Por Mariángela Velásquez, Resumen Latinoamericano, 21 de enero de 2021.
Foto: Tucuxi River Dolphin (Sotalia fluviatilis), also known as gray bufeo or black bufeo. Photo by: Kike Calvo/Universal Images Group via Getty Images]
El delfín gris o tucuxi (Sotalia fluviatilis) está en peligro de extinción.
La inclusión del cetáceo en la más reciente actualización de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es una triste y preocupante noticia, no sólo por la posibilidad de la desaparición de la especie sino porque es un presagio de muerte para los ecosistemas amazónicos.
Cuando el tucuxi prospera en una cuenca significa que el agua es agua está limpia y hay suficientes peces para alimentarse. Pero si mueren las crías es un indicio claro de la contaminación y la sobreexplotación de los ríos Amazonas y Orinoco.
Los que nacimos en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, las Guayanas y Brasil hemos tenido la suerte de haber visto a los tucuxis, a las toninas o delfines rosados (Inia geoffrensis) y a los delfines costeros (Sotalia guianensis), porque son especies endémicas de esa parte de América del Sur. Pero el mercurio usado para la minería ilegal y la pesca excesiva quizás impida a nuestros nietos ver las piruetas y escuchar los agudos sonidos que esos curiosos mamíferos hacen en los lagos, ríos y playas.
El tucuxi se parece más a un delfín que a su prima la tonina, con quien comparte el sistema fluvial del norte de América del Sur. Una diferencia importante es el tamaño. Los delfines de mar pueden llegar a medir 2,1 metros, mientras este delfín amazónico de agua dulce apenas alcanza los 1,5 metros.
Tampoco se destaca por ser un nadador veloz. Si lo comparáramos con una carrera de atletismo no ganaría los 100 metros planos pero se llevaría la victoria en los 3.000 metros con obstáculos. Apenas llega a desplazarse a 23 km/h porque no tiene la suerte de andar a sus anchas en el océano.
Su evolución en la Amazonia lo hizo un experto nadador en aguas oscuras y entre manglares, que son árboles que nacen en el cauce de los ríos. Se abre paso entre los raíces y palos sin pausa y se sumerge por unos segundos para cazar cazando a los peces que detecte en su camino.
Las diferencias entre los delfines de mar y los de agua dulce comenzaron con la migración hacia los sistemas fluviales continentales hace 2,5 millones de años. Los tucuxis y toninas tienen aletas dorsales más pequeñas porque no necesitan ser veloces sino eficientes al deslizarse y rotar en estrechos riachuelos. Sus cabezas puede rotar de un lado al otro gracias a una redistribución de sus vértebras cervicales y en su punto más elevado tienen el orificio que usan para respirar.
Leyendas del Amazonas
Los indígenas suramericanos hablan del tucuxi y el boto – nombre local de la tonina o delfín rosado– como los gemelos mágicos: seres con temperamentos diametralmente opuestos pero nacidos del mismo vientre.
Los contadores de historias de etnias amazónicas consideran al boto como un animal malicioso, quizás por su gran tamaño, su gusto por el contacto físico y porque luchan con los humanos por los mismos alimentos en las riberas de los ríos.
El tucuxi rara vez pesca en el mismos lugar que el hombre y es considerado el hermano benévolo del boto porque es más pequeño, menos agresivo y tiene una apariencia menos impactante. El delfín gris es gregario con los suyos pero muy tímido en el contacto con humanos, a diferencia del delfín rosado, que tiene una naturaleza juguetona pero anda solo o en pareja.
Los indígenas consideran al tucuxi como un amigo porque tiende a brindar apoyo a todo el que accidenta dentro del agua. También se cree que acerca a los ahogados hasta la orilla para que sean enterrados.