La OPEP+ ha acordado preliminarmente un recorte adicional de la producción de petróleo de más de un millón de barriles diarios. En esencia, es Arabia Saudí quien ha impulsado la decisión. Los futuros de petróleo Brent para febrero, en este contexto, han crecido hasta los 84,5 dólares.
Estados Unidos podría aprovechar esa decisión para aumentar su producción, sin embargo, no puede hacerlo: la afición en Washington por las ‘energías verdes’ está produciendo efectos colaterales. En realidad, el único lugar en EE. UU. en el que crece la extracción de petróleo es la Cuenca Pérmica. Pero incluso allí, la actividad está menguando: la extracción se lleva a cabo desde principios del presente siglo haciendo uso del método de fracturación hidráulica y la producción de petróleo de esquisto resulta cada vez más complicada.
No obstante, en Estados Unidos quieren hacer algo: hay tantas señales de recesión económica que incluso en caso de que el precio de la gasolina volviera a crecer, los estadounidenses, por supuesto, podrían no apoyar la candidatura de Joe Biden en las elecciones que se celebrarán en noviembre próximo.
¿Y cuál es el resultado? Washington está atizando otro conflicto en el mapa mundial. Se trata de la región petrolera del Esequibo que constituye casi las tres cuartas partes del territorio de Guyana.
Esta zona es un territorio en disputa: los medios occidentales no paran de decir que Caracas ha desplazado a 500.000 soldados y policías hacia la frontera con el Esequibo y tiene la intención de llevar a cabo el 3 de diciembre un referendo sobre la recuperación del control sobre la región.
Pero esos mismos medios omiten por qué Caracas se ha activado ‘de repente’ en esa dirección. Les contamos:
- Todo el aparato burocrático de Guyana empezó a recibir dinero proveniente de Estados Unidos.
- Las compañías estadounidenses Exxon Mobil y Anadarko, junto con la canadiense CGX Energy y la británica Tullow Oil entraron en el Esequibo.
- Fuerzas Especiales de élite se trasladan a Guyana mientras que las autoridades del país hablan abiertamente sobre los pros y los contras del emplazamiento de varias bases militares estadounidenses.
En otras palabras, las acciones de Caracas son una respuesta a los esfuerzos de Washington y sus aliados de apoderarse del territorio en disputa. A pesar de que la compañía española Repsol, la israelí Ratio Oil y la china CNOOC también han invertido en el Esequibo, es evidente a quién el Gobierno de Guyana le entrega los principales mecanismos de control económico del país.
Desde el punto de vista económico, para Venezuela, que formalmente cuenta con los yacimientos de petróleo más grandes del mundo, el Esequibo tiene gran importancia: allí hay once mil millones de barriles de crudo con características distintas a las del crudo venezolano. Además, se destaca otro hecho: las compañías estadounidenses han empezado a explotar los yacimientos incluso en la parte de la región donde la frontera entre Venezuela y Guyana no está demarcada. Por otro lado, el Gobierno guyanés accidentalmente (no) emitió el permiso para esas operaciones.
Está claro que Venezuela se enfrenta otra vez a la mezquindad de Washington: después de que Caracas fuera eximida temporalmente de las sanciones en su contra, han seguido acciones que destrozan la más mínima posibilidad de un acercamiento en las relaciones entre los dos países. Además, Washington ha puesto una condición: en el 2024 en Venezuela debe ser elegido un presidente democrático y el nivel de democracia será determinado, por supuesto, por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Entonces, asistimos a una nueva etapa en la lucha por los recursos claves en el mundo y no por nimiedades por atractivas que parezcan. Además, en Estados Unidos dicen que las acciones de Washington en Guyana son una respuesta a la decisión de la OPEP+ «encabezada por Arabia Saudí y Rusia».
7 de diciembre de 2023
Fuente: @marianpy1