Frantz Fanon: el bri­llo del metal

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Piel negra, más­ca­ras blan­cas tam­bién es una teo­ría de cómo el racis­mo «enca­ja» al ser humano. Fanon des­cri­be su deseo «Hubie­ra que­ri­do lle­gar igual y joven a un mun­do nues­tro y edi­fi­car jun­tos», pero se encuen­tra «ence­rra­do en esta obje­ti­vi­dad aplas­tan­te». Plan­tea una teo­ría de la ideo­lo­gía racis­ta como una for­ma de «deli­rio mani­queo» en la que, en la ima­gi­na­ción racis­ta que estruc­tu­ra todo, de la publi­ci­dad al entre­te­ni­mien­to, la cien­cia y el incons­cien­te, la blan­cu­ra es aso­cia­da con la belle­za, la razón, la vir­tud, la lim­pie­za, etc. y la negri­tud con lo opues­to. En la limi­ta­da medi­da en que el pro­gre­so es posi­ble den­tro de la lógi­ca de este esque­ma, «entre el negro y el blan­co se tra­za la línea de muta­ción. Se es blan­co como se es rico, como se es bello, como se es inteligente».

Fanon des­cri­be el fra­ca­so inevi­ta­ble de los inten­tos por encon­trar una mane­ra de ganar el reco­no­ci­mien­to nece­sa­rio para vivir libre­men­te con­tra el peso aplas­tan­te del racis­mo: «en todos los lan­ces juga­ba a per­der». Uno de esos lan­ces per­de­do­res fue la razón. El fana­tis­mo con el que la razón fue codi­fi­ca­da como blan­ca en la ima­gi­na­ción racis­ta fue tal que era impo­si­ble ser reco­no­ci­do simul­tá­nea­men­te como negro y razo­na­ble: «cuan­do yo esta­ba pre­sen­te, ella [la razón] no lo esta­ba, cuan­do ella esta­ba allí, yo ya no esta­ba». El resul­ta­do final es el colap­so: «Ayer, al abrir los ojos sobre el mun­do, vi el cie­lo revol­ver­se de par­te a par­te. Yo qui­se levan­tar­me, pero el silen­cio sin entra­ñas reflu­yó hacia mi, sus alas para­li­za­das. Irres­pon­sa­ble, a caba­llo entre la Nada y el Infi­ni­to, me puse a llorar».

Fanon con­clu­ye que no pue­de haber una solu­ción per­so­nal al pro­ble­ma del racis­mo. Lo que se requie­re es «rees­truc­tu­rar el mun­do». Ter­mi­na Piel negra, más­ca­ras blan­cas afir­man­do que «con­du­cir al hom­bre a ser accio­nal, a man­te­ner en su cir­cu­la­ri­dad el res­pe­to de los valo­res fun­da­men­ta­les que hacen un mun­do humano, esa es la pri­me­ra urgen­cia de aquel que, tras haber refle­xio­na­do, se dis­po­ne a actuar». Se tra­ta de un com­pro­mi­so con la pra­xis, tér­mino que apa­re­ce cons­tan­te­men­te en las publi­ca­cio­nes ori­gi­na­les en fran­cés de la obra que segui­ría pro­du­cien­do en Túnez, pero que gene­ral­men­te se elu­de en las tra­duc­cio­nes al inglés.

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