Afri­ca. Sáha­ra Occi­den­tal, 50 años de olvido

Por Lau­ra Casie­lles, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 de junio de 2020.

«Bajo la idea de que la colo­ni­za­ción espa­ño­la era ama­ble, el Sáha­ra Occi­den­tal nun­ca se lle­gó a des­co­lo­ni­zar», refle­xio­na Casie­lles en ‘La mira­da’ de esta semana.

Un mani­fes­tan­te saha­raui es cachea­do por la poli­cía terri­to­rial en El Aaiún en 1975. Foto­gra­fía cedi­da por Pro­vin­cia 53

Hace 50 años, en estos mis­mos días calu­ro­sos en los que se acer­ca ya el verano y todo pare­ce coger cier­ta pere­za, en una capi­tal de pro­vin­cia espa­ño­la se esta­ba pre­pa­ran­do una movi­li­za­ción cuyas con­se­cuen­cias –como las de casi todo lo que real­men­te impor­ta – , no se alcan­za­ban a pre­ver en aque­llos momen­tos de pre­pa­ra­ción clandestina.

La orga­ni­za­ción que esta­ba detrás de lo que se tra­ma­ba había naci­do ape­nas unos meses antes, cuan­do seis jóve­nes char­lan­do en un cuar­to dije­ron: “Has­ta aquí hemos lle­ga­do”. No mucho des­pués, ya tenían detrás a unas cin­co mil per­so­nas. Aun­que su orga­ni­za­ción esta­ba prohi­bi­da, cla­ro: como cual­quier orga­ni­za­ción polí­ti­ca bajo la legis­la­ción fran­quis­ta.

Era junio de 1970 y las cosas no esta­ban pre­ci­sa­men­te en cal­ma. Un par de años antes, ETA había rea­li­za­do su pri­mer aten­ta­do con una víc­ti­ma mor­tal: el poli­cía y tor­tu­ra­dor fran­quis­ta Meli­tón Man­za­nas. Juan Car­los de Bor­bón había sido nom­bra­do legí­ti­mo suce­sor por Fran­co poco des­pués, en vir­tud de una ley de 1947. En todo el país, las pro­tes­tas y huel­gas se esta­ban inten­si­fi­can­do, y la repre­sión tam­bién. Así que, mien­tras aque­llos jóve­nes pre­pa­ra­ban lo que esta­ba a pun­to de pasar, la poli­cía y los ser­vi­cios secre­tos tenían bas­tan­te tarea inten­tan­do ente­rar­se de quié­nes eran. Corrían de mano en mano por las ofi­ci­nas más oscu­ras fichas per­so­na­les e inten­tos de dilu­ci­dar qué hacer con ellos. Infor­mes que decían: “Una acción direc­ta con­tra los com­po­nen­tes del par­ti­do (…) no pre­sen­ta una gran difi­cul­tad en la prác­ti­ca (deten­cio­nes, inte­rro­ga­to­rios, san­cio­nes, expul­sio­nes, etc.)”. 

La his­to­ria sue­na conocida. 

Empie­za a sor­pren­der cuan­do se pre­ci­sa dón­de ocurre. 

Ocu­rre en El Aaiún, capi­tal del Sáha­ra Occidental. 

Hace unos días, el Tri­bu­nal Supre­mo negó la nacio­na­li­dad espa­ño­la a una saha­raui naci­da en el tiem­po en que este terri­to­rio esta­ba colo­ni­za­do por Espa­ña. Esta sen­ten­cia supo­ne un cam­bio de juris­pru­den­cia que, de fac­to, dice que el Sáha­ra no for­ma­ba par­te de este país, aun­que esta­ba bajo su domi­nio. Has­ta aho­ra, muchos y muchas saha­rauis sí habían podi­do aco­ger­se a ese víncu­lo his­tó­ri­co para rei­vin­di­car la nacio­na­li­dad espa­ño­la, una vía legal que se faci­li­ta tam­bién a per­so­nas sefar­díes o lati­no­ame­ri­ca­nas por moti­vos aná­lo­gos, y que les ha abier­to opor­tu­ni­da­des de vida y dere­chos que no son evi­den­tes en la con­di­ción de apa­tri­dia que supo­ne que su país no sea reconocido. 

