Según se dice, el dictador mexicano del siglo XIX Porfirio Díaz comentó una vez: “¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”. Su comentario sobre la proximidad se aplica también a Líbano. Fronterizo con Israel, ha padecido décadas de intervenciones beligerantes ya desde 1954 cuando el primer ministro israelí David Ben-Gurion propuso apoyar el establecimiento de un mini Estado cristiano dominado por los maronitas.
En 1978 Israel atacó Líbano y ocupó el país hasta el río Litani antes de retirarse presionado por Estados Unidos dejando a los Cascos Azules de la ONU (UNIFIL) en sustitución de sus propias fuerzas.
Antes, durante la guerra civil de Líbano entre 1975 y 1976, se informó de que el primer ministro [israelí] Yitzhak Rabin había gastado 150 millones de dólares para equipar y adiestrar a los combatientes de la falange maronita de derecha. En septiembre de 1982, durante la invasión de los israelíes, éstos masacraron a miles de palestinos residentes en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, una espantosa atrocidad que permitieron las fuerzas israelíes cuando Ariel Sharon era ministro de Defensa.
El 6 de junio de 1982 Israel invadió Líbano, mató a unos 18.000 palestinos y después ocupó el sur de Líbano hasta que se retiró en mayo de 2000. Todavía ocupa ilegalmente las Granjas de Chaaba, una porción de tierra de 14 millas cuadradas ricas en agua cerca del Golán sirio, también ocupado ilegalmente desde 1967, lo mismo que Ghajar, un pueblo libanés que bordea el Golán.
En julio de 2006 Israel volvió a atacar Líbano, mató a más de mil personas e hirió a varios miles más, desplazó a aproximadamente una cuarta parte de los cuatro millones de habitantes del país, además de infligir la misma destrucción generalizada que infligió a Gaza durante la operación Plomo Fundido.
A principios de diciembre de 1968 las fuerzas israelíes atacaron el Aeropuerto Internacional de Beirut y destruyeron 13 aviones de Middle East Airlines en respuesta a un supuesto ataque del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) contra un avión israelí en Atenas.
Posteriormente, en 1993, Israel emprendió una ofensiva de una semana contra Hizbulá, supuestamente en respuesta al lanzamiento de cohetes contra un pueblo israelí. Durante la operación, los fuertes bombardeos israelíes provocaron una destrucción generalizada y desplazaron a unos 300.000 libaneses. Fue el preludio a un ataque similar en 1996 , de nuevo contra Hizbulá, durante el cual más de 500.000 libaneses fueron desplazados.
Un estudio de principios de 2007 realizado por la Universidad Americana de Beirut documentaba 6.672 actos terroristas israelíes contra Líbano y Palestina sólo desde 1967 hasta 2007, además de los miles más cometidos desde entonces.
Verdaderamente, “pobre Líbano”, [tal como] el periodista Robert Fisk describía su difícil situación en su libro Pity the Nation: The Abduction of Lebanon. Como vecino del norte de Israel está constantemente bajo amenaza, especialmente con Hizbulá, una fuerza política bien armada para reaccionar en defensa propia.
Hizbulá disuelve el gobierno de Líbano
El 12 de enero Hizbulá, minoría parlamentaria de Líbano, se retiró [del gobierno] como protesta, según afirmaba Al Jazeera en el artículo titulado “El gobierno libanés se viene abajo”: “El gobierno de unidad libanés se vino abajo después de que el movimiento Hizbulá y sus aliados políticos dimitieran del gobierno a raíz de una investigación de la ONU sobre el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri en 2005”.
El 12 de enero dimitieron diez ministros (y luego otro más) después de que, según se informó, el primer ministro Saad Hariri (hijo del anterior) se negara a convocar un consejo de ministros para discutir la esperada acusación contra Hizbulá por parte del Tribunal Especial respaldado la ONU por el asesinato de su padre, Rafic, el 4 de febrero de 2005.
