Por Marco Teruggi. Resumen Latinoamericano, 8 de diciembre de 2020.
El Gran Polo Patriótico obtuvo el 68,43 por ciento de los votos, según el segundo boletín oficial. El resultado no fue reconocido por aquellos gobiernos que habían anticipado que no lo harían, entre ellos, Estados Unidos y los países el Grupo de Lima. La oposición que participó de las elecciones representa una minoría fragmentada y heterogénea.
El chavismo volverá a ser mayoría en la Asamblea Nacional (AN) luego de cinco años. Tendrá, a partir del próximo 5 de enero, cuando se juramente el nuevo legislativo, la mayoría de los 277 escaños. El abanico de fuerzas opositoras, en cambio, estará ante un cuadro de minorías fragmentadas y heterogéneas.
Así quedó la fotografía de las elecciones parlamentarias, donde el Gran Polo Patriótico (GPP), la alianza conducida por el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) obtuvo 4.277.926 votos, para un total de 68,43 por ciento, según informó el segundo boletín del Consejo Nacional Electoral entregado el lunes en la tarde, con 98,63 por ciento de los votos escrutados.
El resultado no fue reconocido por aquellos gobiernos que habían anticipado que no lo harían, como Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, la Unión Europea, el Grupo de Lima ‑sin la firma de Argentina- y Uruguay. Mantendrán, en consecuencia, el reconocimiento a la “presidencia interina” de Juan Guaidó, aunque exista una nueva AN y aquella que presidió brevemente Guaidó, sobre la cual fue fabricada su figura de presidente, cumplió su mandato.
Las declaraciones de desconocimiento fueron las esperadas. Las posiciones estaban decididas con anterioridad, independientemente de lo que sucediera durante la jornada del domingo, en la cual, con más de 300 veedores internacionales, no fueron registrados incidentes ni irregularidades. El reconocimiento, en cambio, provino de varios países, como Rusia, Bolivia y Cuba y, se espera que se amplíe en las próximas horas con algunos gobiernos que aún no lo han hecho públicamente.
La relación de fuerzas internacional no tuvo modificación, y seguramente aquellos gobiernos que no reconocieron el resultado del domingo, sí reconocerán como válida la “consulta popular” encabezada dentro del país por Guaidó, que comenzó este lunes de manera virtual a través de una página de internet y una aplicación móvil, y que el día 12 será de manera presencial.
La “consulta” será un mecanismo a través del cual Guaidó buscará mostrar que obtuvo un mandato social para que siga la “presidencia interina” bajo el argumento de la “continuidad administrativa” de la AN que terminará su período el 5 de enero. No será la primera vez que la oposición ‑ahora fragmentada en cuatro partes- llame a una consulta en una clave similar: en julio del 2017 la derecha había realizado un plebiscito donde pedía a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana sumarse al derrocamiento de Maduro, construir instituciones paralelas y formar un “gobierno de unidad nacional”.
En aquella oportunidad, en un contexto de gran movilización de la derecha dentro de un esquema de intento de derrocamiento del gobierno, varias de las urnas del plebiscito fueron quemadas por la misma oposición, y el resultado no tuvo traducción en hechos concretos. Dos semanas después, fue electa la Asamblea Nacional Constituyente ‑que finalizará este mes de diciembre‑, que operó como parteaguas en ese momento del conflicto.
Ahora, también es probable que la “consulta popular” no tenga efecto dentro del país, no suscite convocatoria ni expectativa a pesar de la narrativa esgrimida por Guaidó y la derecha en redes sociales, espacio central de la construcción de la ilusión de “gobierno interino”. La capacidad de movilización de Guaidó, salvo algunas excepciones donde pareció que podría reconvocar a la calle, ha quedado en jaque desde abril del 2019.
Se trata de los últimos movimientos políticos de un 2020 que fue particularmente complejo, aunque, se sabe, cada año presenta una gran complejidad dentro del conflicto en Venezuela, que es tanto nacional como internacional. Uno de los elementos centrales que marcó la dinámica del año fue la dificultad, por momentos crítica, de abastecimiento de gasolina, agua, gas, y luz ‑servicios en mano del Estado- una situación conducida a un punto crítico en el marco de la política de “máxima presión” de Estados Unidos a través del bloqueo económico.
Esa situación impactó sobre la votación del domingo, donde la participación fue del 31 por ciento, con un caudal pequeño de votos de una oposición que, en gran parte, hacía su ingreso en el terreno electoral dentro de la reconfiguración del mapa opositor. En cuanto al chavismo, el logro de 4.277.926 votos representó a su vez cerca de un millón 300 mil votos menos que su mínimo dentro del período del 2013 hasta la fecha, que había sido en las parlamentarias del 2015, con 5.625.248 votos.
Esa pérdida de votos, además de por las variables económicas/materiales, parece indicar una necesidad de revisión dentro del mismo espacio del chavismo, en sus diferentes niveles, en particular producto de los efectos de desgaste de un gobierno/dirección que lleva varios años al frente del país, del conflicto prolongado que atrincheró la política, una tendencia a la repetición discursiva y un lenguaje alejado de los problemas de la cotidianeidad -“a veces pareciera que estamos negando la realidad”, afirmó Maduro el pasado jueves.
Serán elementos que formarán parte de un 2021 que comenzará con la toma de posesión de la nueva AN y la pregunta, no resuelta, acerca de qué sucederá con el sector de Guaidó más allá de las redes sociales. Se ha especulado acerca de que algunos integrantes del “gobierno interino” salgan de Venezuela, o, también, que otros, ante el inevitable precipicio, opten por regresar al terreno electoral, es decir a las elecciones a alcaldías y gobernaciones que tendrán lugar durante el año.
Foto: Prensa Latina