Por Laura V. Mor, Resumen Latinoamericano, 16 de noviembre de 2021.
En las vísperas 16 de noviembre, fecha en que se fundó la villa de San Cristóbal de La Habana, el Templete, ese monumento neoclásico erigido en honor a la ciudad, está de fiesta con una tradición tan antigua como la propia Villa.
Hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes le dan tres vueltas a la ceiba ahí plantada. Algunos piden salud, otros amor, tal vez alguno pide dinero, un viaje o un reencuentro, pero todos pedimos deseos, tres de ser posible, hacia adentro, como se piden los deseos con la esperanza de que se cumplan.
La historia cuenta que el 16 de noviembre de 1519, en ese lugar de Habana Vieja y bajo la sombra de una ceiba, los conquistadores españoles realizaron el primer oficio religioso y la sesión del Concejo de la ciudad, dejando oficialmente fundada la ciudad.
En el siglo XIX con el sincretismo de las culturas africana y española, nació la costumbre de hacer ofrendas a la ceiba y pedirle deseos de prosperidad. En ese entonces, también se le daba vueltas al árbol pero llevando un bastón decorado con cintas y cascabeles y se le obsequiaban ofrendas de animales. Ya en la primera mitad del siglo XX, las vueltas eran siete y en silencio. Con el pasar de los años, ambas formas de realizar el ritual se unieron y se transformó en una tradición que perdura hasta nuestros días: tres vueltas a la ceiba, en sentido contrario a las agujas del reloj y dejando caer monedas en sus raíces para concretar los deseos.
Fuente: Cuba en Resumen, /Video: Victor Villalba Gutiérrez/Foto de portada: Laura V. Mor.