Eliana Gilet /Resumen Latinoamericano /9 de abril de 2020
México ante el nuevo coronavirus.
El presidente mexicano se resiste a aprobar medidas de apoyo económico para los trabajadores afectados por las disposiciones de distanciamiento social voluntario. Mientras tanto, el virus avanza en su país sin demasiados obstáculos.
El primer caso de covid-19 en México fue registrado el 27 de febrero, pero lo que puso al país en el mapa internacional fue la actitud del presidente, Andrés Manuel López Obrador (Amlo, como se lo conoce en su país), quien continuó con sus giras y actos públicos mientras el mundo se apuraba a atender la crisis. Eso estuvo (y está) directamente vinculado a la estrategia de “mitigación” explicada entonces por Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud y vocero técnico del gobierno federal en el combate a la pandemia.
“No existe aspiración alguna”, ni en México ni en el resto del mundo, dijo López-Gatell el 27 de febrero, “de contener la transmisión del agente infeccioso como lo hizo China en Hubei; a lo que sí se aspira es a canalizar los esfuerzos para mitigar el daño, reduciendo la velocidad de transmisión y protegiendo a las poblaciones más vulnerables”. Su estrategia se basa en reconocer tres fases: una primera con “casos importados”, una segunda de “transmisión comunitaria”, y finalmente el pico de la pandemia y su posterior declive. No obstante, la representación gráfica de estas etapas, difundida por gobierno, no indica cuántas personas infectadas se esperan.
Según señalaron entonces los expertos oficiales, México entraría en la fase de transmisión comunitaria 40 días después de registrado el primer caso. Sin embargo, habían pasado sólo 27 días cuando el 24 de marzo, siguiendo a pies juntillas los dictámenes del día anterior del Comité Técnico, Amlo inició su conferencia de prensa mañanera ante una “nueva fase” de la pandemia. “No se ha actuado de manera apresurada, no hemos hecho caso a conjeturas. Se ha actuado con profesionalismo, se ha hecho a un lado la politiquería. Hemos enfrentado a nuestros adversarios, que buscan siempre dañarnos aunque en ese propósito se dañe al pueblo, y hemos enfrentado el amarillismo de algunos medios de comunicación”, afirmó el presidente.
Ese día, y con 367 casos en todo el país –cinco de los cuales no estaban asociados a casos “importados”– López-Gatell indicó que “es la pérdida de trazabilidad de los contagios y no el número de casos lo que señala formalmente el inicio de la fase dos”. A partir de allí se extendió la suspensión de clases en todo el sistema educativo –que había comenzado el 14 de marzo y se suponía que duraría un mes – , y recién entonces se empezó a promover la distancia social como medida de prevención de los contagios. Hasta ahora, México desaconseja el uso de mascarillas protectoras.
Desandar la experiencia
El 30 de marzo, con más de mil casos confirmados, se decretó el estado de emergencia sanitaria y se convocó a una cuarentena “voluntaria” de un mes. Sin embargo, académicos como Gustavo Cruz Pacheco –titular del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas de la Unam y miembro del equipo técnico que en 2009 enfrentó la pandemia de gripe A H1N1, que tuvo su centro epidémico en Ciudad de México– calculan que por cada diagnosticado hay entre cincuenta y cien personas asintomáticas que contagian sin saberlo.
Para Cruz Pacheco, una cuarentena efectiva debería aplicarse en cada ciudad de forma local, a medida que vayan explotando los brotes epidémicos –como se hizo en 2009 – , y no de manera generalizada como se está haciendo ahora. Los sitios donde actualmente se registra la mayor densidad de casos de covid-19 por habitante son Ciudad de México, Guadalajara, algunos puntos no definidos de los estados de Quintana Roo y Baja California Sur, así como la ciudad de Monclova.
El análisis de la situación en esta última localidad, clavada en el desierto central del estado de Coahuila en la frontera norte, refleja el fracaso de la estrategia gubernamental de “mitigación”. A pesar de registrar un brote de covid-19 desde mediados de marzo, el Hospital del Instituto del Seguro Social no ha recibido atención específica del gobierno federal, del que depende, al punto de que sus trabajadores tuvieron que manifestarse para exigir el material sanitario básico (tapabocas, guantes y batas) y para que se les practiquen las pruebas de rigor. Aunque han sido ejecutadas parcialmente, ya se sabe que 32 de los 42 infectados en Monclova al inicio de abril son parte del personal médico de la institución, entre ellos un doctor que falleció a causa del virus.
Si bien algunos medios han llamado a Monclova “la Wuhan mexicana”, la diferencia entre ambas ciudades está en la respuesta estatal. Si en la localidad china las autoridades locales fueron desplazadas por el gobierno central al verse rebasadas por el nuevo coronavirus, en Monclova, ante la falta de respuesta del gobierno federal, la epidemia ha tenido que ser manejada por un comité local dirigido por los alcaldes municipales.
Lo que no sabe
Mientras tanto, es posible que en México exista un importante subregistro de casos, vinculado a las escasas pruebas de diagnóstico que se han realizado en el país. Primero, porque el mandato de los asesores técnicos del gobierno indicó que hasta el inicio del “contagio comunitario” sólo se practicaran análisis a quienes presentaran síntomas y, además, hubiesen viajado al exterior o tenido contacto con alguien foráneo. A eso se han sumado los dilatados plazos para entregar los resultados de las pruebas. Según señalaron algunos epidemiólogos, esto hizo que las cifras oficiales tuvieran dos o tres semanas de retraso con respecto a la realidad.
Brecha comparó la cantidad de pruebas de covid-19 aplicadas en tres países con base en las tasas de testeo cada 100 mil habitantes, y el resultado es abrumador. Según las cifras públicas de los exámenes practicados hasta el 4 de abril, Estados Unidos (convertido en el nuevo centro de la pandemia mundial) presenta una tasa de 496 estudios cada 100 mil habitantes. Uruguay tiene una tasa de 138 pruebas cada 100 mil habitantes. México, al 4 de abril, había realizado apenas 13 análisis de covid-19 cada 100 mil habitantes.
Aunque las autoridades mexicanas se galardonan de estar en el pelotón de los países con menos contagios y muertes por el nuevo coronavirus, estas cifras apuntan más a la escasa cantidad de pruebas realizadas en el total de la población que a una efectiva política de mitigación centralizada. El que no busca no encuentra, dice (también) el dicho popular.
Un caso importado
María Martha murió el día que México entró a su fase dos. Tania, su hija, narró a Brecha los detalles del caso, que conviene tener presente frente a las declaraciones del presidente de que “se ha actuado con profesionalismo”.
María Martha y su familia llegaron a Ciudad de México el lunes 16 de marzo –tras haber pasado una estancia en Italia y en España– en un vuelo comercial de Iberia. “Mi papá tiene fotos de la sala del aeropuerto donde se recogen las maletas y está lleno. El contacto que se tenía entre los pasajeros era casi cuerpo a cuerpo y la mayoría de las personas que desembarcaron no traían ningún tipo de tapabocas, aunque mi familia, sí”, relató Tania.
Su madre presentó los síntomas inmediatamente, por lo que presumen que viajó enferma. “Los funcionarios de aduanas no tenían guantes ni tapabocas, ni ningún otro tipo de protección para ellos, aunque estaban revisando maleta tras maleta”. Tania evocó el estupor que sintieron al no recibir ninguna recomendación de ponerse en cuarentena preventiva, a pesar de que venían de lo que en ese momento era el centro de la pandemia: “Fue impactante llegar a la Ciudad de México sin medidas para impedir el contagio ni para detectar a los posibles enfermos, mucho menos para atender a la gente o para dar seguimiento a estos pasajeros, que eran de alto riesgo”, dijo en entrevista telefónica desde su propia cuarentena, tras haber contraído el virus. “No creo que esa negligencia sea un problema de infraestructura, de falta de capital humano o tecnología. Es una cuestión de voluntad política, de decisión de no tomar la pandemia en serio y no tomar acciones eficaces para proteger a la población”, sostuvo.
Pasó una semana entre que su madre manifestó los primeros síntomas y que el virus se comió su capacidad respiratoria. “No presentaba la sintomatología exacta que estaba difundiendo el gobierno y, aunque tenía fiebre, no tenía tos seca, sino con flemas. Acudimos a uno de los hospitales privados que ofrecían la prueba, porque pensamos que en los públicos la rechazarían por no presentar el cuadro clínico exacto. Allí pagamos 25 mil pesos (1.000 dólares) por el examen y por las tres horas que mi madre estuvo en observación”. A María Martha la mandaron a su casa, a esperar el resultado. “Nos dijeron que nos daban el resultado en cinco días. Eso nos quitó mucho tiempo, porque esperábamos el diagnóstico para que se le indicara un tratamiento acorde”, dijo Tania, que pidió no revelar su identidad debido a las amenazas que ha recibido su familia tras relatar el caso públicamente.
Sin respuesta del hospital, llamaron al número indicado por las autoridades de Ciudad de México para atender casos sospechosos, donde respondieron la encuesta telefónica prevista que clasifica a las personas por niveles de riesgo bajo, medio o alto, según los síntomas que presenten. “Nos dijeron que dejáramos a mi madre aislada en un cuarto para evitar el contagio al resto de la familia y nos ofrecieron hacer una nueva prueba enviando a unos médicos que nunca llegaron. Al día siguiente, mi madre amaneció con 38 grados de fiebre y comenzó a deteriorarse muy rápidamente. Le empezó a faltar el oxígeno y, aunque volvimos a llamar a ese número, la respuesta fue que la dejáramos sola”.
Consiguieron un tanque de oxígeno por su cuenta y decidieron volver a internarla en otro hospital privado. “Ahí se le diagnosticó ‘neumonía viral atípica’ y se le hizo una segunda prueba de covid-19. Se la empezó a tratar con retrovirales, pero mi mamá ya no se recuperó”. Entró a terapia intensiva el lunes 23 de marzo, cuando se agudizó su cuadro clínico. “Estuvimos con ella en la mañana y podía hablar, aunque tenía muchos problemas para respirar. Cuando la vimos a mediodía estaba consciente, pero ya no podía hablar. Empezó a quedarse dormida aun con asistencia respiratoria. La última vez que la vimos ya no nos respondió, le dijimos que la amábamos y que íbamos a salir de esta.” María Martha murió a las cinco y media de la tarde del lunes 23.
Minutos después de su muerte, llegó el resultado del segundo análisis que le practicaron, confirmando la infección de María Martha con el nuevo coronavirus. “Gracias a que el resultado llegó en ese momento, la doctora pudo asentar en el acta de defunción que mi madre murió a causa del coronavirus y emitir la alerta sanitaria para toda la familia. Sin ese resultado, el acta de defunción de mi madre diría que murió por una neumonía atípica”, remarcó Tania.
El pasado 28 de marzo, la Secretaría de Salud dijo que “en las últimas 24 horas” se venían realizando “campañas de desinformación deliberada, donde se empezó a inflar sin ninguna base de evidencia la falsa idea de que el gobierno intenta modificar las cifras de neumonía para ocultar la incidencia de covid”. Como respuesta, las autoridades publicaron gráficas sobre la incidencia de neumonías en los últimos siete años, generadas por el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica de México. Según leyó de una gráfica López-Gatell –de nuevo, sin dar cifras – , en las primeras semanas del año 2020 se ha reportado una caída en la incidencia de la neumonía. “La curva se encuentra por debajo de la cantidad esperada desde el inicio del año al momento actual”.
Huérfanos
México no ha previsto ningún tipo de apoyo económico específico para su población trabajadora ante el estado de emergencia sanitaria decretado el 30 de marzo y vigente al menos por un mes. La situación en el país es grave si consideramos que la mitad de su población económicamente activa sobrevive en la informalidad y sin prestaciones o garantías ante este parate “voluntario” de las “actividades no esenciales”.