Sin pruebas anteriores, los antecedentes penales de Hizbulá incluyen los bombardeos de 1983 a la Embajada estadounidense en Líbano y barracas de los marines, secuestros, toma de rehenes, ataques con cohetes contra Israel, atentados suicidas y más, acusaciones que la organización niega vehementemente afirmando que responde sólo a actos de defensa propia contra militantes no contra civiles. Su dirigente Sayyad Hassan Nasrallah afirma: “Hizbulá continúa en la lista de [organizaciones] “terroristas” de Estados Unidos e Israel únicamente por razones políticas y para castigar a la organización por su resistencia a las agresiones israelíes contra Líbano y a los planes [estadounidenses] para la región”.
Esperando que se acuse a sus miembros del asesinato de Hariri, Nasrallah acusa a Israel del crimen y presenta pruebas visuales y de audio. Incluye secuencias israelíes interceptadas a tiempo real de vigilancia de las rutas que él utiliza para poder atacar su caravana de vehículo y afirma: “Tenemos una información definitiva sobre los movimientos aéreos del enemigo israelí el día que Hariri fue asesinado. Horas antes […] un drone israelí vigilaba la línea costera Sidon-Beirut-Junieh mientras aviones de guerra sobrevolaban Beirut. Cualquier comisión de investigación puede conseguir este vídeo para comprobar que es correcto. Estamos seguros de esta prueba, si no no nos arriesgaríamos a enseñarla”.
También afirmó que un espía israelí “confesó ante una cámara que había tratado de convencer repetidamente a Hariri de la mentira de que Hizbulá pretendía asesinarlo”. Aunque no es una prueba concluyente, esta información justifica una investigación seria, especialmente dado el historial que tiene Israel de actos similares tanto dentro como fuera de la región.
Según el profesor del universidad libanesa Hasan Jouni, experto en legislación penal internacional, la prueba de Nasrallah es convincente, y afirma: “En este punto, lógica y legalmente el fiscal general debería investigar cualquier nueva evidencia. Sayyed Nasrallah presentó una prueba tangible del papel potencial de Israel en el asesinato de Hariri”. Parece incriminatorio: “Además, se deberían revisar las investigaciones previas que estuvieron circulando acá y allá”.
Antoine Airout, presidente de la Asociación de Abogados del norte de Líbano, está de acuerdo y afirma: “Las revelaciones de Sayyed Hasrallah son muy serias y objetivas”, especialmente dado el interés que viene de antiguo por parte de Israel de destruir Líbano para apoderarse de partes de él, sobre todo el sur rico en agua y las reservas de gas y petróleo de la costa. Culpar a Hizbula del asesinato de Hariri favorece este objetivo.
A finales de julio Nasrallah reveló también la detención de casi cien espías israelíes que se habían infiltrado en los sectores militares y de seguridad, incluyendo al general de brigada retirado Fayez Karam, que había sido presidente de sus unidades en contra del terrorismo y de contraespionaje.
Israel, con el apoyo, las armas y la financiación estadounidense, siguió durante décadas con las guerras imperialistas, el terrorismo de Estado, los actos políticamente negativos y el asesinato de figuras clave como Hariri. De hecho, acusar a Hizbulá desviará la culpa de aquel sobre quien recae.
La disputa entre el campo de Hariri e Hizbulá paralizó el gobierno de Líbano durante meses y suscitó la preocupación de que la violencia sectaria se disparara fuera de control. La actual tirantez enfrenta a Hizbulá contra la llamada Coalición del 14 de Marzo compuesta por partidos sunníes, el Partido Druso de Walid Jumblatt y grupos falangistas cristianos.
El detonante inmediato para que se disolviera el gobierno fue el fracaso de Siria (que apoya a Hizbulá) y Arabia Saudí (que apoya a la oposición) a la hora de negociar el acuerdo, lo que impidió un veredicto equivocado del Tribunal Especial para Líbano (SLT, en sus siglas en inglés). Entre otros motivos de preocupación, está utilizando los testimonios de “falsos testigos” como prueba para implicar a Siria y a un grupo de generales libaneses pro Siria en el asesinato de Hariri. De hecho un cable revelado por WikiLeaks citaba a un juez del STL, Daniel Bellemare, que admitía que “no existen argumentos” contra Siria. Ni contra Hizbulá.
