Pales­ti­na. Tem­po­ra­da de olivos

Por Jezi­ret Gallar­do, Resu­men Medio Orien­te, 15 de octu­bre de 2021-.

Si uno mira el pai­sa­je pales­tino, su vis­ta se cru­za­rá indu­da­ble­men­te con los árbo­les de oli­vo, árbo­les ances­tra­les de los que se cose­cha la acei­tu­na, insu­mo para uno de los pro­duc­tos más emble­má­ti­cos de Pales­ti­na: el acei­te de oli­vo. Y ese fue jus­ta­men­te el pai­sa­je que vi en 2012 en la ciu­dad de Al-Kha­lil ‑más cono­ci­da como Hebrón– sin embar­go, estos árbo­les de oli­vo yacían muer­tos, habían sido que­ma­dos días antes por colo­nos israelíes.

Oli­vos que­ma­dos por colo­nos en Hebrón, Pales­ti­na /​Foto­gra­fía: Jezi­ret Gallar­do, 2015

Pero antes de comen­zar, me pre­sen­to. Soy licen­cia­da en Geo­gra­fía por la UNAM, reci­bí la men­ción hono­rí­fi­ca y gané en 2017 el 5º con­cur­so de tesis en Desa­rro­llo Sus­ten­ta­ble con mi pro­yec­to: “Per­cep­cio­nes sobre el terri­to­rio y ries­gos socio­am­bien­ta­les con pers­pec­ti­va de géne­ro en Tete­la del Vol­cán More­los, Méxi­co” que fue publi­ca­do como libro en 2019 por la UNAM y aun­que he tra­ba­ja­do en pro­yec­tos sobre géne­ro y medio ambien­te, mi gran pasión es la geo­po­lí­ti­ca y el mun­do árabe.

Fue jus­ta­men­te la bús­que­da de esta pasión la que me lle­vó en 2012 a Jeru­sa­lén, ahí estu­dié un cur­so sobre geo­po­lí­ti­ca de Medio Orien­te en una de las top 100 uni­ver­si­da­des a nivel mun­dial: la Uni­ver­si­dad Hebrea de Jeru­sa­lén, ran­kea­da en 2021 en el lugar 64 y en el 2° lugar en Israel. En aquel momen­to reco­rrí gran par­te de Israel, visi­té varias ciu­da­des pales­ti­nas y me di una esca­pa­da a Jor­da­nia don­de cono­cí bedui­nos que aún viven de for­ma inter­mi­ten­te en las cue­vas de Petra.

Pasó un tiem­po has­ta que pude asi­mi­lar todo lo que vi duran­te mi esta­día en “Tie­rra San­ta” y des­de enton­ces con­ti­nué inves­ti­gan­do por cuen­ta pro­pia sobre el con­flic­to colo­nial pales­tino-israe­lí. En 2015 regre­sé, pero esa vez deci­dí vivir en Cis­jor­da­nia (uno de los terri­to­rios que con­for­man a Pales­ti­na, el otro es la Fran­ja de Gaza), ele­gí una ciu­dad del nor­te de Pales­ti­na lla­ma­da Nablus don­de tra­ba­jé como volun­ta­ria en la Uni­ver­si­dad Nacio­nal An-Najah; jun­to con alum­nos y pro­fe­so­res de la uni­ver­si­dad reco­rrí los Terri­to­rios Ocu­pa­dos de nor­te a sur, entré en cam­pos de refu­gia­dos y viví en car­ne pro­pia algu­nas de las dimen­sio­nes de lo que es vivir bajo ocu­pa­ción. Actual­men­te escri­bo mi tesis de maes­tría sobre los pai­sa­jes de con­flic­to e iden­ti­da­des que obser­vé en Nablus duran­te 2015; soy can­di­da­ta a aso­cia­da COMEXI y el día de hoy me sumo como colum­nis­ta en este espa­cio al que he deci­di­do lla­mar “La Pales­ti­na”. Aquí encon­tra­rás cada sema­na tex­tos de aná­li­sis polí­ti­co, opi­nión y cró­ni­cas no solo de Pales­ti­na y el con­flic­to pales­tino-israe­lí, tam­bién de otros temas de coyun­tu­ra en “Medio Orien­te” (en otra colum­na expli­ca­ré por qué lo pon­go entre comillas).

En esta pri­me­ra colum­na abor­da­ré la impor­tan­cia del oli­vo en los Terri­to­rios Pales­ti­nos Ocu­pa­dos ya que jus­ta­men­te en esta épo­ca se vuel­ve un pun­to álgi­do y es que, con la lle­ga­da del oto­ño, lle­gó tam­bién la épo­ca de la cose­cha del oli­vo en Pales­ti­na y, así como el maíz en Méxi­co, el oli­vo repre­sen­ta para muchas fami­lias pales­ti­nas una fuen­te impor­tan­te de ingre­sos, pero tam­bién un sím­bo­lo de su iden­ti­dad y de su arrai­go con la tierra.

Pero como men­cio­né, la épo­ca de la cose­cha es sinó­ni­mo de con­flic­to y vio­len­cia. En algu­nos medios loca­les pales­ti­nos se lee en los titu­la­res de este mes: “Colo­nos israe­líes que­man árbo­les de oli­vo cer­ca de Nablus”; “Colo­nos israe­líes arran­can 100 árbo­les de oli­vo cer­ca de Hebrón” o “El ejér­ci­to impi­de que los pales­ti­nos reco­jan oli­vos y secues­tra a tres, cer­ca de Salfit”.

Aun así, en Pales­ti­na la indus­tria del acei­te de oli­vo apor­ta casi una cuar­ta par­te del ingre­so agrí­co­la total, de hecho, el sub­sec­tor del oli­vo tie­ne un valor anual de entre $160 a $191 millo­nes de dóla­res y bene­fi­cia a unas 100,000 fami­lias. Y, según un estu­dio ela­bo­ra­do en 2010 por Oxfam, deta­llan que el valor de la indus­tria del acei­te de oli­vo sería del doble si las res­tric­cio­nes israe­líes ter­mi­na­ran. Y es que no sola­men­te son los colo­nos quie­nes ejer­cen vio­len­cia con­tra los reco­lec­to­res de acei­tu­nas, tam­bién es la admi­nis­tra­ción israe­lí en los Terri­to­rios Ocu­pa­dos quien es par­te de la vio­len­cia estruc­tu­ral al res­trin­gir los per­mi­sos para los agri­cul­to­res a sus pro­pias tie­rras y del ejér­ci­to israe­lí que acom­pa­ña y “pro­te­ge” a los colo­nos mien­tras lle­van a cabo actos van­dá­li­cos o agre­sio­nes físi­cas con­tra los agricultores.

Los méto­dos para des­truir los oli­vos y las cose­chas son varia­dos, algu­nas veces que­man o mache­tean los árbo­les o inclu­so se las arre­glan para inun­dar con aguas negras los cul­ti­vos. Otras veces entran a las tie­rras agrí­co­las y cose­chan ellos mis­mos las acei­tu­nas o roban las ya cose­cha­das y las herra­mien­tas agrí­co­las. Otras más agre­den físi­ca­men­te a los reco­lec­to­res infrin­gien­do lesio­nes leves a gra­ves que requie­ren de hos­pi­ta­li­za­ción e inclu­so ha habi­do secues­tros y ase­si­na­tos. Quie­nes cose­chan las acei­tu­nas arries­gan su inte­gri­dad físi­ca y men­tal y, agen­cias de la ONU y otras orga­ni­za­cio­nes inter­na­cio­na­les piden a las auto­ri­da­des israe­líes que se pro­te­ja a los reco­lec­to­res de oli­vo. En 2017 se regis­tra­ron 21 ata­ques duran­te la tem­po­ra­da de cose­cha, en 2018 se regis­tra­ron 19 ata­ques, en 2019 la cifra subió a 48, aun­que en otro repor­te dicen que fue­ron 60 inci­den­tes que sig­ni­fi­ca­ron la pér­di­da de 160 tone­la­das de pro­duc­ción y, en 2020 fue­ron 40 los even­tos vio­len­tos registrados.

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El IMEU cal­cu­la que des­de el ini­cio de la ocu­pa­ción han sido des­trui­dos 800,000 oli­vos, muchos de ellos eran árbo­les de más de 100 años que han pasa­do de gene­ra­ción en gene­ra­ción, lo cual resul­ta en una pér­di­da eco­nó­mi­ca y afec­ti­va irre­ver­si­ble. La des­truc­ción de los oli­vos en el con­flic­to colo­nial pales­tino-israe­lí con­lle­va un doble pro­pó­si­to: aten­tar con­tra la fuen­te de ingre­sos de las fami­lias y borrar la iden­ti­dad del pue­blo pales­tino de su pro­pio territorio.

Cono­ce más sobre el día en que vi los oli­vos que­ma­dos en Hebrón en Ins­ta­gram @jeziret.gallardo y sígue­me en Twit­ter @JeziretGallardo para más noti­cias sobre Medio Oriente.

Jezi­ret Gallar­do sgeo.​jeziret@​gmail.​com

Fuen­te: Pales​ti​na​li​bre​.org

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