Cuando se estira una goma es posible varios resultados dependiendo de que forma esté sujeta en el otro extremo. Puede romperse y darte en la cara, puede soltarse y llevártela o quizás se te puede escurrir y perderla. Ciertamente el estado español se la ha llevado en varias ocasiones mediante tácticas de chantaje. Y como lo que creen que funciona no se debe arreglar, pues insisten en ello.
Empezaron hace dos décadas, de menos a más, con una estrategia contra-insurgente de manual. Atacar a la población civil y a la sociedad organizada de una forma brutal tratando de impedir todo tipo de desarrollo organizativo, institucional, social o político encaminado hacia una Euskal Herria independiente y socialista. De esta manera, la oferta llegó a consistir en acabar con ese sufrimiento e impedimento si ETA abandonaba la lucha armada. Siendo la propia masa atacada sujeto para ello. Expresiones como las de “votos o bombas” se enmarcaban en esa línea. La venganza ciega nunca ha sido moneda de cambio de un estado fascista serio. Y el estado español es un estado fascista serio que cuenta con la experiencia de muchas victorias y derrotas en siglos de opresión. No hace nada sin ningún motivo, o por mera venganza, todo es parte de algo.
Conseguido el objetivo histórico del fin de la lucha armada vasca.
Éste no se produjo con todos los requerimientos que la estrategia contra-insurge requería. No simplemente la lucha armada debería desaparecer sino la propia ETA. Es por ello que en estos momentos vivimos la continuación natural de aquella estrategia contra-insurgente.
Y las ofertas son, por ejemplo como bien las expresan públicamente los señores de la guerra española; fin de la dispersión carcelaria si ETA se disuelve. Nuevamente creen que puede dar resultado que sea la sociedad vasca la que exija a ETA su disolución, en este caso para supuestamente mejorar las condiciones en las cárceles, mientras se intentan quitar el peso de encima de mantener una política carcelaria criminal. La realidad es que las variables X o Y, nunca van a desaparecer de las intenciones del estado. Ni tampoco se van a cumplir ningún tipo de promesa si no es que les beneficie de alguna manera creyéndose en el control.
El último comunicado del EPPK no gustó en absoluto en los centros de poder pues fue contundente el rechazo directo al objetivo último real de la política carcelaria criminal, cerrando el paso a cualquier tipo de maniobra en ese sentido. La estrategia contra-insurgente necesita en una pica la cabeza del colectivo de presos políticos así como la disolución de ETA.
En este contexto actual, el estado español no piensa rebajar la coacción, presión, o amenaza directa sobre la izquierda abertzale. Se limitan a poner bajo la alfombra el conflicto y que muera de inanición con la esperanza que la vía unilateral lleve unilateralmente a la derrota al oprimido.
El problema que se le presenta al estado español es que en este interludio en el que nos encontramos no lleguen a a cuajar sus anzuelos y el proceso de asimilación que tienen planeado se quede atrás desbordado por una ofensiva política contundente que logre poner la acumulación de fuerzas a hacer fuerza. Sea en un proceso constituyente, sea en una revuelta social, sea en medidas de acción directa donde el oprimido toma el futuro con sus manos y lo construye sin esperar a nada.
Estas circunstancias exigen una clarificación del momento actual para todas las fuerzas de cambio y de si se opta por una ofensiva política confrontadora hacia la ruptura o por un proceso de solución que simplemente no está ni va a llegar con lo que hay encima de la mesa.
Los elementos objetivos que se pueden esperar en adelante son una degradación del nivel de vida de la clase trabajadora vasca, ningún movimiento por parte de los estados, un posible desinfle de la protesta en el estado español y francés, sea mediante nuevas medidas draconianas al calor del “islamismo radical” o quizás de cierta regeneración de la legitimidad del estado por diferentes variantes políticas.
Una crisis del sistema capitalista y del régimen español que proporciona las condiciones objetivas necesarias para que se cumpla uno de los mayores terrores del estado; Que el vector popular mayoritario que apunta a la capacidad de decisión vasca (autodeterminación) y se escora a la izquierda, consiga una unidad como pueblo trabajador vasco.
Como hacer que ese vector rompa la baraja del régimen es el objetivo.
Algo que supera con creces a la contienda electoral partidista.
Como concretar ese camino en todos los ámbitos es el reto. Fusionar desde el respeto a la diferencia definitivamente a las capas trabajadoras vascas que hasta ahora han estado bajo la manipulación españolista o regionalista de la burguesía en un proyecto atractivo y palpable de liberación nacional con alternativas más que claras y contundentes en lo social. Convirtiéndonos en un movimiento de movimientos con objetivos comunes, praxis concreta y plenamente al servicio de los intereses de la mayoría de la población. Su clase trabajadora y no ninguna otra. Si eso ocurre, Euskal Herria estará muy cerca de la ruptura. Es decir, empezar a tirar de la goma también.