Aunque se esperaba que López Obrador anunciara un plan emergente de apoyo económico durante su informe trimestral de gobierno presentado el pasado domingo, el presidente se plantó en una defensa de sus políticas sociales con un discurso en tono de campaña electoral. La única opción económica que ofreció ante la contracción de las actividades fueron préstamos para pequeñas y medianas empresas. Dijo que lo peor está por venir en las próximas dos a cuatro semanas, según los cálculos de su equipo técnico, pero que México tiene una fortaleza en su “cultura” y que en este país “la principal institución de seguridad social es la familia”.
Así, buena parte de los más de 31 millones de mexicanos que sobreviven del comercio, el trabajo doméstico y el agrícola han quedado huérfanos de padre y madre, y con lo peor de la pandemia mordiéndoles los talones. “El gobierno mexicano está teniendo una estrategia centrada en cuidar lo más que pueda el tema económico, y por eso ha dilatado tomar medidas en lo laboral. Desde el 30 de marzo hay un llamado claro a quedarse en casa, pero no hay una política pública que acompañe ese llamado y que permita que las personas que viven al día o en pobreza lo cumplan”, señaló a Brecha Andrea García, politóloga mexicana y experta en relaciones laborales. “A esas personas se las pone en la condición de tener que elegir entre morir de hambre o exponer su bienestar y salud por sobrevivir”, apuntó.
La situación tampoco es halagüeña para los trabajadores formales, presos de las negociaciones entre sindicatos y patrones en las que, a partir de un anuncio de la secretaria de Trabajo, Luisa María Alcalde, se han pautado drásticas reducciones de sueldo para “ayudar” a las empresas a que no se fundan. “A partir de un pedido del gobierno, las representaciones sindicales están aceptando reducciones de hasta 50 por ciento del salario, además de la pérdida de ciertas prestaciones y bonos”, agregó García. En México no existe el seguro de paro nacional, sólo hay uno parcial y limitado a la capital del país que obliga a sus beneficiarios a trabajar en beneficio del ayuntamiento local.
Mientras gobiernos abiertamente de derecha como el de Donald Trump y Jair Bolsonaro ya anunciaron transferencias de dinero para que su población pueda acatar la cuarentena (aun con criterios racistas en el caso de Estados Unidos, donde se excluye a los migrantes de ese apoyo), el progresista Amlo continúa afirmando que es la fuerza moral de su población la que va a sacar a México de la crisis. Por si eso no alcanzara, ya hay decenas de policías desplegados por todo el centro de la capital. En los últimos días, los agentes cerraron, con cintas amarillas de escena del crimen, el paso a las principales zonas peatonales, como la calle Madero o el Zócalo.
Migrantes en riesgo
Un guatemalteco preso en la Estación Migratoria de Tenosique, en el estado mexicano de Tabasco, en el sureste del país, falleció el lunes 23 de marzo tras una protesta que solicitantes de asilo hicieron dentro de esa cárcel irregular. Según relataron a Brecha integrantes del albergue franciscano para migrantes La 72, ubicado en Tenosique, los guardias de migración trancaron las puertas del celdario ante la quema de colchones por los detenidos y evitaron la salida de la gente atrapada entre el fuego y el humo, hasta que otros migrantes rompieron los candados y los sacaron. Las protestas de los solicitantes de refugio en México se han repetido en otras cuatro cárceles para migrantes del país, cuyos ocupantes denuncian el hacinamiento y la falta de respuesta de las autoridades.
Todo el sistema asilar mexicano está parado por la pandemia. Esto alarga sin medida el tiempo de reclusión irregular de los solicitantes, personas que no han cometido ningún delito, ya que entrar a México sin papeles es tan sólo una falta administrativa. En ese contexto, Brecha supo de al menos un caso en el que agentes mexicanos de Migración incitaron a un grupo de centroamericanos deportados de Estados Unidos a que cruzaran la frontera con Guatemala por pasos fronterizos irregulares, rompiendo de forma clandestina la protección sanitaria impuesta por ese y otros Estados vecinos.
Brecha*