Que este giro judi­cial lle­gue jus­to en estos días lo con­vier­te en una maca­bra pos­tal de ani­ver­sa­rio. Por­que, no: aque­lla movi­li­za­ción que se orga­ni­za­ba hace aho­ra jus­to 50 años no aca­bó bien. Aca­bó en lo que ha dado en lla­mar­se “la masa­cre de Zemla”. 

Zem­la era un barrio de El Aaiún en el que en el tiem­po de la colo­ni­za­ción espa­ño­la se aglu­ti­na­ban los edi­fi­cios y resi­den­cias ofi­cia­les. Ante el cre­cien­te run­rún nacio­na­lis­ta, la admi­nis­tra­ción que los ocu­pa­ba había teni­do la idea de con­vo­car a los y las saha­rauis a una mani­fes­ta­ción de adhe­sión a Espa­ña. Y lo que esta­ban orga­ni­zan­do esos mucha­chos clan­des­ti­nos era, cla­ro, una con­tra­ma­ni­fes­ta­ción. Esos mucha­chos clan­des­ti­nos, por su par­te, eran los fun­da­do­res del Movi­mien­to de Van­guar­dia para la Libe­ra­ción del Sáha­ra, que se con­si­de­ra el pre­ce­den­te del aún vivo Fren­te Poli­sa­rio. Su líder se lla­ma­ba Moha­med Basi­ri, y era un perio­dis­ta de algo menos de trein­ta años. 

Espa­ña, ese país que aho­ra dice que el Sáha­ra nun­ca fue par­te de su mapa, ocu­pa­ba el terri­to­rio des­de 1884. Aun­que su pre­sen­cia –que se hizo efec­ti­va más por la vía comer­cial que por la béli­ca– cobró más peso des­de fina­les de la déca­da de 1940, cuan­do se des­cu­brió que el sub­sue­lo de aque­lla tie­rra igno­ta guar­da­ba una bue­na reser­va de fos­fa­tos. El pro­ble­ma es que ese inte­rés lle­ga­ba de mane­ra algo ana­cró­ni­ca: en esos años, las metró­po­lis ya esta­ban empe­zan­do más bien a tener que asu­mir que los paí­ses afri­ca­nos se esta­ban descolonizando.

Pero el régi­men fran­quis­ta no se dejó arre­drar –tam­po­co en esto– ni por la reali­dad ni por los dere­chos de las per­so­nas: des­oyen­do los man­da­tos de la ONU, optó por una tre­ta de tri­le­ro. Con­vir­tió al Sáha­ra Occi­den­tal en una pro­vin­cia más, “tan espa­ño­la como Cuen­ca o Alba­ce­te”, como se solía decir. Y así pudo seguir explo­tan­do el terri­to­rio duran­te otras dos décadas. 

En ese tiem­po, en el Sáha­ra había Correos y Casino, DNI y pese­tas. Había igle­sias, había kios­cos con los mis­mos perió­di­cos que se leían en Madrid (aun­que lle­ga­ban un poco más tar­de). Esos niños y niñas a los que hoy se dice que nun­ca fue­ron espa­ño­les apren­dían en escue­las fran­quis­tas los afluen­tes del Ebro y la his­to­ria de los Reyes Cató­li­cos. Los y las saha­rauis tenían repre­sen­tan­tes que acu­dían ves­ti­dos con su derráa a las Cor­tes espa­ño­las. La Sec­ción Feme­ni­na ense­ña­ba a coci­nar arroz con leche y gui­sa­do de came­llo en sus cur­sos de domes­ti­ci­dad. Entre 1958 y 1975 en todos los mapas de Espa­ña el Sáha­ra salía en un cua­dri­to, como Cana­rias. Era la pro­vin­cia núme­ro 53