Además, el dirigente druso Jumblatt declaró a [la agencia de noticias] AFP que “Saad Hariri estaba a punto de hacer una importante concesión” para suavizar las conclusiones del STL, “pero fuerzas ocultas (fundamentalmente Washington) le impidieron hacerlo”. El ex-ministro de Energía de Hizbulá Jibran Bassil estaba de acuerdo y declaró al diario Daily Star de Líbano: “La otra parte cedió a lo exterior, especialmente a la presión estadounidense, ignorando el consejo y los deseos de las partes saudí y siria”.
El ministro de Hizbulá Mohammed Fneish afirmó: “Hubo un esfuerzo árabe con el que negociamos positivamente. Incluso negociamos sobre ello. Sin embargo, a consecuencia de la interferencia estadounidense y de la incapacidad de la otra parte para negociar este esfuerzo llegó a un punto muerto”.
Hizbulá emergió de la guerra de Israel en 1982. El 25 de enero de 1995 el Anexo de la Orden Ejecutiva (OE) 12947 de Clinton lo incluía en la lista Terrorista Especialmente Designada. Entonces, en 1997, el Departamento de Estado lo consideró Organización Terrorista Extranjera y el 31 de octubre 2001 la OE 13224 de Bush lo consideró Terrorista Global Especialmente Designado.
De hecho, Hizbulá es una organización política de resistencia legítima y formó parte del gobierno hasta que salió de éste. Además, en un país en el que no existen servicios sociales estatales, esta organización ofrece toda una serie de ellos, incluyendo atención médica, educación, micro finanzas, reconstrucción tras los frecuentes ataques israelíes y otras formas de caridad.
En 2006 demostró una fuerza admirable contra la agresión israelí manteniendo sus propias fuerzas contra las cacareadas Fuerzas Defensivas Israelíes [el ejército israelí], a las que humilló al no poder imponerse, independientemente de la enorme destrucción y muerte que infligieron.
Urgido por Israel, Washington declaró a Hizbulá organización terrorista lo mismo que al democráticamente elegido Hamás, el gobierno elegido democráticamente de Palestina. Ambas son organizaciones legítimas políticas y de resistencia, no terroristas, pero Israel consigue todo lo que desea.
El 7 de junio de 2009 Líbano celebró elecciones parlamentarias. Aunque Hizbulá logró la mayor cantidad de votos populares la coalición de Hariri obtuvo la mayoría de los escaños. Según el sistema confesional del país, se dividen por igual entre cristianos y musulmanes, a pesar de que los últimos supongan dos terceras partes de la población y el 40% sean chiíes, la mayoría de ellos en el sur controlado por Hizbulá.
Estados Unidos e Israel consideran que el gobierno controlado por Hizbulá es una amenaza estratégica. Si hubiera ganado en 2009 podría haber habido un conflicto. Tanto Washington como Tel Aviv respaldan un gobierno provisional de Hariri y tras la retirada de Hizbulá Haaretz publicaba el 13 de enero un artículo titulado “Soldados de las IDF en alerta tras la caída del gobierno libanés” y afirmaban: Las fuerzas “estacionadas en el norte estaba en alerta el jueves ante la preocupación de que la agitación política […] pueda provocar nuevas violencias en la frontera compartida […] Un alto cargo del comando norte de Israel afirmó que los comandantes están siguiendo los acontecimientos […] muy de cerca en busca de cualquier señal de que Hizbulá pueda tratar de calentar la ya nerviosa frontera norte para desviar al atención de la agitación política”.
Hizbulá sólo responde a la agresión israelí. Habrá que ver si hay provocaciones por parte de las IDF. Es probable si Hizbulá se hace con el control. Sin embargo, el diario Daily Star de Líbano informa de que la Alianza 8 de Marzo de Hariri puede nombrarle primer ministro.
