Cul­tu­ra. «Arri­ba las Manos». Mues­tra del rela­to policial

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 15 de agos­to de 2021

En el Perú no hay una gran tra­di­ción del poli­cial, como podría­mos seña­lar de Argen­ti­na, Chi­le y Méxi­co, por nom­brar a los his­pa­no­ame­ri­ca­nos más pro­lí­fi­cos en can­ti­dad y sóli­dos en cali­dad.

Los estu­dios y artícu­los dis­po­ni­bles men­cio­nan obras de auto­res perua­nos que se han aven­tu­ra­do a escri­bir narra­cio­nes que uti­li­zan los códi­gos del géne­ro, sin que tales auto­res se mues­tren como cul­to­res recu­rren­tes. De dichos códi­gos emplean en gene­ral los más tra­di­cio­na­les. El ejem­plo más cita­do es el de Var­gas Llo­sa con su ¿Quién mató a Palo­mino Mole­ro? (1986), pero tam­bién otros menos cono­ci­dos como Goran Toci­lo­vac (un sabio asen­ta­do en el país) y Mir­ko Lauer. Los más jóve­nes Die­go Tre­lles autor de El círcu­lo de los escri­to­res ase­si­nos (2005), San­tia­go Rocan­glio­lo con Abril Rojo (2006), e Isaac Gold­berg con Acuér­da­te del escor­pión (2010), han encon­tra­do bue­na crí­ti­ca y apo­yo de los lec­to­res en sus apro­xi­ma­cio­nes al géne­ro policial/​negro.

En el caso del libro que que­re­mos rese­ñar, ¡Arri­ba las manos! Mues­tra del rela­to poli­cial en el Perú, Edi­cio­nes Alta­zor (Lima, 2016), de par­ti­da no se pue­de sino des­ta­car el esfuer­zo hecho por reva­lo­ri­zar el géne­ro en ese país y, más aún, actua­li­zar el tra­ba­jo lite­ra­rio de escri­to­res y escri­to­ras gra­cias al con­te­ni­do reco­pi­la­do. El pró­lo­go, debi­do al selec­cio­na­dor José Donay­re Hoef­ken, narra­dor, aca­dé­mi­co y edi­tor audaz, gol­pea des­de el ini­cio: «La sen­sa­ción de vul­ne­ra­bi­li­dad e inde­fen­sión ante el cri­men orga­ni­za­do del ciu­da­dano pro­me­dio pal­pi­ta en cada pági­na de esta mues­tra de rela­tos poli­cia­les en el Perú».

Algu­nos gua­ris­mos y deta­lles de ¡Arri­ba las manos! El libro tie­ne 494 pági­nas y reco­ge los rela­tos de 30 auto­res, de los cua­les 6 son muje­res (20%). Los tex­tos iné­di­tos son 18 (60%). El mayor de los auto­res nació en 1945 y el menor en 1985, cla­ra­men­te dos gene­ra­cio­nes con­tem­po­rá­neas de escri­to­res y escri­to­ras. La edi­ción está bella­men­te dise­ña­da. Con­se­guí mi ejem­plar en la últi­ma feria del libro de San­tia­go, FILSA 2018, don­de Perú fue el país de honor. La Cáma­ra Perua­na del Libro hizo su tarea con una exhi­bi­ción bien arma­da en el hall de entra­da al Cen­tro Cul­tu­ral Mapocho.

Plan­tea el pro­lo­guis­ta: «El pesi­mis­mo gran­de y pesa­do que exuda, des­ti­la y decan­ta ¡Arri­ba las manos! se com­pen­sa con el goce de su lec­tu­ra, a par­tir del ejer­ci­cio lúdi­co que impli­ca some­ter­se a las reglas inter­nas que exi­ge cada rela­to». Esto por­que, cabe seña­lar, el libro nació de un taller de escri­tu­ra crea­ti­va que José Donay­re y Miguel Ángel Valle­jos dic­ta­ron en el Cho­lo Art & Fun, un bar natu­ral­men­te, y don­de el desa­fío era escri­bir un rela­to de géne­ro policial.

El pró­lo­go nos ayu­da bas­tan­te tam­bién, al pro­po­ner una cla­si­fi­ca­ción de los rela­tos. Así, 21 de los 30 (70%) tie­nen por pro­ta­go­nis­ta a un inves­ti­ga­dor, canon del 

géne­ro, entre los cua­les hay detec­ti­ves pri­va­dos y ofi­cia­les, más unos pocos perio­dis­tas. De los res­tan­tes, 5 cuen­tos toman el pun­to de vis­ta del cri­mi­nal, 3 del tes­ti­go y uno solo de la víc­ti­ma. Pre­do­mi­na el rea­lis­mo y solo 5 cuen­tos en total se apro­xi­man a lo fantástico.

Otra cita del pró­lo­go: «Esta mues­tra, ela­bo­ra­da a par­tir del talen­to y cola­bo­ra­ción de trein­ta auto­res, da como resul­ta­do cer­ca de qui­nien­tas pági­nas de ajus­tes de cuen­tas, trai­cio­nes, esta­fas, sos­pe­chas, cuer­nos, secues­tros, extor­sio­nes, dis­pa­ros, nava­ja­zos, sui­ci­dios, estu­pros, vio­la­cio­nes, femi­ni­ci­dios, latro­ci­nios y hur­tos agra­va­dos, per­pe­tra­dos por narcotraficantes, 

pis­to­le­ros, ban­do­le­ros, sica­rios, pro­xe­ne­tas, corrup­tos de toda ralea y per­so­nas de apa­ren­te decen­cia, entre otros espe­cí­me­nes». Y rema­ta así: «Una radio­gra­fía muy reve­la­do­ra del Perú, en la que todo lec­tor, de un lado o de otro, se verá reflejado».

Un deta­lle pin­to­res­co: el tex­to de con­tra­ta­pa, que repro­du­ce el últi­mo párra­fo cita­do, edul­co­ra el tono, cam­bian­do la pala­bra «reve­la­do­ra» por «par­ti­cu­lar». Eso se lla­ma rela­cio­nes públi­cas inter­na­cio­na­les, ¿no? La ima­gen del país con­fia­da a un adje­ti­vo, daría para otro cuento…

Vamos a los cuen­tos inclui­dos. Me per­mi­to ele­gir un puña­do como los mejo­res, hacien­do uso de la arbi­tra­rie­dad de lec­tor anó­ni­mo en este mun­do ancho y ajeno. Abre el libro (por orden alfa­bé­ti­co de ape­lli­do) Fer­nan­do Ampue­ro, con Taxi Dri­ver sin Robert de Niro. Ampue­ro es un escri­tor con­sa­gra­do con incur­sio­nes en el géne­ro negro, como su nove­la best-seller Cara­me­lo ver­de (1992). El cuen­to es sóli­do, sor­pren­den­te y escri­to con un per­fu­me de iro­nía que divier­te. Una bue­na par­ti­da para el volu­men, a pesar de ese títu­lo tan poco agraciado.

Con­ti­nuan­do con algu­nos cuen­tos par­ti­cu­lar­men­te loa­bles, men­ciono «El jar­dín sin Gra­cia», fir­ma­do por Micky Bola­ños. Se ocu­pa del sec­tor de cla­se alta lime­ña, su len­gua­je, fobias, esti­lo, hipo­cre­sías. Un cuen­to como de serie de TV grin­ga. Bien el mane­jo de los diá­lo­gos, ori­gi­nal, los uti­li­za para trans­mi­tir opi­nio­nes, esta­dos de áni­mo y crí­ti­cas. Sobre todo a car­go de una mujer poli­cía que se las trae. Es de esos cuen­tos que gus­tan, una auto­ra que uno qui­sie­ra leer más.

Juan Car­los Bondy, por su par­te, con­tri­bu­ye con «Casa de repo­so», el rela­to en pri­me­ra per­so­na de un joven ex poli­cía des­vin­cu­la­do sin rui­do por corrup­to, a cam­bio de pago a una jefa­tu­ra; o sea más corrup­ción. Lo cuen­ta todo con des­par­pa­jo casi ange­li­cal, mien­tras su espo­sa abor­ta en un hos­pi­tal. Bue­na his­to­ria de des­apa­re­ci­mien­tos, trá­fi­co de órga­nos, desidia moral y fecho­rías varias, pero que en pleno desa­rro­llo se empie­za a des­pe­lo­tar como narra­ción. Los cie­rres no abro­chan el final. Pudo ser un cuen­to genial.