Para 1970, lo que venía pasan­do era que todo aque­llo ya empe­za­ba a resul­tar un poco lar­go y for­za­do de más. Los movi­mien­tos anti­co­lo­nia­les ya esta­ban has­ta disuel­tos tras cum­plir su labor en todo el con­ti­nen­te, y los y las saha­rauis empe­za­ban a rei­vin­di­car de mane­ra más urgen­te su inde­pen­den­cia. La polí­ti­ca que esta­ba siguien­do el fran­quis­mo era la mis­ma que muchas otras poten­cias euro­peas: tra­tar de pac­tar ese pro­ce­so. Lle­va­ba años inten­tan­do gene­rar unas éli­tes con­ni­ven­tes en cuyas manos pudie­ra dejar la sobe­ra­nía del país, para que no se resin­tie­ran mucho ni la geo­po­lí­ti­ca ni los nego­cios. Pero la len­ti­tud del pro­ce­so dejó tiem­po al pue­blo saha­raui para orga­ni­zar una vía menos dócil. 

Aquel 17 de junio de hace 50 años en El Aaiún, lo que ocu­rrió es que ante la con­vo­ca­to­ria ofi­cia­lis­ta de adhe­sión –un pari­pé con el que el régi­men pen­sa­ba que podría ganar algo más de tiem­po ante la comu­ni­dad inter­na­cio­nal – , el movi­mien­to lide­ra­do por Basi­ri mon­tó otra con­vo­ca­to­ria, no muy lejos, que tuvo sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te más éxi­to. Y, a lo lar­go de la tar­de, la cosa se fue ponien­do fea. Los mani­fes­tan­tes nacio­na­lis­tas mon­ta­ron un cam­pa­men­to y exi­gie­ron hablar con el gober­na­dor. Las ten­sio­nes cre­cie­ron, y, horas más tar­de, mien­tras en los actos ofi­cia­les se pro­nun­cia­ban dis­cur­sos de her­man­dad entre el pue­blo espa­ñol y el saha­raui, la admi­nis­tra­ción envió a la Legión para disol­ver a tiros a los mani­fes­tan­tes, lo que aca­bó con un alto núme­ro de heri­dos y detenidos. 

Nadie sabe con segu­ri­dad dón­de esta­ba Basi­ri aque­lla noche. Nadie vol­vió a ver­le nun­ca, con­vir­tién­do­se en el des­apa­re­ci­do más famo­so de la his­to­ria saha­raui. Espa­ña en nin­gún momen­to ha reco­no­ci­do su res­pon­sa­bi­li­dad en estos hechos, como recuer­da la cam­pa­ña ¿Qué fue de Bas­si­ri?, lan­za­da hace unos días.

Y su caso no es el úni­co. La juris­dic­ción direc­ta de Espa­ña sobre el Sáha­ra Occi­den­tal se man­tu­vo has­ta noviem­bre de 1975, cuan­do, en el mis­mo día de la muer­te de Fran­co, el BOE publi­có la ley de des­co­lo­ni­za­ción. Cons­ta­ba de un solo artícu­lo y, lejos de ser el ale­gre comien­zo de un camino de inde­pen­den­cia, lo que hacía era des­en­ten­der­se de la que has­ta ese momen­to había sido una de sus pro­vin­cias, dejan­do a quie­nes la habi­ta­ban en manos de las colum­nas de ocu­pa­ción marro­quíes que entra­ban en la lla­ma­da Mar­cha Ver­de. Las últi­mas tro­pas espa­ño­las salie­ron del terri­to­rio en febre­ro de 1976, para cuan­do dece­nas de miles de per­so­nas ya esta­ban en el exi­lio en los cam­pa­men­tos de refu­gia­dos de Tin­duf, en Arge­lia, en los que con­ti­núan, con sus des­cen­dien­tes, 45 años más tarde. 