Un reportaje posterior, del 15 de enero, afirmaba que busca [Hariri hijo] el diálogo como única solución, mientras que al mismo tiempo culpa a Hizbulá y a sus aliados del fracaso de los esfuerzo saudíes y sirios para llegar a una solución negociada.
También afirmaba que el parlamento está dividido casi en partes iguales con los 12 parlamentarios de Walid Jumblatt que conservan los votos decisivos. El sábado se reunió con Hariri antes de las planificadas conversaciones de Damasco con el presidente sirio Bashar Assad.
El Daily Star informaba también de que puede que altos cargos de la Alianza 8 de Marzo propongan su candidato a primer ministro y formen un nuevo gobierno sin representación de la Alianza del 14 de Marzo. Sin embargo, el parlamentario de Akkar Hadi Hobeish afirmó que facciones del 8 de Marzo que nombran a sus propio candidato “llevarán a país por otra dirección”, dando a entender una no demasiado agradable.
Una declaración de la Casa Blanca del 12 de enero condenando a Hizbulá afirmaba: “Los esfuerzos de la coalición dirigida por Hizbulá por hacer caer al gobierno libanés sólo demuestran su propio temor y determinación de bloquear la capacidad del gobierno para llevar a cabo su trabajo y hacer avanzar las aspiraciones del pueblo libanés”.
El 14 de enero el consejero de seguridad estadounidense Tom Donilon afirmó que las intenciones de Hizbulá habían quedado “al descubierto”. [Afirmaba también que Hizbula] tendrá dificultades en presentarse como una “honrada organización de resistencia” si continúa tratando de minar “los esfuerzos internacionales para encontrar la verdad”.
Por supuesto, Washington e Israel bloquean esta búsqueda de la verdad sistemáticamente siguiendo su agenda imperialista conjunta. Hizbulá y Hamás siguen siendo un estorbo en su camino.
Comentario final
El 14 de enero el veterano corresponsal en Beirut de The Independent Robert Fisk escribía el artículo titulado “Lebanon in limbo: a nation haunted by the murder of Rafic Hariri” [“Líbano en el limbo: una nación acosada por el asesinato de Rafic Hariri”] en el que afirmaba: “Soldados, soldados por todas partes. En los valles, en las montañas, en las calles de Beirut. Nunca había visto tantos soldados […] Se supone que van a impedir que el país se desgarre en una guerra civil, me imagino”.
El 17 de enero “el Tribunal de La Haya de la ONU nos dirá que [miembros de Hizbulá] asesinaron […] a Rafic Hariri”. Estados Unidos lo exige, lo mismo que Francia, Gran Bretaña e Israel para atestar otro golpe de gran efecto a la resistencia.
Hasta que esto se resuelva, Líbano no tiene gobierno. El 17 de enero el presidente Michel Suleiman iniciará conversaciones formales para restablecer uno. Fisk lo llama “un Estado atemorizado”, pero no ve una guerra civil. Habrá que ver cuál es el próximo paso de Tel Aviv y Washington. La guerra parece improbable, pero no hay que descartar nada en una parte inestable del mundo.
El 13 de enero el analista de Oriente Próximo As’ad AbuKhalil afirmaba que él ve poca esperanza de que Líbano “llegue a conclusiones lógicas: nunca lo hacen”. A consecuencia de ello, “es de espera que emerja otro pésimo compromiso. […] La ausencia de una alternativa laica lo garantiza. Tuvimos una oportunidad en 1976, pero [Siria] intervino e impidió una solución de izquierda y laica al conflicto”.
“Pero no nos equivoquemos. [Los intereses minoritarios] tienen muchas ventajas: la mayor es la clara incompetencia e ineptitud de la Alianza 14 de Marzo dirigida por Hariri”. Sin embargo, el verdadero imponderable es qué harán Washington e Israel si las cosas no van a su manera. Su opción habitual es la beligerancia y no la diplomacia. Líbano tiene muchas cicatrices que lo demuestran.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos