘comu­ni­dad’ es una socie­dad deli­mi­ta­da, espe­cí­fi­ca, un con­te­ne­dor de vida social con lími­tes hacia afue­ra y cier­ta estruc­tu­ra inter­na. No es una sim­ple masa de huma­nos, sino un gru­po de per­so­nas con­si­de­ra­das en con­jun­to con sus rela­cio­nes entre si y sus fron­te­ras con otros gru­pos o comu­ni­da­des. Una mane­ra de cap­tar esa com­ple­ji­dad es ima­gi­nar­se a los indi­vi­duos no sólo con carac­te­rís­ti­cas úni­cas e indi­vi­dua­les, sino tam­bién como el cúmu­lo de rela­cio­nes en las que siem­pre están inmer­sos. Con­sis­ti­mos los huma­nos de un ‘yo’ indi­vi­dual y de un ‘yo’ colec­ti­vo. Somos seres cul­tu­ra­les que nos for­ma­mos a tra­vés de la par­ti­ci­pa­ción en un gru­po (comen­zan­do por la fami­lia y siguien­do en gru­pos cada vez más amplios y espe­cia­li­za­dos). La socio­lo­gía y la antro­po­lo­gía han dedi­ca­do mucho tiem­po a enten­der cuál es ese “medio social” que nos envuel­ve al mis­mo tiem­po que nos sepa­ra del vecino o del “otro”. Popu­lar­men­te, a este medio se le lla­ma ‘cul­tu­ra’, que, al ser usa­do como deno­mi­na­dor, de una mane­ra mis­te­rio­sa apa­re­ce como par­te tan­to de la natu­ra­le­za del yo como del otro. Ade­más, debe seña­lar­se que este cúmu­lo de rela­cio­nes e inter­pre­ta­cio­nes no sola­men­te se for­ma alre­de­dor de las prác­ti­cas que unen a un gru­po de pobla­do­res con un terri­to­rio geo­grá­fi­co, sino tam­bién alre­de­dor de cual­quier prác­ti­ca social, por ejem­plo, las dis­tin­tas profesiones.

Los cien­tí­fi­cos socia­les han uti­li­za­do el fenó­meno de la agen­cia indi­vi­dual, ejer­ci­da por los huma­nos siem­pre den­tro de una comu­ni­dad espe­cí­fi­ca, para ana­li­zar la vida social. De otra for­ma sería impo­si­ble enten­der­lo. Como Geertz (1973) lo for­mu­ló: “Los seres huma­nos son los úni­cos seres que viven den­tro de una tela­ra­ña de sen­ti­dos, resul­ta­do de su pro­pio tra­ba­jo”. Los fun­da­do­res de la socio­lo­gía (Tõn­nies, Weber, Marx, Durkheim) se per­ca­ta­ron de que entre las comu­ni­da­des exis­tían algu­nas dife­ren­cias bas­tan­te cons­tan­tes, por ejem­plo, entre socie­da­des de tipo ‘gemeins­chaft’ y de tipo ‘gesells­chaft’, o ‘soli­da­ri­dad mecá­ni­ca’ con­tras­ta­da con ‘soli­da­ri­dad orgá­ni­ca.’ Los pri­me­ros con­ta­ban con miem­bros (uni­da­des domés­ti­cas) igua­les, pero tam­bién reem­pla­za­bles (como en un peque­ño pue­blo de cam­pe­si­nos, sin mucha espe­cia­li­za­ción eco­nó­mi­ca entre las fami­lias), mien­tras que los segun­dos con­ta­ban con miem­bros ejer­cien­do dis­tin­tas fun­cio­nes den­tro un con­jun­to social más gran­de, des­igua­les, pero mutua­men­te soli­da­rios. Es fácil reco­no­cer en esta com­pa­ra­ción al cam­po y la fábri­ca, o para ampliar la pers­pec­ti­va, a la comu­ni­dad indí­ge­na y la nación moderna.

