Argen­ti­na. Incen­dios en la Pata­go­nia: fal­ta de inver­sión esta­tal, esca­sa pre­ven­ción y mono­cul­ti­vos de árboles

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 1 de enero de 2022.

En Chu­but, Neu­quén y Río Negro se reite­ran los incen­dios fores­ta­les. Aun­que des­de el Minis­te­rio de Ambien­te anun­cian el envío de bri­ga­dis­tas y avio­nes hidran­tes, veci­nos e inves­ti­ga­do­res denun­cian la fal­ta de polí­ti­cas de pre­ven­ción y exi­gen más per­so­nal e inver­sión. En 2021 se incen­dia­ron en Argen­ti­na más de 300 mil hec­tá­reas. El rol del mono­cul­ti­vo fores­tal como pro­pa­ga­dor del fuego.

La Pata­go­nia vuel­ve a ser aco­sa­da por el fue­go. En las últi­mas horas, el Minis­te­rio de Ambien­te y Desa­rro­llo Sos­te­ni­ble de la Nación creó un comi­té de cri­sis para tra­tar de apa­gar las lla­mas en la Comar­ca Andi­na y en el Lago Nahuel Hua­pi, que arden des­de hace varios días. Tam­bién se emi­tió una aler­ta por incen­dios en Tie­rra del Fue­go y el terri­to­rio neu­quino resis­te el avan­ce de los focos ígneos. En sus repor­tes de mane­jo del fue­go, el Esta­do Nacio­nal aler­ta que el 95 por cien­to de los incen­dios son inten­cio­na­les. Entre las con­se­cuen­cias: peli­gro para las per­so­nas y los eco­sis­te­mas, pér­di­das mate­ria­les y des­pla­za­mien­to de comu­ni­da­des. Según datos ofi­cia­les, en 2021 se incen­dia­ron en Argen­ti­na 302.000 hectáreas.

Jor­ge Che­mes vive en la loca­li­dad chu­bu­ten­se de El Hoyo, en la Comar­ca Andi­na. Afir­ma a este medio que, tras los impor­tan­tes incen­dios de mar­zo de este año, “no hubo inver­sión ni man­te­ni­mien­to por par­te del Esta­do”. Por su par­te, el docen­te e inves­ti­ga­dor Lino Piz­zo­lón advier­te cómo el mono­cul­ti­vo de pino con­tri­bu­ye a la pro­pa­ga­ción del fue­go en esa región: “El pino pon­de­ro­sa, que es el 86 por cien­to de lo que hay plan­ta­do en la Pata­go­nia, es una de las espe­cies más fla­mí­ge­ras. Cuan­do el fue­go lle­ga a un pinar, explo­ta y se expan­de para todos lados“.

En Neu­quén, asam­bleas socio­am­bien­ta­les, colec­ti­vas y agru­pa­cio­nes eco­lo­gis­tas res­pon­sa­bi­li­zan y deman­dan al Esta­do y los gobier­nos muni­ci­pa­les, pro­vin­cial y nacio­nal «que arbi­tren los medios per­ti­nen­tes para pre­ve­nir la que­ma del bos­que nati­vo, actúen rápi­da­men­te ante el pri­mer indi­cio de foco de incen­dio, evi­tan­do así desas­tres socio­am­bien­ta­les cada verano, y refo­res­ten la zona afec­ta­da con vege­ta­ción nati­va». Mien­tras arde el Lago Alu­mi­né, los pobla­do­res denun­cian el impac­to del mono­cul­ti­vo de pinos pon­de­ro­sa de la Cor­po­ra­ción Fores­tal Neu­qui­na y a la Ley 2183 que auto­ri­za a las petro­le­ras a pagar en hec­tá­reas fores­ta­das las indem­ni­za­cio­nes por daños en el territorio.

«Es evi­den­te, tan­to en Neu­quén, como en Río Negro y la heroi­ca Chu­but, que sin el dise­ño de un plan de pre­ven­ción, que efec­ti­vi­ce la con­ten­ción de un incen­dio ape­nas se gene­ra, para lue­go apa­re­cer con heli­cóp­te­ros y avio­nes de esca­sa capa­ci­dad de alma­ce­na­mien­to de litros de agua y sin la téc­ni­ca corres­pon­dien­te para volar fren­te con­di­cio­nes adver­sas, que su obje­ti­vo no es com­ba­tir los incen­dios, sino dejar­los cre­cer para lue­go ceder tie­rra a los empre­sa­rios inmo­bi­lia­rios, turís­ti­cos y mine­ros», reza un comu­ni­ca­do emi­ti­do este 27 de diciem­bre y fir­ma­do por la Asam­blea Per­ma­nen­te del Comahue por el Agua, la Red Ciu­da­da­na de Villa La Angos­tu­ra, la Asam­blea por los Ríos Libres, la Asam­blea Socio­am­bien­tal de San Mar­tín de los Andes, la Asam­blea por el Agua del Nor­te Neu­quino, entre otras organizaciones.

