Ira­ti Tobar, mili­tan­te juve­nil vas­ca «Mi uto­pía es ser libre en Eus­kal Herria»

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For­ma par­te de una juven­tud pre­pa­ra­da, diná­mi­ca y com­pro­me­ti­da con su tiem­po. Y tam­bién per­se­gui­da por su acti­vi­dad polí­ti­ca. La Poli­cía espa­ño­la inten­tó apre­sar­la pero huyó. Ha per­ma­ne­ci­do escon­di­da cin­co meses y salió a la luz en Ipar Eus­kal Herria con otros sie­te jóve­nes del sur y con la pro­tec­ción de res­pon­sa­bles polí­ti­cos, socia­les y sin­di­ca­les del lugar. A pesar de ello, sus com­pa­ñe­ros fue­ron dete­ni­dos por las euro­ór­de­nes que les recla­man des­de Madrid. Hoy cum­ple sie­te días en huel­ga de ham­bre en Hen­daia –jun­to con dos con­ce­ja­les labor­ta­nos que le dan su ampa­ro– para denun­ciar la per­se­cu­ción de inde­pen­den­tis­tas a ambos lados de la muga.

Le escu­cha­ba el otro día un tes­ti­mo­nio estre­me­ce­dor: «Pron­to me deten­drán, pero estoy tran­qui­la. Sé que aca­ba­ré en la cár­cel y eso no le gus­ta a nadie, por supues­to, pero es la reali­dad…» Es usted muy joven para vivir ya una reali­dad tan amarga…

Sí, es ver­dad pero, des­gra­cia­da­men­te, des­de que en 2009 se pro­du­jo la reda­da con­tra 34 jóve­nes en Hegoal­de, mi nom­bre for­ma­ba par­te de una lis­ta negra. Des­de enton­ces he teni­do en la cabe­za que podían venir a por mí y, aun­que no me gus­te y sea cruel, eso está ahí y tie­nes que pen­sar en ello. Sabes que a ti tam­bién te pue­de tocar. El últi­mo año la Poli­cía ha entra­do en casa de cien jóve­nes… La juven­tud com­pro­me­ti­da es cons­cien­te del momen­to polí­ti­co en que esta­mos y que uno de los ries­gos es la cárcel.

Es noto­ria la exis­ten­cia de esas lis­tas; apa­re­cer en ellas pue­de impli­car deten­ción, tam­bién tor­tu­ra, y cár­cel por lar­go tiem­po… ¿Qué se sien­te al saber­se en una lis­ta negra?

Dife­ren­tes sen­ti­mien­tos. Por una par­te, al prin­ci­pio tie­nes mie­do, no sabes qué va a pasar, es la incer­ti­dum­bre… Lue­go refle­xio­nas y sien­tes impo­ten­cia; pien­sas cómo les han arran­ca­do los nom­bres, han tor­tu­ra­do a mis ami­gos, a mis com­pa­ñe­ras, y así ha sali­do mi nom­bre… O han aho­ga­do a jóve­nes con los segui­mien­tos de la Poli­cía y así ha sali­do tu nom­bre… El mie­do se con­vier­te en impo­ten­cia, en rabia… Y aun­que al prin­ci­pio nece­si­tas un tiem­po para asi­mi­lar todo eso, sien­tes ganas de seguir tra­ba­jan­do, aun­que te pue­das ago­biar en cier­tos momen­tos, aun­que estés angus­tia­da, tie­nes ganas de seguir tra­ba­jan­do. Dices: Joder, ¿voy a ir a la cár­cel por­que sí, por­que pienso?

¿En qué con­sis­tía la tarea polí­ti­ca por la que es perseguida?

Yo he sido miem­bro de Segi y mi lucha ha sido a favor de la inde­pen­den­cia y el socia­lis­mo. Todo lo que hacía­mos era públi­co, se hacía en la calle: la lucha ideo­ló­gi­ca, la orga­ni­za­ción de movi­mien­tos juve­ni­les… Yo he par­ti­ci­pa­do en la gaz­te asan­bla­da de mi pue­blo, el año pasa­do ocu­pa­mos un gaz­tetxe, he par­ti­ci­pa­do tam­bién en el movi­mien­to femi­nis­ta, antes de entrar en Segi tam­bién tra­ba­jé en el movi­mien­to estu­dian­til del ins­ti­tu­to y en la universidad…

¿Recuer­da cuál fue su pri­me­ra impli­ca­ción de carác­ter polí­ti­co, social o cul­tu­ral? ¿Cuán­do comen­za­ron sus inquietudes?

Cuan­do era ado­les­cen­te, cuan­do esta­ba en el ins­ti­tu­to ‑en la ikastola‑, con unos 14 años… Yo que­ría una edu­ca­ción vas­ca para Eus­kal Herria; estu­dia­ba en eus­ka­ra pero los con­te­ni­dos no eran de mi agra­do. En el ins­ti­tu­to ves ade­más que hay movi­mien­to y que pue­des par­ti­ci­par y que se pue­den hacer peque­ñas cosas por la edu­ca­ción o por la lengua…

Vis­to a dón­de le ha lle­va­do ese com­pro­mi­so, otras per­so­nas opta­rían por ais­lar­se en los intere­ses estric­ta­men­te per­so­na­les… En cam­bio, ¿qué empu­ja a una per­so­na a impli­car­se en unas aspi­ra­cio­nes colectivas?

Creer en nues­tras ideas; cree­mos en una Eus­kal Herria inde­pen­dien­te y socia­lis­ta. Crees en ello y en todos los valo­res que impli­ca. Eso te lle­va a rela­cio­nar­te con otra gen­te, a cons­truir con­jun­ta­men­te. Es ver­dad, hay dife­ren­tes com­pro­mi­sos, unos más y otros menos, unos públi­ca­men­te y otros en pri­va­do, pero al final lo que nos une es el sen­ti­mien­to de las ideas polí­ti­cas. Quie­res que esas ideas se hagan reali­dad, sabes que son fac­ti­bles, que son reales…

Cuan­do eres muy joven lo ves como algo muy lejano, pero poco a poco te vas dan­do cuen­ta de que con peque­ñas cosas haces una apor­ta­ción a la lucha colec­ti­va. Unes la teo­ría con la práctica.

Dice que ve posi­ble plas­mar esas ideas… ¿Qué país desea para el futuro?

Yo deseo una Eus­kal Herria libre, socia­lis­ta, femi­nis­ta, en la que la jus­ti­cia social sea la base de todo, de las rela­cio­nes, de cómo orga­ni­zar el sis­te­ma polí­ti­co y eco­nó­mi­co… Al final esto es una revo­lu­ción y, aun­que con­si­ga­mos la inde­pen­den­cia, nece­si­ta­re­mos seguir avan­zan­do y refle­xio­nan­do cómo pla­ni­fi­car nues­tra eco­no­mía, nues­tras relaciones…

¿Qué es para usted la injusticia?

La opre­sión. Y la opre­sión es estruc­tu­ral: los esta­dos, el patriar­ca­do, el sis­te­ma capitalista…

¿Y la libertad?

Ser cons­cien­tes de que nos opri­men. Una vez que somos cons­cien­tes de la opre­sión pode­mos orga­ni­zar­nos y cons­truir para superarla…

¿Qué es lo que más apre­cia en la vida?

Es una pre­gun­ta difí­cil, y más en la situa­ción que he pasa­do los últi­mos meses. Lo que más apre­cio es sen­tir que la gen­te que me quie­re está cer­ca. Aun­que ten­gas unas ideas polí­ti­cas y aun­que vivas una situa­ción extre­ma en la que no ves a tu gen­te, en la que te tie­nes que ir de casa… sien­tes que todo lo que has deja­do atrás está con­ti­go todo el rato. En este momen­to eso es lo que apre­cio. Maña­na pue­de cam­biar por­que las con­di­cio­nes de las per­so­nas cambian.