Des­ta­co algo más de lo que me ha pare­ci­do mejor de este libro, aun­que podría decir que casi todo es intere­san­te. El cuen­to de Clau­dia Sala­zar Jimé­nez titu­la­do «La Polle­ría» apor­ta un gra­to aro­ma lime­ño y una his­to­ria de sica­rios sen­ci­lla y efi­caz­men­te narra­da, bue­nos diá­lo­gos y sabro­sas des­crip­cio­nes. Un pun­to alto del volumen.

«Mien­tras huya el cuer­po» de Ricar­do Suma­la­via, un aca­dé­mi­co uni­ver­si­ta­rio que ha publi­ca­do estu­dios sobre el géne­ro poli­cial peruano, jue­ga con la pren­sa escan­da­lo­sa, una pes­te en el Perú, para con­tar una his­to­ria de cana­llas sin remil­gos. Mag­ní­fi­co uso del len­gua­je y humor del mejor­ci­to. Una fies­ta leer este rela­to, del que se infor­ma es par­te de una nove­la. Patri­cia Col­cha­do, en lo suyo, apor­ta con «La hon­da», un cuen­to de cor­te crio­llis­ta que acu­sa buen mane­jo del habla cam­pe­si­na. Si lo rela­ta­do es un tan­to obvio, la bue­na ambien­ta­ción y los diá­lo­gos redon­dean con efi­ca­cia el pro­duc­to final.

De todos modos, des­de el otro lado de la vere­da, hemos dis­fru­ta­do en este libro de la for­ma de escri­bir y de la for­ma de hablar que se pue­de adi­vi­nar de allí, gra­cias al empe­ño de la her­man­dad noir perua­na. Una rique­za de modis­mos y argot que hacen lo más rico de la lite­ra­tu­ra popu­lar, como es nues­tro géne­ro. Es por ello que salu­da­mos la apa­ri­ción de esta «mues­tra», como la lla­ma modes­ta­men­te el pro­lo­guis­ta y selec­cio­na­dor, que nos vie­ne muy bien en estos tiem­pos de sofo­co no solo pul­mo­nar sino tam­bién cultural.

Trans­cri­bo los nom­bres de todos y todas por orden alfa­bé­ti­co: Fer­nan­do Ampue­ro, Gian­car­lo Anda­luz, Mar­lon Aquino, Ronald Arqui­ñi­go, Micky Bola­ños, Juan Car­los Bondy, Leo­nar­do Capa­rrós, Rosa­rio Cer­de­ña, José Cas­tro Urios­te, Patri­cia Col­cha­do, Hugo Coya, Sebas­tián Espon­da, Yeni­ya Fer­nán­dez, Luis Frei­re, Ángel Mála­ga, Euge­nio Oli­vei­ra, Gian­car­lo Poma, Regi­na Robles, César Rosa­les Miran­da, Tere­sa Ruiz Rozas, Clau­dia Sala­zar Jimé­nez, César Sán­chez Torreal­va, Ricar­do Suma­la­via, José Vadi­llo Vila, Alber­to Val­di­via, Gui­ller­mo Val­di­via Car­pio, Jor­ge Valen­zue­la, Yuri Vás­quez, Selen­co Vega y Car­los Yushimito.

Es de espe­rar que estos 30 auto­res y auto­ras no se que­den en este cuen­to de taller, sino que avan­cen con más obra, y que con ella empu­jen el géne­ro poli­cial y negro en el Perú; una tarea en que des­de Chi­le apo­ya­re­mos y así auna­re­mos fuer­zas por impul­sar el noir lati­no­ame­ri­cano. Des­de ya, que­dan abier­tas las pági­nas de la revis­ta Tra­zas Negras para quie­nes se ani­men a man­dar­nos sus rela­tos y artículos.

Este artícu­lo ha sido publi­ca­do en el sép­ti­mo núme­ro de la revis­ta que pue­de ser adqui­ri­da a tra­vés de su sitio web tra​zas​ne​gras​.cl

FUENTE: Resu­men cl

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *