Por Darío Aranda, 7 de mayo 2020
No negar ni minimizar los peligros del virus. Cumplir con las recomendaciones para el cuidado de la salud. Rechazar el negacionismo de Trump y Bolsonaro. Escuchar a médicos y científicos. Pero, ¿quiénes son «los especialistas»? ¿Hay que obedecer ciegamente a la Organización Mundial de la Salud? ¿Se trata de una opción binaria «salud o economía»? ¿Es imprescindible y sano el “aislamiento social obligatorio”? ¿Quién y cómo se van a cuantificar las consecuencias sociales en los sectores populares? ¿Por qué se invisibilizan las causas de las pandemias? ¿Sirve que los medios cuenten los muertos en tiempo real? Como en la guerra: el miedo se impone, la disidencia se castiga y el pensamiento único se contagia. Investigadores, epidemiólogos, médicos, científicos, periodistas, economistas e indígenas se permiten plantear preguntas, aristas silenciadas y otros caminos posibles en tiempos pandémicos.
¿Economía o vida?
“En Argentina instalaron una falsa opción, como dijo el Presidente:
‘Si el dilema es la economía o la vida, yo elijo la vida’. Pero una
cuarentena puede contemplar la salud y la economía al mismo tiempo, en
beneficio de ambas. ¿Cómo? Con una cuarentena selectiva de entrada.
Limitada a los susceptibles. Porque es un principio básico de la
epidemiología exponer a los no-susceptibles y no exponer a los
susceptibles”, explicó a inicios de abril
con didáctica docente Mario Borini, ex profesor titular de Salud
Pública y docente de Epidemiologia en la Facultad de Medicina de la UBA.
Su escrito apunta a los principios básicos de la epidemiología: al
comienzo de la epidemia el aislamiento físico podría haber incluido a
unas cinco millones de personas (4,5 millones son mayores de 65 años) y
el resto, cerca de 40 millones de habitantes, podría haber mantenido sus
actividades habituales, familiares, laborales, siempre con una política
social para que la población mantenga los cuidados básicos de limpieza
de manos, distancia física de metro y medio, barbijos y uso de
protección en el personal de salud.
Borini se hace la pregunta retórica de por qué el Gobierno no hizo
lo epidemiológicamente obvio. Y él mismo responde: “Porque el sistema
de salud está desquiciado. Mientras
se prioriza declamativamente la salud, no hay capacidad para atenderla
ni prevenirla de otra forma que descargando el gasto y la angustia en la
población, cuyas condiciones habitacionales y laborales hacen
insufrible la cuarentena y el parate económico”.
Borini explica que hay un conocimiento propio de
las “ciencias de las poblaciones”, donde figura la epidemiología, pero
también la estadística, la demografía y las ciencias sociales, que hoy
no son escuchadas por el gobierno nacional ni por los provinciales.
Resalta que se impuso una mirada relacionada a pruebas de laboratorio
propias de la infectología-virología-inmunidad, sin tener en cuenta el
marco de referencia social que debe existir ante cualquier epidemia. “La
mirada impuesta está vinculada a lo que propone la industria de
medicamentos (…). Además hay conflictos de intereses, como la OMS
financiada por laboratorios comerciales y la Fundación Gates. Y ese
conflicto de intereses penetra al ‘comité de expertos’ (del gobierno
nacional), con Pedro Cahn de la Fundación Huésped, que es financiada por
laboratorios comerciales”, cuestiona Borini.
Menciona como contra-ejemplos a la Argentina a cuatro países
asiáticos (Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán), con cuarentenas
selectivas, “pese a que los tres últimos superan a Argentina en el
número de casos”. Y también señala a Suecia, con trece veces más muertos
que Argentina con Covid-19: “Sus autoridades consideran que ‘es tan
peligroso salir como quedarse en casa’ y que es indigno imponer a su
población una cuarentena total”. Precisa que Costa Rica no hizo
cuarentena y tiene la menor tasa de mortalidad de América Latina.
“Alemania, con cuarentena parcial, tienen una tasa de ocho
fallecimientos por millón de habitantes, que es ocho veces menor a la de
Bélgica, con cuarentena total, nacional y obligatoria”, explica.
Plantea que Argentina, con esta política ante la pandemia,
no prioriza a la población respecto a la salud y la economía, sino que
se prioriza el sistema de salud, “que a la espera de la epidemia no
atiende ni siquiera en los consultorios habituales”.
“El sistema de salud no tiene capacidad porque durante siete
décadas hubo reducción de camas de internación en relación al
crecimiento de la población, retaceo de terapias intensivas y
respiradores, obsolescencia tecnológica, caída presupuestaria,
desabastecimiento de insumos, no reemplazo de personal (por
fallecimiento, jubilación, renuncia), magros salarios (…) Por eso se
apeló en Argentina a la cuarentena total, para evitar el bochorno de la
desatención masiva”, aseguró Borini.
