La convivencia es la vida en común. Pero ¿qué ocurre cuando lo común no es común?. Que entonces la hegemonía burguesa añadirá el término paz a convivencia como si fuera un binomio pese a que una buena convivencia nunca está basada en la paz sino en la justicia y el reparto igualitario de lo común que es lo que abre paso a una convivencia en paz. Es por ello que el gobierno vascongado tiene una secretaría general para la paz y la convivencia y no para la justicia y la convivencia. La justicia va separada en otro departamento pero no se encarga de impulsar la justicia que es la base de toda convivencia sino las leyes españolas que hacen la guerra y no la paz.
Este es el engaño de manual básico de la clase burguesa. Que siempre ha buscado la paz y la convivencia en una situación de injusticia. Pues todas sus leyes represivas, todas sus guerras y todos sus ejércitos y policías no tienen como objetivo enquistar la violencia y el conflicto sino la paz de su hegemonía y el cese de la conflictividad. La paz plácida del franquismo como decía Mayor Oreja o la paz de Ajuria enea como diría Atutxa. O como nos pueden decir hoy cualquiera de los gestores de un régimen que sobrevive gracias a la violencia. Gobierno vasco-español incluido.
Solemos olvidar que si ha habido una “clase revolucionaria” triunfante, aunque sea reaccionaria, esta ha sido la burguesa. La misma que nos dice ahora que la violencia nunca está justificada y que no consigue nada, es la misma clase que con extremada ultraviolencia, sangre y guillotinas consiguió acabar mediante revoluciones con el antiguo régimen y domina el mundo hoy en día, también con violencia, intentando monopolizarla y tomándonos como lo suficientemente idiotas como para que ese “pequeño detalle” se nos pueda pasar de largo y escapar. Tampoco tuvo escrúpulos en usar a las capas más bajas de la sociedad para extender enérgicamente su violencia. En esa época no nos venían con cuentos de paz y convivencia. Claro que una vez instaurados en el poder esas capas seguirían igual de jodidas y entonces sí, liberté, égalité, fraternité.
Y en esto que mira tú por donde que el consejo de la juventud vascongada, un órgano que creó el parlamento vascongado en 1986 y que desde entonces no ha ejecutado ni una sola raquítica decisión que afecte a la juventud porque no tiene ningún poder y se pasan por el arco del triunfo todo lo que diga la juventud vasca o partes de ella, en convenio con el propio parlamento vascongado han lanzado la iniciativa “La juventud ante la violencia: fomentar la convivencia!”
Paz y convivencia. ¿Qué pensamos sobre la violencia política? ¿Qué tipos de violencia existen y cómo puedo identificarlos? ¿Con qué prejuicios convivimos y cómo nos afectan en nuestras relaciones? ¿Cómo construimos cada uno/a de nosotros/as el concepto “enemigo” y “amigo”? ¿Cómo justificamos nuestras contradicciones y las de los/as demás? Y, sobre todo, ¿cómo podemos gestionar los desencuentros y los conflictos que se producen? ¿Podemos dejar de coexistir para convivir?
Con el objetivo de ‑Crear un espacio para reflexionar sobre el discurso que cada uno/a hemos construido al nacer, crecer y relacionarnos en un entorno determinado, para entender así cómo han vivido este proceso otros/as jóvenes que piensan y sienten distinto. – Conocer las herramientas para la resolución no violenta de los conflictos desde la perspectiva de los Derechos Humanos.
Así es. Tras décadas de persecución violenta y censura al que se salga un milímetro en cuanto al discurso sobre “la violencia”. Ahora, a instancias del gobierno vascongado, un gobierno que usa la violencia política y cuenta con un ejercito de policías armados dependiente de otros ejércitos y policías no menos armadas lanza la pregunta al aire para la cual algunas respuestas han sido puestas bajo llaves y pena de cárcel además de ser perseguidas por sus policías. Claro que dudo mucho que realmente se quiera debatir ni una pizquita sobre la violencia política. No vaya a ser que salga alguien hablando de las verdades del barquero históricas de la izquierda revolucionaria. Sino mas bien de la paz y la convivencia a secas. Porque desde luego si se analizara la violencia no sería muy difícil llegar a la conclusión de dónde se produce su surgimiento histórico y de que no existe una violencia o unas violencias, sino dos compartimentos estancos entre sí entre oprimido y opresor.
La violencia relacionada con el estado no es simplemente el GAL ni el BVE, tampoco las torturas, ni las cargas policiales, no lo es simplemente la “guerra sucia” o las ilegalizaciones, ni siquiera los encarcelamientos. La violencia de estado es fundamentalmente el aparato coercitivo que tiene capacidad para que la opresión se mantenga. Lo otro simplemente son medios, tácticas. Incluso descartables según el contexto. Por eso jamás de los jamases ninguna fuerza del régimen pondrá en entredicho al entramado coercitivo ni tomará por violencia en grado máximo la negación de derechos colectivos como el de la autodeterminación. Nunca el PNV ni sus juventudes dirán que la ertzaintza pese a que su labor es utilizar la violencia y portar armas desaparezca. Tampoco dirá el PSOE ni sus juventudes que las cárceles encierran a seres humanos en jaulas y que deben desaparecer. Ni el PP dirá que el ejercito español sobra. Es precisamente la aceptación de esas realidades como naturales, la maquinaria violenta de la que nunca prescindirán. Sino el estado caería. Y la influencia de todos ellos con él.
