Por Juan Carlos Giuliani*, Resumen Latinoamericano, 27 mayo 2020.-
El “Cordobazo” fue una rebelión popular. Como el 17 de Octubre. Como el 19 y 20 de diciembre de 2001. Un acto de legítima defensa ante los atropellos del poder, el retiro del sábado inglés, la represión generalizada. Un hito en la confluencia histórica de los trabajadores con el movimiento estudiantil.
Una acción de masas que, de espontánea, no tuvo nada. Atilio López, Agustín Tosco, Elpidio Torres y otros dirigentes sindicales ‑algunos conocidos y muchos anónimos- lideran una gesta histórica que terminaría por eyectar del poder al dictador Onganía.. Tiempo después, otras puebladas incendiarían la Patria.
El 29 de mayo de 1969 ‑el día que el pueblo reventó de bronca- se selló la unidad obrero-estudiantil, que volvería a ganar las calles para ensanchar la cancha donde se jugaba la resistencia al régimen dos años después ‑el 15 de marzo de 1971- con el “Viborazo”.
El “Cordobazo” fue una insurrección popular, un hecho revolucionario que marcaría a fuego a la clase trabajadora argentina. Un fenómeno de rebeldía colectiva que se inscribe en el proceso de lucha popular iniciado en 1955, cuando la “Revolución Fusiladora” derroca al gobierno de Perón y la clase obrera es proscripta social y políticamente. Esta proscripción fue respondida por los trabajadores a través de múltiples instrumentos de lucha: Desde las huelgas, el trabajo a desgano y las tomas de fábricas, hasta los sabotajes con los “caños” heroicos de la Resistencia.
El “Cordobazo” no es un hecho aislado. Se corresponde con un momento histórico de ascenso de los niveles de conciencia y organización del pueblo. La protesta callejera en Córdoba se produce luego de otras rebeliones que van jaqueando al gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía, como lo fueron el “Ocampazo”, el “Correntinazo” y el primer “Rosariazo”.
En ese tiempo convulsionado el pueblo soporta la dictadura de las botas y los monopolios. La nueva interrupción del orden institucional clausura los canales de participación a los trabajadores y a una juventud hambrienta por expresarse políticamente.
El gobierno se asienta en las bayonetas. Es tiempo de piedra y barricada, de caño y fusil. Explota la furia que viene de la larga Resistencia Peronista. La Revolución Cubana es la luz que persiste. Camilo Torres en Colombia y la heroica muerte del Che en Bolivia dejan una estela de compromiso en el firmamento de Latinoamérica.
Obturados los caminos institucionales por el accionar de la oligarquía a través de las Fuerzas Armadas que una y otra vez usurparían la soberanía popular, buena parte de la juventud optará por la militancia resistente y el camino de la lucha armada. En ese contexto, no es casual que exactamente un año después del “Cordobazo”, el 29 de mayo de 1970, irrumpa públicamente Montoneros con el “Aramburazo”.
La justicia social es el único camino para que no haya más pibes chorros ni ladrones de guantes blancos. Para que deje de haber una justicia para ricos y otra para pobres. Para que se construyan más viviendas, escuelas y hospitales y menos cárceles. Para desterrar la impunidad y el desamparo.
A 51 años del “Cordobazo”, a medio siglo del «Aramburazo», a casi 37 años de la recuperación de esta democracia colonial, la crisis social, laboral y económica heredada de la era Macri se ha profundizado hasta niveles indecibles con el coronavirus. Es estratégico construir una nueva mayoría que encarne un Proyecto de Emancipación, haga caso omiso de los discursos posibilistas, ignore los atajos dictados por el oportunismo político, y se vuelva a plantear como norte el Bien Común: La felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.
*Periodista y escritor