Sostiene que instalar camas de emergencia en “lugares impropios”
como Tecnópolis es una muestra más de la “miseria que supimos conseguir”
para el sistema de salud. Y alerta por las consecuencias de la
cuarentena obligatoria: “De persistir con esta dicotomía entre salud y
economía se profundizarán el empobrecimiento de la población y la
extranjerización de la economía, con su grave y evitable efecto
boomerang sobre la salud física, mental, social y ambiental, que habría
que medir con el mismo ahínco que se pone en contar los casos afectados
por el Covid-19”.
¿Contar muertos?
Otra voz disidente es la del virólogo y doctor en farmacología molecular Pablo Goldschmidt que cuestionó que decenas de países paren sus actividades por el Covid-19.
Recordó que definir una enfermedad como “pandemia” no quiere decir algo
grave sino un mal que sucede en muchos países. “El Covid-19 es muy
contagioso, sí, como el resfrío, que es como muere la gente en los
geriátricos. Antes no los contaban, ahora sí. Hubo más de medio millón
de casos de neumonía en el mundo el año pasado. Hay un millón de
personas que se pueden agarrar meningitis en África, y se transmite por
la saliva, y los aviones van y vienen. Y a nadie le importa nada. A mí,
cuando algo hace mucho ruido como con el corona… Se está teatralizando
mucho. Desde el primer día dije que las cuentas no daban, como cuando
apareció la gripe H1N1”, destacó.
Goldschmidt es autor del libro La gente y los microbios,
donde analiza el rol de las bacterias, virus, hongos, protozoos y
priones, “seres invisibles” que afectan gravemente la salud, pero
también son vitales para la existencia del pan, quesos, bebidas
fermentadas y medicamentos. Cuestiona a la universidad británica
Imperial College de Londres, fuente inicial de datos epidemiológicos de
donde la Organización Mundial de la Salud (OMS) basó sus proyecciones de
posibles muertes: 2,2 millones en Estados Unidos y 500.000 en el Reino
Unido.
El portal de noticias Infobae es el más leído de
Argentina. En su encabezado contabiliza en tiempo real los contagiados,
fallecidos y recuperados, en el mundo y en Argentina. Para el país
contabilizan 241 muertos. Los diarios destacan mapas online para ubicar
las provincias y ciudades con más afectados. Los canales de noticias
informan con un “urgente” o “último momento” cada nuevo fallecimiento.
Desde el primer fallecimiento, el 7 de marzo, Argentina contabiliza un promedio de 4 muertes por día. Muy
lejos de las 31.916 muertes por neumonía e influenza del 2018, según el
informe oficial “Estadísticas vitales”, del Ministerio de Salud de la
Nación, un promedio de 88 fallecimientos por día.
Al momento de escribir este artículo se contabilizan 244.229
fallecidos en el mundo por coronavirus. Mario Borini, médico de la UBA,
recordó que en el mundo hay anualmente entre 400.000 y 600.000 muertos
por gripe común (y está subdiagnosticada). Según la propia Organización
Mundial de la Salud, cada año mueren 6,5 millones de personas por la contaminación del aire.
«Sólo una de cada diez personas respira un aire que está en los límites
establecidos por la OMS. Los otros nueve respiran aire que es nocivo
para su salud», afirmó en conferencia de prensa María Neira, directora
del departamento de Medioambiente y Salud del organismo.
Ningún portal de noticias, ningún canal de televisión, ningún funcionario contabiliza en tiempo real esos fallecimientos.
Abordar la contaminación del aire implica poner en cuestionamiento
el modelo económico contaminante, que es la base del capitalismo.
Desocupación y pobreza
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)
emitió un informe sobre el futuro de la región luego de la pandemia:
“Sus efectos generarán la recesión más grande que ha sufrido la región
desde 1914 y 1930. El PBI caerá más de 5 por ciento en 2020. Se prevé un
fuerte aumento del desempleo”.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó el 29 de
abril su reporte titulado “El Covid-19 y el mundo del trabajo” en el que
advirtió que “casi la mitad de la población mundial podría llegar a
perder los medios de vida”. Afirmó que el efecto pandemia y la
suspensión de actividades tendrán un “efecto devastador”.
“Casi 1.600 millones de trabajadores de la economía informal, esto
es, casi la mitad de la población activa mundial, corre peligro
inminente de ver desaparecer sus fuentes de sustento”, advirtió la OIT. Y
prevé la pérdida de 305 millones de empleos a tiempo completo.
Julio Gambina, economista de la Fundación de Investigaciones
Sociales y Políticas (Fisyp), explicó que Argentina terminará este año
con una pobreza de entre 40 y 42 por ciento, con un desempleo de hasta
el 12 por ciento y con irregularidades del empleo en torno al 40 por
ciento. También alertó sobre la fuerte presión que habrá para mayor
flexibilización laboral y reforma previsional.
Gambina se caracteriza por sus opiniones económicas y sociales que
privilegian a los sectores populares; quizá por eso no suele ser
consultado en los grandes medios de comunicación y sí en los medios
alternativos, comunitarios, cooperativos. Es un referente crítico al
neoliberalismo y a los organismos financieros internacionales.
“El debate entre salud y economía es falso, mezquino y miserable,
que escamotea la discusión del qué hacer en la coyuntura y más allá en
el tiempo para superar los problemas del presente”, afirmó Gambina.
Y llamó a discutir el modelo productivo y de desarrollo, el sistema
financiero y la inserción internacional del país. “La situación de
emergencia habilita esta discusión, evitada por años de oscurantismo y
hegemonía desbordante de ideología y política neoliberal”, destacó.
Salud y ambiente
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma)
alertó en 2016 sobre el aumento mundial de las epidemias zoonóticas.
Señaló que 75 por ciento de todas las enfermedades infecciosas
emergentes en humanos son de origen animal y que dichas afecciones están
estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas (Fuente).
El Instituto de Salud Socioambiental (Inssa) funciona en el marco
de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario. Se
trata de un grupo de docentes y graduados que realizan desde hace nueve
años una práctica educativa inédita llamada “campamento sanitario”, en
el marco de la materia Ciclo Práctica Final, que consiste en instalarse
durante una semana en una ciudad y, censo mediante, conocer y
sistematizar los problemas de salud de la población. Ya llevan
realizados 40 campamentos y detectaron incremento de abortos
espontáneos, malformaciones congénitas, enfermedades oncológicas y
aumento de los casos de mujeres que no pueden completar sus embarazos a
término. Perfiles epidemiológicos vinculados al modelo agropecuario con
uso masivo de agrotóxicos.El Instituto de Salud Socioambiental (Inssa)
funciona en el marco de la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad de Rosario. Se trata de un grupo de docentes y graduados que
realizaron durante nueve años una práctica educativa inédita llamada
“campamento sanitario”, en el marco de la materia Ciclo Práctica Final,
que consistió en instalarse durante una semana en una ciudad y, censo
mediante, conocer y sistematizar los problemas de salud de la población.
Realizaron 40 campamentos y detectaron incremento de abortos
espontáneos, malformaciones congénitas, enfermedades oncológicas y
aumento de los casos de mujeres que no pueden completar sus embarazos a
término. Perfiles epidemiológicos vinculados al modelo agropecuario con
uso masivo de agrotóxicos.
Ante el coronavirus, emitieron un comunicado de análisis: “Las
graves consecuencias de esta pandemia, desnudan la fragmentación,
desfinanciación y vaciamiento que ha sufrido el sistema público de salud
producto de las políticas neoliberales y la consecuente
mercantilización de la salud”. Apoyaron la decisión de medidas que ponen
el foco en la urgencia, pero remarcaron que solo “son acciones
encaminadas a gestionar la enfermedad”, sin abordar políticas de fondo
para un sistema de salud que permita enfrentar pandemias.
El Inssa afirma que la crisis producida por la Covid-19 no
representa un hecho aislado o fortuito, sino que emerge de condiciones
que el mismo ser humano generó, por sus acciones u omisiones, ante la
falta de un pensamiento crítico, previsor y solidario y se suma
a varias zoonosis precedentes: SARS-CoV (2002), gripe aviar (2005),
gripe A‑H1N1 (2009), el MERS-CoV (2012) y el ébola (2014), “pudiendo
todas ellas ser consideradas como enfermedades prevalentemente
antropogénicas”.
Afirma que es necesario buscar las causas de las pandemias en el
modelo extractivo (agronegocio, minería, explotación petrolera), que
provocó un deterioro progresivo en la salud de las comunidades y redujo
la capacidad de la respuesta inmunológica humana ante diferentes
agresiones. “Los modos de producción explotan nuestros territorios, con
la consecuente contaminación del agua, aire y suelo con agrotóxicos,
microplásticos, metales pesados y gases tóxicos, imponen la
deforestación con corrimiento de la frontera agrícola, la explotación
animal en condiciones deplorables, constituyen un medio de cultivo ideal
para la génesis de mutaciones virales (…) Si no nos reconocemos como
parte de un todo viviente, dinámico y naturalmente cíclico, será
complejo salir fortalecides de esta crisis”, advierten los
investigadores y docentes del Instituto de Salud Socioambiental.
Se ha publicado mucho sobre la relación pandemias y ambiente. Matías Mastrangelo y Guillermina Ruiz escribieron un artículo
que condensa las acciones humanas que repercuten en la salud de
millones de personas. Titulado “Cinco formas en las que transformando el
ambiente creamos una pandemia”, aborda el tráfico de fauna, la
destrucción de ecosistemas naturales, la extinción de especies
silvestres, y el cambio climático global y urbanización-globalización.
Explican los cinco ejes de forma detallada y concluyen: “Nuestras formas
de producir y consumir son grandes responsables de la pandemia, por sus
impactos sobre la salud del ambiente, de la cual depende la salud
humana. Es necesario gestionar mejor a la salud ambiental y humana, como
una sola salud, la salud planetaria”.