¿A qué le gus­ta­ría dedi­car­se en el futuro?

He estu­dia­do peda­go­gía y me gus­ta­ría desa­rro­llar algún pro­yec­to rela­cio­na­do con ello. Tu- ve ideas de cons­truir una escue­la dife­ren­te… Me gus­ta la pedagogía.

Por su edad, usted no ha cono­ci­do la dic­ta­du­ra y nació inclu­so des­pués del Esta­tu­to de Ger­ni­ka o del Ame­jo­ra­mien­to del Fue­ro. Sin embar­go, no ha deja­do de vivir en una socie­dad en con­flic­to… ¿Qué es para usted la democracia?

Difí­cil­men­te he vivi­do la demo­cra­cia… Yo no he vivi­do la dic­ta­du­ra, pero ten­go una ama­ma de 94 años que sí la vivió: su mari­do estu­vo en la cár­cel, a su her­mano lo mata­ron… Des­pués mis tíos tam­bién estu­vie­ron en la cár­cel. Aun­que no lo hayas vivi­do, vas reco­pi­lan­do todo eso en casa; tie­nes tes­ti­gos de la vida, de las cosas que han pasa­do en Eus­kal Herria y de lo que han vivido.

Pare­ce que la cade­na de su- fri­mien­to no se inte­rrum­pe nunca…

No… Yo en casa la he cono­ci­do des­de la gene­ra­ción de mi abue­la, pero esto vie­ne de más atrás. Eus­kal Herria fue un rei­no en su día, fue inde­pen­dien­te, tie­ne su his­to­ria. Eus­kal Herria «ha sido». Lue­go las gue­rras… Siem­pre ha esta­do en con­flic­to. Y son muchos años.

Recien­te­men­te, con moti­vo del últi­mo tra­ba­jo sobre la juven­tud vas­ca, algu­nos exper­tos expre­sa­ban su per­ple­ji­dad por­que jóve­nes pos­te­rio­res al Esta­tu­to siguen impli­cán­do­se en la lucha polí­ti­ca por la inde­pen­den­cia. ¿A qué cree que se debe?

A la lucha de los últi­mos cin­cuen­ta años. Ha habi­do una lucha ideo­ló­gi­ca y los jóve­nes tam­bién hemos ido asu­mien­do esos valo­res y esas ideas. La izquier­da aber­tza­le lle­va tra­ba­jan­do muchos años y, al final, esos cimien­tos se ven. Sería preo­cu­pan­te que no hubie­ra esa masa de jóve­nes que cree en la inde­pen­den­cia. Es ver­dad tam­bién que hay dife­ren­tes com­pro­mi­sos den­tro de la juven­tud, pero sí hay un sen­ti­mien­to de ser inde­pen­dien­tes. Son los fru­tos de la labor que ha hecho la orga­ni­za­ción juve­nil en Eus­kal Herria.

¿Qué ha apren­di­do de quie­nes le pre­ce­die­ron en ese tra­ba­jo polí­ti­co por la inde­pen­den­cia de Eus­kal Herria?

Todos los días se apren­den cosas: cómo hacer, refle­xio­nar… pero yo creo que lo más impor­tan­te es tener la pers­pec­ti­va del lar­go pla­zo, por­que al prin­ci­pio, cuan­do eres joven, te quie­res comer el mun­do y no ves más allá de maña­na o de pasa­do, y vas con todo ade­lan­te. Pero cuan­do com­par­tes la lucha o los pro­yec­tos con gen­te de dife­ren­tes eda­des, des­cu­bres refle­xio­nes que vie­nen de antes, tene­mos que pen­sar en un lar­go pla­zo. Cuan­do dise­ñas una lucha ‑un gaz­tetxe, una asam­blea, un perió­di­co…- sabes que es una lucha a medio pla­zo pero tie­nes que situar­la en el con­tex­to gene­ral. Es impor­tan­te mirar atrás y refle­xio­nar. Y esto lo he apren­di­do con los mayores.

