Según las autoras, actualmente, el colapso de la credibilidad de las élites políticas ha creado las condiciones para pensar en un feminismo anticapitalista. Subrayan que la derrota de Hillary Clinton en 2016, trajo consigo la decadencia del feminismo liberal, aclarando que la brecha entre las mujeres que alcanzaron altos cargos y el beneficio de la mayoría de la población personificada por Clinton, fué la razón de ello. Explican que ese fracaso abrió la posibilidad de trabajar el asunto desde la izquierda (Arruzza et al., 2019).
Sorprende, sin embargo, que, desde la derrota de Hillary Clinton, su partido haya promovido dos Marchas Mundiales de Mujeres, una Huelga de Mujeres y la campaña MeToo, fenómenos que las autoras del manifiesto tienen contíinuamente como ejemplos del feminismo anticapitalista. Para entenderlo, es de destacar que desde los años 80, cuando las teorías desarrolladas en la academia abandonaron el concepto de clase, el Partido Demócrata ha orientado sus propuestas electorales hacia otras identidades, financiando y asumiendo diferentes colectivos a través de una red fundacional (Barahona, 2018). Como consecuencia de ello, podríamos entender que en 2016 Hillary Clinton, tras perder ante Trump, organizara una movilización masiva contra este último: la Marcha de Mujeres de Washington. Según Barahona (2018), esta comparecencia contó desde el principio con el apoyo de diversos medios, entre ellos la plataforma Move On[1], vinculada a la Open Society Foundation[2], que se ha volcado en la formación y promoción del electorado demócrata. A la vista del éxito que tuvo, las promotoras de la movilización no esperaron mucho y en poco tiempo habían esbozado la huelga internacional de mujeres para el 8 de marzo.
En enero de 2018, la segunda Marcha Mundial de Mujeres fue presentada sin tapujos bajo el lema Power to the Polls (el poder a las urnas). Sus efectos fueron claros en noviembre del mismo año, cuando nos iluminó una diversidad nunca vista en las elecciones al Senado de los Estados Unidos (260 mujeres electoras). El fenómeno fue calificado por algunos como “la ola progresista de mujeres” y tampoco se quedó atrás Fraser, explicando que el cambio que pretendían hacer estas mujeres del Partido Demócrata en el funcionamiento del país es estructural y definiéndolas como mujeres “antisistema”. Resulta, por tanto, bastante contradictorio que el fracaso del feminismo liberal de Clinton, que creó las condiciones para el desarrollo del feminismo “anti-capitalista”, sea, a su vez, el ejemplo principal del feminismo “anti-capitalista”.
Volviendo al tema, podríamos decir que la situación política concreta de Estados Unidos y la nueva ofensiva contra la clase trabajadora provocada por la crisis a nivel mundial, ha creado la oportunidad de poner sobre la mesa propuestas políticas como el “feminismo del 99%”. Según las autoras (2019): “El feminismo para el 99% tiene como objetivo unir movimientos existentes y futuros en una insurrección de amplia base” (p.78). Para ello, “debemos aliarnos, sobre todo, con las corrientes anticapitalistas de izquierda de todos los movimientos que también defienden el 99%” (p.75).
Estas académicas sostienen que el nuevo concepto de “huelga” que se ha desarrollado en los últimos años ha influido en las nuevas formas de hacer política, sobre todo ampliando la propia comprensión del “trabajo” y redefiniendo lo que es la “clase trabajadora”. Estamos de acuerdo en que los movimientos de izquierda que han desarrollado una lectura economicista de la clase trabajadora han caído en un grave error. En comparación, nosotras también situamos la definición estructural del trabajador en el lugar que éste ocupa en el proceso global del capital, es decir, todo aquel que necesite de un salario para sobrevivir es miembro de la clase trabajadora. Esto pone de manifiesto la contradicción entre el capital y el trabajo, el interés antagónico entre ambas clases.
Sin embargo, para llegar a apostar por el 99% haciendo ese análisis de clase, las autoras (2019) observan las contradicciones producidas por el desarrollo de las condiciones objetivas, siendo la influencia de esas contradicciones lo que define el sujeto de esta propuesta política: “hoy todas las contradicciones del capitalismo han llegado al punto máximo de ebullición. Prácticamente nadie –con la excepción del 1%- se libra de los impactos de las perturbaciones políticas, la precariedad económica y el agotamiento socio-reproductivo (p.88).
Llegados a este punto, es evidente que esta propuesta estratégica, que no ofrece una explicación más precisa, responde ya a diversos errores. Por un lado, la ampliación de la propia clase más allá del trabajador asalariado no nos puede llevar a construir identidades de clase indeterminadas, en este caso el 99%. Situar el problema en el 1% nos lleva a hacer una lectura totalmente irreal de la realidad. Aquí cabe mencionar que, si bien la forma de producción capitalista se basa en una composición concreta de clase ‑que Marx identificó como relación de capital: la composición de clase que se define a través de la oposición de las categorías capitalista y asalariado- (Yenikoy, 2019), desde la segunda mitad del siglo XX, los Estados de Bienestar conocidos en los países occidentales crearon la posibilidad de que el fenómeno de la aristocracia obrera se materializara. Aunque este último forma parte de la estructura histórica de la clase trabajadora, en comparación con el proletariado, es el estrato con mayor capacidad de acumulación de dinero: el sector social que pudo ahorrar dinero de los salarios debido a las inversiones públicas que tuvieron estos modelos de Estado (Estados de Bienestar). Por tanto, aunque, como ya se ha señalado, una definición objetiva atiende a la posición social de los sujetos dentro de los procesos productivos, actualmente, esto va más allá del análisis entre dos clases antagónicas.
Por otro lado, para desarrollar un análisis político, necesitamos conocer la definición política de clase, ya que la posición técnica no consolida la posición política de facto. Por tanto, la determinación subjetiva respondería a la actuación de las clases sociales como sujetos políticos. En este caso, la cuestión de la aristocracia obrera adquiere una importancia central, pues las condiciones de vida adquiridas por este sector social, los deseos que ha suscitado en él, han abierto las puertas al fenómeno de la “clase media”. Es decir, cuando la aristocracia obrera ha tenido la oportunidad de comparar sus intereses con los de la pequeña burguesía, han surgido las posibilidades de un bloque político común, lo que ha llevado a la aristocracia obrera a tomar posiciones políticas reaccionarias frente a los intentos revolucionarios.
Por ello, podríamos decir que el hecho de sufrir las consecuencias de las contradicciones internas del capital no convierte directamente a este sujeto en revolucionario. Hemos mencionado en numerosas ocasiones, por ejemplo, que aunque en la actualidad la opresión de las mujeres trabajadoras responde a una base material, sus consecuencias culturales y jurídicas afectan a todas las mujeres. Esto, en cambio, no convierte a las mujeres de las clases dominantes en aliadas, ya que asumen las consecuencias de la opresión que necesitan para mantener su posición social. Por lo tanto, definir al 99% como sujeto de una estrategia política que pretende desarrollar una visión de clase se vuelve absurdo.
Definido así el sujeto, las creadoras del manifiesto hacen público el siguiente análisis (2019): “Nos enfrenta directamente a las dos opciones principales que el capital ofrece ahora. Rechazamos no solo el populismo reaccionario, sino también el neoliberalismo progresista “(p.75). “Nuestra propuesta es ganarnos las fracciones de la clase trabajadora de ambos bloques políticos procapitalistas. De esta manera, buscamos construir una fuerza anticapitalista suficientemente grande y poderosa que pueda transformar la sociedad “(p.76). En cambio, en la realidad, la crisis de las formas políticas neoliberales no sólo la contrapone el populismo reaccionario. Por el contrario, existen otras opciones políticas que sustentan la democracia capitalista, entre las que destaca la socialdemocracia o el populismo de izquierdas. Estas propuestas políticas suelen ser un reflejo del fenómeno de la clase media, la opción de la aristocracia obrera de volver al Estado del Bienestar para mantener su statu quo. Parece inverosímil que las autoras no hayan pronunciado ni una sola palabra al respecto, teniendo en cuenta que Bernie Sanders[3] (representante del “socialismo democrático[4]“) sería el ejemplo estadounidense más claro de esto y que Fraser ha manifestado públicamente su apuesta por este candidato. ¿No serán ellas, pues, la expresión de esta opción política? Es precisamente la apología de la clase media (aunque de forma disimulada) la que oculta las contradicciones cotidianas de la lucha proletaria de clase y crea identidades de clase indeterminadas como Pueblo contra oligarquía o 99% vs. 1% (Aldalur, 2019).
La lección que ya hemos aprendido es que la propuesta política que pretende desarrollar una estrategia de clase no puede simplemente hacer un llamamiento a la diversidad de las luchas que nacen de abajo [5](Arruzza et al., 2019), pues esta ocurrencia que responde a las ideas de la teoría interseccional, no garantiza que los principios y propuestas tácticas-estratégicas de esas luchas respondan a los intereses del proletariado. Por tanto, la opción política que pretende organizar la fuerza social en base a los intereses de la clase trabajadora debe prestar especial atención al “modelo organizativo que desarrolla el enemigo de clase para ejercer su poder en cada época y momento histórico” (Yenikoy, 2019, p.14). Es decir, además de identificar al objeto de la revolución que es el enemigo de clase, debe saber quiénes son aquellos que interiorizan y defienden sus intereses (aunque sea de forma inconsciente), que suelen ser el primer obstáculo o impedimento de los proyectos revolucionarios. “A este respecto, podríamos decir que desde hace seis décadas, ha sido la aristocracia obrera quien ha creado hegemónico en los diferentes estratos de los trabajadores y en general en la clase trabajadora de los estados de bienestar de “occidente”, el programa político de la burguesía (Yenikoy, 2019, p.15).
Sin embargo, en el actual contexto de crisis, la forma económica de la sociedad, el mundo del trabajo, está revolucionando, transformando de igual manera la composición de clase. Esto, además de demandar un nuevo ciclo de acumulación con nuevas características, nos sitúa ante un nuevo ciclo político que exige un análisis detallado de la situación. Las condiciones objetivas van madurando paulatinamente, extendiendo las contradicciones internas del sistema, tal y como han señalado las autoras. Un ejemplo de ello es el aumento de la violencia machista en los sectores más proletarizados, mientras que los avances en la igualdad legal entre mujeres y hombres son reseñables. Sin embargo, no podemos pensar que el desarrollo de las condiciones económicas vaya a hacer evolucionar mecánicamente y de forma paralela las condiciones subjetivas. Sin embargo, podemos observar que a veces el objeto implica al sujeto que se expresa en coherencia con su tarea histórica (Samaniego, 2019). Pero, es premisa necesaria para liberar lo que este sujeto contiene en potencia, por su situación de explotación, acertar en una división social del trabajo adecuada, esto es, organización eficaz. En esto cobra especial importancia la cuestión de la independencia organizativa: si tenemos las relaciones de poder burguesas como punto de mira, debemos combatir todas las facciones de la burguesía, tanto las estructurales como las políticas.
Por ello, el feminismo que tiene como objetivo la superación del capitalismo, debe identificar objetivos concretos e inventar pautas concretas para alcanzarlos. Es decir, el reto consiste en desarrollar un programa político acorde a los intereses concretos de las mujeres trabajadoras y en configurar una unidad de clase para la lucha contra todas las opresiones. Para ello, el reto prioritario es conformar formas organizativas dirigidas a convertir a la mujer trabajadora en un activo militante.
BIBLIOGRAFIA:
– Aldalur, B. (05÷06÷2019). Desmobilizazioa eta identitate politikak. Recuperado de: https://gedar.eus/koiuntura/benataldalur/desmobilizazioa-eta-identitate-politikak
– Aldalur, B. (11÷09÷2019). El G7 en Biarritz, breve contribución a un análisis de clase. Recuperado de: https://gedar.eus/koiunturapdf/20190911_KP_AZERI-G7_Biarritz_breve_contribuci%C3%B3n_a_un_an%C3%A1lisis_de_clase.pdf
– Aldalur, B. (05÷11÷2019). Proceso Socialista e Identidades de clase: ¿son lo mismo? Recuperado de: https://gedar.eus/koiunturapdf/20191106_KP_Be%C3%B1atAldalur-Proceso_socialista_e_identidades_de_clase.%C2%BFson_lo_mismo%3F.pdf
– Arruzza, C., Bhattacharya T. & Fraser N. (2019). Manifiesto de un feminismo para el 99%. Barcelona: Herder.
– Andrade, A. & De Sus, E. (03÷04÷2019). “Necesitamos una definición totalmente diferente del concepto de clase trabajadora” Nancy Fraser. Reuperado de: https://ctxt.es/es/20190403/Politica/25374/nancy-fraser-feminsimo-trump-adriana-m-andrade-elena-de-sus.htm
– Barahona, T. (30÷01÷2018). La marcha internacional de las mujeres o la artera instrumentalización del feminismo. Recuperado de: https://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/la-marcha-internacional-de-las
– D’atri, A. & Murillo, C. (28÷07÷2019). Feminismo para el 99%: estrategias en debate. Recuperado de: http://www.izquierdadiario.es/Feminismo-para-el-99-estrategias-en-debate
– Samaniego, M. (26÷06÷2019). Comunismo en latencia y nuevo ciclo político o ciclo de acumulación. Recuperado de: https://gedar.eus/koiunturapdf/20190626_KP_Belatz-COMUNISMO_EN_LATENCIA_Y_NUEVO_CICLO_POLITICO_O_CICLO_DE_ACUMULACION.pdf
– Yenikoy (2019). Kapitalaren despotismoa eta proletariotza. Recuperado de: https://gedar.eus/pdf/lz/20191119_Kapitalaren_despotismoa_eta_proletariotza.pdf
[1] Plataforma dedicada a la organización y gestión de movilizaciones. En su pagina se puede apreciar la relación que tiene con el Partido Democrata, solo hay que ver su electorado para el 2020. Explican: “In the 2020 election cycle, MoveOn is committed to making sure that a progressive, inspiring, and competitive Democratic nominee who is accountable to the broader movement emerges from the presidential primaries to defeat Donald Trump.” Ver: https://front.moveon.org/about/?utm_source=front&utm_content=nav
[2] Red internacional creada por el magnate George Soros. Tiene como función financiar grupos de la sociedad civil. Ver: https://www.opensocietyfoundations.org/
[3] En 2015 – 2016 se presentó con el Partido Demócrata. Aun y todo, tiene la marca de antigüedad como independiente en la historia del Congreso de Estados Unidos.
[4] Para profundizar en ello: http://canarias-semanal.org/art/25065/feminismo-del-99-la-ultima-estrategia-para-despistar-a-las-trabajadoras edo http://canarias-semanal.org/art/25705/en-los-estados-unidos-el-socialismo-te-lo-trae-el-departamento-de-estado
[5] Textualmente en el manifiesto: “hemos propuesto un universalismo que adquiere su forma y contenido desde la multiplicidad de luchas que nacen desde abajo.” p.106