Los Derechos humanos son algo de lo que se habla mucho en relación al conflicto político que vivimos en Euskal Herria. Una de las razones es obvia. Los derechos humanos se han cercenado generación tras generación de una manera sistemática hasta que la memoria se pierde en la historia. Esa misma historia no deja género de duda ante cuales fueron los puntos de inflexión en el que los derechos humanos empezaron a violarse sistemáticamente y de manera organizada. La conquista armada extranjera del territorio vasco junto a la entrada del capitalismo son esos dos puntos históricos. Nadie que hable de derechos humanos sin partir de esa base está siendo honesto.
La interpretación burguesa de los derechos humanos supone respeto a los derechos humanos (e incluso a cosas y objetos) asentados sobre privilegios previamente obtenidos mediante la vulneración de esos mismos derechos. Básicamente y en esencia, supone el respeto a los supuestos derechos del Estado y su clase dominante. Por eso piden paz y convivencia abstracta en una conciliación de clases mientras los jóvenes de la clase burguesa son educados para ser los futuros patrones de la juventud obrera o mandar a la policía sobre ellos.
Y es que la violencia contra Euskal Herria como se comentaba en otro artículo es inherente al sistema político español, y no responde simplemente a una de sus fases de desarrollo. Lo cual acorta las posibilidades de acción y elimina mistificaciones de nuestro propio discurso. Sólo la fuerza propia y la capacidad política de acabar con el marco político de la transición española puede parar la violencia; dentro de este marco político, con sumisión o sin ella, estamos condenados al sufrimiento y la agresión. No es algo que se pueda arreglar con campañas por la paz y la convivencia entre los jóvenes y no jóvenes vascos.
La agresividad contra la juventud no es un eco del pasado, sino una necesidad de futuro para el estado español y la burguesía vasca. Ellos lo tienen claro, pero nosotros no nos atrevemos a ser conscientes de ello. Mientras no tengamos fuerza para acabar con ese marco jurídico, económico y político que es, no tendremos posibilidad de parar la violencia que lo mantiene y constituye permanentemente por mucho que diga lokarri.
Pensar:
1‑Que la violencia que el estado ejerce contra Euskal Herria es correlativa a su nivel de debilidad.
2‑Que la violencia que el estado ejerce contra Euskal Herria, dentro del nuevo ciclo histórico, nos refuerza a nivel político e ideológico.
3‑Que la violencia que el estado ejerce en Euskal Herria tiene una lógica de desarrollo inherente que le lleva a su desaparición antes o después, sin que haga falta intervenirla.
Pensar todo ello es la senda de Auschwitz que nunca deberíamos recorrer. Por cuestión de mera supervivencia política, se impone analizar minuciosamente este fondo político, porque sólo mediante conceptos críticamente constituidos podemos desarrollar criterios de intervención política efectivos.
Ni un solo término, sea democracia, violencia, igualdad, derechos humanos, paz… tiene el mismo significado para una clase social que para otra, ni para el oprimido y el opresor debido a la irreconciabilidad de intereses y a la esencia misma del estado. Por eso ante la incapacidad de levantar un discurso propio, es el estado y el capital el que arrebata los significados y los unifica sobre un soporte de injusticia para que se construyan desde ahí.
Es obvio que el estado y la burguesía vasco-española, que el parlamento vascongado, prefiera tener a la juventud vasca discutiendo de paz y convivencia entre ellos mismos. Cuando los problemas de la mayoría de la juventud no es ella misma. No vaya a ser que discutan de otras cosas o hablen de ética revolucionaria y lleguen a la conclusión de que el propio gobierno vascongado tiene que caer por ser esa institución parte de la opresión que sufren los jóvenes vascos donde seis de cada diez personas afectadas por la pobreza es joven. Que ni siquiera podrán vivir en convivencia porque estarán obligados a emigrar de la explotación que promueven los que ponen escudos en sus textos.
En unos momentos y circunstancias donde la juventud vasca es atacada por todos los frentes, que Euskal Herria está envejeciendo produciéndose un proceso de minorización juvenil muy pronunciado, que se están riendo a su cara, que está hundida en la precariedad, paro y miseria, que sufre represión por todas partes, que no tiene absolutamente ningún control sobre su vida, sus estudios, sus relaciones o su trabajo.. tengo meridianamente claro quién es el que quiere que convivan en armonía con la injusticia en vez de llevar a cabo una rebelión. En primer lugar contra el poder adulto que les somete.
Al fin y al cabo muy lejos está de la verdadera paz y convivencia entrar de lleno en la perspectiva ideológica de la clase explotadora y los estados, donde el relato del opresor en su raíz navega en aguas tranquilas. Espero ver los gloriosos días en los que la juventud vasca se rebele y arrebate todas las cosas que le han robado. Una por una. Porque si no es ella de avanzadilla, dudo mucho que el resto del pueblo vasco podamos cumplir el deber histórico de liberarnos nacional y socialmente. Por eso tratarán de mil maneras violentas y no violentas de que no digan basta. Eso llevan haciendo toda la vida. Eso quiere la secretaría de paz y convivencia del gobierno vascongado. Necesitamos despertar pues el camino hacía la paz y convivencia es acabar con los privilegios. Tanto los de los estados sobre Euskal Herria como los de la clase burguesa sobre la clase trabajadora y especialmente sobre la juventud machacada hasta por el propio gobierno vascongado.