Según el infor­me del Minis­te­rio de Ambien­te titu­la­do “Mane­jo de fue­go. Repor­tes de incen­dio“, del 26 de diciem­bre de 2021, en Argen­ti­na se incen­dia­ron 302.451 hec­tá­reas entre el 1 de enero y el 2 de diciem­bre pasa­do. Las pro­vin­cias más afec­ta­das fue­ron Cór­do­ba (57.027 hec­tá­reas), San Luis (49.282), La Pam­pa (29.390), La Rio­ja (21.389), Río Negro (20.381), Men­do­za (19.730), Entre Ríos (19.707), For­mo­sa (18.009) y Chu­but (16.919).

Incendios en la Patagonia y en el resto de Argentina
Foto: Argen​ti​na​.gob​.ar

Fal­ta de inver­sión y pla­ni­fi­ca­ción esta­tal para pre­ve­nir los incen­dios en la Patagonia

En mar­zo de este año se pro­du­jo, en la zona de la Comar­ca Andi­na ‑ubi­ca­da en el lími­te entre Río Negro y Chu­but- un incen­dio devas­ta­dor que duró varios días. Hay diver­sas hipó­te­sis sobre lo que suce­dió pero, afir­ma Jor­ge Che­mes, “está cla­ro que hubo un pro­ble­ma eléc­tri­co“. El 9 de mar­zo pasa­do hubo gran­des tor­men­tas de vien­to y, por fal­ta de man­te­ni­mien­to del ten­di­do eléc­tri­co, las ramas de los árbo­les toca­ron unos cables: fue la chis­pa que des­ató el fue­go. “Des­de ese momen­to a la actua­li­dad el Esta­do pro­ve­yó a las casas incen­dia­das algu­nas uni­da­des habi­ta­cio­na­les bas­tan­te pre­ca­rias, pero el pro­ble­ma no se lle­gó a resol­ver“, dice Chemes.

Las loca­li­da­des chu­bu­ten­ses de Lago Pue­lo, El Hoyo y Cho­li­la, entre otras, depen­den del ser­vi­cio eléc­tri­co de la Dele­ga­ción de Ser­vi­cios Públi­cos de Chu­but. Des­de mar­zo pasa­do, no se rea­li­za­ron tareas de man­te­ni­mien­to del ser­vi­cio para pre­ve­nir nue­vos inci­den­tes. Ade­más, hay un con­flic­to sin­di­cal por­que los tra­ba­ja­do­res de la dele­ga­ción no tie­nen ele­men­tos de segu­ri­dad para su tra­ba­jo. “Eso se suma a la fal­ta de inver­sión y man­te­ni­mien­to del Esta­do“, con­tex­tua­li­za Che­mes, que ade­más es inte­gran­te de la ONG ambien­tal Taller Ecologista.

Hace una sema­na el cor­to­cir­cui­to vol­vió a ocu­rrir. “Fue un des­per­fec­to eléc­tri­co en una línea de media ten­sión que está en el cerro Curru­mahui­da y que abas­te­ce una ante­na de comu­ni­ca­cio­nes. Eso des­ató un incen­dio que al día de hoy no se pudo apa­gar“, dice el entre­vis­ta­do. “Esto es debi­do a una fal­ta de pla­ni­fi­ca­ción y de inver­sión por par­te del gobierno de Chu­but. Pue­de vol­ver a pasar en cual­quier momen­to por­que el sis­te­ma eléc­tri­co está en pési­mas con­di­cio­nes“, agrega. 

Por su par­te, el incen­dio en el Lago Nahuel Hua­pi se ori­gi­nó por una tor­men­ta eléc­tri­ca. Para Che­mes, se tra­ta de una con­se­cuen­cia del cam­bio cli­má­ti­co: “Esta no era una zona de tor­men­tas eléc­tri­cas como se están dan­do aho­ra, cada vez con más fre­cuen­cia». Nue­va­men­te, apun­ta a la des­in­ver­sión estatal.

El gobierno nacio­nal infor­mó que en Río Negro se des­ple­ga­ron 86 bri­ga­dis­tas nacio­na­les, un avión hidran­te anfi­bio, dos heli­cóp­te­ros con heli­bal­de per­te­ne­cien­tes al Sis­te­ma Nacio­nal de Mane­jo del Fue­go (SMNF); tam­bién se puso a dis­po­si­ción un avión obser­va­dor. En Chu­but, ope­ra­ron 56 bri­ga­dis­tas per­te­ne­cien­tes a los equi­pos nacio­na­les, a la Admi­nis­tra­ción de Par­ques Nacio­na­les y a la Poli­cía Fede­ral, jun­to al apo­yo aéreo de dos avio­nes hidran­tes, un heli­cóp­te­ro con heli­bal­de y otro para tras­la­dos per­te­ne­cien­tes al SNMF.

—¿Bas­tan estos recur­sos para abor­dar la pro­ble­má­ti­ca de los incendios?

—No bas­tan, pero ade­más hoy se hace polí­ti­ca con las redes socia­les y vemos fotos del Minis­tro [de Ambien­te] Caban­dié miran­do des­de un heli­cóp­te­ro una mon­ta­ña que se está que­man­do. No hay que tomar las medi­das cuan­do el fue­go ya está ini­cia­do, sino antes. Hay que tra­ba­jar en la pre­ven­ción. No hay una aten­ción seria del tema de los incen­dios en la zona.

Foto: Gon­za­lo Keogan

Mono­cul­ti­vos de pinos: una bom­ba de tiempo

Ade­más de la pre­ca­rie­dad del sis­te­ma eléc­tri­co y la fal­ta de pre­ven­ción, se suma el extrac­ti­vis­mo como una ame­na­za para las pobla­cio­nes de la zona afec­ta­da. El inves­ti­ga­dor Lino Piz­zo­lón estu­dia la expan­sión de los mono­cul­ti­vos de pinos en la Pata­go­nia. “Es una inva­sión bio­ló­gi­ca», des­cri­be. Hace algu­nos años comen­za­ron a plan­tar­se en el sur del país una espe­cie de pino lla­ma­da Pinus Pon­de­ro­sa o Pino Pon­de­ro­sa. Su carac­te­rís­ti­ca es que es suma­men­te infla­ma­ble, ade­más de secar los sue­los y evi­tar el cre­ci­mien­to de otras espe­cies de flo­ra a su alre­de­dor. “En el hemis­fe­rio nor­te esa espe­cie de pino deja cre­cer otras cosas en el bos­que. Pero cuan­do la tra­je­ron para acá cre­ció más rápi­do y empe­zó a pro­du­cir una sus­tan­cia quí­mi­ca que eli­mi­na toda otra vege­ta­ción“, expli­ca el entre­vis­ta­do. Los mono­cul­ti­vos de pinos gene­ran ver­da­de­ros desier­tos ver­des, al esti­lo de la soja trans­gé­ni­ca. Una de los mayo­res empre­sas del sec­tor en la Com­pa­ñía de Tie­rras del Sur, que per­te­ne­ce al gru­po Benetton.

Piz­zo­lón recuer­da que el pro­pio fun­cio­na­rio Ser­gio Fede­ro­visky, vice­mi­nis­tro de Ambien­te de la Nación, dijo en El Bol­són que la tra­yec­to­ria de los incen­dios en Cues­ta del Ter­ne­ro se pue­den seguir obser­van­do dón­de se pro­pa­gó el fue­go más rápi­do: a tra­vés de las plan­ta­cio­nes de pinos. “Las plan­ta­cio­nes de pinos pro­pa­gan el fue­go mucho más que el bos­que nati­vo y más que los arbus­tos de la este­pa. El pino pon­de­ro­sa, que es el 86 por cien­to de lo que hay en la Pata­go­nia, es una de las espe­cies más fla­mí­ge­ras», indi­ca Piz­zo­lón. “Son bom­bas de tiem­po“, enfa­ti­za. Estos árbo­les, plan­ta­dos con fines pro­duc­ti­vos, no solo hacen más rápi­da la cir­cu­la­ción del fue­go sino que absor­ben entre un 40 y un 60 por cien­to más de agua que el bos­que nativo. 

“Segui­mos plan­tan­do pinos en una situa­ción de cam­bio cli­má­ti­co, con pre­ci­pi­ta­cio­nes en dis­mi­nu­ción y tem­pe­ra­tu­ras en aumen­to es plan­tar desas­tres“, afir­ma Piz­zo­lón. En la Pata­go­nia hay 100.000 hec­tá­reas plan­ta­das con esta espe­cie arbó­rea. El entre­vis­ta­do recuer­da la inten­ción de empre­sas extran­je­ras como Nestlé y Uni­le­ver, que se com­pro­me­tie­ron a plan­tar pinos en el hemis­fe­rio sur. Para él, el mun­do tie­ne una “deu­da ambien­tal“ con nues­tro país, “en rela­ción a estas tor­men­tas de fue­go que se desatan“.

El docen­te e inves­ti­ga­dor ana­li­za: “Hubo mucho fue­go este año y que aho­ra esta­mos entran­do en el verano, que es el perío­do seco, la pers­pec­ti­va es muy dolo­ro­sa. Eso ten­dría que trans­for­mar­se, en lugar de tan­ta abdi­ca­ción, en un enor­me recla­mo sobre la deu­da eco­ló­gi­ca que el mun­do tie­ne que con noso­tros, en lugar de estar vien­do si pagan y cómo al Fon­do Mone­ta­rio Internacional“.

fuen­te: Agen­cia Tie­rra Viva

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