En una recien­te entre­vis­ta decía: «Siem­pre hay que pen­sar en una uto­pía». ¿Cuál es la suya?

La mía es poder ser libre en Eus­kal Herria, poder ser libre como indi­vi­duo y de mane­ra colectiva.

Tal vez cues­ta más pen­sar en las uto­pías cuan­do pen­de sobre sí la ame­na­za de ingre­sar en prisión…

Pues sí. He esta­do ten­sio­na­da e, inclu­so, ago­bia­da por­que no sé qué me va a pasar en unas horas, maña­na… No sé si voy a lle­gar a aca­bar la huel­ga de ham­bre… Enton­ces, pen­sar que voy a lle­gar a no sé qué es muy difícil…

¿Está pre­pa­ra­da para ello si lle­ga a ocurrir?

Sí, estoy pre­pa­ra­da por­que he vis­to cómo se han lle­va­do a mis com­pa­ñe­ros. Creo que sí estoy pre­pa­ra­da. Sé que va a ser así, sé que hay un movi­mien­to en con­tra de la euro­or­den, sé que esta huel­ga de ham­bre es impor­tan­te, pero sé que las cosas nece­si­tan su tiem­po y que tene­mos que dar pasos. Y está cla­ro que tene­mos que seguir tra­ba­jan­do para que en el futu­ro no haya euro­ór­de­nes, para que se res­pe­ten todos dere­chos los civi­les y polí­ti­cos de todos los ciu­da­da­nos, o para que la gen­te se posi­cio­ne a favor de una reso­lu­ción del con­flic­to para Eus­kal Herria.… Esta­mos inci­dien­do en ello, pero sé que pue­den venir aquí o me pue­den dete­ner en cual­quier momento…

Se da una cir­cuns­tan­cia para­dó­ji­ca: en Hen­daia le ha ofre­ci­do su ampa­ro el ex alcal­de y miem­bro del Con­se­jo Gene­ral Kote Eze­na­rro, del PSF. Si el alcal­de de Irun, José Anto­nio San­tano, del PSE, hicie­ra lo mis­mo, sería encar­ce­la­do por cola­bo­rar con orga­ni­za­ción terro­ris­ta… ¿Qué esta­mos viviendo?

Las cul­tu­ras polí­ti­cas del Esta­do espa­ñol o del fran­cés son dife­ren­tes y eso tam­bién tie­ne que ver. En el Esta­do fran­cés, por ejem­plo, Kote Eze­na­rro, que es socia­lis­ta, está defen­dien­do con­mi­go que todas las ideas polí­ti­cas pue­den ser defen­di­das. Pero en el Esta­do espa­ñol, el PSOE y el PP se ensa­ñan con la pobla­ción vas­ca y han hecho leyes como la Anti­te­rro­ris­ta, las ile­ga­li­za­cio­nes, decla­rar terro­ris­tas a gru­pos socia­les… Han inven­ta­do un meca­nis­mo repre­si­vo que inclu­so les sobre­pa­sa. No tie­ne nada que ver lo que pasa en un lado de Eus­kal Herria y en el otro…

Sin embar­go, los esta­dos cola­bo­ran mutuamente…

Sí, está cla­ro. No creo que el Par­ti­do Socia­lis­ta Fran­cés esté en con­tra de las euro­ór­de­nes, pero Kote Eze­na­rro y muchos otros le dicen «yo sí estoy en con­tra de la euro­or­den y soy del PSF». Inci­den tam­bién en el pano­ra­ma, aun­que lue­go en el par­ti­do les cor­ten las alas.

Des­de el encie­rro de Izpu­ra han dete­ni­do a sus sie­te com­pa­ñe­ros, algu­nos inclu­so de mane­ra muy vio­len­ta. ¿Cómo ha vivi­do estos días?

Fue todo muy rápi­do. El lunes nos ente­ra­mos de que habían sido dete­ni­dos cua­tro y nos que­da­mos sor­pren­di­dos; pen­sá­ba­mos que no iba a ser así, que no iban a dete­ner a los ocho jun­tos. Al día siguien­te, camino de la rue­da de pren­sa que íba­mos a dar los que que­dá­ba­mos, detu­vie­ron a los otros tres; ade­más, a Endi­ka lo saca­ron del coche rom­pien­do el cris­tal… Fue de una mane­ra muy vio­len­ta. Te pones un poco ner­vio­sa por­que pien­sas que te va a pasar den­tro de unas horas y de igual mane­ra, pero casual­men­te no ha sido así.

Ese día yo no iba a la rue­da de pren­sa por­que tenía­mos reunio­nes con con­ce­ja­les de Hen­daia, entre los que esta­ba Kote Eze­na­rro, y tenía­mos pla­ni­fi­ca­do ir al pleno de la tar­de. El mis­mo día sur­gió de los con­ce­ja­les un movi­mien­to de pro­tec­ción y en el pleno deci­die­ron que yo no podía ir a casa de Iker [Elis­sal­de, con­ce­jal de Hen­daia] por­que esta­ba la Poli­cía enfren­te de su casa y que me darían refu­gio en casa de una per­so­na que per­te­ne­ce a la lis­ta de Hen­daia Anitza. Con­cre­ta­men­te estu­ve en casa de una comu­nis­ta, pero al final había seis o sie­te per­so­nas preo­cu­pa­das por dón­de iba a dor­mir para no ser encarcelada.

El tema de las euro­ór­de­nes ‑en par­ti­cu­lar, los últi­mos casos de Auro­re Mar­tin y el de uste­des ocho- ha pues­to de mani­fies­to de nue­vo la gene­ro­si­dad y la soli­da­ri­dad de la pobla­ción de Ipar Eus­kal Herria hacia los per­se­gui­dos del sur. ¿Cómo han vivi­do esto ustedes?

Es difí­cil expli­car­lo; te lle­na un mon­tón… Vie­nes aquí, no tie­nes nada y te abren sus casas… Los con­ce­ja­les que nos han abier­to sus puer­tas nos han ayu­da­do a situar­nos en cada pue­blo. Íba­mos a estar en sus casas has­ta encon­trar un tra­ba­jo, una casa y ser inde­pen­dien­tes eco­nó­mi­ca­men­te… Por ejem­plo, el con­ce­jal que me ha aco­gi­do en su casa, me dijo: «Ira­ti, no te voy a dejar ir a la cár­cel; vamos a hacer algo». No sé cómo expli­car eso; es muy grande…

Repre­sen­tan­tes polí­ti­cos de dife­ren­tes ten­den­cias fir­ma­ron un escri­to de res­pal­do hacia uste­des: «Nadie debe ser per­se­gui­do por su ideas polí­ti­cas», decían. ¿Cómo reci­be este tipo de declaraciones?

Lo que al final están defen­dien­do es que cual­quier per­so­na pue­da defen­der sus ideas, sean cua­les sean, y que nadie debe ser per­se­gui­do por ello. Eso en el Esta­do espa­ñol no se ve así.

En el Esta­do espa­ñol, inclu­so, apar­te de los medios y de los gran­des par­ti­dos polí­ti­cos, par­te de la pobla­ción les ve a uste­des como terro­ris­tas. ¿Qué podría expli­car a quien opi­na así?

En eso tie­nen mucho que ver los medios de comu­ni­ca­ción. Noso­tros hemos teni­do y tene­mos rela­ción con gen­te de dife­ren­tes sitios del Esta­do espa­ñol y encon­tra­mos per­so­nas que com­par­ten o no nues­tras ideas, pero que sí están a favor de la reso­lu­ción del con­flic­to de Eus­kal Herria, pero esa gen­te no tie­ne voz, no sale en nin­gún lado. Los úni­cos que tie­nen voz en el Esta­do espa­ñol son los medios, que ava­sa­llan y jue­gan con eso. Al final, es todo una dere­cha fas­cis­ta y hay gen­te de izquier­da que pien­sa igual que ellos. Hay unos tér­mi­nos que han ido asi­mi­lan­do… Para mucha gen­te del Esta­do espa­ñol la gen­te de Segi es terro­ris­ta. Yo no sé qué ten­drán en la cabe­za sobre lo que hace­mos noso­tros… Tam­po­co les han dado la opor­tu­ni­dad de oír a la otra parte.

¿Cree que si lle­ga­ra esa infor­ma­ción a la pobla­ción espa­ño­la cam­bia­ría su per­cep­ción? ¿Tie­ne espe­ran­za de que pue­dan sur­gir voces que comien­cen a hablar de otra mane­ra y apues­ten por una solu­ción demo­crá­ti­ca al con­flic­to vasco?

No sólo lo creo sino que lo he cono­ci­do; lo que ocu­rre es que estos movi­mien­tos son peque­ños y no tie­nen su pro­pia voz, pero afor­tu­na­da­men­te hay mucha gen­te que está a favor y que inclu­so nos da ampa­ro y expli­can lo que pasa en Eus­kal Herria…

Para­dó­ji­ca­men­te, en el momen­to en que se inten­tan abrir esce­na­rios sin vio­len­cia se incre­men­ta la repre­sión. La apli- cación sis­te­má­ti­ca de la tor­tu­ra a dete­ni­dos polí­ti­cos y, en par­ti­cu­lar, a miem­bros de movi­mien­tos juve­ni­les es elo­cuen­te… Podría pare­cer una pro- voca­ción para sabo­tear el pro­ce­so empren­di­do por la izquier­da abertzale…

Pro­vo­ca­ción es cada una de las deten­cio­nes que hay. La tor­tu­ra es una herra­mien­ta del Esta­do. Con la tor­tu­ra, ade­más, logran las auto­in­cul­pa­cio­nes de las personas.

Res­pec­to al pro­ce­so demo­crá­ti­co, hay que sub­ra­yar que la izquier­da aber­tza­le ha abier­to un nue­vo ciclo, ha empren­di­do el pro­ce­so demo­crá­ti­co uni­la­te­ral­men­te y eso es un paso muy valien­te. Sabes que vas a dar ese paso y ahí va a estar la repre­sión. En este momen­to vivi­mos en un esce­na­rio anti­de­mo­crá­ti­co y que­re­mos que se den pasos para que haya con­di­cio­nes y le demos vuel­ta a esto. Sabes que en ese camino te vas a encon­trar con la repre­sión. El Esta­do tie­ne mie­do; si no, cómo se entien­de que en un año haya cua­tro o cin­co gran­des redadas…

¿Por qué la repre­sión se ceba par­ti­cu­lar­men­te con los jóvenes?

Si los jóve­nes tie­nen mie­do y no siguen tra­ba­jan­do, el pro­ce­so demo­crá­ti­co no ten­drá futu­ro. Des­de siem­pre la juven­tud ha sido un pun­to estra­té­gi­co. Si lle­va­mos cin­cuen­ta años de lucha es por­que ha habi­do dife­ren­tes gene­ra­cio­nes que se han incor­po­ra­do y han adqui­ri­do com­pro­mi­sos. Es muy impor­tan­te que la juven­tud siga orga­ni­zán­do­se, que supere el mie­do a la repre­sión, que supere los bom­bar­deos del Esta­do espa­ñol y del Esta­do fran­cés. Lo que quie­ren ellos, por con­tra, es sabo­tear a la juven­tud y cor­tar de raíz a los que están orga­ni­zán­do­se o tra­ba­jan­do en algo.

Decía­mos al prin­ci­pio que es usted muy joven para estar vivien­do ya expe­rien­cias tan amar­gas. ¿Cree que algún día podrá vivir en un país en paz?

Yo creo que sí. Soy joven y ten­go muchos años por delan­te. Ade­más creo que poco a poco esto irá cogien­do otro camino e ire­mos cam­bian­do las cosas, pero nece­si­ta­mos refle­xio­nar y mirar cuál es la mejor mane­ra de seguir ade­lan­te. Pero sí creo, cla­ro que sí…

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