En las cien­cias jurí­di­cas, de igual mane­ra, se habla y se teo­ri­za sobre el desa­rro­llo de los sis­te­mas lega­les que pre­ten­den ser uni­ver­sa­les, por ejem­plo, el sis­te­ma inter­na­cio­nal de los dere­chos huma­nos. Por todo el mun­do exis­ten deba­tes sobre las dis­tin­cio­nes entre las dife­ren­tes tra­di­cio­nes jurí­di­cas. La mayo­ría de las nacio­nes-esta­dos moder­nos pre­ten­den regu­lar sus terri­to­rios o espa­cios socia­les a tra­vés de un sis­te­ma úni­co y cohe­ren­te (que refle­je su visión de sí mis­mos como una sola comu­ni­dad). Sin embar­go, en la prác­ti­ca, todas las uni­da­des polí­ti­cas nacio­na­les de hecho son con­jun­tos de comu­ni­da­des, exis­tien­do en muchos nive­les y for­ma­das alre­de­dor de varias prác­ti­cas. Tene­mos, por ejem­plo, un códi­go labo­ral y una juris­dic­ción indí­ge­na vivien­do lado a lado y den­tro de una mis­ma nación-esta­do. De tal for­ma, habla­mos de plu­ra­lis­mo legal y situa­cio­nes de inter­le­ga­li­dad para mejor cap­tar la dife­ren­cia entre las dis­tin­tas prác­ti­cas regu­la­do­ras. En Toto­ni­ca­pán, la expe­rien­cia de inter­le­ga­li­dad es coti­dia­na, pues­to que cada indi­vi­duo vive den­tro de lega­li­da­des que ema­nan tan­to del esta­do gua­te­mal­te­co como de la auto­ri­dad comunal.

Cua­tro tipos de comu­ni­dad en Totonicapán

A tra­vés de mis años estu­dian­do la polí­ti­ca de la alcal­día indí­ge­na de Toto­ni­ca­pán, tan­to en su nivel más alto – don­de los alcal­des comu­na­les de cada can­tón coope­ran para for­mar una polí­ti­ca exter­na vis-a-vis la muni­ci­pa­li­dad y el esta­do – como en su nivel más bajo, he logra­do acu­mu­lar una pers­pec­ti­va com­pa­ra­ti­va de los 48 can­to­nes indi­vi­dua­les, con sus seme­jan­zas y sus disi­mi­li­tu­des. Sí, son ramas de un mis­mo árbol, hijos de la mis­ma fami­lia, pero tam­bién guar­dan cui­da­do­sa­men­te su auto­no­mía. Con fre­cuen­cia hay con­flic­tos inter-can­to­na­les, en los cua­les Los 48 Can­to­nes — que no es más que una asam­blea per­ma­nen­te de los alcal­des can­to­na­les, reu­nién­do­se cada 15 días — vaci­lan mucho antes de par­ti­ci­par. Por otro lado, tien­den a seguir el mis­mo patrón de desa­rro­llo his­tó­ri­co y se enfren­tan con las mis­mas auto­ri­da­des ladi­nas (muni­ci­pa­les y esta­ta­les) y a los mis­mos retos en el fren­te interno, por ejem­plo, res­pon­dien­do a la moder­ni­dad en for­ma de deman­das por agua pota­ble, luz, escue­las y el decre­cien­te res­pe­to social mani­fes­ta­do en des­or­den y delin­cuen­cia juvenil.

Tomo el con­cep­to local de ‘avan­ce’ como pun­to de par­ti­da, espe­cí­fi­ca­men­te la prác­ti­ca local de dife­ren­ciar entre can­to­nes fuer­tes y débi­les. Dicha dife­ren­cia­ción está basa­da en la medi­ción de dos dis­tin­tos ejes: uno de ‘moder­ni­dad’ o desa­rro­llo socio-eco­nó­mi­co, y otro de ‘fuer­za’ o empu­je de su gobierno (el alcal­de y su equi­po). Yo he dise­ña­do un cua­dro con cua­tro rubros para ana­li­zar a la comu­ni­dad k’iche’ toto­ni­ca­pen­se. La idea es cap­tar algu­nas líneas his­tó­ri­cas emer­gen­tes en la cul­tu­ra polí­ti­ca maya, que, en este artícu­lo, nos pue­den apo­yar a enten­der no sólo la polí­ti­ca inter­na de los can­to­nes, sino la polí­ti­ca maya en el espa­cio nacional.