En el tiem­po que media entre la masa­cre de Zem­la y la cul­mi­na­ción de ese aban­dono, dece­nas de saha­rauis des­apa­re­cie­ron o fue­ron ase­si­na­dos, fue­ra direc­ta­men­te por las auto­ri­da­des espa­ño­las, o bajo su acquies­cen­cia. Cuan­do el Tri­bu­nal Supre­mo nie­ga la vin­cu­la­ción con ese tiem­po y ese espa­cio, tam­bién es de esa res­pon­sa­bi­li­dad de lo que está rene­gan­do. Pero cuan­do se exca­va en el desier­to, se encuen­tran fosas comu­nes tan pare­ci­das a las que se han veni­do abrien­do en la penín­su­la en la últi­ma déca­da que es impo­si­ble no enten­der que se tra­ta de dos caras de un mis­mo pro­ce­so, con el mis­mo enemi­go enfrente.

Por lo demás, quien inten­ta inves­ti­gar se encuen­tra muchos cajo­nes vacíos. Aun­que 50 años pare­ce­ría un pla­zo más que razo­na­ble para la des­cla­si­fi­ca­ción de archi­vos, esta his­to­ria sigue blin­da­da en gran medi­da por una Ley de Secre­tos Ofi­cia­les que con­ti­núa apun­ta­lan­do muchos de los pac­tos de silen­cio que hemos heredado.

Como sobre tan­tas cosas en este país, sobre la his­to­ria colo­nial recien­te pesa un man­to de silen­cio, men­ti­ras y ter­gi­ver­sa­cio­nes. Man­te­ne­mos una ver­sión edul­co­ra­da que ensal­za la con­vi­ven­cia, un mito de colo­ni­za­ción ama­ble que no nos per­mi­te ver todo lo que hay que repa­rar. Bajo la idea de que la colo­ni­za­ción espa­ño­la era ama­ble se ocul­ta que Gui­nea Ecua­to­rial se arra­só con polí­ti­cas de segre­ga­ción racial y lue­go se dejó en manos de una dic­ta­du­ra. Bajo la idea de que la colo­ni­za­ción espa­ño­la era ama­ble se ocul­ta que en el nor­te de Marrue­cos sigue habien­do cán­ce­res que se deben a los bom­bar­deos quí­mi­cos de la gue­rra del Rif. Bajo la idea de que la colo­ni­za­ción espa­ño­la era ama­ble, el Sáha­ra Occi­den­tal nun­ca se lle­gó a descolonizar. 

Es fácil pedir per­dón de mane­ra sim­bó­li­ca por el expo­lio y la vio­len­cia come­ti­das en la mal lla­ma­da con­quis­ta de Amé­ri­ca. Lo que es más difí­cil es arre­man­gar­se para tra­ba­jar en las repa­ra­cio­nes nece­sa­rias a quie­nes sufrie­ron la colo­ni­za­ción espa­ño­la en el siglo XX y aún viven sus con­se­cuen­cias. Seña­lar con nom­bres y ape­lli­dos a quie­nes se bene­fi­cia­ron de ello, que son –poca sor­pre­sa– los mis­mos que se bene­fi­cia­ron de todo en aque­llos años en este país. Enten­der que el impe­ria­lis­mo fue una herra­mien­ta dis­cur­si­va y polí­ti­ca fun­da­men­tal para el gol­pe de Esta­do y para la dic­ta­du­ra; y que olvi­dar­lo fue uno de los pre­cios a pagar por la tran­qui­li­dad apa­ren­te de nues­tra tran­si­ción a la demo­cra­cia.

En estos días se cum­plen 50 años de una masa­cre per­pe­tra­da por el fran­quis­mo con­tra una mani­fes­ta­ción ciu­da­da­na, 50 años de la des­apa­ri­ción de un líder polí­ti­co que se opo­nía al régi­men, 50 años de olvido. 

No por­que se lla­ma­ra Moha­med y vivie­ra en El Aaiún esta his­to­ria es menos nues­tra his­to­ria que cual­quier otra de las que rei­vin­di­ca­mos. Aun­que el Tri­bu­nal Supre­mo insis­ta en decir­nos lo contrario.

Fuen­tes: https://​www​.lama​rea​.com/​2​0​2​0​/​0​6​/​1​2​/​l​a​u​r​a​-​c​a​s​i​e​l​l​e​s​-​5​0​-​a​n​o​s​-​d​e​-​o​l​v​i​do/

Rebe­lión.

Itu­rria /​Fuen­te

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