Aglo­me­ro a los 48 Can­to­nes en cua­tro categorías:

1 Moderno y fuer­te, por ejem­plo, Nima­sac, Cho­ta­caj y Chua­noj. Estos can­to­nes cuen­tan con bas­tan­te diver­si­fi­ca­ción eco­nó­mi­ca, fuer­te pre­sen­cia de pro­fe­sio­nis­tas e indus­tria arte­sa­nal y una gran can­ti­dad de comi­tés de desa­rro­llo que, a su vez, están bajo un estric­to con­trol de la alcal­día comu­nal. La par­ti­ci­pa­ción en las fae­nas es alta y las acti­vi­da­des son bien organizadas.

2 Moderno y débil, por ejem­plo, Jucha­nep y Chi­yax. Igual que con la cate­go­ría 1, éstos son can­to­nes bas­tan­te ricos y con bue­na infra­es­truc­tu­ra (nume­ro­sos pic­kups cir­cu­lan­do por carre­te­ras pavi­men­ta­das), sin embar­go, los muchos comi­tés tra­ba­jan de for­ma des­or­de­na­da, y sus gobier­nos can­to­na­les care­cen de poder con­vo­ca­to­rio y del res­pe­to nece­sa­rio para resol­ver dispu­tas. La par­ti­ci­pa­ción es baja y errática.

3 Con­ser­va­dor y fuer­te, por ejem­plo, Chi­men­te. Cuen­tan con una alcal­día comu­nal con gran poder con­vo­ca­to­rio y son bas­tan­te tra­di­cio­na­lis­tas en el cam­po de la vida social. Con­ser­van las vie­jas estruc­tu­ras polí­ti­cas con con­se­jos de ancia­nos y res­trin­gi­da pre­sen­cia de la mujer. Eco­nó­mi­ca­men­te pre­do­mi­na la agri­cul­tu­ra y el nivel de esco­la­ri­dad es baja. Poca pre­sen­cia de comi­tés de desarrollo.

4 Con­ser­va­dor y débil, por ejem­plo, Quiac­quix y Pan­quix. Son luga­res tra­di­cio­na­lis­tas y frag­men­ta­dos. La alcal­día comu­nal tie­ne poco poder de con­vo­ca­to­ria, el alcal­de se ve obli­ga­do a suje­tar­se a la pala­bra de los ancia­nos y res­pe­tar la inde­pen­den­cia de los dis­tin­tos cla­nes en sus diver­sos terri­to­rios (para­jes). Poca pre­sen­cia de comi­tés y bas­tan­te pobreza.

La pri­me­ra inves­ti­ga­ción que hice en Toto­ni­ca­pán entre los años 1999 y 2011 se enfo­ca­ba en un mar­ca­do cam­bio en la for­ma de tra­ba­jo de las auto­ri­da­des en los can­to­nes, es decir, en su mane­ra de auto­go­ber­nar­se como comu­ni­da­des k’iche’s. Obser­vé la lla­ma­da “caí­da de los prin­ci­pa­les”. En Toto­ni­ca­pán, exis­te una corre­la­ción bas­tan­te fuer­te entre el gra­do de moder­ni­dad (desa­rro­llo socio-eco­nó­mi­co) y la pre­emi­nen­cia de los alcal­des comu­na­les (enton­ces lla­ma­dos ‘auxi­lia­res’), ele­gi­dos en asam­bleas gene­ra­les. El gobierno de los alcal­des (otro­ra asis­ten­tes de los prin­ci­pa­les) sur­gió a cos­to del gobierno de los prin­ci­pa­les, quie­nes ejer­cían un poder aris­tó­cra­ta enrai­za­do en una cos­mo­vi­sión maya. El resul­ta­do fue el estu­dio de un pro­ce­so de cam­bio en la polí­ti­ca comu­ni­ta­ria maya, des­de una for­ma tra­di­cio­nal y jerár­qui­ca, ancla­da en con­cep­tos como res­pe­to, obe­dien­cia, y com­ple­men­ta­ri­dad, bas­tan­te cerra­da, hacia for­mas más demo­crá­ti­cas, basa­das en una idea de la sobe­ra­nía de todos los hijos del can­tón, la reci­pro­ci­dad entre todos los veci­nos y un deseo por supe­rar­se tan­to indi­vi­dual­men­te como conjuntamente.

Esta refor­ma fácil­men­te se refle­ja en el pri­me­ro de los dos ejes que cons­truí para com­pren­der por qué, por ejem­plo, los loca­les se refe­rían con tan­ta fre­cuen­cia a Nima­sac como el can­tón ‘más avan­za­do’ de los 48. Lo que me cos­tó enten­der fue el papel del fac­tor cul­tu­ral — o de ‘cos­tum­bre’ — en expli­car el éxi­to de este can­tón bas­tan­te urba­ni­za­do ya en 1990. El con­tras­te con Jucha­nep, igual­men­te urba­ni­za­do y pro­ba­ble­men­te más rico y edu­ca­do, pero muy frag­men­ta­do, me pro­veía con las cla­ves para enten­der el rol tan impor­tan­te que la cohe­sión social del can­tón y la fir­me­za de la auto­ri­dad juga­ron para for­jar una comu­ni­dad fuer­te. La legi­ti­mi­dad polí­ti­ca resi­de en el pro­ce­so tan­to como en los resul­ta­dos materiales.

Una segun­da lec­ción a tener pre­sen­te para enten­der la for­ma en que la cul­tu­ra polí­ti­ca maya con­tras­ta fuer­te­men­te con la cul­tu­ra polí­ti­ca nacio­nal es el hecho de que, a nivel de los 48, no exis­te nin­gu­na comu­ni­dad polí­ti­ca simi­lar a la comu­ni­dad can­to­nal. El poder con­vo­ca­to­rio de los 48 real­men­te es muy limi­ta­do y sólo apli­ca­ble a asun­tos que invo­lu­cren con­flic­tos a cor­to pla­zo con un enemi­go común y visi­ble, como es el caso del Esta­do gua­te­mal­te­co. No sir­ve para impul­sar refor­mas de gobierno como ha suce­di­do en el nivel infe­rior. Poner en for­ma escri­ta ‘las con­sig­nas’, es decir las nor­mas y las prác­ti­cas de las alcal­días comu­na­les, como vie­nen hacien­do en unos diez can­to­nes duran­te los últi­mos diez años, es un ejer­ci­cio estric­ta­men­te interno. No se com­par­te con nadie a ries­go de per­der la legi­ti­mi­dad que resi­de en anclar el pro­ce­so en ‘lo nuestro’.

Elec­cio­nes en dos comu­ni­da­des: la Gua­te­ma­la maya y la Gua­te­ma­la republicana 

Con esta cate­go­ri­za­ción en la men­te, el pró­xi­mo paso en ana­li­zar las pau­tas elec­to­ra­les en Toto­ni­ca­pán sería com­pa­rar los resul­ta­dos, par­ti­do por par­ti­do, en cada cate­go­ría de can­to­nes. Se podría espe­rar, por ejem­plo, una pre­sen­cia más fuer­te de can­di­da­tos mayas en los can­to­nes fuer­tes y moder­nos, y en los can­to­nes más tra­di­cio­na­les, resul­ta­dos favo­ra­bles a los par­ti­dos más con­ser­va­do­res y auto­ri­ta­rios. Sin embar­go, en Gua­te­ma­la no se publi­can los resul­ta­dos a nivel can­to­nal, sino sola­men­te res­pec­to a los nive­les muni­ci­pa­les y depar­ta­men­ta­les (tam­po­co son con­ta­dos can­tón por can­tón, sino por mesas ubi­ca­das en el cen­tro municipal).

En todo caso, lo que la gen­te ve en la bole­ta elec­to­ral son los nom­bres de los can­di­da­tos a ser pre­si­den­te y en los comen­ta­rios que se oyen en la calle son pre­ci­sa­men­te los nom­bres de los líde­res que se des­ta­can. Ade­más, en las elec­cio­nes legis­la­ti­vas a nivel muni­ci­pal y depar­ta­men­tal, son más cons­tan­tes los nom­bres de las per­so­nas que los nom­bres de los par­ti­dos. El gra­do de per­so­na­li­za­ción de la polí­ti­ca nacio­nal y la debi­li­dad ins­ti­tu­cio­nal de los par­ti­dos en Gua­te­ma­la es abru­ma­dor. Des­de hace 40 años, y como par­te del pro­ce­so de paz acom­pa­ña­do por una plé­to­ra de agen­cias de coope­ra­ción para el desa­rro­llo de la socie­dad inter­na­cio­nal, se ha inten­ta­do pro­mo­ver, aun­que sin éxi­to, la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de un sis­te­ma demo­crá­ti­co con par­ti­dos esta­bles. De hecho, la polí­ti­ca nacio­nal gua­te­mal­te­ca ope­ra como una enor­me lava­do­ra de dine­ro e inter­cam­bio de trá­fi­co de influen­cias. Los par­ti­dos son los vehícu­los de per­so­na­jes ambi­cio­sos para ganar­se un lugar favo­re­ci­do en estos nego­cios. En Toto­ni­ca­pán, en las elec­cio­nes de 2015, un lugar segu­ro en el futu­ro gru­po de con­gre­sis­tas del depar­ta­men­to de Toto­ni­ca­pán valía 3,5 millo­nes de quetzales.

Esta últi­ma cifra es ‘el pre­cio de la casi­lla’. Lo que obser­vo en Toto­ni­ca­pán es que ese cálcu­lo es poco con­tro­ver­ti­do. A mayor dis­tan­cia de los círcu­los más edu­ca­dos y urba­ni­za­dos, menos cíni­co e inmo­ral pare­cie­ra ser. En reali­dad, el voto ‘mani­pu­la­do’ es un voto lógi­co y racio­nal, por­que es la mejor mane­ra de ges­tio­nar pro­yec­tos de desa­rro­llo en bene­fi­cio de ‘noso­tros’ los de ‘nues­tro can­tón’. La polí­ti­ca es algo que le per­te­ne­ce a la esfe­ra ladi­na, don­de se sitúa la comu­ni­dad nacio­nal, y allí pre­va­le­ce otra lógi­ca. En esta esfe­ra, las acti­vi­da­des socia­les son sucias, así que es mejor no ‘con­ta­giar­se’ y mucho menos ‘man­char­nos’ como comunidad.

En las elec­cio­nes can­to­na­les, que son par­te de una reno­va­ción anual com­ple­ta de las auto­ri­da­des que, sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te, inclu­ye una ins­pec­ción de los man­da­to­rios entran­tes y salien­tes de los lími­tes terri­to­ria­les y los bie­nes del can­tón, el pun­to es ele­gir al hom­bre más apto (des­con­tan­do algu­nas pocas muje­res en los can­to­nes más fuer­tes; la gen­te razo­na en tér­mi­nos de pare­jas casa­das). Pero allí ter­mi­na la seme­jan­za con la demo­cra­cia nacio­nal. Ante la asam­blea gene­ral, los can­di­da­tos se pre­sen­tan con su equi­po y la eti­que­ta les prohí­be ser dema­sia­do ambi­cio­sos per­so­nal­men­te. No pro­me­ten cosas, sino enu­me­ran sus tra­ba­jos ante­rio­res, espe­cí­fi­ca­men­te los car­gos ya ser­vi­dos. La alcal­día es bien ins­ti­tu­cio­na­li­za­da y el ser alcal­de es ser­vir a la pobla­ción de la comu­ni­dad. Es asu­mir su k’axk’ol, es decir, “la pena” que es dedi­car­se a tiem­po com­ple­to a la defen­sa del can­tón, sin hono­ra­rio alguno. La dis­cu­sión en la asam­blea se cen­tra en las cua­li­fi­ca­cio­nes per­so­na­les de los can­di­da­tos, sobre todo su con­fia­bi­li­dad, y en los resul­ta­dos obte­ni­dos en car­gos meno­res que hubie­sen osten­ta­do en el can­tón. Ejem­plos de dema­sia­da cola­bo­ra­ción con los sec­to­res ladi­nos son más bien un fac­tor nega­ti­vo y de eso no se habla abiertamente.

Es ten­ta­dor sim­ple­men­te afir­mar que el con­tras­te moral entre las prác­ti­cas polí­ti­cas k’iche’s y ladi­nas no podría ser más gran­de. Por un lado, un sis­te­ma meri­to­rio y suje­to a un con­trol social colec­ti­vo níti­do. Por el otro, un sis­te­ma alta­men­te per­so­na­li­za­do y con poco con­trol social (el pre­cio de la casi­lla nun­ca es dis­cu­ti­do públi­ca­men­te). En tér­mi­nos de las cien­cias socia­les, el pri­me­ro es fuer­te­men­te ins­ti­tu­cio­na­li­za­do, con la fuer­za de la cul­tu­ra. El segun­do es des­or­de­na­do y poco visi­ble, y tam­bién corrup­to, dado la débil fuer­za de las leyes que rigen a la comu­ni­dad nacional.

Con­clu­sión: Vis­lum­bran­do una comu­ni­dad nacio­nal maya

El pun­to de hacer esta com­pa­ra­ción entre sis­te­mas dis­tin­tos y des­igua­les no es hacer un balan­ce moral o de efi­cien­cia polí­ti­ca, sino ana­li­zar la for­ma en que inter­ac­túan. En este con­tex­to, el éxi­to elec­to­ral de Thel­ma Cabre­ra es evi­den­cia de una pre­sen­cia maya más fuer­te en la polí­ti­ca gua­te­mal­te­ca. En lo siguien­te uti­li­za­ré algu­nos de los ele­men­tos fun­da­men­ta­les para enten­der la for­ma­ción de los gru­pos, con iden­ti­dad pro­pia y dura­de­ra, que repa­sa­mos arri­ba. En len­gua­je coti­diano nos refe­ri­mos a tales gru­pos como ‘cul­tu­ras’ o ‘comu­ni­da­des’.

En las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de 2019, el par­ti­do de Thel­ma Cabre­ra, MLP, ganó en la pri­me­ra vuel­ta en los depar­ta­men­tos de Toto­ni­ca­pán, Solo­lá y Chi­mal­te­nan­go, o sea, los depar­ta­men­tos con la pre­sen­cia maya (k’iche’ y kaq­chi­kel) más fuer­te del país. El otro par­ti­do de ten­den­cia indi­ge­nis­ta o maya, Winaq, no ganó en nin­guno. En las elec­cio­nes legis­la­ti­vas, el MLP sólo ganó un esca­ño, pero en la lis­ta nacio­nal (que suple­men­ta las lis­tas depar­ta­men­ta­les para dar­le más opor­tu­ni­dad a los par­ti­dos peque­ños), Winaq ganó cua­tro esca­ños: uno por lis­ta­do nacio­nal y los otros tres todos de los depar­ta­men­tos más urba­ni­za­dos del país (es decir, la capi­tal, él del área colin­dan­te y la segun­da ciu­dad, Quetzal­te­nan­go). Dicho de otra for­ma, el apo­yo popu­lar a los par­ti­dos mayas se con­cen­tra en las zonas urba­nas. Le excep­ción es el apo­yo para la pos­tu­ra pre­si­den­cial de Thel­ma Alda­na (y no por su par­ti­do). Los votan­tes de Toto­ni­ca­pán optan por otros par­ti­dos y can­di­da­tos cuan­do se tra­ta de ele­gir a alcal­des y diputados.

Des­afor­tu­na­da­me­ne, no hay datos para seguir el argu­men­to de urba­ni­dad con más deta­lle, por ejem­plo, a tra­vés de com­pa­ra­cio­nes entre los can­to­nes de Toto­ni­ca­pán. Lo que tene­mos son tres ten­den­cias: Que una per­so­na maya ten­drá más atrac­ción para los votan­tes que un par­ti­do maya, que una atrac­ción a lo maya es más fuer­te en las zonas urba­nas y que los votos mayas se dis­tri­bu­yen con­for­me al gra­do de urba­ni­za­ción y moder­ni­dad. Este últi­mo fac­tor pue­de enten­der­se como un coro­la­rio al gra­do de pre­sen­cia de los ser­vi­cios bási­cos esta­ta­les como edu­ca­ción, salud y comu­ni­ca­cio­nes. Un resi­den­te del can­tón de Pax­to­cá — moderno y fuer­te— natu­ral­men­te vive en un mun­do bas­tan­te dis­tin­to al de su her­mano maya en una comu­ni­dad rural de una zona leja­na en Alta Vera­paz. En el mun­do del últi­mo, la pre­sen­cia del esta­do es míni­ma y los veci­nos poco par­ti­ci­pan en la eco­no­mía nacional.

En otras pala­bras, lo que pro­du­ce la iden­ti­dad comu­ni­ta­ria para el maya varía con­for­me al gra­do de expo­si­ción a la ‘cul­tu­ra moder­na’ de la repú­bli­ca nacio­nal y a la fuer­za de la cul­tu­ra local (dicho de otra mane­ra: la resi­lien­cia o resis­ten­cia inter­na de las estruc­tu­ras de auto­go­bierno del can­tón). Uti­li­zan­do la ima­gen de la per­so­na como tam­bién com­pues­ta de un ´yo´ colec­ti­vo que envuel­ve al indi­vi­dual, don­de cir­cu­lan las ideas que regu­lan el reper­to­rio de posi­bles mane­ras de rela­cio­nar­se con los dis­tin­tos gru­pos exter­nos, vemos que vivir en Toto­ni­ca­pán es vivir de mane­ra más inte­gra­da con el pul­so de la vida nacio­nal. Es más fácil ima­gi­nar­se como un ‘maya’ (que es una iden­ti­dad gene­ral y vin­cu­la­da con las esfe­ras más altas y abs­trac­tas de la socie­dad) cuan­do tu vecino es due­ño de una empre­sa con ven­tas por toda la región y tus hijos estu­dian en un cen­tro urbano, que cuan­do tu mun­do social ente­ro con­sis­te de tus veci­nos en la mis­ma uni­dad territorial.

Reco­no­ce­mos en este argu­men­to el vie­jo razo­na­mien­to de un pro­ce­so de cam­bio que va de la comu­ni­dad cerra­da a la socie­dad de masas. Lo atí­pi­co de Toto­ni­ca­pán y la Gua­te­ma­la maya es, pien­so yo, el gra­do de fuer­za o resis­ten­cia que aún posee la ins­ti­tu­ción de la alcal­día indí­ge­na. Evi­den­te­men­te es sos­te­ni­da por prác­ti­cas polí­ti­cas pres­ti­gio­sas, que, aun así, poco a poco se van entre­te­jien­do con las prác­ti­cas polí­ti­cas nacio­na­les. Y eso es lo que está pasan­do en Toto­ni­ca­pán: es una refor­ma polí­ti­co-cul­tu­ral, des­de un gobierno geron­to­crá­ti­co a uno de cor­te demo­crá­ti­co. En este pro­ce­so, la legis­la­ción inter­na­cio­nal de los dere­chos huma­nos es el mejor alia­do de los mayas cos­mo­po­li­tas, ya que res­pal­da la for­ma­ción de su yo colec­ti­vo fren­te al del Esta­do. Con a un esta­do nacio­nal cada vez más débil, suje­to a polí­ti­cas per­so­na­lis­tas incom­pa­ti­bles con la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción que requie­re la demo­cra­cia, lo que com­pli­ca este desa­rro­llo es la corre­la­ción entre la polí­ti­ca corrup­ta nacio­nal y la polí­ti­ca per­so­na­lis­ta de la vie­ja polí­ti­ca maya. El voto para el líder que ofre­ce más pue­de ser cons­truc­ti­vo en una comu­ni­dad con lin­de­ros fuer­tes y una iden­ti­dad cla­ra. En una comu­ni­dad abier­ta, sin un sis­te­ma jurí­di­co ancla­do a una comu­ni­dad cla­ra­men­te visi­ble, el voto a quién pro­me­te más es veneno.

* Cen­tro Norue­go de Dere­chos Huma­nos, Uni­ver­si­dad de Oslo, Noruega

Fuen­te: Pren­sa comunitaria

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *